Tiempos de calma [ Abierto ]

-Las estrellas cubrían los cielos de Nunca Jamás, adornando con su bella luz las islas que rodeaban este mundo. Las linternas que alumbraban los hogares de las hadas poco a poco se extinguían, señalando que ellas se preparaban para adentrarse en el extraño mundo de los sueños.  Skylar aprovechaba momentos como estos ¿Cómo? Se escabullía entremedio de las viviendas hasta llegar a las afueras del pueblo, no se iba muy lejos, hasta donde se ubicaba el gran árbol. Trepo a través de sus raíces y ramas, la corteza se sentía áspera bajo sus palmas, pero valía la pena. Las demás encontraban extraño su gusto por utilizar sus pies, ellas solo volaban hacia cualquier lugar. Skylar pensaba que estas no disfrutaban lo suficiente de su entorno, las sensaciones que podía entregar la tierra bajo sus pies, la suavidad de los frescos pastizales a las primeras horas de la mañana, eran cosas que, al parecer, solo él disfrutaba en la isla de las hadas.

Le tomo unos minutos más, pero al fin pudo llegar a su meta, la cima del árbol. La maravillosa vista siempre lo dejaba sin aliento. Era un hermoso mar de estrellas, que surcaba los cielos de Nunca Jamás, una vista que solo los habitantes de ese país podrían admirar y retratar.

Una parte de él no estaba ahí ese día, algo rondaba por su mente, una idea. Una peligrosa e importante idea. Esto le impedía disfrutar plenamente de semejante espectáculo natural. Como nunca antes había hecho, emprendió vuelo lejos del árbol, lejos de la aldea. Su camino lo dirigió hacia las playas cercanas al bosque del verano. Con sumo cuidado, bajó hasta sentir las suaves arenas bajo sus pies. Paso a paso, iba avanzando a lo largo del lugar.
¿Acaso debía dejar por fin las tierras del lugar que le vio nacer? ¿Viajar a través de las estrellas para adentrarse al mundo humano?

Suspiro. Simplemente no era una decisión sencilla, pero anhelaba más, encontrar lugares nuevos que pudiera explorar y descubrir. Volvió a suspirar, rodeando su torso con sus propios brazos, esta sería una noche en la que no descansaría. -

Como representante del pecado de la envida este era muy raro mostrar algún otro pecado que no fuera el propio, aunque aun así el propio pecado rara vez se mostraba debido a la excelencia en el dominio sobre este, pero aun así en estos tiempos un pecado corría por sus venas este era de la ira. “Saldré, no deseo que me molesten” Una vez salía de su propia oficina comentó Leviatán a su secretaria una joven de cabellos largos y dorados con un brillante par de ojos azules quien en su interior albergaba un demonio de rango inferior, el rostro de la joven palidecía ante las palabras de su jefe y posiblemente muchos cosas que decir pasaban por la mente de la rubia pero ninguna palabra salía de su boca.

No se estuvo tanto tiempo aquella dimensión donde su verdadero ser se encontraba sellado solo para regresar al mundo a estar todo el día frente a un escritorio, entre sus filas había gran cantidad de sobrenaturales ellos podían sin problemas encargase de muchos de sus asuntos de negocios y debían hacerlo ya que desilusionar al demonio no era algo recomendable si se deseaba el seguir existiendo. Recorriendo un pasillo antes de llegar a su próximo destino todos sus empleados se hacían a un lado y saludaban con respeto, se podía observar que su Jefe no se encontraba de muy buen humor y pocos entendían el por qué, siento este que era debido a que su búsqueda no había dado resultados satisfactorios.

Leviatán ordenaba distancia aquellos que detrás de él se encontraban siguiéndolo desde hace un rato intentando conversar de la manera más humilde y con miedo en sus corazones, el daba media vuelta y con una expresión gélida en su rostro “Saldré un rato, tengo asuntos que atender” Con esas palabras dichas de manera tranquila todos retroceden y el demonio abría aquella puerta mostrando un portar de estilo vortex oscuro, al traspasar de este sin un pero por medio el demonio se encontraba en una sala de terciopelo púrpura con una cantidad de innumerables puertas, Leviatán caminaba un rato por esta habitación todas las puertas eran diferentes entre sí y algunas tenían un nombre marcado. “Neverland, han sido muchos siglos, tal vez” Comento para el mismo con una leve sonrisa en su rostro antes de tomar la manija de la puerta y abrir el otro portar a la tierra de nunca jamás.

Solo fue cuestión de segundos para que el aire se volviera más pesado y las aguas comenzaran agitarse ante la presencia del demonio quien aparecía en la orilla de una playa observando el cielo nocturno, con un suspiro de su parte todo se calmó. “Este lugar literalmente nunca cambia”

Observaba el techo de la habitación demasiado silenciosa para su gusto, giró levemente su cabeza para ver que a su lado no se encontraba la delicada figura femenina dueña de aquella cama, de aquella habitación, de aquella casa. Llevaba días sin llegar y había encontrado las armas de su amiga en un sitio alejado de casa, se encontraba preocupada, muy preocupada, ¿qué debía hacer? ¿Y si le había ocurrido algo? No quería dormir en una cama vacía y no sabía si molestar al otro habitante de la casa, era difícil dormir sin compañía luego de tanto tiempo teniendo a alguien al lado a quién abrazar. Se levantó de inmediato y buscó en el ropero de Robbin prendas que le quedaran, no podía salir desnuda de la habitación, menos con alguien más dando vueltas y debía respetar aquello. Con algo que cubriera su cuerpo se dirigió hacia la puerta en completa oscuridad y giró el pomo, habían sido noches complicadas y ya no deseaba seguir ahí, donde todo le recordaba a la chica.

Salió de casa hacia su pequeño lago, ¿qué debía hacer? ¿Dormir ahí? No, debía dormir en casa de los Petters, debía cuidar el hogar de Robbin mientras ella no estuviese, porque esa casa era importante para ella y por lo tanto la Siren cuidaría de la edificación. Para mantener su cabeza fría prefirió salir en un pequeño paseo nocturno como ya tenía costumbre de hacerlo, pero sólo un tipo de lugar calmaba su mente y enfriaba sus emociones, se adentró al agua de su hogar y el líquido la llevó hasta una hermosa playa donde las estrellas parecían iluminar el lugar al ser reflejadas por el oleaje, el viento acarició su cabello y su rostro como quien recibe a su propia hija, pues la hija de Poseidón volvía a ver a quien la había cobijado desde pequeña. Las olas celebraran su presencia como cada vez que aparecía en el lugar.- Hoy vengo a contarte otro problema, espero que no te moleste. -Murmuró hacia el mar, pero claro que no le molestaría, ¿a quién no le gustaría escuchar a su propio hijo?

Llevó sus manos hacia la tela que cubría su cuerpo con la intención de quitarla para nadar unos minutos, pero el oleaje cambió repentinamente y el viento se agitó sobre su cabello, ¿qué pasaba? Giró su cabeza de lado a lado en búsqueda de lo que sea que haya roto la delicada estabilidad emocional del líquido tan sincero como ella no lograba serlo, pero tan sólo vio a dos figuras a unos metros de donde ella se encontraba. Caminó tranquila hacia estas personas y, a medida que se iba acercando, notó que ambos eran hombres, ¿debía hablar con ellos? Quizás alguno de ellos supiera por qué el mar parecía tan… perturbado.- Buenas noches. -Alzó la voz hacia el más cercano, un hombre bien vestido y completamente de negro, llamaba su atención lo alto que era en comparación a la menor de las sirenas. Dirigió su mirada hacia el chico que se encontraba un poco más alejado de ellos y agitó su mano con entusiasmo a modo de saludo, a Ran le encantaba conocer extraños, pues nunca sabías con lo que podías encontrarte.

Siren:

Los flujos de energía iban y venían de un mundo a otro sin permiso de nadie al igual que Furfur, se había dado a la tarea de encontrar cada portal que le daba oportunidad, cada que entraba o salia de alguna de esas anomalías se sentía un poco más viva, nada podía detenerla, nada la ataba ya a otros mundos.

Cerca de donde había pasado la noche anterior, al otro lado de la calle y directo por un callejón había sentido aquellas vibras que le indicaban la presencia de un portal abierto directo para ser cruzado por la infernal. Tomó la ropa que encontró y una gorra, el menudo cuerpo de la pequeña demonio quedaba demasiado pequeño para cualquier prenda, daba una imagen demasiado frágil para cualquiera que no la conociera, demasiado inocente para quien no supiera su naturaleza.  Furfur se apresuró a salir del edificio entre saltos, y alegres cantos desde sus labios justo para quedar frente al portal para atravesar.

El viaje fue ligero, rápido, tranquilo como el lugar al que la había llevado. Sus pequeños pies caminaron ligeros por la playa que se extendía frente a ella ¿Qué lugar era? No podía ser el mundo, ahí el aire no se respiraba tan ligero ni el cielo se veía tan despejado. Dos estrellas brillaban en el cielo más grandes y luminosas que las demás ¿Podría ser? —"Hacia la segunda estrella hasta que amanezca ".— Canturreo divertida dando pequeños saltos hacia la playa.

Una presencia oscura la detuvo a medio camino, sus brillantes ojos buscaron en la oscuridad aquella energía que parecía emanar de un cuerpo masculino que no se encontraba solo,  había un segundo varón y una pequeña y delicada figura que le parecía familiar, la demonio no se quedó ahí parada por mucho tiempo, se acercó a paso seguro y sin miedo al grupo que se encontraba ya reunido. Conforme se acercaba y las brillantes luces de la noche alumbraban a aquél grupo Furfur pudo reconocer a la diminuta fémina que se encontraba con ellos ¿Podría ser?  La infernal no se detuvo a pensar ni un momento en poder equivocarse, se abalanzó sobre ella y le robó un beso de los labios. —Buenas noches. — Se refirió a todos separándose de la menor.

Cotton :

Según las hadas más sabías, el joven Skylar tenía un defecto, algo simple, pero que podía llevarlo a la muerte. Cuando tenía algo en mente, algo realmente importante, se perdía en sus pensamientos, sin ser capaz de notar lo que acontecía a su alrededor. Y es que este tema de viajar a través de los portales y conocer el mundo siempre lo ponía de ese modo, era algo que no podía evitar, se sentía ansioso.

Este hecho se dio a relucir en ese mismo instante, se golpeó mentalmente y se cuestiono ¿Cómo no se dio cuenta de la presencia de esos tres seres que se presentaban a su alrededor?

Retrocedió un par de pasos, necesitaba poner distancia de esas criaturas, dos de ellos parecían ser a simple vista personas totalmente normales, como piratas, pero con distinta vestimenta. La otra era sin duda alguna una sirena, había visto bastantes entremedio de sus aventuras, sobre todo cuando volaba sobre los bellos mares de Nunca Jamás, aunque nunca se había atrevido a acercarse para entablar una conversación con alguna de ellas. Él siempre se mantenía alejado de otras criaturas distintas a las hadas, le habían enseñado que era peligroso. - ¿Quiénes son ustedes...? - Se atrevió a preguntar con voz suave, retrocediendo dos o tres pasos.

El hombre se veía intimidante, vestía ropa extraña, poseía sin duda alguna esa aura que decía que era alguien bastante poderoso, evitaría lo más que pudiese el acercarse a este individuo.
Por otra parte, ambas chicas se veían bastante pequeñas e inofensivas, de hecho, se veían similares a algunas de las hadas que conocía, ¿Deberías dejarse llevar por esas apariencias? Quizá esa no era la idea más sabía, el pequeño no sabía cuáles eran las habilidades de las chicas, ser pequeño no era sinónimo de débil, por lo que sabía, ellas podían ser mortales.

El hada decidió que comenzaría una sutil retirada, avanzando pequeños pasos atrás, hacia el bosque, si tenía la suficiente fortuna, lograría con éxito su escape. Mientras tanto, solo examinaba con cuidado las acciones del grupo frente a él, tenía que estar atento, si debía volar para huir, lo haría apenas pueda. -

Observando de aquellas aguas con el mismo desprecio silente que ella reflejaban estas hacia el demonio, si bien esta no es la primera vez que pisa esa “tierra mágica” pero con tanto tiempo transcurrido desde su última visita es algo normal el que resultara parecer que fuera la primera vez aunque fuera una poco solamente, ahora por lo que el demonio podía percibir de aquellas aguas que se agitaban con fuerza y el bravío viento nocturno, esta tierra no olvidaba con tanta facilidad los actos del oscuro sin importar tanto tiempo transcurrido, aunque si se comparan su participación con los actos de sus “hermanos” a los cuales el solo acompañan por una invitación hecha en el pasado, pues resultaba su mano se encontraban muy limpias de cierto sentido.

Ciertamente Leviatán es un demonio, para el enojo que alberga al momento de pisar de la tierra de Nunca Jamás resulto que solo con aquella bienvenida hecha por la misma naturaleza de ese lugar era lo necesitaba para lograr el hecho de olvidar por los momentos la razón de su descontento y enojo, ahora con facilidad sus pensamientos fluían con naturalidad como es lo usual así mismo la percepción de las cosas a su alrededor volvía a su estado normal lo que permitía el poder sentir de aquellas presencia cerca de él.

Leviatán no esperaba encontrar a nadie que lo reconociera, era algo casi imposible y mas por el hecho de aquellas presencias sentidas estaban lejos de general algo similar a incomodidad. Él no había se dejado llevar por la ira, se daba cuenta de eso y admitiendo que estaba mal ya que es impropio su comportamiento podía volver a ser como siempre, una última mirada afilada fue dada aquella playa antes de permitir a que su expresión pasara a una más tranquila, sus oscuros ojos primero se posaron sobre quien cortaba del silencio de la noche con una voz suave y delicada, perteneciente a una joven señorita de baja estatura y rasgos suaves. “Oh… buenas noches” Respondió mostrando cierta falsa confusión pero al final lo hacia una educación agradable al responder y una aunque falsa placida al final sonrisa.

Su sonrisa se torno un poco más sincera al sentir una nueva presencia, aunque no era visible la persona a sus ojos el dueño de la tercera presencia una sensación de afinidad en naturaleza le producía cierta curiosidad. “Yo soy… “Sin poder terminar como esperaba una nueva frágil hizo presencia y sin tiempo que perder terminaba todo en un beso entre ambos joven “Yo las dejare sola, con permiso.” Sus palabras de forma tranquila fueron dichas mientras una sonrisa se mantenía en su rostro, sus pasos llevaba a Leviatán poco a poco lejos de ambas jóvenes y sus ojos se posaban sobre el individuo restante en dicho lugar, un joven de apariencia frágil así como de presencia también, ciertamente eso le producía al demonio el deseo de “jugar” y observar cual sería el límite de aquel chico.

Aunque pensando en ello ¿Qué se lo impedía? “¡Oye tu!” Grito a la distancia levantando sus dos brazos y los agitaba un poco de estos como si deseara llamar la atención de aquel joven “Mi nombre es Isley” Comento a la distancia acercándose al muchacho quien ya había comenzado a tomar su distancia, Leviatán se daba cuenta del temor ajeno por lo que ocultaba en su interior su energía y con una leve sonrisa dibujada en su rostro se acercaba “Mi nombre es Isley, Isley Alphonse” Comento una vez estaba a una distancia normal del menor, fingiendo de un comportamiento descuidado pero agradable el demonio intentaba bajar guardias ajenas. “¿Me puedes decir donde nos encontramos? Es una playa agradable, pero no sé porque estoy aquí. ”

Sorpresa, eso fue lo que reflejó su rostro luego de que su sonrisa se desvaneciera al sentir el beso de la demonio, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto, pero ella no cambiaba sus hábitos al saludarla. Furfur era una amiga de años, la conoció por casualidad luego de conocer a Robbin, una noche que llegó perdida a un bar en Nunca Jamás. Desde esa noche, cada vez que se veían sus labios se encontraban en un suave y corto roce que había olvidado por completo, encuentro íntimo que parecía haber puesto a la defensiva a uno de los chicos. Parpadeó un par de veces sorprendida por haber recibido el beso, por la reacción del chico asustado y por la indiferencia de quien ahora se alejaba. No estaba segura de haber escuchado bien la pregunta de uno de ellos, pero eso había pasado a segundo plano.

-¿Qué haces en Nunca Jamás? -Le preguntó a Furfur, pues sabía que su llegada siempre traía posibles problemas y, por alguna razón, pensó en Robbin.- Es bueno verte después de tanto tiempo. -Sonrió una vez más mientras la miraba, pues parecía que ambos chicos querían tiempo a solas, quizás se conocían, no estaba segura pues no lograba escuchar lo que hablan por el ruido del mar enfurecido. Fue entonces que entendió, sabía que al mar no le agradaban los demonios y ahí se encontraba ella frente a uno. Tomó la mano de la chica aunque su padre la estuviese mirando a sus espaldas, eso no importaba, su sonrisa intacta en el rostro le recordaba al mar que no debía juzgar y que todo estaba bien. Ran se aseguraba siempre de enmendar cualquier daño que Furfur pudiese provocar, pues la quería mucho y sentía la necesidad de hacerlo, ¿para qué estaban los amigos si no era para ayudarte? La naturaleza de los demonios era destructiva, pero así la quería, aunque fuese un desastre. Ladeó levemente la cabeza para ver a los chicos que se encontraban algo alejados, uno de ellos parecía realmente asustado, ¿estaría bien? ¿Necesitaría ayuda? ¿Quién era el mayor? Algo… no le agradaba.