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Ambientación

Innumerables son las historias que conocemos, de seres mágicos, mundos lejanos, incluso dimensiones paralelas. ¿Qué pasaría si te digo que todo lo que has oído es real?. Si, todo es real, y está a solo un paso de distancia.

Hace mucho tiempo la gente que dominaba la magia y hechicería tuvo ambiciones destructivas para con si mismos y el mundo, pensaron que al poseer dicho conocimiento serían seres casi omnipotentes, lo que ellos no conocían era que al abusar de ella, las barreras que mantenían a los mundos separados comenzaron a unirse gracias a la oscuridad que crecía en los reinos por estos abusos.

Hoy en día cualquier raza puede encontrarse en cualquier reino, ya que las brechas espacio tiempo creadas por la oscuridad, las cuales todos conocen como Portales, les permiten viajar entre ellos, aunque todo viaje tiene sus consecuencias...

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Eira [Icebreaker]

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Eira [Icebreaker] Empty Eira [Icebreaker]

Mensaje por Eira Sáb Ago 20, 2016 2:36 am

Edad: 23
Ocupación: Pintora / asistente personal de Fubuki(?)
Nacionalidad: Wonderland
Avatar: Park Soo Yeon
Raza: Icebreaker
Habitante de:  wonderland
Eira Nadine Devany
Cuando naces en un mundo donde no encajas es porque naciste para crear uno nuevo

Psicología

Eira tiene una personalidad hábil y silenciosa, suele tener siempre un solo objetivo en su mente o misión en juego, sin embargo con las personas que le cause interés suele ser un poco más abierta. Suele mostrarse siempre extremadamente calmada, pacífica y muy callada, aunque esto último depende en gran medida de la persona que le acompañe. Sus sentimientos son en su mayoría buenos, fue siempre una mujer muy pura; bondadosa y sabia. Sin embargo, todas sus maravillosas cualidades se ven contrastadas por el intenso odio e ira que siente a causa de la terrible tragedia que le sucedió minutos antes morir. Al ver que no le servía de nada ser bondadosa con su propia familia, ella decidió sepultar todo, seguir viviendo, volviéndose así alguien frío y calculador.

Ella es siempre consciente de los factores fundamentales que determinan las situaciones, es muy inteligente y perceptiva. Estos atributos se mezclan con un carácter algo maquiavélico e irónico. Ella suele analizar las circunstancias de una manera especial y logra ver cosas que los demás no pueden percibir. Su rostro parece despedir una mirada fría y astuta, su falta de emociones contrasta netamente con el carácter efusivo y enérgico antiguo de ella. La  diferencia es que  Eira suele mantener un ámbito neutral en el cual carece de sentimientos crueles y pensamientos violentos por lo cual termina aceptando con naturalidad los horrorosos hechos que conforman la realidad.

Es una persona muy culta y educada, con ciertos episodios de sinceridad no muy agradables para otros. Es la clase de persona que por momentos parece tener la cabeza en otra parte, que aunque termine cayéndose mil veces, al final termina levantándose de nuevo, que aunque todo el mundo se esté cayendo a pedazos seguirá adelante. Suele ser demasiado directa y por consiguiente hiriente con sus palabras en ciertas ocasiones. Demasiado sarcástica, al punto en que las personas no saben diferenciar si lo que dice es verdad o no.

Historia


Hace mucho, mucho tiempo había un dios negro y un dios blanco
El dios blanco le daba felicidad al mundo, pero el dios negro robó la felicidad y les dio sufrimiento, por lo que el dios blanco se enfadó muchísimo y castigó al dios negro
Como castigo, al dios  negro se le quitó todo y se convirtió en un ser feo, el dios negro se enfadó y transformó su castigo en una maldición e infectó a mucha gente.
El dios blanco al no saber qué hacer, echó al dios negro afuera, creó una gran pared y separó aquellos malditos de aquellos que no lo estaban para que la maldición no se extendiera.
Desde aquel entonces, todos los que vivían dentro de la pared creada por el dios blanco evitaban salir afuera, pues podían volverse malditos y jamás podrían volver.

La nieve caía del cielo.

Los grandes y pesados copos de nieve caían como si no se fueran a acabarse. Al mirar el cielo se veía un lienzo blanco y un sinnúmero de sombras grises sobre éste. Su línea de visión siguió desde el cielo a la nieve cayendo en todo el patio, y antes de que se diera cuenta, todo lo que podía ver era el blanco del cielo.

Observó como un copo de nieve caía ligeramente sobre su hombro. Era un copo de nieve grueso y grande que se veía como un cristal hecho de algodón. Los copos cayeron continuamente sobre sus hombros, brazos y palmas de las manos, que tenían un color rojo fuerte. Inmediatamente se derretían al color transparente del agua.

Su blanco aliento realmente mostraba que tan penetrantemente helado estaba. Giraba su delgado cuello y el blanco de su aliento seguía sus movimientos flotando en el aire, haciéndole sentir aún más frío.

Había permanecido ahí durante una hora. Sus pequeñas manos y rodillas expuestas estaban completamente rojas como una fruta madura, y ya había perdido toda la sensibilidad en ellos. No importaba cuanto los frotase o los cubriese, solo sentía el frío filtrarse hasta los huesos. Así se encontraba, sin sentir nada mientras miraba al aire con incertidumbre. Sin embargo, en ese clima tan frío y sin viento, no había nada que pudiera usar para refugiarse del frío. No había nada en el patio que pudiera llamarse árbol. Durante un tiempo en verano, los lirios florecían, pero ahora, el terreno solo estaba cubierto por la blanca nieve.

Que niña tan testaruda. Al menos podría llorar un poco. Al menos un poquito para hacerle saber al resto que se siente mal
Madre, en realidad no tienes que ser tan dura.
Es porque la consientes tanto que se ha vuelto tan terca.
Pero…
Los padres jóvenes de hoy en día solo saben cómo complacer a sus hijos. Es mejor si los  niños reciben alguna disciplina estricta
Pero, mamá ¿y si se resfría?
No va a resfriarse por un poco de nieve. Escúchame. A menos que realmente se disculpe, no se le permitirá entrar

Ella se quedó allí.

De hecho, todo esto había ocurrido debido a un asunto insignificante, alguien había volcado un jarrón en el piso. Su hermano menor la culpó y negó haberlo hecho. Debido a su manera de pensar, por no recordar haber hecho algo así se sentía tan seguro como para decir que ella no lo había hecho. Su abuela varias veces le advertía que decir mentiras era lo peor que podía hacer, así que no quería mentir y decir que ella había hecho una cosa así.

Era una familia de magos realmente estricta en la que realmente no encajaba a pesar de tener sólo seis años. No entendía por qué tenían que vivir dentro de los muros, no entendía esa absurda historia de la gente maldita que vivía afuera, los únicos que podían saberlo eran quienes salían a buscar provisiones. Sólo sabía que siempre había sido así, y siempre se repetía la misma historia a todos, hasta que todos se volvieran sólo tristes bultos grises dentro de aquellos muros y la vida monótona los consumiera sin piedad.

Sus pies se sentían un poco entumecidos. Llevó todo su peso a un pie y sintió un calmo dolor en su rodilla. No podía sentir la punta de los pies, pero aún se forzaba en moverlos un poco más. Como resultado, sintió y retiró un dolor agudo y frío. Podía sentir la nieve derretirse en sus rodillas, el agua helada que corría por sus pantorrillas.

Cuando suspiró fuertemente, como lo hacen los niños, un soplo de viento le rozó la nuca repentinamente. No era sino la vacía corriente de un viento muy cálido. Miró a su alrededor, porque pensó que alguien había sentido lástima por ella y le había abierto una de las puertas.

Sin embargo, después de mirar a su alrededor, encontró que todas las ventanas estaban herméticamente cerradas. La ventana que daba a la habitación de enfrente estaba cubierta por una delgada niebla debido al aire caliente de adentro.

Inclinó la cabeza y miró con desconfianza una vez más. El aire caliente aún no dejaba de soplarle.

Miró hacia el depósito y de inmediato parpadeó sorprendida. Un objeto blanco se extendía desde el hueco de un árbol. Se veía como el brazo de una persona, un brazo blanco desnudo y entero, se asomaba por aquel árbol hueco, pero no podía ver a quien le pertenecía ese brazo.

Sentía que era algo imposible. El espacio allí era demasiado pequeño como para que alguien entrara allí a menos que fuera un niño, aquel brazo, sin embargo, parecía pertenecerle a un adulto ¿Cómo fue capaz de meterse en ese espacio?

El antebrazo se movía como si estuviera revolviendo agua. Se dio cuenta de que la mano la llamaba y se adelantó un paso hacia ella. Fue muy extraño que, aunque tuviera las rodillas entumecidas por el frío, no hicieran ningún ruido seco ni brusco.

No sentía ni el más mínimo miedo, porque se dio cuenta que el aire caliente soplaba desde esa dirección. Sentía realmente mucho frío y tampoco sabía que debía hacer, así que ella, obediente, se dirigió hacia el brazo.

La nieve ya había recubierto el suelo completamente, casi cubriendo todas sus pequeñas huellas, eventualmente no dejaron ningún rastro de ella. El blanco cielo parecía teñido, el color cambiaba gradualmente.

El blanco del corto día de invierno poco a poco se volvió del color de la noche y la pequeña Eira se encontró en un mundo, un lugar que no conocía. Al principio lloró sin saber qué hacer, dejó de hacerlo cuando se dio cuenta que no servía para nada, sólo se dedicó a dormir en donde pudiera y comiendo cuanta cosa conseguía. Era terca, quería vivir aunque estuviera sola quería hacerlo. Por un tiempo sobrevivió a los elementos, la soledad le dolía más que aquellas dos cosas eso era seguro, pero quería seguir aunque no tuviera una razón concreta para hacerlo. Sólo se dedicaba a zigzaguear entre los matorrales, casi dos veces más altos que ella, cogiendo moras y comiéndoselas hasta que sus labios y mentón quedaban manchados de negro, las espinas se le enganchaban a la ropa y a veces en la carne, pero apenas se percataba de ello.

Todo iba relativamente bien, hasta que una herida se le infectó, llevándola al borde de la muerte en una pequeña cueva. La fiebre le hacía delirar, seguía sola por lo que nadie podía cuidarla, hasta que observó frente a ella a un hombre de ojos azules, tan azules que no parecían reales, por esa razón pensó que era otra alucinación. Eira empezó a moverse arrastrando los pies. No tenía las energías para correr. Una vez fuera de la cueva sus piernas estuvieron débiles y sus rodillas estuvieron a punto de fallar, y suave viento la empujó por la espalda y cayó por fin desmayada sobre la tierra.

Pero despertó para ver otro día, y otro y otros más hasta que se curó sin que ella supiera como, quizás estaba escrito en su destino que debía vivir. Delgada y en harapos volvió a ver al hombre de ojos azules. En su corta vida había recibido más desprecio de su familia que cualquier otra cosa, por eso se sorprendió cuando aquel hombre que se hacía llamar Fubuki le tendió la mano en cuanto intentó tocarlo el frío le hizo soltarla de inmediato, por lo que sólo tendió un meñique y lo enlazó con el del hombre que ahora acompañaría.

Eira creció comprendiendo la naturaleza y forma de ser de Fubuki, se adaptó a los silencios y a regalarle sonrisas al mayor, él la educó y la entrenó. Hay quienes no podrían entender por qué se era feliz estando con alguien que podía pasar horas sin hablar, Eira era increíblemente feliz con sólo verlo llegar de alguno de sus tantos viajes a los que ella no podía ir por ser pequeña, enlazar su dedo meñique con el del mayor y hablarle de cómo había sobrevivido todo ese tiempo.

Las palabras por parte de él estaban de más, ella sobrevivía por el así de sencillo, tan simple como eso, si él quería hablar lo hacía y ella se sentaba extasiada a escucharle sobre su viaje. Al crecer pudo acompañarlo a más viajes y aprender muchas cosas más, eso sí, si se metía en problemas los solucionaba ella sola. Aunque cuando necesitaba algún consejo, tuviera la edad que tuviera se sentaba al lado de él, tomaba su meñique y empezaba a hablar.

Cuando cumplió veinte años acompaño a Fubuki a un lugar nuevo o no tan nuevo, pues cuando vio aquella muralla blanca recordó aquel lugar. Era el lugar donde había nacido.
Nunca había visto la muralla desde afuera, lo que si recordó es que si estaba fuera de la muralla estaba maldita. No lo lamentaba, pues sabía que su felicidad estaba fuera de esas murallas. O por lo menos eso pensaba mientras vagaba en las afueras de la ciudad amurallada.

-¡detengan a la maldita!

“maldita”… Eira buscó con la mirada la persona que había dicho semejantes palabras. Varios hombres corrían detrás de ella ¿la maldita era ella? Eira  abrió los ojos con sorpresa y se lanzó a correr sin dirección alguna en mente, aquel estúpido bosque le era totalmente desconocido por lo que no sabía a donde rayos ir.

Los hombres empezaban a darle alcance por lo que no quedaba de otra más que detenerse y esperar que Fubuki estuviera lejos de allí, porque de lo contrario aquello sería una masacre. Eran cinco hombres y una mujer que la rodearon y le apuntaban con armas. Los reconoció a todos. Era su madre y sus hermanos.

-Soy yo, Eira ¿recuerdas? ¡Tu hija!

Podría pensarse que una madre estaría feliz de ver a su hija después de tanto tiempo, quizás Eira era demasiado ilusa y por eso pensó en un final feliz. Fue todo lo contrario. El rostro de aquella mujer se ensombreció, sus ojos tan oscuros como el azabache, parecieron despedir destellos amarillos cuando alargó una mano para tomar la muñeca de Eira, al instante se escuchó un zumbido eléctrico, saltaron chispas y la atmosfera se llenó de olor a carne quemada mientras Eira gritaba de dolor intentando alejarse de aquel agarre. Después de todo era una hechicera.

-Eres una maldita

Todo se resumía a esa palabra, hacía mucho tiempo había pensado eso de Fubuki y lo que él había hecho para protegerla, en consecuencia de eso ella también había decidido condenarse junto a él y no lo lamentaba. Eira empezó a reírse entre lágrimas de decepción al ver como la miraba su madre.

-¡no eres nada! – exclamó Eira mientras se secaba los ojos llorosos con la mano sana, sin dejar de reír entre dientes- cuando era pequeña estaba tan asustada, imaginando que la gente de afuera fuera tan mala… Me río de nuestra propia estupidez y de tu penosa insignificancia.

-Mátenla – se había vuelto hacia sus hermanos haciendo una muecas horribles, sus manos crispadas como garras.

-Oh, si tienes que matarme, hazlo tú misma –le recomendó Eira- seguro puedes hacerlo ¿o no? Haz caer un rayo y párteme en dos ¡que gracioso! –Eira se reía, pero no podía dejar de llorar ¿realmente era esa su familia? Eira se dejó caer en la tierra sacudida por la risa.-

-¡mátenla! – gritó su madre. Uno de sus hermanos, pálido y temblando de miedo sacó torpemente una pistola de su cinturón. Trató de apuntar a Eira, mientras esta lo miraba sin dejar de sonreír.

-Si tienes que matar a alguien, mátala a ella.

Su hermano apretó el gatillo, el arma resonó estrepitosamente en el bosque, pero la bala sólo se incrustó en la tierra a cinco centímetros del hombro de Eira.

-¿es que no puedes hacer  nada bien? –Rugió su madre- ¡que alguien la mate! ¡Está delante de sus narices!

Y dispararon, sus hermanos dispararon contra ella, mientras su cuerpo se retorcía como una muñeca de trapo.

Que lejos quedaba todo cuando se sentía el dolor, condenada a morir y sin nada a que renunciar, Eira quedó tendida en la tierra rodeada de un charco de su propia sangre. La vida era un juego y todo tenía un final después de todo. Tumbada en la tierra, colgada de un hilo de voz, perdida en ese mundo que era para ella ese hermoso cielo azul que veía, la esperanza había muerto.

Realmente quería dormir y despertar, quería volar una vez más contra el viento. En su situación actual eso estaba fuera de discusión. Lo último que vio de su familia era la mirada de odio y asco de cada uno de ellos ¿tanto odio le tenía? ¿Era el ser humano tan cruel con los suyos? Evidentemente era así, no había espacio para la bondad en un mundo donde los tuyos te disparaban sin piedad.

Se encontró a si misma regateando con los hechos, para cambiar el desenlace, lentamente, la convicción de que todo ello era real y de que le estaba sucediendo, se fue acercando más y más , hasta que tuvo que aceptar que pronto moriría en medio de su propia sangre y dolor. Cuando aceptó lo inevitable lo vio, vio aquellos ojos azules de nuevo. Era Fubuki.

El la tomó entre sus brazos y sólo le observó, Eira no le diría nada y el tampoco pues para ellos las palabras siempre sobraban o resultaban inútiles. Fubuki tomó una de sus manos, la cual inmediatamente empezó a congelarse como había visto antes que hacía con los que agonizaban, Eira decidió restarle importancia al asunto y, mientras su cuerpo empezaba a congelarse, sintió una calma interior que nunca antes había experimentado, todos sus sentidos se habían agudizado. En aquel punto su cuerpo había empezado a fragmentarse mientras dejaba ir su último aliento y vestigio de su vida anterior. El vaivén de sus silencios, sus pudores, sus mentiras, sus miedos, su odio, todo era como una brújula que la iba a sacar a la luz para encontrar su nuevo renacer como algo blanco, albino y puro a un nuevo día.

Su visión era más clara, los colores más brillantes mientras batía sus nuevas alas y comprendía que  aquel episodio en el cual había derramado lágrimas no debía repetirse, debía cerrar aquella puerta que conectaba sus más profundas emociones con los demás, era debilidad aquello y se sentía desnuda y expuesta, y aquello era detestable. Era detestable aquel comportamiento.

Aquel rostro sería la fachada y su mente y ella misma… No le pertenecería a nadie, ni dependería de nadie, ni siquiera de sus emociones, nadie le causaría dolor… Nunca más.

Otros

{♠} Gustos:
La ropa
Pintar
Leer
La música
Le encantan los lugares fríos y para ella, un día lluvioso y con truenos, es el más hermoso día que pudiera haber
El silencio
Viajar
Acompañar a Fubuki
{♠} Disgustos:
La gente que hace demasiado ruido
El desorden
Que toquen sus cosas sin permiso
Que le hagan daño a las pocas personas importantes que tiene en su vida
Que se metan en su vida
Que se le hagan daño a Fubuki o hablen mal de el.
{♠} Fobias:
{♠} Otros: Comprende las emociones en los demás, pero se le dificulta entenderlas en si misma por lo que tiende a evitar sentir algo con demasiada profundidad o complicación.
Considera a Fubuki su padre, su única familia.
© HARDROCK
Eira

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30

Mensajes :
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Mensaje por The Author Sáb Ago 20, 2016 11:04 pm

Eira [Icebreaker] Ei1340
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