|HanBin| -Fénix

Psicología

HanBin es un chico callado. La falta de contacto con sus pares o con otras razas lo ha vuelto un chico introvertido a primera vista, aburrido, según él. Sin embargo, una vez en confianza, parece volverse una persona completamente distinta, aunque tampoco es como si haya tenido la oportunidad de mostrar ese lado a alguien.

Frágil de a ratos, o demasiado perverso en otras, vive con el miedo de que esta última cara de él se vuelva algo permanente cuando aparece, pues siente que le cuesta demasiado recuperar esa calma que intenta mantener.

HanBin es alguien que puede ser considerado nerd si se lo encuentra en el ámbito académico, ya que es conocido por ser alguien sumamente responsable, y aplicado en cuanto a sus estudios, y por ende, un sujeto inteligente, aunque idiota para entablar una conversación.

Nunca ha conocido eso llamado amor, pues debido a su historia de vida, tiene miedo de pasar por algo parecido, sin embargo, no descarta la idea de algún día estar así de "jodido" por alguien.

No tiene recuerdos de él mismo antes de los 18 años. Lo poco que sabe de su historia ha sido debido a conversaciones que ha escuchado sobre si, y tampoco entiende el porqué de ello, llegando a sentirse angustiado en algunas oportunidades, llegando incluso a sentir extraños dolores de cabeza.

Alegre, con una sonrisa aniñada, a veces suele comportarse como un pequeño crío, pese a sus casi 20 años. Suele llorar con facilidad si algo le afecta mucho, pero son contadas las ocasiones en que alguien le ha visto en ese estado deplorable.

Historia

Se dice que en un principio no había luz. Solo existía la oscuridad y una gran extensión de agua con el nombre de Nun. El poder de Nun era tan grande que desde el interior de la penumbra hizo brotar un huevo grande y brillante flamiante. Y del interior de ese huevo surgió Ra.

Según las creencias egipcias, cada noche el cielo se volvía negro debido al descenso de Ra a la tierra, para librar batalla contra Seth, dios del caos.

Pero cada llegada al planeta, hacía de Ra un humano más, y eso lograba qué, con el correr del tiempo envejeciera debido a la acumulación de horas. Ya no era el mismo hombre guerrero y aunque su cabello aún era tan plateado como el oro y sus ojos rojos como el fuego, su piel ya presentaba arrugas así como sus manos, que temblaban tanto que no podía si quiera sostener una espada.

Dice la leyenda que en su última pelea, el sol no salió por 3 días, y cuando lo hizo sus rayos eran tan débiles que supo no podía seguir manteniendo aquellos combates, pero mientras se elevaba, para volver a su lugar como el Dios Sol que era, de sus heridas brotó sangre, que se volvían rocas de fuego una vez le abandonaban y se perdían, hasta llegar sin más al planeta tierra.

Sin embargo, no curó sus heridas, dejó que sangraran, que se detuvieran solas, pues él ya estaba grande y viejo como para mantener el orden cósmico. Entonces, y así como Dios creó el mundo y todo lo que en él habitaba, Ra, desde su lugar y para cuidar a su pueblo dejó su sangre se perpetuara en formas tan grandes y brillantes, como calientes y temerarias. Piedras de fuego se desprendieron del gigante brilloso, atravesando el firmamento en años luz antes de estrellarse contra la tierra.

Algunos de esos pedazos de sol arrasaron con las cosechas dejando a la población sin comida, otros simplemente provocaron derrumbes y se volvían piedra o montaña con ello. La mayoría de las rocas de sol estaban destinados a lo mismo, volverse un sólido a lo que llamaron meteorito.

Selecto fue el grupo que corrió mejor suerte y se hundieron en las profundas aguas del río Nilo. HanBin era uno de esos cometas. Años pasaron hasta que la sequía se hizo en la zona y con ello y siendo abrazado por los rayos de su dios padre, su cascarón se trizó, dejando que emergiera, hacia la superficie un pequeño niño, que lloraba, quizás por lo mojado que se encontraba, o tal vez la falta de alimentos que su cuerpo pedía para seguir.

Los años pasaron para HanBin, quién al igual que Ra envejeció de tanto estar en la tierra.
Envejeció igual que el resto de las personas, sin embargo la vida, en su lecho de muerte le entregó un regalo, uno que apareció al soltar su último respiro, haciendo que de sus labios emergiera humo, y en su interior todo se quemara, haciendo de ese calor una sensación agradable. No cerró los ojos, no se encontró mirando por última vez los rostros familiares ni vio la oscuridad propia del mundo de los muertos, simplemente no hubo nada. El fuego brotó por sus poros y lo consumió, haciendo que su lecho de muerte se transformara en un pequeño jardín de cenizas, con tanta rapidez que cuando enfrió, de su interior brotó una pequeña ave. Una incapaz de si quiera mantenerse por sus propios medios debido a la falta de plumas.

Estaba naciendo de las cenizas, tan indefenso como cuando había llegado al mundo, hijo del sol, como de la espada del Caos.

" like father like son like master like man for the kingdom of heaven"

Otros y/o Exclusivos Quimeras

{♠} Gustos: El sol, la lluvia, el mar, el bosque, la soledad, los libros, la noche, las cosas imposibles.
{♠} Disgustos: El helado, su propia personalidad, que le den órdenes, que invadan su espacio.
{♠} Fobias: Los insectos.
{♠} Otros: Nunca ha curado a nadie.