Trama Apertura

La imagen borrosa de dos personas que eran perseguidas por una tercera silueta estaba frente a sus ojos, enmarcada en lo que parecía ser una tela rota e hilachenta, una ruptura en el espacio, el cual irradiaba una luz azulina e iluminaba débilmente la inmensa oscuridad de tonos negros y grises en los que estaba. Detrás de ese tajo en el espacio se erguía otra silueta de gran tamaño, pero esta estaba allí, le podía sentir, se movía y lo “miraba” con aquellos cortes horizontales en lo que parecía ser una cabeza pronunciada hacia delante, sin nariz y con una gran boca repleta de dientes chuecos y afilados. Aquel ente era algo humanoide por lo que podía apreciar, sobre todo por los miles de brazos largos y delgados que poseía, los cuales salían por un gran velo etéreo de un negro intenso, el cual parecía absorber todo tipo de luz. Sus manos se movían sin detener su trabajo, cosiendo hilos en los que parecían ser otras rupturas del espacio, abriendo otros que estaban cosidos y uniendo portales unos con otros en una labor que parecía no terminar nunca.

Thomas escuchó su voz retumbante en su cabeza, aquella criatura espeluznante acercó su cabeza hacia él, inclinándola de un lado a otro, emitiendo lo que parecían ser crujido de huesos y castañuelas. Le estaba hablando sobre las distintas dimensiones, contándole la historia de aquellos dos viajeros de la dimensión que tenía en frente, entregándole un conocimiento que nunca podría haberse llegado a imaginar. Pero Thomas en ese momento no era sí mismo, al menos no en el exterior, en ese preciso instante se percató de que no era él. Se miró desde otro ángulo, fuera de su cuerpo, pues allí eso era posible, viendo su deforme cuerpo, el cual parecía ser una multitud de personas fundidas en una sola, con rostros desesperados, manos saliendo y agarrando cualquier cosa para tratar de escapar de esa concentración densa en la que se hallaban. La escena fue desesperante, pues se había vuelto uno de sus peores miedos. Podía oír los gritos de miles de personas, aunque ninguna boca se moviera, aunque no tuvieran bocas. En ese lugar se hablaba con las palabras que nacen de los pensamientos, no con las palabras que nacen de la boca. Así es como son las cosas en el subconsciente.

El subconsciente es algo colectivo. Era un infinito en el cual todos los seres vivos estaban conectados, era el lado onírico de las personas, lo intangible, en donde adoptaban formas distintas, influenciadas por sus miedos e inseguridades. Aquel lugar era lo intangible, el subconsciente, el lugar menos explorado y más incierto de todos los seres vivos, allí donde nacían algunos impulsos, voces que hablaban desde las sombras. En donde se construyen realidades particulares para cada ser, encerrándolos en lo que llaman vulgarmente como “sueño” aquellos cinco minutos antes de despertar, tiempo en donde se les permite entrar en aquella eternidad, sabiendo que la percepción de éste una vez dentro, es muy variada. Pero al estar más tiempo que cinco minutos reales en un lugar como ese, alteraría el orden y la conexión entre las criaturas, causando el caos total, la ruptura de algunas dimensiones y la superposición de otras. Como lo que sucedió con aquella forma gigante que tenía en frente. Esa criatura había sido el causante de tantos portales, había sido alguien que se corrompió por una fuerza superior y permaneció atada en el subconsciente, obrando para bien o para mal, dependiendo el punto de vista en donde se le mirara.

–¿Qué es lo que hago aquí?- Preguntó sin mover su boca ni articular palabra alguna, aunque sabía la respuesta, estaba durmiendo, llevaba apenas cuarentaitrés centésimas de segundos soñando y ya había visto más de lo que se hubiera imaginado. No sabía qué hacer en aquel lugar, si explorar otra dimensión o seguir “hablando” con el gigantesco monstruo que tenía en frente. Sentía el pecho oprimido y le faltaba el aire, estaba viviendo su miedo y generalmente en ese lugar, no se gana. El Subconsciente lo estaba matando a su manera, lo paralizaba, lo hacía convertirse en su peor miedo, convirtiendo aquello en una pesadilla, haciendo que el cielo negro se agrietara y tornando las cosas más torcidas. Aquella criatura de miles de brazos, acercó dos a Thomas, atando un hilo a su muñeca y lanzando el otro extremo dentro de un portal, haciendo que esa pesadilla saliera expulsada de su cuerpo y fuera materializada al otro lado del portal, causando caos. Esa era la razón por la que estaba allí.

Mephisto cuando dormía, no era Mephisto.

Últimamente estaban sucediendo cosas extrañas desde que los portales habían comenzado a abrirse, sobre todo el más grande que se encontraba en Nueva Orleáns. Había resuelto una forma de ir y venir establemente, por lo menos él, atravesando continuamente desde allí a Budapest. Su regreso a la tierra donde había despertado en ese cuerpo que ahora habitaba fue gatillado por la presencia de Luxfero, el primer Caído, a quién cariñosamente llamaba Padre, aunque ahora sus recuerdos nostálgicos se estuvieran pintando de desdén.

Todo continuaba exactamente igual allí, como si el tiempo jamás hubiera pasado, y eso incluía a las personas que reencontró. Beleth, Aamón, Belial, Alocer… Ellos y muchos más que se iban volviendo insípidos a sus ojos, deslavados y grises, cuando Mephisto cada día era más oscuro y a la vez más luminoso. Un mundo nuevo de color. Sí, a algunos de ellos los quería como siempre, incluido a su Padre, pero eso no quitaba que se sintiera – no, que se supiera- por sobre sus cabezas. El verdadero Rey. Rey Cuervo.

Bueno, esa noche el sueño había comenzado con la repetición insulsa de la invocación a su ‘líder’ en donde todos parecían autómatas que respondían las mismas frases. Ojos vacíos, lealtad lamebota, proactividad cero. Él hizo algo impensable y eso sabía que no era parte del sueño. Le reprochó, le hizo ver lo patético que era perder contra una horda de ángeles. Supuestamente eran poderosos, pero habían terminado convertidos en muñecos de trapo de igual forma. Mephisto no tenía nada en contra de los celestiales en realidad. Eso era parte de lo que le molestaba. Entendía las animosidades personales, pero no las generalizadas. Dios me sacó del cielo, ¿por ende odio a sus hijos que son también mis hermanos? ¿Por qué no ajustar cuentas directamente? Porque la figura del Progenitor estaba fuertemente mitificada.

Soñar la misma escena se había convertido pan de cada día desde que había ocurrido, pero nada presupuestaba lo que ahora ocurría.

Una luz azul titilaba en donde supuestamente debía haber una roja y enceguecedora. Ahora Luxfero llegaba y empezaba la diatriba, pero la escena que vio fue muy diferente. Un ser espantoso le ignoraba, sumido en su trabajo de tejer incansablemente, pero Mephisto podía verlo con tal claridad que incluso le provocó algo de naúseas. Un muchacho estaba conversando con la bestia, aunque no escuchaba sobre qué. En realidad más parecía que el ente le dedicaba un soliloquio porque el chico exudaba un miedo tan visceral que Mephisto se sintió al mismo tiempo incómodo y en casa. De pronto un hilo fue atado a la muñeca del joven y el otro extremo lanzado hacia el portal que ahora ya no era la mansión de los Caídos en Hungría, si no un bosque borroso que parecía verse como si corriera a máxima velocidad.

Entonces la tejedora le miró.

Le miró directo a los ojos malditos y se puso frenética aunque no se movía. Los brazos continuaban tejiendo cada vez más rápido y sin orden alguno. Podía percibir el frenesí dentro de su mente. Tenía una, tenía pensamientos que le pertenecían a ella y al universo, aunque ambos no eran lo mismo. La piel que tejía no se correspondía a la psique que había sufrido al mirar en sus espejos. Lo entendió entonces, que alguien como ese muchacho estaba dentro del Lovecraftniano engendro, queriendo marcharse aunque sus pesadillas sólo involucraban más y más tejido.

Reaccionó con una calma inusitada para esa situación primeriza que vivía. Reconocía que el lugar en que se encontraban todos era el subconsciente. Con Gabriel solían visitarse en mundos que ellos mismos creaban cuando su amigo vampiro estuvo en letargo. Era su forma de comunicarse porque aunque no la viera, sabía que la energía de la creación entera tenía su presencia más pura en ese reino, el único compartido por cualquier ser pensante sin importar su raza. Se acercó al muchacho, aunque la distancia era engañosa. Justo entonces vio como de dentro de él, atada del extremo del hilo que acababa al otro lado del portal, salía otra criatura pesadillezca que se lanzaba a perseguir a dos figuras que de pronto se perdieron en la escena.

Había un detalle que no comprendía. ¿Cómo estaban allí si no había un acuerdo tácito de encontrarse? Con el vástago era obvio, había una necesidad de comunicarse ante el estado inanimado en que estaba sumido. Pero esto se sentía como estar en medio de todo y nada a la vez, como si de pronto hubiera encontrado su lugar real en la existencia. Un escalofrío le recorrió y puso la mano en el hombro del chico, susurrándole sin voz física - Despierta -. Fue todo lo que necesitó para que el monstruo que tejía se volviera con violencia en contra de Mephisto, intentando enredarlo en sus hilos.

Pánico.

Déja Vu.

Ahora los comprendía.

No era poco  habitual que Ivanna de vez en cuando quisiera escapar de la sociedad conocida en Oz, ya que si bien su raza era una de las mas predominantes, no significaba que era una de las mas queridas, e Ivanna tenía el presentimiento de que era todo lo contrario, entonces, como una buena viajera, tomó sus pertenencias y las comenzó a introducir en los pequeños compartimentos que tenía su moto, no sin antes llevar un poco de cuarzo rosado, una piedra muy común en Oz, pero que utilizaba para transmutarla en su brazo e iluminar de noche, ya que esta tenía efectos especiales con la luna de Oz.

Ya con su moto cargada y una buena cantidad de cuarzo guardada, prendió el motor de su compañera de viaje, el cual rugió como mis tigres marcando territorio. Luego de marcar presencia de sobremanera, comenzó la puesta en marcha, ¿Hacia dónde?, nadie lo sabía, ni siquiera Ivanna, aunque los mas probable sería una llanura desolada o quizás un bosque muy oscuro, ya que, donde la oscuridad  se alojaba, Ivanna tenía la oportunidad de conversar a solas y pensar en su siguiente actuar.

Caía la noche en Oz, e Ivanna todavía se encontraba sin ningún destino aparente, entonces se apartó a un lado del camino para transmutar su brazo en algo hermoso, sus engranajes eran de un color Violeta Brillante, y sus partes de metal un color salmón precioso, el brazo de Ivanna despedía un aura tan hermosa, que tan solo al terminar la transmutación, decidió seguir su camino, pero sin encender ninguna luz de la motocicleta, solo por el hecho de admirar el brillo que despedía su brazo.

De un momento a otro, una corazonada mas fuerte que Ivanna, la sacó del camino demarcado sin ninguna razón aparente, lo cual a la steam le parecía mas que hermoso, ya que esas corazonadas siempre le traían buenas aventuras, aunque esta sería diferente, ya que ni siquiera Ivanna se esperaba a lo que le llevaría. Luego de un par de kilómetros, comenzó a sentir como su brazo lentamente comenzaba a arder de la nada, por un momento pensó que la transmutación estaba fallando, entonces paró en la motocicleta y trató de separar el cuarzo, pero para su sorpresa, este no se quería desprender de su brazo y mas aún, se volvía negro de  a poco.

Solo  oscuridad era lo que veía Ivanna luego de que su brazo se apagara completamente, tanto era así que ni siquiera era capaz de encontrar su motocicleta, aunque por lo menos el dolor del brazo había cesado en su totalidad. Ivanna, en su afán por encontrar la moto comenzó a caminar a ciegas en la oscuridad, cuando de repente, una luz se prende de la nada a unos veinte pasos de ella. Llegando donde estaba esa luz se encontraba una rasgadura en el espacio-tiempo, ya que Ivanna logró divisar en primera instancia el momento donde quedó atrapada por los engranajes, luego de eso la imagen que soltaba aquella rasgadura era muy diferente, mostraba como dos personas, paradas frente a algo muy parecido a lo que ella tenía enfrente, pero con una diferencia, desde esa especie de “portal” salía una criatura de pesadilla, la cual tenía a uno de los participantes atónitos, aunque al que se notaba mas débil  lo tenía mas calmado, como si tuviese todo en sus manos.

“Quizás donde pasó esto” pensó Ivanna, aunque solo bastó con ese pensamiento para que el portal la trasladara al mismo lugar del cual estaba espectadora, aunque cuando llegó, no se encontraba tan cerca de los participantes, y ahora, le interesaba saber el como llegó  hasta allí y mas aún, si iba a poder volver.

En ese momento, vio como un monstruo horrendo "sometía", ahí, Ivanna sin dudarlo, decidió atacar a la bestia, ya que notaba como el hombre mas cercano estaba un tanto impávido viéndola. Comenzó su ataque corriendo lo mas rápido que podía, en cada paso que daba su furia aumentaba, entre mas se acercaba a la criatura, el miedo se iba creciendo, pero poco y nada le importaba, ya que su rabia a ver gente "desprotegida" era mayor.

En uno de los segundos cortó su collar, y transmutando su brazo derecho con el dije de adamantium creó una alabarda, para poder golpearlo a la distancia y así poder actuar en caso de un contraataque, ahi, con todas las fuerzas que su cuerpo le facilitaban, lanzó un golpe, el cual atinaba a ser muy certero, y al mismo tiempo lanzó un grito de guerra.

Alabarda:

Habilidad:

Material:

El miembro 'Ivanna Romanov' ha efectuado la acción siguiente: Golpe

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'Golpe' :