Belfegor - Demonio

Psicología

Belfegor es indiferente a todos, exceptuando sus seis hermanos y a Eris, le cuesta que algo despierte su interés, dice todo lo que piensa y nunca se anda con rodeos, es muy temperamental y cuando alguien logra sacarlo de sus casillas, se descontrola y se pone violento. Es posesivo y egoísta, si está compartiendo con alguien y llega otra persona, rápidamente dejará notar su molestia. Detesta que se interpongan o se entrometan en sus asuntos. Es muy perezoso, puede estar todo un siglo sin levantarse de una cama o de cualquier superficie en la que esté descansando. Se pone de muy mal humor cuando debe hacer algo que interrumpa su descanso, por lo cual lo hace de la forma más rápida para poder volver a dormir. Odia a los niños y a las personas inquietas, se cansa de solo verlas. Aunque no lo parezca, por lo callado y distraído que llega a ser, es muy inteligente, pero rara vez lo demuestra porque para él es un fastidio explicar sus puntos de vista o ideas a otras personas. Es tan, pero tan perezoso que ni si quiera lo intenta, puede recibir un golpe de lleno en el rostro, en vez de esquivarlo rápidamente.

Historia

En el principio todo era oscuridad, era un abismo inmenso y atemporal en el cual entes siniestros vivían. El día en que Dios creó la luz, con ello también creó la sombra, quizás sin intención de hacerlo, como un accidente, el primero de muchos. Así surgió el día y la noche, y a su vez, un concepto muy primitivo de “tiempo”. Los días pasaron y estos entes etéreos y oscuros bajaron de sombra en sombra, recorriendo el mundo. El sexto día, dios creó a un ser, un hombre y luego una mujer para que le hiciera compañía. Todo iba bien para el creador hasta que Eva sembró esa semilla dentro de la cabeza de Adán, esa idea que los condenó. El hombre mordió el fruto prohibido, esa manzana del jardín. Así surgió el pecado original que condena a los hijos de Dios, y con él, también conforma en sí mismo todos y cada uno de los pecados capitales. Allí se le dio forma a siete entidades oscuras, príncipes del luego denominado infierno, quienes representaban los pecados capitales.


Cada uno de ellos tomó su propio rumbo, tentando a los humanos, haciendo el mal o lo que les pareciera, corrompiendo los hijos de Adán. Algunos hermanos se volvieron a encontrar, sus caminos de corrupción y mal se entrecruzan a lo largo del tiempo, aunque Belfegor, uno de ellos, no era un trotamundos que digamos.
Él, el demonio que surgió y completó su forma gracias al pecado de la acidia comenzó haciendo su labor activamente, yendo de hombre en hombre y expandiendo sus palabras de procrastinación, influenciando a las personas en estados depresivos e implantando ideas de inventos y adelantos tecnológicos. Poco a poco la pereza que Belfegor predicaba, comenzó a consumirlo lentamente, comenzando con pensamientos simples como el querer poseer a un objeto inanimado para así no hacer nada, pero ahora que era la pereza, no podía hacerlo, dejaría de ser, simplemente no lo sería porque un objeto no puede ser, sólo es. Luego trataba de hacer su trabajo lo más rápido posible para poder descansar una vez libre, hasta llegó a añorar la muerte para poder descansar eternamente. Era un fastidio para él el simple hecho de estar consciente, aunque claramente no podía morir, sólo su contenedor lo hacía, pero su esencia no, así que debía vivir con ello.


Una vez que fue uno mismo con el pecado, que se convirtió completamente en la pereza, las cosas cambiaron. Ahora dormía todos los días, descansaba siempre y ya ni siquiera caminaba o se movía, se desplazaba flotando en el aire y movía todo con telequinesis. El único músculo que trabajaba arduamente era su cerebro. Un día mientras dormía soñó con un árbol de manzanas, estaba tranquilamente acostado bajo su sombra en un lugar inmenso y de un blanco perturbador. Despertó tranquilamente, pero había algo fuera de lo común, tenía una manzana sobre su mano izquierda. Bel la miró, sin entender nada, y la dejó ahí tirada, pues no se le apetecía comer en ese momento, prefería seguir descansando. La manzana se perdió de su vista, pero no se libraría tan fácilmente de esa “condena” que tenía sin saberlo. El sueño volvió a repetirse, siempre de la misma manera y al despertar tenía una manzana sobre su cuerpo. Fue algo raro, pero terminó por convertirse en un sueño recurrente. Perdía de vista la manzana y en un tiempo incalculable volvía a soñar con lo mismo. En ese tiempo conoció a una mujer, Eris, quien andaba siempre cerca de él. Una cosa llevó a la otra y comenzaron a encamarse, pero nada podía ser “normal” o sería aburrido. Eris desaparecía justo después de que él tuviera ese sueño del árbol y apareciera esa manzana, regresando justo después de que volviera a soñar lo mismo y el ciclo seguía así. Bel iba deshaciéndose de las manzanas en cualquier parte y no siempre vería a Eris, aunque eso no significaba que ella no lo pudiera ver.

Le costó un tiempo descubrir a Eris la verdad detrás de esa manzana de apariencia normal. Se trataba de la manzana de la discordia, la cual era originaria de conflictos, guerras, discusiones y un sin fin de disputas. El árbol con el que soñaba Belfegor era nada más que el homólogo infernal del árbol del jardín del Edén, pero claramente él no lo sabía, desconocía todo acerca de la manzana y su procedencia, y tampoco tenía control sobre cuándo tener el sueño, simplemente pasaba. La única persona que sabía algo respecto a la manzana era Eris, pero aun así no sabía sobre el árbol ni su ubicación, ese era un misterio que aún no había sido descubierto.