Lord Jesus, let me sleep!! [Privado - Aleksandr]

Belfegor estaba descansado tranquilamente en su cama, era un día como cualquier otro, plano y sin nada más que hacer que dormir y descansar cuando no dormía. Así era como aquel demonio pasaba día a día tratando de corromper al mundo desde la comodidad de su fiel box spring, entre almohadas y mantas, aunque claramente fracasaba haciendo aquello, porque no hacía nada más que descansar, lo cual técnicamente era válido para su pecado. Pero también tenía un trabajo, el cual consistía en lo que venía haciendo hace siglos, pero ahora sin el tedioso trabajo de ir de persona en persona. Tenía una empresa que creaba artefactos novedosos para la comodidad de los usuarios, haciendo más simples las tareas diarias y hasta creando cosas innecesarias como una centrífuga de ensaladas. Él era el que ideaba esas ideas, pero no ponía un pie en el edificio a menos que fuera estrictamente necesario, algo de vida o muerte. Lo demás lo hacía por vídeo conferencias con los coordinadores.

Todo estaba bien en el reino, pero Murphy apareció. El aire acondicionado de su hogar se averió y comenzó a hacer un ruido horrible que no lo dejaba dormir, y en vez de ponerse de pie, tomar el control remoto y apagarlo, decidió algo más “cómodo” para él. De un segundo se vio reducido a una bola peluda, un pequeño gato de color beige con rayas anaranjadas, así, si algún humano lo encontraba, probablemente lo mimaría, y no hay nada mejor que te hagan cariño y puedas dormir tranquilamente. Abrió un portal al callejón de un tranquilo barrio residencial y lo atravesó, desapareciendo entre una negra nebulosa. Allí debía encontrar rápidamente un parque con un buen árbol para poder descansar y pasar luego el tortuoso momento de caminar. Sabía hacia dónde debía ir y un poco desesperado, comenzó a… Caminar. Odiaba hacer eso, pero era el precio que tenía que pagar para poder descansar. Le importaba poco el levitar por las calles, pero si lo hacía, llamaría mucho lo atención, lo cual se traduciría en gritos, persecuciones y más gritos.

Llegó al parque y miró un gran árbol de tonalidades rojizas que se veía muy cómodo, así que “trepó” en él. En realidad sólo imitó el movimiento, pero realmente levitó hasta él, pasando aquello un poco desapercibido. Finalmente estaba feliz, recostado en una rama, bajo la sombra de un frondoso árbol, escuchando el relajante sonido de las hojas al chocar unas con otras producto de la brisa, cuando de pronto algo interrumpió su momento de relajación. Un condenado perro le comenzó a ladrar frenéticamente, tratando de saltar para alcanzarlo, lo cual no era posible para el can, pero toda esa parafernalia, atrajo a un par de perros más y de pronto se vio sobre la cabeza de cuatro perros que de tener la oportunidad, lo harían pedacitos. –Dios, que suplicio.- Dijo en voz baja, sin problemas porque los constantes ladridos cubrían por completo su voz. –¿Acaso un pobre gatito no puede descansar tranquilo? Déjenme en paz.- Reclamó con una voz chillona debido a su tamaño, moviendo la cola impaciente, mientras los perros seguían y seguían con su alboroto.

-"¡NO! ¡Totty! ¡Alto! ¡Deténte perro desquiciao!" - Aleksandr perseguía a su cachorro Aristóteles por todo el parque. Normalmente el pequeño era tranquilo, dulce y obediente en casa, su amo le había enseñado a hacerlo, pero era una historia distinta apenas ponían un pie (pata) fuera del edificio en dónde vivían. El beagle simplemente perdía la cordura y salía a revolotear cuál mariposa ebria. Su amo perdía la paciencia con él, sobretodo que tenía los nervios a flor de piel cuando estaban fuera, más aún si iban a cruzar la pista o simplemente estaban parados en el parque.

Aleksandr como siempre que tenía un día libre, llevaba una canasta con pequeños bocadillos. Quesos frescos y maduros, prosciutto, tocino ahumado, panes, frutas picadas y un buen vino muy bien escondido, pues está prohibido beber en el parque, pero eso se soluciona rápido con un termo de metal. Al fin de una ¿negociación? Amo y mascota fueron bajo un árbol a descansar, todo iba bien, el licántropo estaba a punto de comenzar a leer un libro que le recomendaron y quizás hacer algo de ejercicio luego de eso. - "Ni Puta ni Santa". - Dijo en voz alta al abrirlo, pero no pudo hacer más que eso. El perro nuevamente salió disparado persiguiendo a un ente invisible junto a otros perros que también fueron alertados. ¿Qué estaba pasando? - "No otra vez..." - Tomó sus cosas lo más rápido que pudo y corrió tras el pequeño hasta llegar a la raíz de un gran árbol, donde todos los canes estaban saltando como querer atrapar algo. Aleksandr levantó la cabeza y fue donde vio una pequeña bola de pelos dorados, acostada y al parecer enojada por el ruido. Un gato cual movía su cola de lado a lado.

-"¿Solo por esto...?" - Espantó a los otros perros y tomó al suyo en brazos junto a la comida. Se iba a retirar, pero se encontró con una niña que quería llorar y tras una pequeña charla, convenció al lobo de subir al árbol y ahí se encontraba, sentado junto al gato mientras su perro lo miraba a un lado al costado del cesto de comida. Así fue como levantó al felino y lo abrazó contra su pecho, teniéndolo de panza arriba.- "¿Quién es un minino guapo? Aunque hueles como si salieras de la cloaca de los infiernos". - Dijo al sentir el fuerte hedor que provenía del gato, no sabía qué era, pero a su agudo olfato no le agradaba tanto, aún así, siguió rascándole la pancita, porque le gustan los gatos.-

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