Suspicious behavior? | Priv. Nathan

–The phone rings in the middle of the night, my father yells what you gonna do with your life oh daddy dear you know you're still number one~ but girls they want to have fun…–la voz de la loba salía de forma suave y entonada, cantaba acompañada de la música que estaba a todo volumen en el auto, movía su cabeza de lado a lado y golpeaba de vez en cuando el volante con la yema de sus dedos al ritmo de la música, no tenía pena alguna ya que nadie estaba escuchándola, alzaba su voz en las partes del coro de la canción –…That's all they really want, some fun, when the working day is done …Oh girls, they want to have fun~ Oh girls just want to have fun~ –podía verse que disfrutaba de la música y de cantar y lo expresaba en sus gestos. Manejaba con toda tranquilidad hacia la ciudad de Vancouver luego de haber visitado a su padre y hermanos, estaba feliz y aunque un poco intranquila ya que su padre recién salía de una enfermedad, aunque saber que su hermano Tom cuidaría de él la mantenía en calma. Había estado con ellos todo el fin de semana platicando de las experiencias que habían tenido en las últimas semanas así como los próximos planes que tendrían.

En ésta ocasión Rosie parecía más concentrada en alcanzar los tonos de la canción que de manejar; la loba no tenía una tesitura tan aguda como la cantante, y se molestaba por no alcanzar los tonos. Mientras cantaba y disfrutaba de la música pudo percatarse que a lo lejos se encontraba un animal a media carretera, pequeño e indefenso, mientras iba avanzando captó que se trataba de un …¿mapache?. Rosie se apresuró a llegar lo más cerca de aquel pequeño y cuando estuvo a pocos metros detuvo el auto a un lado del camino para ir a recoger al animal. Se fue acercando a él lentamente para que no tuviera miedo, y dándose cuenta de que estaba herido en una de sus piernas traseras se llenó de preocupación, parecía una mordida que había dejado parte de su carne a la vista. De inmediato fue al auto para tomar una de sus prendas y poder envolverlo percatándose de que se encontraba frío. Tenía que llevarlo lo más pronto posible a su departamento para poder curarlo, no podía dejarlo ahí.

canción:

vestimenta | auto:

mapache:

Los humanos no son habitantes naturales de Nunca jamás, al menos eso había aprendido y desde entonces nada volvió a ser igual para él, pues si bien no se trataba de un humano, Nathan era un cazador, la evolución misma de aquella raza. Fue por eso que se armó de valor e ingresó en los sectores más oscuros de las lagunas de los siren, sabía que allí vivía un demonio lo suficientemente antiguo como para tener las respuestas que necesitaba. Allí el demonio le habló de un reino llamado "Mundo" que sonaba completamente absurdo y casi inventado, pero ahora todo era posible, sobre todo con aquellos portales que se abrían y cerraban a lo ancho y largo de Nunca jamás. Movido por su curiosidad y sus deseos de conocer cada vez más escuchó con atención y mostró particular interés en viajar a aquel sitio, Nathan ya sabía donde se encontraba un portal, pero no podía estar seguro si en efecto aquella grieta en la dimensión lo llevaría a donde él deseaba ir.

Con ayuda del demonio sorteó los peligros hasta llegar al portal y lo atravesó, supuestamente acompañad por la oscura criatura, mas grande fue su sorpresa al caer de golpe contra la corteza de un árbol, estaba en un bosque frío, extraño y completamente solo, el demonio no lo había acompañado. Por un par de horas simplemente se dedicó a caminar, ni siquiera se dio el tiempo de pensar en esconder su aura, estaba intrigado, escuchaba un ruido constante que no se parecía a nada de lo que hubiese escuchado jamás. Un camino diferente, en medio del bosque, sin saber muy bien que hacer se quedó esperando a que algo ocurriera y de repente... lo increíble.

Una criatura imposiblemente rápida pasó por aquel camino, por lo que estimó debía ser un ser especializado en la velocidad, aunque su volumen lo hacía estimar que se trataba de un artefacto más que un ser vivo, estaba por acercarse al camino cuando de nuevo otro artefacto y otro y otro. Nathan, impresionado y algo anonadado se quedó allí observando hasta que uno de esos artefactos se detuvo. Se quedó quieto tras un árbol sin decir nada, vio a una persona bajar del artefacto, una chica y se fijo en cada uno de sus actos, era extraño, el color de su aura.- Se ve como un lobo, pero no. -Era increíble, en la asociación ya había tenido la suerte de conocer a algunos licántropos, pero ¿Sería posible? si bien la chica tenía un aura como ellos no se veía como ellos, sin poder esperar más salió de su escondite y se acercó a ella.- No tienes que atacar, no soy un enemigo. -Sintió la necesidad de decir aquello primero, pues de mala forma había descubierto que su aroma, el aroma de los cazadores en general, despertaba algo en los licántropos y aunque no estaba seguro de la naturaleza de la chica prefería no arriesgarse, no de esa forma.- Sé que soy un extraño, pero ¿Podrías ayudarme? -No importaba mucho de quién se tratara, Nathan había viajado a aquel reino con una razón específica, necesitaba saber sobre los humanos, necesitaba conocer sobre ese lugar en el que por primera vez habían aparecido, sólo esperaba estar en el reino correcto y no haber llegado simplemente a otra dimensión.

Sus manos se dedicaron unos segundos a tranquilizar al pequeño, parecía muy asustado y débil, no se quería imaginar siquiera que algo le hubiera pasado si no lo hubiera visto, agradecía en su interior haber sido ella quien lo encontrara. -Tranquilo pequeño, yo me encargaré de ti hasta que te mejores. - Soltó un suspiro suave al tiempo que lo acomodaba con cuidado en el asiento trasero percatándose de la presencia de alguien o algo, volteó su rostro con levedad observando la sombra de alguien que se acercaba a ella, de inmediato volteó en cuando escuchó hablar al sujeto dándose cuenta de que era un hombre, un hombre de buena altura y con un aroma extraño y un poco desagradable, nunca había olido algo parecido;  era singular lo que le hacía sentir, algo le decía que debía de tener cuidado con el…, pero sus palabras la confundieron un poco. Ahora que lo pensaba ¿Qué hacía un joven en medio del bosque? Su imaginación hizo su trabajo, y muchas hipótesis comenzaron a surgir. Se quedó callada por unos momentos, no sabía si ayudarlo o no, Rosie era desconfiada y esa situación la ponía inquieta, sin embargo, algo muy dentro de ella le decía “Ayúdale”.

Soltó un suspiro más prolongado, su mano derecha revolvió su cabello propio para después posar ambas sobre su cintura, lo observó de pies a cabeza y ladeando su cabeza hizo una ligera mueca. –No sé qué eres, ni tampoco sé de dónde vienes, hay algo en ti que no me agrada, pero no puedo dejarte solo aquí, es peligro en la noche y en el día así que… anda, ven. –con un suave movimiento de cabeza le indicó que se acercara, cerró la puerta donde tenía al mapache y abrió la del copiloto. –Eso sí, cualquier acción o actitud sospechosa me dará la razón suficiente como para dejarte. –La actitud fría de Rosie había salido a flote, no podía confiar en aquel joven aún por lo que se limitaría hacer muchas cosas. –Sube, ten cuidado con la puerta al cerrarla. –fue lo último que comentó antes de dirigirse hacia su asiento, abrió la puerta para poder sentarse en su lugar y ponerse el cinturón de seguridad, mirando por el retrovisor al pequeño animal que parecía estar escondido entre su suéter.

Lo había olido, no lo sabía a ciencia cierta, pero podía verlo en su mirada, podía sentirlo en sus palabras, podía palparlo en el aire. Todas esas pequeñas pistas le habían estar cada vez más seguro de que en efecto se trataba de un lobo, pero era increíble, ese debía ser el lobo mejor disfrazado que había visto en su vida y más allá de eso, no se veía violento, al menos no lo suficiente como para ser una amenaza y es más, no sólo lo estaba ayudando a él, sino también a un animal.- Muchas personas que conozco no hubiesen ayudado a un desconocido. -Dijo mientras se subía a aquella máquina e imitaba las acciones de la chica, algo en ella llamaba su atención y si algo había aprendido era que la mejor carta de presentación es la honestidad, por chocante que parezca.- No te enojes, pero... sé que eres un ser sobrenatural, lo sé por tu aura, no es del color de un humano, es del color de un lobo. -Comentó con tranquilidad, aunque sabía que tal vez sólo por aquellas simples palabras se había ganado un viaje fuera de aquella máquina.

La mirada del cazador estaba puesta en el rostro de aquella chica, se veía como de su edad, además en su máquina no había rostro alguno de pelea no olor a sangre, sólo la del animal en el asiento posterior, sabía que estaba en una notable desventaja si es que la chica era un loo puro, pues la fuerza que esos animales llegaban a tener era impresionante, los había visto y sabía que aún no tenía fuerza como para eso.- Puedo ver tu aura porque soy un cazador, no te asustes con esa palabra, no soy tu enemigo, soy más bien un ser que quiere hacerse fuerte para proteger a los débiles y este... -Contarlo todo podía ser iluso, extremadamente inocente, pero era la verdad y realmente no quería contar una mentira, eso era algo que no hacía.- ...no es el mundo en el que nací. -De alguna forma esperaba que al ser ella una sobrenatural hubiese oído algo sobre los portales, pues sabía que sirens y demonios habían en todos los posibles reinos existentes, al menos eso le habían enseñado y por lo mismo pensaba que cualquier sobrenatural podía llegar a tener información sobre lo que estaba ocurriendo.

No sabía cómo tomar las palabras del contrario, a pesar de que Rosie podía comportarse un poco fría con la gente no significaba que no tuviera corazón, al contrario, ella era alguien muy amable y dispuesta ayudar a las personas que lo necesitaban, aunque el cazador no era tanto de su agrado sabía que requería al menos un aventón a la ciudad, sin embargo, por sus palabras pudo percatarse de que no se veía intimidante ante los ojos del cazador, y eso le agradaba un poco, pues cuando la mayoría de la gente conoce primero el lado tranquilo de Rosie quedan sorprendidos ante su rudeza y brusquedad al conocerla mejor.

Únicamente elevó una de sus cejas en señal de desagrado ante sus palabras, apenas iba a arrancar cuando escuchó la siguiente oración provocando que la loba de inmediato clavara su mirada en él, lo observó detenidamente y en un movimiento apagó el auto – ¿Qué rayos… -musitó en su interior al escucharlo, ¿Color de su aura? Rosie no sabía a qué se refería, pero definitivamente provocaba más desconfianza hacia él. Nunca antes alguien había sido tan directo con ella sobre todo en cuanto a su naturaleza, así que lo único que haría sería ignorar sus palabras o simplemente sacarlo del auto con alguna que otra marca. No le dio mucho tiempo de expresar su opinión así que guardó silencio para que el joven terminara de hablar. Sus hombros y la mayor parte de su cuerpo se habían tensado con notoriedad, inclusive su respiración se había acelerado un poco al enterarse de que era un cazador, pero quedando desconcertada ante su última confesión. En definitiva, ella había escuchado algo acerca de unos portales que llevaban a las cualquier ser a distintos mundos ¿Era verdad entonces lo que había escuchado? ¿Se trataba de un ser que habitaba en otro mundo? Parecía un humano aunque su olor le indicaba otra cosa.

Rosie se quedó callada por unos segundos sin desviar su mirada del rostro ajeno, ¿Podía realmente confiar en él? No, no lo haría aún. –Si este no es tu mundo ¿Por qué te pareces tanto a los humanos? aunque tu olor no sea el mismo. Quizás eso explique por qué te encuentro aquí, en medio del bosque, y del por qué sabes que soy un lobo. –nuevamente encendió el auto y observó de reojo al mapache detrás del asiento del cazador volviendo su mirada a éste. –Te ayudaré pero eso no significa que me agrades ni tampoco que deje de verte como mi enemigo. –Las palabras del cazador no parecían mentiras, en cierta forma tenían un poco de lógica para la loba, y por el momento no había dado señales que deseaba atacarla, aun así no bajaría su guardia. – ¿Qué haces aquí? O mas bien… ¿Por qué has venido? ¿Hay algo en especial?

Suspiró más tranquilo, al menos ella no lo había echado de aquella máquina por la confesión que había dado, sabía que era un paso arriesgado, pero hace mucho tiempo había escuchado que momentos desesperados necesitaban de medidas desesperadas y la verdad parecía ser la más salvaje de todas las alternativas, la más increíble y chocante.- Mis antepasados son humanos, tal vez por eso huelo como ellos o parecido a ellos. -Respondió dirigiendo su mirada al camino en el preciso momento en el que aquella máquina comenzó a moverse, era una sensación extraña y bastante incómoda, pero soportable.

Era agradable de cierta forma, la mayoría de los lobos que había conocido en Nunca Jamás no hablaban, al menos no con los de su clase, no les interesaba en absoluto lo que un cazador tuviese que decir y sin más atacaban a penas los veían.- Gracias por tu ayuda, realmente lo aprecio, aunque por el momento me veas como a un enemigo. -Era divertido hablar así con alguien que a penas conocías, pero aquello hacía que por lo menos estuviese relativamente menos incómodo.- Vine porque alguien me dijo que este era el mundo originario de la raza humana, de la raza de la que nació la mía. -Dijo con cierta melancolía en su voz, estaba nervioso por lo que descubriría, estaba asustado pues por mucho tiempo había luchado contra la idea que los sobrenaturales de su reino habían implantado en su mente, pero necesitaba ver por si mismo si los originales eran tan terribles como los hacían ver.- Vengo de un lugar llamado Nunca Jamás, allí crecemos con la historia de que venimos de los humanos, pero las demás razas odian a los humanos, dicen que son como la peste, que destruyen lo que tocan y que no somos más que la culminación de esa destrucción, viajé a este mundo porque necesitaba saber si era verdad, si los humanos realmente son tan... -Una risa nerviosa se escapó de sus labios y es que algo en su interior le decía que era probable que sus peores miedos se hicieran realidad, además no dejaba de pensar en cómo eran los cazadores de ese mundo, era simple al ver la reacción de la loba, los cazadores tenían la misma recepción en todos los mundos.- ¿Qué es exactamente lo que le ocurrió al mapache? Es decir, sus heridas ¿Son demasiado graves? ¿No hay algo que pueda hacer para ayudar? -Preguntó al tiempo que dirigía su mirada al animal.- Por cierto, puedes llamarme Nathan. -Su nombre, tal vez no había necesidad de entregarlo, pero en cierto grado sentía que era más fácil hablar sin ser completos extraños.

Escuchaba con atención a cada palabra que salía de los labios del cazador manteniendo su mirada en el camino, iba presionando el acelerador a una velocidad rápida pero siendo cautelosa también en el camino, no quería estar involucrada en ningún tipo de accidente.
El hombre a su lado parecía ser sincero, o al menos eso quería pensar ella; él tenía razón, los humanos podían llegar a ser repulsivos a un nivel impresionante, pero ¿Cómo decirle que el humano no es sólo eso? Si bien podía identificar ese cierto temor por parte del cazador debido al tono de su voz, hablaría con la verdad, o al menos lo haría pausadamente. –Todos tenemos un lado agradable y otro no tan agradable, creo que te han contado aspectos que no son gratos de escuchar. Hay humanos que son maravillosos en todos los sentidos, pero también hay personas que son horrendas. –su mirada se desvió unos segundos hacia el cazador para verlo directo a los ojos soltando un ligero suspiro, en su rostro podía verse una sonrisa apenas notoria. Ella no podía hablar mal de los humanos, sobre todo cuando en su vida tenía a dos de ellos que la habían cuidado y que le habían dado su amor incondicionalmente; su mirada se desvió directo al camino quedándose callada por unos instantes pensando en lo maravillosos que eran su padre y su hermano Tom, y de lo despreciable que se había vuelto su madre para ella a pesar de ser un licántropo.

La pregunta del cazador incitó a la loba a mirar por el espejo retrovisor del auto para poder ver el mapache que parecía temblar con levedad entre su suéter. Frunció su ceño con notoriedad al tiempo que soltaba un suspiro prolongado. –No lo sé con certeza, pero al parecer un animal más grande lo lastimó, lo sé por la herida que tiene en una de sus piernas traseras, parece una mordida o…no sé. ¿Cómo puedes ayudarme? –apretó el volante entre sus manos mirando el estereo del auto por unos segundos preguntándose si al cazador no le molestaría la música pero ¿Qué más daba? Acercó su mano hacia el reproductor y cuando estaba a punto de presionar el botón de encendido, escuchó el nombre del contrario. –Bueno…debo confesar que tu nombre no suena para nada extraño. –soltó algunas risas al tiempo que presionaba el botón del reproductor y dejaba que la música saliera a flote. –Yo me llamo Rosie, Nathan. –bajó el volumen de la música, pues ésta había sonado de repente debido al alto volumen que tenía antes de detenerse, esperando que ni el mapache ni el cazador se espantaran. A lo lejos pudo visualizar la ciudad de Vancouver, no tardarían más de media hora en camino. –Esa es mi ciudad, Vancouver. Tú me dijiste que venías de Nunca Jamás, ¿verdad?... –

música:

Su entrenamiento lo ayudaba a identificar cuando alguien moderaba sus palabras y si bien no le permitía adivinar la verdad le permitía establecer interesantes rasgos en los seres que conocía y la voz ajena, el tono, las pausas de su respiración, todo le daba a entender que estaba cuidando mucho de todo lo que decía y eso le parecía amable, pues de alguna forma sentía que era con una buena intención.

Sus ojos no se despegaban por un segundo del mapache, aún cuando escuchaba con atención todo lo que la loba le decía, era extraño, siempre había tendido una sola visión de los lobos, sobre todo por las historias que había escuchado ¿Cómo podía ser que ningún cazador antes hubiese conocido a un lobo que no lo atacara sólo por que sí? Le parecía increíble, literalmente, no lo creía.

- Puedo intentar hacer algo, aunque no sé si funcione, es la primera vez que lo intentaría... -Comentó al tiempo que activaba su energía, como si de una fuente de calor se tratara y en seguida comenzó a darle forma, por su puesto que aquello era invisible a los ojos de quienes no controlaban Nen, pero para un licántropo con sentidos agudizados sería simple detectar el cambio en la temperatura del ambiente.- ...una vez uno de mis maestros utilizó su energía para curar una de mis heridas, no sé cómo lo hizo, pero creo que puedo hacer algo parecido. -Direccionó su aura hasta la herida del mapache y la sintió, era una herida de músculo y piel más el hueso del animal se encontraba intacto, por lo que procedió a utilizar su aura para imitar la consistencia de la goma, de esa forma pegó la carne, las venas, los nervios y cerró la herida por completo, además el calor que el aura entregaba junto con la energía que representaba ayudarían a que la curación del mapache acelerara, pero más que eso, le harían dejar de sentir dolor.

Respiró profundo y observó a Rosie cuando ella le dio su nombre.- Creo que lo logré, mira, ya no está sangrando. -Una sonrisa casi inocente en el rostro de Nathan era la culminación de la felicidad de hacer algo desinteresado por alguien más, era la verdadera naturaleza de los cazadores, aquella que muchos habían perdido.- Vancouver... -Repitió más que nada para memorizar ese nombre y luego asintió con la cabeza.- ... ¿Ah? Si, vengo de un lugar llamado Nunca Jamás, un mundo definitivamente diferente a este, verás, en mi mundo no existen estas máquinas. -Dijo apuntando lo que podía ver en el auto, sobre todo aquel objeto del cual salía música.- En mi mundo todo aquello que es hermoso proviene de la naturaleza o de la magia, los humanos y cazadores somos pocos y las criaturas mágicas son mucho más del setenta por ciento de la población, nadie esconde lo que es pues la mayoría de los seres tiene formas de conocer tu naturaleza aún sin preguntar, es un lugar peligroso, pero hermoso, es un lugar donde puedes hacer todo lo que esté en tu imaginación si te esfuerzas lo suficiente... ¿Cómo es tu mundo, Rosie?

Automático:

Habilidad usada:

Nunca antes había visto a un cazador, llegó a escuchar cosas acerca de ellos y de lo peligrosos que podían ser, de su hermano siempre oyó que cuando viera a un cazador debía alejarse de él lo más posible, no sólo por el hecho de que podía prevenir alguna situación peligrosa, sino porque la pequeña loba no tenía práctica en el combate y había posibilidad de salir perdiendo si es que el cazador tenía buenas habilidades, sin embargo, nadie más que ellos dos sabían la situación de ella por lo que fingir un poco no traería consecuencias ¿O si?

A pesar de que la mayoría de su atención se encontraba en el camino, no significaba que no estuviera al pendiente del cazador y de lo que decía o de lo que hacía. Esperaba a que pudiera sanar al pequeño mapache que se encontraba en el asiento trasero aunque aún no comprendía cómo es que le iba a ayudar. De un momento a otro sintió un pequeño calor proveniente del cuerpo del más alto manteniendo su ceño fruncido desde que comenzó hablar, ¿Qué era eso? ¿Qué significaba esa especie de calor por parte de él? La loba se alarmó un poco, tensó sus hombros y mantuvo su mirada en el retrovisor observando fijamente las acciones que tenía el cazador con el pequeño e indefenso mapache, esperando que no fuera una especie de ataque de él para ella. Aprovechó de que no había carro cerca, y volteó su rostro para ver la pierna curada y sana del pequeño animal, Rosie parpadeó un par de veces y antes de fijar su mirada al camino se percató de aquella sonrisa inocente que transmitía cierta felicidad por parte del cazador, un poco confusa se mantuvo en silencio hasta que decidió hablar. – ¿Qué es eso que acabas de hacer? No fue difícil ¿O sí? ... ¿Tu maestro podía hacerlo así de fácil? –cuestionó un poco más curiosa tratando de que no se viera tan obvia, pero fue imposible. Ella se regeneraba ante cualquier herida, golpe o cortada, y amaba en cierta forma esa habilidad, aunque algunas otras le molestaba ya que le había traído problemas al no tener cicatriz visible. Dejó salir un suspiro fuerte y prolongado revolviendo un poco de su cabello al sentirse un poco desesperada, tomó nuevamente el volante con ambas manos prestándole atención.

–¿De verdad no hay autos?...bueno, los autos pueden llegar a ser peligrosos si una persona no sabe manejarlo adecuadamente, ya sea por falta de experiencia o por que esté bajo el alcohol o alguna otra sustancia, como la droga. –Musitó con tranquilidad mientras comenzaba a notar que poco a poco se acercaban a la ciudad. Todo lo que decía el cazador acerca de su mundo parecía interesante, al menos se escuchaba más pacífico que el mundo aunque no debía subestimar aquello, prefería mejor guardarse sus comentarios hasta que alguna duda surgiera, o bien, tuviese más confianza con el mayor aunque le era casi imposible imaginarse eso. –Mi mundo…mi mundo es peligroso, los humanos son lo que hacen de éste mundo así. Ellos han sido capaz de destruir muchas cosas, la naturaleza, la paz entre ellos mismos…hay muchas cosas negativas y horrendas de éste mundo, pero así también hay cosas maravillosas, como te mencioné anteriormente hay humanos maravillosos y con un gran corazón, así como hay personas que destruyen hay otras que intentar reconstruir o evitar desastres, lamentablemente no les prestan mucha atención y las juzgan por sus acciones o su forma de pensar. –su brazo izquierdo se recargó en el borde de la ventana mientras mantenía su mirada fija en el camino, soltando un suspiro prolongado. –Si hablamos acerca del mundo en cuanto a su naturaleza, creo que no hay lugar más bello que éste. Es un mundo lleno de color, de paz y tranquilidad, de seres hermosos. Mi mundo es muchas cosas, Nathan, necesitarías más de una vida para poder conocerlo, no en su totalidad, pero al menos una parte de él. –una sonrisa suave se formó en sus labios, quizás la sonrisa más amable que hasta el momento podía hacer frente al chico. –No vamos a tardar mucho en llegar, ¿tienes hambre? ¿Ya has desayunado? –