I'm not cold | Priv. Sapphire

Entre las ramas y hojas de los distintos árboles de primavera, el hada volaba feliz junto a una hembra colibrí que parecía feliz por darle una sorpresa, ambas parecían juguetear un poco mientras volaban con rapidez, al poco tiempo se detuvieron bajo un árbol verdaderamente frondoso y de gran tamaño; el colibrí miraba a Bekpin haciéndole un ligero movimiento con su cabeza indicándole que se acercara más, el ave siguió volando entre las hojas y ella la siguió hasta toparse con una rama oculta que para los demás animales les era difícil notar, observó un nido que la hembra misma había hecho y suponiendo lo que había dentro de éste se acercó con una sonrisa de emoción en su rostro, ambas manos se mantenían sobre su pecho esperando ansiosa para poder ver el contenido y de un momento a otro notó cómo dos picos pequeños y delicados se asomaban desde el interior del nido.  –Tus crías, ¡felicidades! Son hermosas –habló con ternura y sinceridad acercándose a ellos para poder verlos mejor mientras volaba a su alrededor soltando algunas risas, podía apreciar cómo su plumaje iba saliendo teniendo esos colores hermosos que les distinguían. Le era imposible ocultar el brillo que en sus ojos tenía debido a la emoción, le daba alegría ver cómo dos crías de sus aves favoritas venían al mundo, eso le recordó que debía de hacer un buen trabajo como guardián para poder proteger tanto a la flora como a la fauna de Nunca Jamás, sobre todo ahora que habían ocurrido algunos sucesos no muy agradables para los habitantes.

Se marchó al bosque de invierno luego de haber convivido unos minutos con las crías y de haber vigilado aquella zona; Al llegar al límite de ambos bosques se detuvo para poder cambiar su aspecto, las alas membranosas se emplumaron, y su cabello cobrizo tomó el color de la nieve. Un suspiro se escapó de sus labios al tiempo que extendía sus alas y comenzaba a volar en una baja altura, aún no terminaba su trabajo pues quedaba aún por custodiar el bosque congelado, le gustaba lo que hacía y pondría todo su esfuerzo para cuidar de lo que más amaba, la naturaleza.

Pocos lugares en el universo podían compararse con el bosque de hielo y es que no importaban los peligros que pudieran presentarse, siempre estaba segura en su hogar y por iluso que pusiese sonar su sueño era trasmitir esa seguridad a cada ser vivo de Nunca Jamás, no importaba cuanto tuviese que tardar, la paz, el amor, la alegría llenarían nuevamente los corazones de los seres naturales y volvería a ser como antes, como cuando caminaban libres y sin miedo de un posible ataque por parte de aquellos a los que nada se les había hecho.

Ese día se encontraba perfeccionando la forma en la que creaba los copos de nieve para poder captar la luz de la mejor manera posible, pero parecía que mientras más lo intentaba menos le salía. Blancos cachorros de lobo jugaban con los copos, como diciendo que no importaba si no eran perfectos.

Se encontraba en su forma mágica, sus emplumadas alas se encontraban expuestas, pero quietas, la única diferencia entre ella y sus hermanas hadas era su cabellera negra azabache, ese que a veces la alienaba un poco de las demás, pero que no parecía importante para la mayoría, porque entre las hadas era el lugar más seguro, no había discriminación ni peleas absurdas, sólo seres que amaban lo natural.

Los cachorros de lobo comenzaron a impacientarse a medida que veían a otra hada cerca, saltaban alegres y entre torpes movimientos le daban la bienvenida. Sapphire se puso de pie y sonrió en dirección al hada, elevó su mano derecha y la sacudió en forma de saludo.- Hey, hola. -Dijo con una sonrisa muy amplia que no escondía su alegría, al fin tenía a alguien a quién pedir ayuda.- Oye ¿Me ayudas con los copos? -Preguntó con una sonrisa aún más amplia como si de verdad, de verdad quisiera que el hada no le dijera que estaba ocupada o algo por el estilo.

Observaba detenidamente cada árbol que se encontraba, quería que todos ellos estuvieran sanos y sin ninguna herida o enfermedad, quería verlos crecer grandes y frondosos, quería simplemente que la naturaleza conservara la belleza que la distinguía. Entre tantos árboles pudo observar a lo lejos a unos cachorros de lobo que parecían bastante entretenidos con los copos de nieve que un hada creaba, así que decidió acercarse para poder convivir un poco, así era Bekpin, en algunas situaciones social, pero en algunas otras podía ser también alguien tímida y alejada de los demás. A medida que se iba acercando notó que los cachorros percibían su llegada al igual que el hada pelinegra que se encontraba con ellos dándose cuenta por el saludo que le daba que de inmediato correspondió de igual forma. En cuanto sus pies tocaron la nieve sus alas se cerraron y se acomodaron con delicadeza detrás suyo, detuvo los movimientos de sus manos y saludó con entusiasmo. – ¡Hola! –en seguida escuchó su petición y con mucha alegría asintió un par de veces, su sonrisa no la dejaba mentir. –Por supuesto, dime ¿Qué se te dificulta? –preguntó con curiosidad llevando sus manos hacia su espalda mientras encogía ligeramente sus hombros al tiempo que se estiraba, ayudaría a la contraria en lo que pudiera así que estaba abierta ante cualquier situación, casi de inmediato volvió a mostrarlas en cuanto los cachorros se acercaron a ellas y se tiraban a la nieve dándoles a entender que querían recibir caricias. El hada rió con ternura al observar tan tierna acción por parte de ellos y no dudó en darles lo que querían, ambas manos comenzaron a rascar y acariciar la barriga de uno de los cachorros mientras observaba al hada. –Me llamo Bekpin, ¿cuál es tu nombre? –preguntó ladeando su cabeza con ligereza sin borrar la sonrisa cálida y alegre que la caracterizaba, estaba feliz de poder conocer a un hada más y esperaba que ese encuentro no fuese el primero ni el último.

Una dulce sonrisa se cruzó sus labios al notar que el hada tenía la intención de quedarse y de inmediato notó como sus amigos lobos se alegraban al verla.- La verdad es que no logro completar los copos, mis pequeños parecen pequeño cubos de hielo en vez de suaves copos de nieve. -Comentó al tiempo que hacía una pequeña demostración alzando su mano derecha y moviendo delicadamente su mano para invocar el frío, de inmediato pequeños cubitos de hielo fueron creados y comenzaron a precipitarse hacia el suelo, mas como bien había dicho antes Sapphire, no parecían copos de nieve y al contacto con la piel eran mucho más bruscos.

- Aprendí a usar cryokinesis hace muy poco, pero de alguna forma me cuesta mucho imaginar algo que no sea duro y completamente sólido, transparente y brillante. -Aunque debía estar muy frustrada por no poder dominar aquella habilidad por completo el hada se mostraba feliz y es que estaba acostumbrada, mientras que otras hadas conseguían dominar sus habilidades enseguida Sapphire siempre había sido más bien lenta.

Una sonrisa algo torpe seguida de un par de venias, siempre le pasaba lo mimo, se emocionaba explicando lo que le pasaba y se olvidaba de todo lo demás.- Mucho gusto Bekpin, mi nombre es Sapphire, soy un hada de invierno de la comunidad del hielo. -Como era bien sabido las hadas se reunían en pequeñas comunidades, a veces de más de 50 hadas y Sapphire era parte de una de ellas. La comunidad del hielo era un hogar para aquellas hadas que deseaban aprender sobre los secretos de la madre naturaleza y la forma en la que podían defenderla, la líder de esa comunidad era Rhiannon, aunque más que una líder era una mamá.

habilidad empleada:

Observó detenidamente cómo la contraria creaba aquellos pequeños cubos de hielo que eran hechos con la intención de que parecieran copos de nieve. Una suave y sutil sonrisa se formó en sus labios y se mantuvo atenta a cada movimiento y palabra que provenía de la pelinegra. Justo después de que acabó soltó un pequeño suspiro y con sus labios abultados se colocó a un costado de ella. –Bueno, te voy a dar un consejo…aunque no sé si suene más como comentario. –musitó mientras que una pequeña risa salía de sus labios, se encogió de hombros y elevó ligeramente su mano hacia el frente. –Cada vez que hago los copos de nieve, traigo a mi mente los recuerdos más felices de mi vida. –sus mejillas cambiaron a un color rosado después de pronunciar aquellas palabras, sobre sus labios se mantuvo esa sonrisa cálida que la caracterizaba;  su mano se mantenía empuñada y con un delicado movimiento la extendió, entrecerró sus ojos con levedad al instante en que pequeños copos de nieve se iban formando, éstos tenían diferentes tamaños pero todas mantenían la misma forma, seis dendritas. Quizás tampoco eran perfectos, pero lo hacía con el sentimiento más puro que posee todo ser, el amor.

–Las primeras veces que intenté hacer copos de nieve parecían bolitas…no fue fácil hacerlas parecer como ahora. –su mirada se dirigió hacia la más alta y se atrevió a tomar la mano de ella para llevarla en dirección al pecho de Sapphire.  –Deja que tu inspiración salga desde aquí. –musitó con ternura dejando la mano sobre su corazón y mantuvo su mirada en los ojos de ella. Quizás podría sonar algo "extraño" decir aquello, esa era la manera en que ella hacía las cosas; esperaba no incomodar con sus palabras y acciones a la contraria,.

Sus ojos se quedaron fijos en la mirada ajena y es que aquel comentario tenía mucho más sentido del que había esperado y para otro podía ser sólo un consejo simple, pero Sapphire lo vio mucho más profundo, más complicado, simplemente más. Por su mente pasaron todos esos momentos felices, esos realmente suaves y puros, esos que no podían ser alterados por más que el tiempo pasara y ese debía ser el mejor secreto que alguien había compartido con ella.

De inmediato vio como aquellos copos comenzaban a formarse, era impresionante, era tan natural para esa hada que realmente hacía que observarlo fuese mil veces más hermoso.- Gracias. -Dijo con una sonrisa muy alegre mientras devolvía su mirada a los ojos de la chica. Dejó que ella tomara su mano y siguió sus instrucciones, aunque estaba un poco nerviosa, muy nerviosa a decir verdad, ya había fallado tantas veces y comenzaba a agotar su energía y sus ánimos. Correspondió la sonrisa y cerró sus ojos intentando imaginar sus mejores días, sus mejores recuerdos.- A penas nací desde el árbol de la vida todo fue muy solitario, no me parecía a las demás hadas de invierno por mi cabello oscuro, pero aún así ellas se esforzaban por acercarse, al principio yo las alejaba, pero como a poco comenzaron a ganarse mi amor y a enseñarme, aprendo lento... -Mientras halaba desde su cabello se desprendían pequeños copos de nieve, no muy formados, algunos relativamente incómodos de ver, pero eran suaves, brillantes, como debería ser un copo, sólo habían pequeño detalles en el aspecto.- ...soy muy torpe y a veces me equivoco, pero siempre que lo intento me felicitan y eso me hace muy feliz, cada vez que las veo sonreír, cada vez que se esmeran por enseñarme. -Estaba tan alegre, tan emocionada que ni siquiera notó que ya había comenzado a hacer copos.

Los lobos comenzaron a jugar con aquellos copos, a saltar hacia ellos a aullar, eran copos hermosos, pero no estaba haciéndolos de forma consciente, no estaba siquiera intentando, así que estaba muy lejos de poder controlar esa habilidad, pero un inicio era un inicio.

Aquella hada era realmente bella, tanto exteriormente como interiormente, lo sabía porque poseía una personalidad pura y llena de alegría, le bastaron solo unos momentos para darse cuenta de ello. A Bekpin le gustaban las personas así, poder convivir con hadas como ella le era muy grato, aunque en realidad trataba de ajustarse a los temperamentos de los demás, no iba a negar que las personas animosas eran sus favoritas. Mantuvo su mirada en sus labios en cuanto ella comenzó hablar, fue ampliando su sonrisa a medida que la escuchaba. Las hadas eran criaturas que conocían bien de la hermandad, del amor y del cuidado, siempre se preocupaban por sus contrarios y procuraban dar lo mejor de sí para los demás.

Sus ojos se abrieron repentinamente en cuanto vio los copos de nieve salir de la cabellera negra de la joven, se llevó ambas manos a cubrir sus propios labios a manera de sorpresa dándose cuenta de que ella aún no se percataba de tan hermoso hecho, ¿Se lo debía decir o dejar que ella se diera cuenta? –No eres torpe, al contrario, pienso que eres muy inteligente y que aprendes de una manera rápida, créeme, no estoy mintiendo. –ladeó con ligereza su cabeza hacia el lado derecho, descubriendo sus labios para dedicarle una sonrisa sincera y llena de felicidad, se balanceó entre sus propios pies mientras que movía sus alas con delicadeza al ver a los pequeños cachorros jugar con los copos de nieve haciendo que éstos se sacudieran un poco para darles mayor diversión. –Después de todo, creo que mi consejo dio resultados. –no podía evitar sentirse feliz por el hada, aunque por el momento podría ser difícil que dejara de crear copos de nieve, ¿no?. Se encogió de hombros sólo por unos segundos y permaneció atenta ante cualquier reacción que pudiera tener Sapphire.