Presentación || [Privado con Participantes]

La pluma se movía a velocidades sin límites, haciéndoles llegar las cartas a los jugadores mediante sus emisarios, cartas con palabras mágicas, las cuales mientras se leyeran, los transportarían a las afueras de la torre. La magia que estaba impuesta en la tinta de la pluma era antigua, algo que nunca antes se había visto, y al mismo tiempo, era tan sutil que el lector no se daría cuenta de la transportación.

Uno a uno fueron llegando los participantes, los cuales estaban situados a sus parejas, tal cual como estaba establecido por él. Cuando ya llegaron los últimos jugadores a la entrada de la Gran Torre, resonó en sus mentes una voz, anunciando lo que sería su destino.

• Buenas, mis queridos conquistadores, han llegado aquí todos para reclamar el primer piso de la Gran Torre de Babel. Muchos lo han intentado, pero ninguno ha logrado finalizar el torneo.
  
  
• Como buenos gladiadores, preséntense ante sus contendores, y alístense para lo que será esta maravillosa fiesta.
  

Dupla 1:

Dupla 2:

Dupla 3:

Dupla 4:

Dupla 5:

Dupla 6:

Dupla 7:

Dupla 8:

Dupla 9:

Dupla 10:

Dupla 11:

Dupla 12:

• Cada gladiador tendrá un post para designar el como llegó y su posterior presentación.
  
  
• En este post también corren las 48 horas de respuesta
  
  
• El orden en este post será aleatorio.
  
  

El caído se acercaba a su iglesia de turno, la cual había estado visitando más concurridamente esa semana, ya que sus ataques de frenesí habían aumentado considerablemente, entonces, se sentía en la obligación de confesarse cada vez que se “alimentaba”.

Ese día,  el padre estaba confesando a una mujer anciana, la cual había entablado cierta relación, así que decidió esperar a que ella terminase su confesión. En ese intertanto una novicia se acercó hacia Zadkiel, la cual estiró su mano para poder entregarle una carta al caído.

Zadkiel fue leyendo letra por letra, empapándose de cada palabra descrita por al carta, al terminar de leerla, se dio cuenta de que ya no se encontraba sentada en aquella silla de madera esperando al padre, también se dio cuenta de que estaba de pie, y muchas interrogantes se formaban en ella, como por ejemplo el hecho de que no haya sentido el momento exacto en el cual su cuerpo cambió de posición. Cuando miraba a su alrededor, notaba una gran torre. Construcción antigua, la cual a pesar de sus materiales, poco tecnológicos para su construcción, tenía una altura que era indivisable.

Luego de terminar de observar a su alrededor, comenzó a ver como mas gente estaba siendo transportada hacia el mismo lugar, a su lado, el incondicional de Uriel, al cual apenas vio, su rostro dibujó una sonrisa y la luz iluminó sus ojos. Mas continuamente, veía caras extrañas, hasta sin ir mas allá en la búsqueda de otra cara conocida la vio a ella, la mujer con la cual había tenido un altercado a las afueras de una campo sagrado.

Era el último en aparecer, cuando no se tardó en resonar una voz en su cabeza, la cual sabía el hecho por el cual se encontraban ahí, El Torneo… el cual tendría gladiadores, los cuales eran exactamente las otras personas que la acompañaban en ese instante.

Zadkiel suspiró de manera profunda al terminar el anuncio, y pensando que como fue ella quién llegó primero, era su deber tener que presentarse en primera instancia. Entonces, caminando hacia delante de la media luna que se había formado, dijo:

-Buenas criaturas de Dios. Mi nombre es Zadkiel, espero que todos den lo mejor de si.

Terminando esta breve presentación, volvió al lugar de donde había caminado y mirando a Uriel, le regaló una sonrisa hermosa y calmada.

Outfit:

El agua tibia acariciaba su cuerpo como la seda cubre a un emperador, el cazador se enjabonaba el cuerpo mientras tenía una de sus canciones favoritas puesta en el tocadiscos que se encontraba en la sala de su hogar. Tenía la costumbre de bañarse con la puerta abierta, no solo por la música, sino también, en caso de que hubiese que salir por algún improvisto.

Paganini era el compositor favorito de Helsing, ya que existían muchas historias sobre aquel que “realizó un pacto con el demonio”, pero solo Helsing sabía cual era la verdad…

No había terminado el Capriccio N°5, cuando se saltó de inmediato al N°24, para lo cual al cazador no le causó ninguna gracia… De inmediato detuvo el agua de la ducha y colocándose la toalla alrededor de su cintura, salió muy rápidamente, registró la casa con cautela, pero no encontró nada, así que pensó que ya era hora de comprarse otro tocadiscos. Al volver al baño para seguir con su ducha, se dio cuenta que en el estanque del W.C. existía una carta, así que antes de leerla, se secó el cuerpo, y con solo el pantalón en la mano comenzó a leer la carta, la cual en un parpadeo, lo llevó a otro lugar.

En ese lugar ya se encontraban otras personas, y poco a poco seguían llegando mas, como si en la misma situación de el se encontraran, aunque ellos, si llevaban la ropa, por lo menos puesta. Cuando un número determinado de personas llegó, una voz resonó en su interior, como si fuese la voz de un ser mas poderoso y supremo, tanto así que Van se ofuscó un poco. Luego de que la voz se detuvo, vio como una mujer se presentó ante la multitud, y bueno, ahí entendió que todo era verdad, el momento de pelear estaba frente a el, ¿y qué mejor que frente a otros sobrenaturales?

Luego de que ella retomó su puesto, Van Helsing caminó hacia el mismo lugar donde se presentó ella, y mientras se ponía sus pantalones vociferó:

- Creo que mas de alguno ha escuchado mi historia, ¿Mi Nombre? Van Helsing.

Luego de esa déspota presentación, volvió a su lugar mientras se abrochaba el cinturón.

"Vestimenta":

-Aleksandr había terminado una reunión de trabajo en Bogotá. Aún tenía que ver por los negocios que había heredado por su padre cuando él murió. Al lobo le cansaba hablar y tener que explicar sobre planos, estructuras, metrados y ganancias, cosas aburridas que decía como si fuese una grabadora frente aquellos socios sexagenarios que lo miraban con la alegría de un ladrillo quemado. Mirada que era totalmente correspondida, sin embargo esto le fastidiaba profundamente al licántropo. Era como tener que usar un disfraz muy pesado sobre sus hombros, aunque solo usaba un traje de sastre carísimo sobre su piel.-

-"¡Claro que si! Tengo la noche libre". -El lobo alzó la voz, la cual se escuchó por toda la oficina, pero no le importaba. Iba a ir a un nightclub, así que estaba contento de ya no estar más en ese lugar con aquellos gallardos y adinerados caballeros; Aleksandr hubiera aceptado a ir al mismo infierno con tal de salir de ahí. El club al cual iban a ir no se encontraba muy lejos de dónde se estaban, así que fueron caminando. Tras 20 minutos de risas, llegaron al local. Todo andaba de maravilla, bailes eróticos, tubos, risas, licor, dinero, apuestas, incluso uno de sus amigos le regaló un baile privado con una de las buenas mujeres que trabajaban en el lugar.

Estando en la habitación con ella, Alek la veía sin mucho interés, aburrido para ser más exactos. Solo estaba sentado en el sillón rojo fingiendo prestar atención a quien se meneaba entre sus piernas mientras bebía del pequeño barril de cinco litros de cerveza que estaba abrazando y pensaba en cómo sería una pelea entre Gokú y Superman. Fue fácil entonces detectar la presencia de la carta cual había aparecido de la nada en la puerta de la habitación. Apartó de su camino a la mujer con la mano haciendo un suave movimiento y aún abrazando a su bebida fue directo a leerla. Al terminar, levantó la mirada y ya no se encontraba en el cuarto rojo adornada con luces de neón. Al contrario, estaba en medio de otras personas, algunas que nunca había visto. Reconoció a la pequeña Rosie a la cual saludó con la mano libre. Iba a acercarse a ella pero escuchó una voz lo detuvo. Escuchó pacientemente y asintió.- "Ama, ¿dónde está?" -Dijo en voz baja buscando a su compañera en los alrededores.- "Hola, ¿cómo están? Mi nombre es Aleksandr Bozkurt, mucho gusto". -Habló en voz muy alta procurando que todos pudieran escucharlo. En realidad solo lo hizo para que a Amalia se le haga más fácil encontrarlo.-

Traje:

Barril:

Los días pesados ya habían pasado, la loba había recuperado un poco de energía luego de constantes días de trabajo y eso se notaba en su actitud. A pesar de la poca labor que tenía en la empresa debía asistir a ella para arreglar algunas cuestiones de su mismo trabajo, ya fueran futuras sesiones y viajes, hasta mínimos detalles dentro de la empresa.
Rosie se encontraba en una prueba de prendas para la exposición que tendrían en un par de días, la temática de la exposición serían los vestidos de novia para invierno por lo que era tardado estarse probando cada uno de los vestidos.
A la hora de salida fue directo a su oficina para tomar sus pertenencias percatándose de que encima de su escritorio se encontraba una carta, justo cuando iba a comenzar a leerla su teléfono timbró notando que era uno de sus superiores que la había llamado, guardó la carta un su bolso para poder leerla en su automóvil en un rato más y así atender a la llamada.

Una vez que ya se encontraba en su auto decidió sacar la carta que había colocado en su bolso, una carta que no le parecía familiar. Al abrirla se dio cuenta de la hermosa escritura que tenía la misma, comenzó a leer su contenido, cada palabra que iba descifrando producía una sensación extraña en ella, una sensación que nunca antes había sentido. Su atención estaba centrada en cada una de las palabras que estaban plasmadas en la hoja que no se dio cuenta en el lugar que se encontraba ahora hasta que terminó de leer a carta y escuchar voces a su alrededor, voces de personas que no eran conocidas para ella.
Su mirada fue dirigida hacia su alrededor apreciando la enorme torre que se encontraba frente a ella asimismo una voz dándoles la bienvenida a todo aquel que se encontraba en el lugar del torneo. Su mirada se encontró directo con la de Alek, y con una suave sonrisa y movimiento de sus dos manos lo saludó. Posteriormente observó a las dos primeras personas en presentarse decidiéndose a pasar al frente y ser ella la próxima, sin embargo Aleksandr tomó la delantera y se presentó primero, esperando pacientemente a que terminara y cuando lo hizo pasó al frente. Una suave sonrisa no tardó en mostrarse sobre sus labios tratando de hacer contacto visual con las personas que se encontraban frente a ella. –Hola a todos, mi nombre es Rosie Lee, espero todos disfrutemos de este torneo. –colocó un mechón de cabello detrás de su oreja, y sin más que decir fue al lugar donde anteriormente estaba esperando encontrar a su compañero lo más pronto posible.

rosie:

Tsubasa se encontraba justo en aquellos momentos con una temblorosa garganta entre los delicados dedos de su mano izquierda mientras los colmillos le relucen cuales afiladísimas navajas a la luz de su preciosa Diana. El hambre había incrementado de tal exponencial manera que ya no eran ni dos ni tres ni cuatro las víctimas caídas bajo su abrazo, ahora podían ser cientos. Sin exagerar. Sin alardear. Sin enorgullecerse. Tsubasa caía bajo el peso frío y violento de una sed voraz a la vez destructiva por culpa del hombre que tuvo la suerte (o desgracia) de encontrar hace un par de meses, a lo sumo. ¿O había sido más? No importaba lo que se dice demasiado, en la actualidad, le había perdido la pista después de haber acabado ambos casi al punto de convertirse en piezas de un intrincado rompecabezas. En ese entonces, Tsubasa se había sentido aterradoramente despierto (metafóricamente hablando) gracias a la sangre ardiente del hombre lobo. Era como el acero rozándose en tu garganta. Como el fuego lamiendo las extremidades. Como el humo ahogándote en su silencioso tacto.

El placer vibró a través de cada terminación nerviosa en cuanto la sangre se derramó en su garganta al mismo tiempo en que débiles manos empujaban sin fuerza aparente en su pecho con la única intención de ser apartado; aunque, hubo un momento, en que la presa no supo sin deseaba realmente escapar o ser atrapada por entero. Tsubasa no dudó, en todo caso, ella era suya ahora. Las últimas gotas parecieron ambrosia antes de que soltara finalmente el teñido cuello, un tanto abusado por los reiterados mordiscos. — Ahora, vamos a ver que es esta mierda. — el vástago dejó caer el cadáver al suelo sin muchas delicadezas puesto lo único necesario para sí ya había sido otorgado.
Se sentó sobre la pila de cuerpos, debiendo ser alrededor de diez u once, todos amontonados a las afueras de un granero en donde los animales, espantados, prácticamente aterrorizados, ensordecían al hombre con el ruido espantoso. Con sinceridad, Tsubasa amaba cazar en pueblecitos dejados de la mano del Señor debido a lo mucho que le recordaba los viejos tiempos en dónde antorchas y hoces eran lo único viable a la hora de defenderte de un asaltante. Tal vez piedras también. Algunos palos. Rastrillos incluso. Cualquier cosa que estuviera afilada servía porque no todos gozaban de los privilegiados derechos de portar un arma. Su padre, por descontado, sí que había tenido una.
En fin, ¿por dónde íbamos?, ah, sí, la carta. — ¿Qué carajos? — empezó a leer con la molestia frunciéndole el ceño mientras torcía una de las comisuras manchadas de sangre. Vaya pintas, con nada más que unos pantalones de cuero y una camiseta sin mangas un par o dos de tallas más grande metida dentro de éstos sólo lo suficiente. Todo en negro, por supuesto.

Y de pronto Tsubasa ya no estaba más en aquel precioso campo alumbrado por Diana y con la suave brisa nocturna removiéndole los mechones platinados, no señor, ahora estaba en vaya saber uno mierda dónde y rodeado de potenciales tentempiés. Aunque algunos olían peor que otros por lo tanto las ganas de ‘comer’ se verían reducidas hasta saber lo qué estaba pasando y porqué diablos de pronto había sido teletransportado lejos de sus golosinas (quienes no eran más que un par o tres de niños durmiendo adorables y aparentemente seguros en sus camas sin conocer la terrible realidad de su actual situación un tanto… precaria). Tsubasa se queda sentado en el suelo, mirándoles con tal aburrimiento que hasta podría resultar ofensivo. — Hola. — ni hace el menor intento por levantarse o ser educado en una situación en la que lo más seguro de ahí saldría alguna clase de campeón. Había leído un par de veces la jodida cosa aplastada entre los dedos de su siniestra mas no recordaba haber prestado más atención de la necesaria porque había visto por el rabillo del ojo una adolescente ensangrentada corriendo en busca de lo que podría ser la escopeta que guarda su padre bajo la cama con el fin de espantarle los novios. Lástima no haber podido saltar sobre ella. Pero en fin, Tsubasa seguía teniendo hambre y si en este campeonato se vivía al límite el ‘vive o muere’ estaba más que claro de que se iba a poner las botas.
Después de todo, no hay nada que le guste más al muchacho que la experimentación. Sobre todo, si se trataba de sangre fresca.

Se da por entendido que todos los participantes, pasaron por esta instancia, por lo cual ce cierra este tema.

Los Esperamos en los campos de Batalla.