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Into the Darkness is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional LicenseEste foro es responsabilidad de la Administración y los moderadores, los elementos utilizados en los documentos de cada raza fueron obtenidos en gran parte de libros de rol de mesa, las imágenes fueron obtenidas de Google, tumblr y bing.
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Mori Haruki ( 森春木 ) - Humano
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Mori Haruki ( 森春木 ) - Humano
Edad: 20 años
Ocupación: Florista, profesor de floristería
Nacionalidad: Japonés
Avatar: Okada Masaki
Raza: Humano
Habitante de: Mundo
Mori Haruki ( 森春木 )
Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
Psicología
Haruki es un joven más bien tímido e introvertido, de temperamento calmado, carácter gentil, siempre dispuesto a prestar ayuda a los demás, aunque reacio a recibirla; gusta de solucionar las cosas por sí mismo, pues teme sentirse una carga/inútil. De espíritu infantil, se emociona con cosas sencillas y ha logrado mantenerse optimista a pesar de los duros golpes que la vida le ha dado. Detesta a los mentirosos, y es que tiene una suerte de radar para detectarlos; su condición y la experiencia le han llevado a aprender muchísimo de las personas, lo que ha desencadenado que, por más que intente evitarlo, se haya convertido en alguien con tendencia a la desconfianza, al menos, hasta que se le demuestre lo contrario.
Cree férreamente que las acciones de una persona dicen más que sus palabras.
Cree férreamente que las acciones de una persona dicen más que sus palabras.
Historia
Nacido en Tokio, en el seno de una familia humilde compuesta sólo por sus padres y él, tuvo una infancia muy tranquila, jugando con sus pocos amigos en el parque de su barrio luego de las clases, elevando cometas y escuchando el sonido de los pájaros mientras las estaciones hacían brotar y desaparecer, respectivamente, a las flores de los cerezos. Estudiante destacado, sin ser un genio, aprobó cada curso dentro del cuadro de honor, otorgando orgullo a sus padres. Durante los primeros nueve años de vida tuvo un pasar absolutamente normal, mirando caricaturas en la tele, leyendo historietas y oyendo los cuentos que su madre le contaba antes de dormir, hasta que un incidente, negro como la tinta, salpicó el hasta entonces radiante blanco sobre el cual caminaba el pequeño Haruki.
Fue durante las vacaciones de verano, en el paseo que como familia realizaron hacia Disneyland, en la prefectura de Osaka. El señor Mori había ahorrado durante años una parte de su salario para poder hacerle a su hijo el regalo de cumpleaños que sabía que quería, pero que jamás se había atrevido a pedirle por ser muy caro, sin pensar jamás que ese 15 de agosto traería tanta alegría como tristeza. “Todo sucedió muy rápido”, como dicen en las películas. Un conductor ebrio al volante pasándose el semáforo en rojo e impactando el Toyota Corolla de los Mori, a la altura del asiento trasero, por el lado del conductor, donde viajaba el menor de sus integrantes.
El estruendoso sonido, seguido de un pitido largo fueron lo último que escuchó.
Para cuando despertó, estaba en el hospital, con sus padres llorando abrazados en un par de sillas junto a la camilla, con uno que otro vendaje y parches… Pero no podía escucharlos llorar, y tampoco el sonido de las máquinas junto a él, ni la voz del médico… ¿Qué estaba pasando?
Los días transcurrieron, pero el resto del verano ya no sería lo mismo. A sus diez años y luego de haberse realizado varios exámenes, Haruki entendió que había quedado mayormente sordo, y ya no quería regresar a la escuela… ¿Cómo iba a escuchar al profesor? ¿y las clases de música? ¿y a sus amigos? Pero había una solución: Usar audífonos para sordera. Sin embargo, él no quería usarlos, porque eran muy grandes e incómodos, y los chicos en clase iban a mirarle raro. Y tenía razón.
Desde los diez años, comenzó a ser víctima de los bravucones del salón, quienes creían que sus audífonos eran graciosos, y no dudaban en usarlos como pelota, lanzarlos por la ventana o al retrete. Quienes eran sus amigos temían defenderle por la posibilidad de ser acosados también si llegaban a intentarlo, y poco a poco fue quedándose solo. Sus padres habían gastado ya demasiado dinero tras comprar los aparatos una y otra vez por causa de los acosadores, y él, agotado también, decidió no usarlos más y aprender lenguaje de señas, mismo que fue compartiendo con sus padres, quienes decidieron cambiarlo de escuela.
La cura para su soledad fue refugiarse en la naturaleza, pasar tiempo a solas en contacto con ella, junto a la ribera del río, de paseo bajo los cerezos, yendo a miradores y de vez en cuando al monte Fuji. Por la misma razón, comenzó a desarrollar un gran interés por las flores y la jardinería, iniciando poco a poco y de manera autodidacta, estudios sobre botánica y floristería, incluído el bonsai.
Fue duro encontrar una institución que lo acogiera, por prejuicios más que otra cosa, pero Haruki demostró ser capaz. Cuando el profesor le pidió que se presentara frente al curso, lo hizo escribiendo en el pizarrón “Soy sordo”, y aunque no faltaron quienes le molestaron al principio, con el pasar del tiempo (y luego de anotarse en el club de Judo) no volvieron a meterse con él. No quería golpear a los demás, sino ser capaz de defenderse de ellos.
Durante la adolescencia conoció el amor como todo joven, pero su condición repelió a la única chica a la que llegó a declararse y desde entonces no ha vuelto a intentarlo, no porque no le haya gustado alguien nuevamente, sino para evitar el dolor del rechazo.
Tras graduarse y trabajar en florerías locales para ahorrar dinero, Haruki decidió viajar a New Orleans para asistir a diferentes seminarios de floristería y ampliar sus conocimientos, con el deseo de poder compartir también éstos con quienes le necesiten, sobre todo aquellos en su misma condición, convirtiéndose así (a sus veinte años) en profesor de talleres de floristería en escuelas para niños sordos/sordomudos.
Fue durante las vacaciones de verano, en el paseo que como familia realizaron hacia Disneyland, en la prefectura de Osaka. El señor Mori había ahorrado durante años una parte de su salario para poder hacerle a su hijo el regalo de cumpleaños que sabía que quería, pero que jamás se había atrevido a pedirle por ser muy caro, sin pensar jamás que ese 15 de agosto traería tanta alegría como tristeza. “Todo sucedió muy rápido”, como dicen en las películas. Un conductor ebrio al volante pasándose el semáforo en rojo e impactando el Toyota Corolla de los Mori, a la altura del asiento trasero, por el lado del conductor, donde viajaba el menor de sus integrantes.
El estruendoso sonido, seguido de un pitido largo fueron lo último que escuchó.
Para cuando despertó, estaba en el hospital, con sus padres llorando abrazados en un par de sillas junto a la camilla, con uno que otro vendaje y parches… Pero no podía escucharlos llorar, y tampoco el sonido de las máquinas junto a él, ni la voz del médico… ¿Qué estaba pasando?
Los días transcurrieron, pero el resto del verano ya no sería lo mismo. A sus diez años y luego de haberse realizado varios exámenes, Haruki entendió que había quedado mayormente sordo, y ya no quería regresar a la escuela… ¿Cómo iba a escuchar al profesor? ¿y las clases de música? ¿y a sus amigos? Pero había una solución: Usar audífonos para sordera. Sin embargo, él no quería usarlos, porque eran muy grandes e incómodos, y los chicos en clase iban a mirarle raro. Y tenía razón.
Desde los diez años, comenzó a ser víctima de los bravucones del salón, quienes creían que sus audífonos eran graciosos, y no dudaban en usarlos como pelota, lanzarlos por la ventana o al retrete. Quienes eran sus amigos temían defenderle por la posibilidad de ser acosados también si llegaban a intentarlo, y poco a poco fue quedándose solo. Sus padres habían gastado ya demasiado dinero tras comprar los aparatos una y otra vez por causa de los acosadores, y él, agotado también, decidió no usarlos más y aprender lenguaje de señas, mismo que fue compartiendo con sus padres, quienes decidieron cambiarlo de escuela.
La cura para su soledad fue refugiarse en la naturaleza, pasar tiempo a solas en contacto con ella, junto a la ribera del río, de paseo bajo los cerezos, yendo a miradores y de vez en cuando al monte Fuji. Por la misma razón, comenzó a desarrollar un gran interés por las flores y la jardinería, iniciando poco a poco y de manera autodidacta, estudios sobre botánica y floristería, incluído el bonsai.
Fue duro encontrar una institución que lo acogiera, por prejuicios más que otra cosa, pero Haruki demostró ser capaz. Cuando el profesor le pidió que se presentara frente al curso, lo hizo escribiendo en el pizarrón “Soy sordo”, y aunque no faltaron quienes le molestaron al principio, con el pasar del tiempo (y luego de anotarse en el club de Judo) no volvieron a meterse con él. No quería golpear a los demás, sino ser capaz de defenderse de ellos.
Durante la adolescencia conoció el amor como todo joven, pero su condición repelió a la única chica a la que llegó a declararse y desde entonces no ha vuelto a intentarlo, no porque no le haya gustado alguien nuevamente, sino para evitar el dolor del rechazo.
Tras graduarse y trabajar en florerías locales para ahorrar dinero, Haruki decidió viajar a New Orleans para asistir a diferentes seminarios de floristería y ampliar sus conocimientos, con el deseo de poder compartir también éstos con quienes le necesiten, sobre todo aquellos en su misma condición, convirtiéndose así (a sus veinte años) en profesor de talleres de floristería en escuelas para niños sordos/sordomudos.
Otros y/o Exclusivos Quimeras
{♠} Gustos: Pasar tiempo en contancto con la naturaleza, el té, la música, las personas perseverantes y optimistas.
{♠} Disgustos: La gente fatalista, conformista y mentirosa; que crean que es menos capaz por el hecho de ser sordo.
{♠} Fobias: Depender de otros para poder seguir viviendo.
{♠} Otros:
*Posee audífonos para sordera pero suele no utilizarlos, salvo para escuchar música.
*Sabe lenguaje de señas, inglés y es capaz de leer los labios de las personas al hablar.
*La gente suele creer que es mudo, también.
*Su nombre significa "Árbol primaveral del bosque"
{♠} Disgustos: La gente fatalista, conformista y mentirosa; que crean que es menos capaz por el hecho de ser sordo.
{♠} Fobias: Depender de otros para poder seguir viviendo.
{♠} Otros:
*Posee audífonos para sordera pero suele no utilizarlos, salvo para escuchar música.
*Sabe lenguaje de señas, inglés y es capaz de leer los labios de las personas al hablar.
*La gente suele creer que es mudo, también.
*Su nombre significa "Árbol primaveral del bosque"
- Humano 1
- Puntos de Vida :30Mensajes :16
Mori Haruki
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