Zadkiel - Caído

{♠} Edad:Desde el inicio de su creación [Terrestres 25, pero aparenta 18]
{♠} Ocupación:
{♠} Nacionalidad: Divina
{♠} Avatar: Claire Boucher
{♠} Raza: Ángel Caído
{♠} Habitante de: Antiguamente del Cielo, Actualmente del Mundo




Avasalladora, abrasiva, son por poco las palabras que podrían describir a Zadkiel, ya que su asertividad agresiva no la ha llevado por buenas estancias, es más, gracias a su ceguedad y necedad la expulsaron del cielo.
Tiene una patología muy destructiva en su ambiente, la cual se trata de su obsesión por comer carne humana, pero debido a que antiguamente fue un ángel, no siente la necesidad de comer, entonces, solo cuando está al borde de la muerte por inanición, come desesperadamente carne humana y solo carne humana.

Es prejuiciosa por naturaleza, ya que antes de caer no tenía la capacidad de la visión, y cuando cayó a la tierra, esta le fue concedida como un martirio, lo cual la volvió caprichosa y prejuiciosa.




Los ángeles se encontraban todos en sus puestos, listos para la cena, los arcángeles llegaban de a poco, y lentamente el cielo se encontraba en una hermosa fiesta, y como no, si era el día de conmemorar la gran creación que el padre tuvo.

Cuando recién todos los arcángeles se encontraban en sus puestos, las trompetas celestiales sonaban con fuerza, eran ellos, los querubines, pequeños guardianes de las estrellas, alados de una forma única, hermosos seres de la creación, tomando ubicación de uno en uno, en su lugar respectivo.

Zadkiel estaba expectante, ya que conocía esta ceremonia de memoria, pero aunque quisiese, nunca iba a poder verla, ya que sus ojos estaban solamente para rellenar el par de cuencas que tenía su rostro, ya que al intentar usarlos, nada pasaba. De momento, mas trompetas celestiales ocurrieron, pero esta vez no eran los querubines, sino ellos, los majestuosos, los mas cercanos al padre, sus guardianes… Los Serafines, pasaban entre la multitud como uno mas de ellos, y, saludando tanto a los ángeles, como los arcángeles, querubines, potestades, Dominaciones, virtudes y principados, tal cual como si ellos fuesen a la par Cuando se encontraban con ellos.

Entonces, todo se volvió silencio, y fue ahí cuando lo sintió, era la calma y al mismo tiempo la tormenta, era lo que generaba todo, el poder de la creación, que bajaba como una inmensa fuerza insuperable, para posarse dentro de cada una de sus creaciones. Cada vez que Zadkiel se encontraba con esta sensación, su ser tiritaba por completo y solo decidía recibir esa gracia inmensa, que se reafirmaba en cada momento que el padre se encontraba entre ellos de manera mas directa.

Comenzó el festín, con una gran oración, y con el respectivo resumen de cada jerarquía angelical, casi como si de un final de año empresarial se tratase, entonces, al terminar dichas cuentas, Zadkiel se acerca al padre de todo para realizar ciertas inquietudes, y allí, posado al lado de semejante energía, dobla sus labios y pronuncia la interrogante:

- Oh Padre Celestial, acaso, ¿no sería mas justo para todos, que el festín no solo se tratase de productos vegetales, sino también cárneos?
A lo que el padre, sin resonar una respuesta, dispuso de todas las carnes, lácteos y derivados de todas sus criaturas creadas, a excepción de una, su criatura hecha a imagen y semejanza, los humanos. Para lo cual Zadkiel, el arcángel de la Justicia se preguntó el ¿Por qué no había carne humana?, pero al intentar formular la pregunta al altísimo, los serafines dieron la respuesta, la carne humana no se podía consumir, ya que estaba resguardada por el hijo de Dios, por lo tanto, era carne divina, y no se podía comer. Lo cual para Zadkiel no le pareció muy convincente, pero tampoco iba a arruinar el festín que el padre tenía con ellos.

Mas tarde, en solitario, el arcángel pensaba y pensaba, sobre el real motivo por el cual no comían carne humana, pero, como también se caracterizaba por la curiosidad, decidió bajar a la tierra para comprobarlo por si mismo. Zadkiel bajó con tan velocidad por la noche, que muchos lo confundieron con un cometa, y muy sigilosamente se movía entre los humanos.

Aún así sin rumbo aparente, el arcángel dio con su paradero, un lugar donde la muerte se sentía muy fuerte, para lo cual se dispuso a entrar y como buen ente de Dios, tomo posesión de un cuerpo, pero sería muy diferente a como lo esperaba, los sentimientos se mezclaban, las sensaciones eran diferentes, los sentidos aparecían, el tacto, el gusto, el oído, incluso el olfato podían asimilarse de manera mas rápida, pero el que mas le costó, fue la visión, esta se tornaba extraña, y claro, lo era, ya que era la primera vez que podía ver a través de los globos oculares. Después de un par de horas tratando de poder dominar el arte de ver, se dio cuenta que se encontraba en una morgue, un lugar donde muchos humanos muertos se encontraban para ser examinados, o eso pudo deducir de todos los papeles que terminó leyendo.

De piel negra, cabeza calva y grandes manos, era el humano del cual había tomado posesión temporal, luego de caminar en círculos pensando mucho en si lo que iba a hacer era correcto, hasta que finalmente se decidió, sacando a uno de los muertos con fecha mas reciente, el cual había fallecido por muerte natural y estaba ahí porque la familia no creía que fuese así. Zadkiel lo sacó, se puso la pechera para comenzar la operación, pero en vez de abrir la carne y la piel para buscar rasgos de su muerte, lo hizo como un mantel, y lentamente propinó un bocado de la tan prohibida carne, cosa que al probarla cayó en frenesí, su sabor la embobó de tal manera que no podía dejar de comerla. Cuando terminó con ese individuo, seguía con otro, y después otro, sin ser capaz de controlar sus actos, devoró alrededor de seis o siete cuerpos antes de que su consciencia volviera en si, para darse cuenta de que estaba mal, sin dudarlo dejó el cuerpo y comenzó a ascender muy rápidamente, pero lo que no sabía era lo que la esperaba.

Al llegar al cielo, los serafines lo esperaban como la guardia real, zadkiel, un poco confundido solo siguió su camino, hasta llegar a un rincón desolado del cielo, allí sin mas, los serafines desaparecieron en un santiamén, y al mismo tiempo, estaba rodeado de ocho potestades, las cuales en silencio aguardaban la llegada del gran Juez. El altísimo se presentó de una manera muy violenta, tanto así que le generó dolor, un dolor que nunca había sentido antes.

Antes de que Zadkiel pudiese decir algo, el Altísimo tenía dada su sentencia:

- Hijo mío, has desobedecido, has roto el único impedimento que te he puesto, y bueno, pues gracias a eso, no puedo dejar que sigas acá, menos tener la capacidad de juzgar… Hijo, tu juicio se ha nublado, y por eso, te has condenado.
Apenas terminadas estas palabras, Zadkiel obtuvo el don de la vista, y apenas vió esto, resonó entre todas las potestades una sola palabra “DESTIERRO”, en ese momento, sus alas se quemaron con el fuego divino, propinándole un dolor imperial…

Luego de eso cayó, cual ave cae después de ser cazada, sus cicatrices en su espalda dolían como mil agujas hechas de ortiga. El aire se hacía mas pesado mientras caía, y al terminar su viaje, se encontraba en als calles de New Orleans, esperando que hacer con su vida







{♠} Gustos:

- Las iglesias de estilo gótico
- La Música Orquestada

{♠} Disgustos:

- La Injusticia en general

{♠} Fobias:
- Ninguna

{♠} Otros:

- Sus libros Favoritos son: Un Dolor Imperial y Mi Lucha
- Toca guzheng
- Estudió la Psicología Humana
- Siente que tener visión es un don, pero es su mayor karma