Privado con Rosie // La belleza

Corría con todas sus fuerzas no importaba el cansancio ni la cantidad de peligros que esperaran a cada paso, había sentido un llamado, uno potente y desgarrador como nunca. Ya llevaba un buen par de meses en aquellos bosques y sabía perfectamente que la forma en la que respetaban las jerarquías de los lobos era aún más estricta que en su mundo, por lo mismo apenas sintió un aullido que avisaba de un intruso pensó que debía tratarse de un licántropo de otro reino, pues los del Bosque Encantado estaban más que programados para no alejarse de sus manadas por ningún motivo y mucho menos ponerse en esa clase de peligros.

Su cuerpo cubierto por una musculosa negra con algunos rasgados y un jean desgastado, como de costumbre se encontraba descalzo, pues de esa forma sentía mucha más cercanía con la tierra, además en ese sitio a nadie le extrañaba ver a un licántropo descalzo.

Luego de correr por unos minutos llegó a un lugar del bosque que odiaba, el territorio de los Danzantes de la espiral, licántropos que se habían entregado a sus instintos más bajos, destrucción y muerte. A unos metros de él una loba joven, no la había visto nunca y estaba segura de que no debía ser de ese mundo. Entre los árboles y arriba de unas rocas pudo ver a lobos de la manada de los danzantes.- Todo está bien, ella está conmigo y ya nos vamos. –Procedió acercándose a la loba lentamente. No quería hacer ningún movimiento en falso para no alterar a los demás lobos.- “Ven conmigo ¿si? soy un amigo”-Dijo usando su habla mental sólo con la loba, esperando que ella confiara en su palabra y se alejara de ese lugar antes de que ago malo pudiera pasar.

Admiraba la belleza de tal sitio, hermoso en todos los sentidos a pesar de esos aires de misterio. No sabía si es que los animales de aquel lugar se encontraban en descanso, o simplemente habían desaparecido, en todo el tiempo que estuvo caminando no se había topado siquiera con un conejillo o algún tipo de ave, pero eso no fue impedimento para que regresara por el portal que había descubierto en el vestidor de la tienda de ropa. Aún cargaba algunas prendas, la mayoría de ellos vestidos, que lamentablemente tuvo que arrugar para poder meterlos a su bolso y que no sufrieran algún tipo de mancha o rotura.
Las hojas de los árboles crujían cada vez que ella daba un paso, su mirada se mantenía hacia todos lados en busca de cualquier cosa que llamara su atención hasta encontrar a un par de pequeños ciervos a lo lejos, una sonrisa cálida se formó en sus labios al verlos salir corriendo rápidamente de ahí y no dudó en ir tras ellos, pensaba que se habían alejado de la manada lo que le daba la posibilidad de encontrarse con más preciosos animales. Estaba tranquila, no cabía duda de ello, los pasos que daba eran rápidos pero por la emoción que tenía de encontrarse con más antílopes, sin embargo….su sosiego fue estropeado por un aullido de lobo, uno tan fuerte capaz de hacer que el corazón de la loba latiera con más fuerza y que se llenara de un gran temor, ¿había invadido territorio de algún grupo de lobos? Eso debía de ser. Detuvo sus pasos para dar media vuelta y poder regresar al portal lo más rápido posible, no quería encontrarse con aquella manada ya que sabía perfectamente que podían llegar a herirla. Corrió lo más rápido que le fuera posible a pesar de las heridas que algunas ramas dejaban en sus piernas y brazos, no estaba lista para pelear, nunca lo había hecho, ni siquiera con algún humano.

Sus pasos se detuvieron repentinamente al escuchar un gruñido, toda su piel se erizó y podía jurar que el tono de su piel estaba tan pálido cómo la nieve. –No puede ser… Rosie, estás en apuros. –dijo en su interior quedándose completamente quieta hasta que sintió la presencia de otro ser, quien se acercaba a ella. Un suspiro de alivio salió de sus labios al ver que era un humano, o que aparentemente así se veía, aunque no estaba segura si él estaba de su lado. Pasó saliva al escuchar lo que decía, y trató de no mirar a la manada de lobos que se encontraba algunos metros arriba de ella. Abrió sus ojos espontáneamente al darse cuenta de que el hombre que se encontraba enfrente era como ella, Gaia lo había enviado para salvarla ¿podía confiar en él, no? Después de todo no tenía más opciones. – ¿Tienes algún plan para escapar de ellos? lamento involucrarte… -dijo aquello utilizando de su habla mental solo con él, lentamente se fue acercando hasta colocarse detrás suyo, no quería levantar su mirada, no deseaba toparse siquiera con la vista aquellos feroces lobos.

Su mirada se encontraba completamente fija en los ojos del que parecía el Beta encargado de esa manada, el Alfa no estaba, aquello le daba al menos una mínima ventaja, podía vencer a un beta o a menos eso creía.- Rápido, no tengo todo el día ¿Vamos a pelear o van a dejar que nos marchemos? -Ni una sola mueca en su rostro, Lucian había presenciado escenarios mucho más desventajosos y el miedo era algo que ya había olvidado, estaba entregado a los designios de Gaia y todos los días estaba preparado para que fuera el último, aquella Rabia tan innata en su raza era algo que él tenía a flor de piel, se sentí en sus palabras, en sus movimientos, en su mirada y sabía que esos lobos podían sentirlo.

- "¿Un plan? Para nada, pero si te van a herir entonces tendrán que herirme a mi también" -Dijo en su habla mental al tiempo que caminaba hasta ponerse por delante de la menor, el lobo beta saltó de la alta roca y cayó frente a Lucian haciendo gran estruendo y gloria de sus poderosos colmillos, como si le enseñara las armas con las que pretendía herirlo.


Gruñó el gran lobo de pelaje negro azabache y ojos amarillos. Lucian simplemente sonrió y negó con la cabeza.- No tengo un Alfa, lo siento ¿Es una compensación de sangre lo que necesitas? -Aquello era tal vez el más desesperado de los actos y es que los lobos seguían llegando y si bien podía pelear con ellos no sabía si podía proteger a la loba de todos ellos.- Está bien, ella está conmigo, así que fue mi error que ella entrara aquí. -Dijo para luego levantar su mano derecha y moderar su transformación para exhibir sólo sus garras, acto seguido clavó esas garras en su abdomen y apretó sus dientes por el dolor que aquello le producía. De inmediato los lobos comenzaron a retirarse y se quedó quieto allí hasta que cada uno de ellos le dio la espalda. La paga de sangre era una costumbre que en su mundo ya no se daba, pero en ese bosque donde el tiempo parecía haberse detenido seguía siendo una práctica común.

Volteó lentamente y observó a la loba.- Creo que voy a necesitar un poco de tu ayuda. -Comentó con una sonrisa que dejaba ver un poco del dolor que sentía por la herida, aunque su regeneración ya comenzaba a hacerse cargo de ello.- Mi nombre es Lucian Rumancek y creo que voy a requerir apoyarme en ti para salir de este sitio lo antes posible ¿Puedo? -Era divertido, por decir lo menos, lo fácil que era para el Garras Rojas pasar de una situación de extrema tensión a la calma y es que había vivido cosas mil veces peores.

Escuchar tan solo la palabra “pelear” producía cierto temor en Rosie, y podía ser visible para el joven que se encontraba frente a ella debido a lo tensa que estaba en su postura y por la palidez que dominaba todo su rostro. Alcanzó a escuchar lo que el hombre frente a ella decía provocando ansiedad y nerviosismo imaginándose lo que podía pasar. Su corazón de inmediato comenzó a palpitar con más fuerza y rapidez con el sólo hecho de ver aquellos poderosos y afilados colmillos hacer aquel retumbante sonido, su piel se erizó por completo al observar aquel animal durante algunos segundos desviando su mirada después hacia la espalda ancha de Lucian. –¿Garras rojas? –se cuestionó dentro de sí misma sin comprender bien lo que decía el animal, nunca antes había escuchado hablar de eso, ¿Era quizá un apodo que se había ganado con sus acciones? Quería saberlo, pero en ése momento sólo le importaba salir con vida junto al mayor, aunque bien, no sabía ni siquiera cómo ayudarlo.

Se sentía culpable de haber cruzado el portal, no sólo por las palabras que el lobo decía sino por lo que estaba sucediendo en general. Elevó su rostro para poder ver la mano del hombre, dando un sobresalto en cuanto éste clavó sus garras sobre su abdomen, se mantuvo estática hasta que él se volteó y con temor a flor de piel lo miró directo a los ojos, parpadeó un par de veces en cuanto le habló y con mucho cuidado rodeó la cadera ajena con uno de sus brazos , se mantuvo callada por unos segundos y volteó a verlo directo a los ojos. Sabía que si hablaba en ése momento su voz se escucharía temblorosa, no sabía cómo devolverle lo que había hecho por ella. –Yo…lamento haberlo involucrado en esto, Señor Lucian Rumancek –mantuvo con firmeza el cuerpo ajeno entre sus delgados brazos, que aunque se vieran débiles poseían la fuerza suficiente para mantenerlo de pie. –Me llamo Rosie Lee, pero sólo llámeme Rosie. –comenzó a caminar lentamente para que no sufriera más de lo que seguramente ya lo estaba haciendo, volteó su rostro hacia atrás para asegurarse de que no hubiera aún lobos detrás de ellos. Sus dientes apresaron sus propios labios bajando su mirada por unos segundos hacia la herida del más grande. –No sé cómo agradecerle lo que ha hecho, no sabía que estaba en territorio ajeno… ¿Usted habita aquí? ¿Se encuentra cerca su refugio? ¿Le duele mucho? ¿Por qué usted tampoco tiene manada? Pensé que se llamaba Garras Rojas debido a lo que hizo~ –bombardeó al mayor con algunas preguntas, refiriéndose a su apodo a la herida que él mismo se había hecho. Rosie era alguien curiosa y deseaba que el mayor respondiera a sus preguntas.

Apoyó su cuerpo en el ajeno con bastante confianza, después de todo se trataba de un licántropo, así que la fuerza definitivamente estaba allí. Apretó los dientes cuando comenzaron a caminar, el dolor era intenso, pero nada que no hubiese sentido antes, además desde el primer momento en el que llegó a esas tierras supo que Gaia lo había enviado allí para ser purgado, era por eso que esperaba esa clase de dolor, es más, la merecía.

- No lo lamentes, Rosie. Los lobos debemos ayudarnos entre nosotros, es parte de nuestra naturaleza. -Escuchaba hablar a la menor y mientras las palabras brotaban rápidamente no pudo evitar reír un poco, era agradable conocer a alguien así, tan apresto a aprender a preguntar a conocer, sin querer pensaba en su propia juventud y en como todas aquellas dudas habían sido contestadas por su antiguo alfa.- La verdad no, vengo del mundo, un lugar en el que los lobos vivimos casi en clandestinidad, no como aquí donde todos parecen saber sobre nuestra raza. -Explicó con tranquilidad mientras sus pasos poco a poco se volvían más firmes. Lucian sabía que no estaba cerca de su refugio, pero tampoco quería alertar a la menor, sobre todo porque su regeneración era bastante rápida y las heridas de carne ya comenzaban a cerrarse.- La verdad es que sólo necesitamos salir de este sector para estar seguros, así que no te preocupes por eso. Ah...pues, no tengo manada porque fui expulsado, soy un monstruo, un hijo de dos licántropos y eso está mal visto entre mi tribu, los Garras Rojas. -Explicó aquello con bastante tranquilidad, más que nada porque ya tenía asumida su condición de aberración.- Lo que hice se llama "Pago de sangre" y es una vieja costumbre de nuestra raza, cuando ofendíamos a otro lobo en el pasado hacíamos sangrar nuestros propios cuerpos para pedir disculpas, para que "lo siento" tuviese más significado, es extraño que no sepas eso ¿Tus padres no te hablaron de nuestras costumbres? -Hasta el momento había conocido a lobos de muchas tribus, pero nunca a alguien que hubiese nacido fuera del mundo de los licántropos, tal vez por eso le extrañaba tanto esa última aseveración de Rosie.

Rosie solo se limitó a sonreír de manera suave al escuchar sus palabras, quedándose pensativa. ¿Cómo es que últimamente había conocido a personas de su misma raza? Se sentía feliz y emocionada por conocerlos, todos a ellos de forma distinta pero no por eso menos importante o significativa en su vida. Con anterioridad las únicas personas que conocía así eran su hermano y su madre la cual la había abandonado cuando tenía nueve años. Aún no comprendía el porqué de su decisión pero bien, no quería pensar más en ella, no quería ni deseaba verla, aunque muy en el fondo, muy por debajo de su orgullo y de su rencor, sentía todo lo contrario.

Sus ojos buscaron la mirada ajena en cuanto lo escuchó decir que provenía del mismo mundo en el que ella había nacido, ahora entendía el porqué de su vestimenta y quizás su actitud, a excepción de que se encontraba descalzo aunque en realidad a esto último no le dio mucha importancia y siguió escuchándolo atentamente. – ¿En dónde estamos en este momento? Sé que no es el mundo, este lugar es hermoso…a excepción de los lobos que recién vi, es la primera ocasión en la que me encuentro con lobos así, no me agradó para nada, no me dieron ese aire de confianza que me suelen dar los demás. –soltó un suspiro prolongado y profundo al saber que no todo el bosque era peligroso, pero de inmediato sus pasos se alentaron un poco en cuanto lo escuchó hablar, luego de un par de segundos apresuró estos.

Rosie desconocía muchas cosas de los garou, quizás por el hecho de que su madre la había abandonado, y lo poco que sabía de su naturaleza era por los conocimientos que su hermano mayor adquirió por las experiencias con su madre. Quizás parecía una completa ignorante a los ojos del mayor, y es que en verdad lo era, aún tenía mucho que aprender, más de lo que ella se imaginaba quizás. Se quedó pensativa y callada, como si tratara de guardar esa información que le había sido proporcionada por el mayor. –Está mal visto eso mh…Garras Rojas y el pago de sangre, nunca lo había escuchado. –susurró más para sí misma que para el mayor, volteándolo a ver cuándo le hizo aquella pregunta, desviando su mirada hacia el piso con una leve sonrisa. –Mi padre es humano, mi madre es una loba. De mis dos hermanos, el mayor es como yo y de él aprendí lo poco que sé de nuestra naturaleza, ya que mi madre nos abandonó cuando estaba chica, así que espero no te moleste si hago preguntas tontas... –Hablar de ese tema era un poco doloroso aún, desde que su madre había huido con otro lobo, mencionarla era casi un tabú, sobre todo en presencia de su padre. Los dientes propios apresaron sus labios, un tanto fuerte llegando casi a cambiarlos a un color morado, un sinfín de sensaciones y emociones se habían hecho presentes, por un lado tenía mucha rabia, pero por otro solo deseaba abrazarla y llorar en sus brazos, aunque de esto último no estaba consciente.

A medida que sus pasos avanzaban su herida comenzaba a cicatrizar sanando por completo para permitir que el sangrado se detuviera y que los tejidos volvieran a juntarse y es que ese era uno de los mayores regalos que la madre Gaia les había entregado a los lobos, el regalo justo y necesario para permitirles ser guerreros. Escuchaba con atención una a una las palabras ajenas, Lucian no era un extraño para el mundo de los lobos, pero aquello sólo era así porque había tenido la suerte de nacer en una manada y estaba consciente de que muchos de los de su raza no nacían en manadas, nacían en la civilización, entre los humanos y por lo mismo sabían muy poco sobre las costumbres, las tradiciones y la raza en general.- Estamos en un lugar que se llama Bosque Encantando, al menos es es lo que he podido averiguar, es un lugar bastante cómodo para nuestra raza, pues aquí no hay que esconderse, pero al mismo tiempo hay muchas disputas sobre los territorios, por eso los lobos que viste reaccionaron así, tu aroma no es como el de los suyos y eso te hace un intruso, igual a mi. -Comentó con una sonrisa intentando explicar aquello.

El viento jugaba a hacer danzar las hojas que se encontraban en el suelo y la luz del sol brillaba entre las ramas de los árboles, poco a poco habían logrado salir del terreno peligroso y además las heridas del lobo ya eran parte del pasado. Poco a poco se detuvo y se liberó del apoyo de la menor, luego le enseñó su cuerpo, fuera de las manchas de sangre no había herida.- Gracias. -Comentó con naturalidad y luego tomó una de las manos de la menor para seguir caminando con ella, principalmente porque su aroma le recordaba al mundo, un lugar que estaba extrañando mucho.- Es difícil para mi entender como una madre puede abandonar a sus cachorros, es normal que tengas muchas dudas, siento que nadie les enseñó a ti y a tus hermanos sobre nuestra raza, tal vez si me cuentas de que parte eres pueda decirte cuál es la tribu que se encuentra allí o por lo menos la que predomina, de la misma forma si me dices como estaba la luna cuando naciste podría saber cuál es tu auspicio. -La segunda pregunta parecía casi increíble, sobre todo porque ¿Cómo un bebé recordaría eso? Pero la verdad es que los lobos si pueden, los lobos sienten como estaba la luna cuando nacieron pues es su forma favorita de ese astro celeste.- Lo siento, mala forma de hacer la pregunta, mejor dime ¿Cuál de las formas de la luna te gusta más?

Off rol: Auspicios según luna en la que se nace:

Escuchaba con atención todo lo que decía, aquel lugar era digno de su nombre, todo lo que veía en el bosque era maravilloso y ciertamente encantador, o así era la manera de ver el lugar. –¿De éste lugar proviene nuestra raza? –aquella pregunta la había hecho al escucharlo decir que era un lugar cómodo para su raza, y eso la hacía pensar que su origen era de ahí. Rosie bien le había dicho al más alto que desconocía muchas cosas acerca de los lobos, y estaba ansiosa y emocionada porque él aclarara todas las dudas que tenía y así aprender más sobre su naturaleza. Ella desde pequeña siempre tuvo el deseo de convertirse en una loba como su madre, una de pelaje tan blanco como la nieve, deseaba poder conocer todo lo relacionado con lobos, sin embargo, esos pensamientos se vieron oprimidos ante la situación en la que su familia cayó. –¿Pero…por qué reaccionaron tan agresivos? Creo que la mejor manera de solucionar todo es hablando, aunque no muchas veces funciona. ¿Qué otro tipo de disputas hay? ¿Es malo acercarse a ellos? Me queda claro que no debo invadir su territorio, pero ¿Cómo voy a saber cuándo entro a un territorio ajeno? –el rostro de la pequeña loba transmitía cierta curiosidad y confusión, era claro que Rosie estaba sumergida en un mundo lleno de dudas.

Observó que la herida del más grande ya estaba cerrada y que él se encontraba mejor, soltó un suave suspiro mientras sonreía y negó con sutileza ate su agradecimiento.- no tiene nada que agradecer, usted me salvó de esos lobos y creo que aún le debo mucho más. –hablaba con sinceridad, ella atesoraba con mucho cariño el que Lucian la salvara de los colmillos de esos lobos. Se mantuvo pensativa por todo lo que estaba diciendo, tribus, luna, auspicio. Parpadeó un par de veces dirigiendo su mirada hacia el, era un poco complicado entenderlo pero en cuanto escuchó su pregunta una sonrisa amplia se formó en sus labios. –Me encanta la luna gibosa…es como si contase mi historia. –sus dientes apresaron sus propios labios con cierta fuerza desviando su mirada hacia las hojas secas que crujían ante cada paso que daban al mismo tiempo que hacía un poco de presión en la mano ajena. –Hay una parte de mí que sólo muy pocos conocen y que mantengo oculta, me identifico mucho con esa fase…Suena un poco loco ¿verdad? –sus hombros se encogieron con levedad en cuanto terminó de hablar y elevó así su mirada hacia el frente observando el hermoso paisaje que le ofrecía la naturaleza. –¿A dónde iremos ahora? –cuestionó con cierta curiosidad mientras que caminaba al lado del mayor, aprovechando para balancear sus manos de una manera un poco infantil.