Una historia sin nudos. {Privado///Eira}

Lugar: Mundo-Wonderland.
Fecha: Pricipios y mediados del 2016.

¿Qué es eso, Ra? – Me acerqué al gato negro que me había seguido desde algún mundo paralero o al menos eso creía, yo solo desperté y estaba a mi lado comiendo una ratón muerto sobre mi cama. Lo odiaba, pero no podía hacer que se vaya por más que lo intentara, así que lo tenía como un adorno más y a veces como un compañero de viajes ya sea dentro del mundo o fuera de él. – Quieto, no te muevas bicho asqueroso. – Odio a ese gato, ¡me había arañado! Lo hizo antes de que le quisiera quitar aquel objeto que tenía amarrado a su collar. Era una carta, una carta mandada desde el más allá al parecer. El papel era terriblemente viejo y la letra muy aterradora, sin embargo, llevaba consigo una amable invitación. Conocía aquel lugar, ya había llegado a los bosques fríos de Wonderland. Respiré profundo con algo de pesadez en el estómago porque ya había identificado de quién provenía esa invitación.

Estaba decidido a no ir, tenía mucha pereza de ir, apenas había terminado una sesión fotográfica en Londres y todo lo que quería era dormir. Miré hacia el piso donde el negro pelaje de Ra era como una mancha repasando su cuerpo en mis piernas, eso era raro. Nunca tenía tanto contacto conmigo, después de unos segundos se plantó frente a mí y tras un maullido para llamar mi atención, bajé la cabeza. Sus ojos, los ojos de aquel animal son increíbles, hipnotizadores, poderosos y tan suaves que sin que te des cuenta caes en ellos. – ¿Quieres que vaya, cierto? Está bien. – Tomé la mochila que usualmente llevaba cuando salía a las expediciones caseras, la llené de algunas cosas elementales: comida, agua, cargadores para la cámara, una capa para lluvia, una soga y un encendedor. Había aprendido que eso era lo esencial para realizar eso. Para cuando me había puesto la mochila al hombro, Ra ya no estaba. Como siempre, me dejó solo.

Un rato después, lo encontré en el parque que estaba cerca de mi casa, tras unos árboles se encontraba una entrada casi directa hacia donde me dirigía. – Bueno, ya que estás ansioso y muy amable, hoy serás el guía. – Comenté a Ra, quizás otras personas verán esto como un acto de locura, pero puedo asegurarles que este animal es de todo, menos un gato común y corriente, de hecho, creo que es mágico o algo así, solo que conmigo es solo un estorbo. Menos este día, hoy se ha portado muy bien y muy humildemente me ha enseñado a dónde tengo que ir. – Que modesto. – Lo dije en voz alta cuando tomé una foto del lugar, era hermoso, alejado y frío. Tanto que Ra se metió en la mochila para cubrirse del frío. Parece que no tendré comida hoy.

No esperé mucho tiempo en la sala de estar, no había nadie en un principio hasta que llegó él. Aquel rostro que vi antes y después de mi muerte. Su cara no había cambiado nada, aún podía notar el increíble vacío que había en ellos y eso me fastidiaba terriblemente, pero no tanto como el motivo por el cuál me había llevado a ese lugar. Sus motivos, las razones que me dio eran todas como un vómito de palabras sin lógica y cada idea que me daba rebasaba de locura. ¿Enserio era verdad lo que me decía? ¿Por qué quería hacer eso? ¿Es que tenía el cerebro congelado después de tanto tiempo viviendo aquí? ¿Qué le sucedía? Como siempre, mi rostro no cambió de semblante y lo escuché hasta que terminó todo su discurso, no porque quería, sino que me daba pena que el pobre Ra tuviera tanto frío allá afuera. – Estás loco y la respuesta es no. Lo siento, mi rey. – Dije con la sonrisa más hermosa que tenía antes de hacer una elegante reverencia como si él realmente lo fuera. Lo dejé dentro y aún escuchando sus gritos y alaridos detrás de mí, estando varios metros fuera de la cabaña. Estaba refugiado en las raíces de un viejo árbol muerto frente a la casa donde tenía una total visión del interior y él podía verme, necesitaba un lugar para poder protegerme de la ventisca, además que para mi “fortuna”, el viejo gato roñoso ya no estaba en donde lo dejé. – Maldita rata. – Estaba dentro, lo podía ver desde la ventana, pero no iba a volver por él, ahora había otra persona dentro y no iba a volver jamás a ese lugar, aunque ese gato ladrón tenga mi cámara colgando de su fino cuello.

Ra:

Vestimenta: