Ayúdame a saber quién soy... || Priv. Caliel

Desperté en mi cama, como si nada hubiese pasado, bajé corriendo las escaleras y busqué a mamá para ir por las compras de la cena, pero al bajar, la realidad me afrentó de golpe… mamá ya no estaba, la casa estaba vacía y todos los muebles estaban cubiertos con sábanas de color crudo. Tal parece que la vida que había visto mientras dormía era cierta, aunque… concentraba mi energía en mi reliquia y nada, lo único que lograba era una jaqueca inmensa. Pasaron algunos minutos y alguien tocó a la puerta, me dirigí a abrirla, era una pequeña niña, de aspecto alemán, la cual me saludó como si nos conociésemos de toda la vida, decidí seguirle el juego, pero no duró mucho, ya que al terminar el saludo, ella se presentó

- Hola, Soy Katya, y solo vengo a entregarte esta carta de parte del Magisterio

Diciendo esto, me entregó un sobre y luego se fue. Era un sobre celeste, de un material poco conocido por mi la verdad, aunque se notaba que no era un papel muy común, quizás alguna aleación de otros materiales que dieran una textura parecida. Al momento de abrir el sobre, se encontraba un pasaje en avión hacia Nueva York, y una pequeña nota que decía “Créelo”.

Seis horas después estaba tomando el avión hacia New York, un viaje bastante largo, pero la incertidumbre no me dejaba dormir la verdad. Luego de un aterrizaje calmado, decidí caminar por la ciudad, nada era como recordaba, todo estaba intacto, la destrucción … era como si nunca hubiese estado, como si todo lo que viví hubiese sido todo un sueño…

“Madre, ayúdame a encontrar mis memorias, ayúdame y dime que no estoy loco”

pensaba en cada momento que caminaba por las veredas de la gran ciudad, hasta que lo vi… el hospital donde me llevó Cali, no lo dudé ni un segundo y corrí hacia el. Cada salón, cada estancia y cada mueble era exactamente igual a como lo recordaba, es mas, es como si yo mismo hubiese diseñado el hospital, ya que caminaba en el como si fuese mi propia casa, hasta llegar allí… una zona asegurada, el banco de sangre… aquí se encontraban los últimos recuerdos que tenía de mi vida y que poco después de un ataque por lobos terminaba con mi consciencia.

Siempre creí que mis ocho horas de sueño era lo que me hacía despertar siempre en la misma línea temporal del sueño, pero veo que no… en ese momento mi presión comenzó a subir, la vista se me nublaba y bueno, como nunca antes después de despertar me fui a negro…

Bartholomé:

“CALIIIIIIIIIII… CALIIIIII… ¿Dónde estás?, he venido a buscarte, soy yo, o mas bien no…
Aparece si no quieres ver ríos de sangre...”

Mi naturaleza es incierta, pero siempre estoy guiado por el sentido de la justicia de Sisy, aunque esta vez, la ira lo ha consumido y conjunto con la incertidumbre me han hecho salir a la luz, solo para encontrarla, yo… soy todo lo que Sisy nunca ha sido, soy ese animal descabellado, soy su impulso mas animal, soy … Bartholomé

Observaba sus manos cubiertas de sangre sin comprender lo que había ocurrido y es que Astaroth había salido a jugar y cuando eso pasaba no compartía la conciencia ni con Caliel, ni mucho menos con Cheshire.- Que egoísta. -Pensó para si mientras limpiaba sus manos en los blancos pétalos de rosas que la rodeaban, no estaba segura de donde se encontraba, sólo sabía que había sido una noche divertida pues su cuerpo se sentía adolorido y las sombras bailaban a su al rededor en un hermoso frenesí, como si aún no estuvieran cansadas claro... querían seguir jugando.



Cheshire cantaba y Caliel sonreía, su mente estaba hecha un desastre, pero al menos sus manos habían vuelto a estar limpias, claras como la leche materna. La quimera se puso de pie y comenzó a caminar hasta una larga estancia de color dorado cuando de repente escuchó esa hermosa voz.- Lo siento niños, mamá debe salir a trabajar. -Dijo a tiempo que suprimía por completo a los entes que fornicaban en su mente y entonces cerró sus ojos y se teletransportó hasta aquella invocación.

- ¿De qué hablas? Claro que quiero ver ríos de sangre. -Su dulce voz resonó en aquel lugar mientras observaba la espalda de aquel hombre.- Pero ¿A qué te refieres con que no eres tú? -Las sombras en el suelo comenzaban a jugar a imitar la forma de Caliel mientras la quimera caminaba hasta quedar frente a aquel brujo.- Te ves como tú y hueles como tú ¿Eres otro tú? -Sus ojos brillantes como estrellas se posaron en la mirada ajena, era él, era Sisy, al menos su cuerpo, pero todo cambia así que podía ser mil cosas o sólo una, eso dependía sólo de él ¿Si? ¿No? ¿Bueno? ¿Ya?

Toda esa rabia se apoderaba de de Sisy, mas bien de Bartholomé, algo que no era concebible para la gente, todos intentaban acercarse y nada pasaba, es mas, los alejaba de maneras muy violentas, hasta que la sintió… era esa sensación de amor, de tranquilidad, sentía como su ira iba descendiendo y poco a poco solía reaparecer Sisyphus, hasta que Al mirar fijamente a ese angelical ser, Sisyphus recobró el poder de ese cuerpo.

Caliiiii, claramente soy yo, además ¿quién as podría ser?, pero… pero… ¿por qué esto no está como antes?, ¿ Dónde quedó la destrucción?. Ayúdame, no entiendo nada, dime por favor que lo nuestro no ha de ser solo un sueño, o mas bien, dime que no eres una ilusión de mi mente, dime que no eres una alucinación .

Agitado, el hechicero cayó en los brazos de la mujer, en un desmayo inminente. En el desmayo, Sisyphus se encontraba en algún lugar de New York, en donde se veía en tercera persona, como si espectara su propia vida, Sisyphus no sabía que hacer, pero poco a poco podía ir prediciendo lo que sucedería, y es ahí donde se daba cuenta de que eran sus recuerdos.

Luego de llegar al mismo punto de antes, todo se volvía a blanco, y claro, que mejor, si esa luz era la luz del día cuando abría sus ojos, y quién mejor que ella, su amiga, la razón por la cual todo debería ser verdad, porque es imposible que su invocación haya sido efectiva si todo era una ilusión.

Con sus pequeñas fuerzas, movió sus labios y le dijo casi suspirando a Caliel:

Dime que todo lo nuestro fue verdad

Mientras miraba sus ojos enormes y hermosos a la espera de su respuesta

La hermosa felicidad con la que el hechicero pronunciaba su nombre era algo que no tenía precio. Muchos habían articulado esos mismos fonemas con temor, odio, lujuria, tristeza, pero muy rara vez con felicidad. Por instinto se acercó un poco más a él y a penas este comenzó a perder la conciencia lo tomó entre sus brazos sin problema alguno, las sombras a su al rededor bailaban y jugaban a dibujar extrañas y erráticas formas en las paredes.- Pensé que no volverías, la mayoría de los que se van de mi vida no vuelven, no les interesa lo suficiente, porque encuentran cosas mucho más sanas que mantenerse al lado de alguien que parece alimentarse de luz, pero ¿Cómo es posible que hasta en un momento de extrema desesperación haya tanta luz en ti? -Dijo esperando a que el hechicero volviera en si mientras una que otra de sus sombras materializaba manos que acariciaban el rostro ajeno.

Poco a poco escuchó esos sonidos, esa pequeña frase y sonrió suavemente sin detener las caricias que esas sombras dejaban en las mejillas de Sisy.- Hace mucho tiempo, en las azotadas calles de Nueva York encontré un rayo de brillante luz que corría, se escondía de un monstruo que no lograba razonar, el rayo de luz se escondió, pero luego salió a combatir con el monstruo y lo destruyó, porque la luz siempre triunfa por encima de la oscuridad. El rayo de luz me acompañó a buscar sangre para mi amiga y allí lo acompañé a batallar contra más bestias ¿No lo recuerdas? -Sin decir más abrazó fuertemente el cuerpo ajeno y dejó ir unas cuantas risas alegres e inocentes.- Prometiste que serías mi amigo y me diste el colgante que tengo en el cuello y luego desapareciste, pero ya no estaré enojada, porque volviste. -Las personas que los rodeaban se encontraban completamente aterrados y más de uno había comenzado a grabar con sus celulares o a llamar a la policía.

Molestos humanos... a penas Caliel lo notó envió a sus sombras a noquearlos, mas no a matarlos, no le importaban lo suficiente, por lo que las sombras sólo los golpearon y destrozaron sus celulares.