[Abierto | Robbin] Stay for a minute

05 de Agosto.
9:30 am.

Los rayos del sol se colaban por el visillo que cubría la enorme ventana con vista al lago, la tenue luz llegaba directo a su rostro y lo bañaba con leve calor. Lenta y perezosamente comenzó a abrir los ojos, se encontraba nuevamente en aquella habitación que conocía perfectamente, aquella que la cobijaba cuando tenía pesadillas… como las de la noche anterior. Se removió hasta quedar recostada de espalda, entre las sábanas que rozaban con su piel completamente expuesta como caricias que la animaban a comenzar un nuevo día, uno quizás lleno de aventuras. El calor corporal a su lado le recordó que no se encontraba sola, giró levemente su cabeza para ver a la chica durmiendo a su lado, era feliz de verla dormir plácidamente bajo su compañía.

La noche anterior había entrado a la casa de los Petters sin avisar, aunque nunca avisaba que lo haría, Robbin siempre la regañaba cuando lo hacía pues decía que ya llevaba demasiado tiempo paseando por ese lugar como para hacer parecer que fuese la primera vez. No era necesario ser tímida o pretender ser más humana en aquel lugar, aquello le daba la libertad y la confianza para pasear por las habitaciones con sólo una camiseta holgada que cubriera su cuerpo de la incomodidad que podía ocasionarle al otro habitante de la morada, pero cuando se acercaba la noche, podía dormir como Poseidón la había traído al mundo. La habitación de Rob era como el pequeño lago donde vivía, ahí no necesitaba aparentar.

La fémina comenzó a removerse y, con sumo cuidado, Ran se acercó a su rostro para depositar un suave beso en la comisura de sus labios que finalmente era lo que tenía frente a sus labiales, una costumbre que había adquirido gracias al grupo de Siren con el que vivía y que siempre repetía con la chica frente a ella, pues creía que los besos eran para personas especiales y queridas.- Buenos días -Canturreó feliz de verla despertar, durante la noche había sido ella misma la que la había invitado a dormir, como siempre, en su enorme cama, así que no se asustaría de verla a su lado.

La confianza de aquellas dos era algo diferente, a Robbin no le molestaba que ella se acercara sin ningún cuidado, incluso le había pegado aquella costumbre de andar desnuda por la casa. Esas pequeñas cosas le recordaban a Robbin que se encontraba con un ser pruo y sin malicia alguna, sin morbo, sin vergüenza. Un sobrenatural que era cariñoso y no tenía prejuicio algunocon los demás, ese tipo de seres que merecían ser protegidos y que debían ser imitados en cuanto a sus costumbres "no humanas ". Aun que, bueno, probablemente esa de meterse en la cama de otros por las noches no debería de practicarse sin ningún cuidado como lo hacía Ran con ella en algunas noches para espantar las pesadillas, justo como había ocurrido la noche anterior.

Aquél leve roce de labios la despertó haciendo que sus ojos se abrieran lentamente y con pereza para encontrarse con el sonriente rostro de Ran junto a ella, era común encontrarla en su cama, las primeras veces llegaba a sacarle un cruel susto matutino, pero eso ya había pasado. Estiró uno de sus brazos y atrajo el cuerpo de la sirena hacia ella para abrazarla y ocultar su rostro en aquella melena que daba un aroma a brisa fresca, la brisa que soplaba en aquél estanque en el que ella vivía. —Ran, no... Quiero dormir más. —Murmuró con voz adormilada apresando a la menor entre sus brazos para que volviera a dormir con ella.

Su melodiosa y suave risa no se hizo esperar, el leve olor de la brisa del lago llenaba la habitación y aquello siempre le hacía despertar de buen ánimo aunque verla de ese humor no fuese extraño. Le divertía ver a la fémina medio dormida y protestando, se dejó arrastrar hacia el cuerpo de la chica y la envolvió en un abrazo para corresponder al suyo dejando el rostro femenino en su cuello, era feliz estando cerca de ella. La vida la había llevado hacia aquel lugar, bajo ese techo, junto a esa humana. Inspiró el suave aroma del perfume que utilizaba la contraria y cerró los ojos sin dejar de sonreír, deslizando sus dedos por el suave y largo cabello de la berrinchuda que tenía como mejor amiga. La tranquilidad que le inspiraba la mayor adormilaba sus sentidos, llena de pereza dejó un beso en su sien sin detener las caricias, sintiendo la calidez de Robbin sobre su piel desnuda y la comodidad de su abrazo como señal de que realmente no se movería.- Pero ya es hora de levantarnos, cocinaré algo delicioso para ti, ¿sí?

Pensó que si seguían en aquella posición sólo lograría que siguieran durmiendo, no quería consentir mucho a la chica ya que siempre terminaba cediendo a sus caprichos y cada vez tenía más que cumplir. Se separó un poco para tomar el rostro medio dormido entre sus manos y entrecerrar sus ojos dirigiéndole una mirada cariñosa, antes de que protestara invadió nuevamente el espacio personal de la adversa, uniendo sus labiales en un efímero ósculo que apenas duró unos segundos. Ran no era alguien que se contuviera de hacer algo que quisiera, no conocía lo que era reprimirse, eran muy contadas las ocasiones en las que se veía en la obligación de hacerlo. Luego de ello simplemente se limitó a acariciar las mejillas con sus pulgares volviendo a formar una sonrisa leve sin dejar de observarla, era adorable cuando se encontraba adormilada.- ¿Qué quieres desayunar?

No, no quería levantarse, quería seguir durmiendo abrazada a Ran. Talló su mejilla contra la delicada piel de la sirena como protesta de haberla levantado. —Mn... No, sigamos en la cama, Ran. — La pereza de la cazadora era algo que la mantenía en la cama por horas en las mañanas, y si no fuera por Ran, probablemente pasaría ahí la mitad de la vida y la otra mitad mendigando por comida en las calles, lo cuál solía usar en contra de ella para sacarla de la cama o de cualquier berrinche como hacía justo en ese momento. Liberó de su abrazo a la menor  dejando que aquella cálidapero fugaz caricia sobre sus labios terminara de despertarla dejando una sonrisa en su rostro, aquellos besos y caricias eran algo a lo que se había acostumbrado y había tomado como parte de su rutina desde la primera noche que la Siren durmió en su casa.

Talló sus ojos y levantó su cuerpo como si se tratara del objeto mas pesado sentándose en el borde de la cama mientras acomodaba la camiseta que traía puesta, miró a Ran y pronto se quitó la misma prenda para colocarla sobre el cuerpo de la mas baja. —Ya no estamos solas en casa. — Le recordó acomodando la camiseta sobre el pequeño cuerpo de la joven. Hacía poco que su hermano vivía con ellas, que había regresado a su hogar, por lo que caminar desnudas por la casa de los Petters ya no era una buena opción. Quedando ella misma en interiores tomó del armario una de las camisas que eran de su padre, se la colocó y en cuanto terminó, tomó a Ran en brazos como si fuera su esposa y la llevó cargando hasta la cocina.

Observó con curiosidad a la mayor, había logrado que se levantara y eso era lo único que necesitaba para comenzar la mañana. Su risa escapó en un volumen moderado y aterciopelado mientras Robbin cubría su desnudez con la misma ropa que traía puesta segundos antes, el aroma de la chica llenó sus pulmones y sonrió por ello, le gustaba despertar así, quizás era por eso que siempre terminaba durmiendo con ella más seguido de lo que deseaba. Asintió a sus palabras, sabía que alguien más vivía ahí, la contraria le había contado que se trataba de su hermano, pero nunca lo había visto, de seguro era bueno ver a la familia después de tanto tiempo.- Es una pena no poder caminar desnuda, pero tampoco quiero que tu hermano se sienta incómodo en su propia casa. Debe ser difícil volver a un lugar después de tanto tiempo. -Desvió su mirada hacia su propio cabello mientras esperaba que la mayor se vistiera, se encontraba despeinada, así que comenzó a deslizar sus dedos como si de un peine se tratara.

De pronto, los brazos ya conocidos la alzaron sin esfuerzo alguno, la altura y poco peso de la menor era ideal para aquellas acciones. Volvió a reír de manera infantil, se sintió como una recién casada y no era la primera vez, pero nunca le molestaba el contacto con Robbin. Envolvió a la mayor en un abrazo por sobre sus hombros para no caer, aunque supiera que eso no pasaría se sentía más cómoda y segura así, siempre cerca de ella, pues nadie la quería más que la humana, nadie la cuidaba más que ella. El camino a la cocina era largo, mientras bajaban por las escaleras la observó con curiosidad.- Aún no me dices qué quieres desayunar, ¿también debo hacer comida para tu hermano? No sé si está en casa y quizás le cause buena impresión que la esposa de su hermana prepare algo de comer. -Bromeó entre risas suaves, la mayor no era buena cocinando, no sabía hacerlo. En cambio, Ran había aprendido con una increíble facilidad a utilizar el espacio de la cocina y todos sus utensilios, no le resultaba difícil, no era algo tan complicado, quizás a sus hermanas les hubiese gustado probar la buena comida de la Siren.

Con suavidad, bajó a la sirena de sus brazos y la sentó en la barra para recargar su cabeza en las piernas de la contraria mientras sus brazos se aferraban a la diminuta cintura de la menor. —No se si estará en casa, tal vez ha salido desde temprano.— Murmuró con un ligero puchero en sus labios, puede que se hubiera levantado de la cama, pero el sueño y la pereza eran demonios contra los que luchaba constantemente por las mañanas. —Tal vez deberías preparar su parte también, si no está en casa, me lo comeré yo. — Le respondió con una sonrisa en el rostro alzando su cabeza a la altura de la de Ran para lamer su mejilla antes de morder ésta con suavidad.

La cazadora se separó  y buscó en la alacena una pequeña cesta con moras que comenzó a meterse a la boca de una a una observando a la sirena por toda la cocina, Ran era parte de su rutina y le encantaba, le encantaba mirarla sorprenderse ppr algunas cosas, enojarse por tener que adoptar costumbres como usar ropa, el como la consentía, amaba todo eso de su amiga. Robbin continuaba metiéndose moras a la boca sin ningún cuidado observando a la menor desde el suelo y estirando de vez en cuando las piernas para llamar su atención y verla sonreir. —Creo que no te he presentado a Nathan ¿Verdad? — Cuestionó dejando de comer y alzando la mirada hacia la joven. Las cosas habían pasado muy rápido  con el regreso de su hermano, se lo había mencionado, pero no los había presentado con formalidad.

Con una suave sonrisa acariciaba los cabellos de la mayor mientras esta hacía su berrinche matutino, con cuidado deslizaba sus dedos por la larga cabellera ajena, suave y sedosa como siempre.- Entonces haré comida para tres, te creo muy capaz de comer su parte. -Comentó entre suaves risas, pues lo que decía era cierto, la había visto comer y sabía que Robbin no tenía una medida exacta, así que Ran se había acostumbrado a cocinar más de lo normal para darle en el gusto. Apenas la cazadora se separó de ella, se bajó de la barra para comenzar su trabajo y alimentarla, el berrinche no terminaría hasta que tuviese la boca llena.

-Haré Hot Cakes… -Murmuró en voz alta mientras sacaba de la alacena los ingredientes que necesitaba para realizar la mezcla, recogió su cabello en una coleta para comenzar su labor. Mientras mezclaba a medida justa cada ingrediente pensaba que no había visto al dichoso hermano de Robbin, ¿cómo sería? La curiosidad de conocer al mayor de los Petters nacía a raíz de todas las historias que Robbin le contaba sobre cómo era su familia, sus padres, todo aquello que ahora era un recuerdo. Ran no tenía mucho que contar al respecto, es decir, no conocía a sus padres, pero sí podía describir el lugar donde había crecido y a quienes consideraba su familia. Era eso lo que quería ver, a dos hermanos de verdad y la relación que tenían, ¿cómo se tratarían?- No, nunca lo he visto, sólo lo conozco a través de tus historias. -Comentó sin dejar de ver la mezcla casi lista.- ¿Le dijiste que… paseo por aquí seguido? ¿Crees que le moleste? -No pudo decir que “vivía” en esa casa, es decir, su hogar era el lago ubicado en el patio trasero de la casa, ese era el hogar de los Petters, no de ella.

Dejó de meterse moras a la boca y abrazó el canasto. —Nathan... Es muy mezquino al principio. — Comentó con algo de tristeza. —Pero no es malo, fue muy bueno conmigo desde que llegó a casa y siempre me trató bien. — Intentaba contar a Ran todo lo que podía de su hermano, sabía que sus personalidades podían chocar, pero también sabía que Nath le estaría agradecido a Ran por haberla cuidado durante este largo año en el que se había convertido en alguien importante para la cazadora y la principal razón de que no hubiera muerto de inanición.

—Él... Es mi hermano, lo quiero como tal, pero es muy diferente a mi. — Le comentó con una sonrisa triste, pues tenia presente que si había una relación entre ambos, era por que el mayor era mucho mas sensato que ella cuando chocaban sus personalidades, eso la hacia sentir que su hermano era demasiado amable con ella.

La cazadora se levantó y sacudió su camisa para acercarse a Ran por la espalda y abrazarla recargando su mentón en el hombro de la sirena. —Y basta con eso de "Paso por aquí seguido. " Esta es tu casa también,  es nuestra casa. — La regañó dejando un beso en su mejilla. —Llevas un año así, este es tu hogar, sin ti, no es una casa en la que quiera vivir ¿De acuerdo? — Dijo mientras hundía su rostro en la melena de la joven para volver a aspirar aquél aroma que la adormilaba por completo.

Escuchaba con atención cada palabra, no necesitaba mirarla para saber cómo se movía su rostro, sus muecas o incluso movimientos, ya los conocía y podía imaginar lo que estaba haciendo en ese momento. Pasaban suficiente tiempo juntas para saber qué tipo de caras podía hacer. No quiso interrumpirla, prefirió seguir con lo suyo de forma que pudiese seguir el hilo de pensamientos que estaba dejando salir en voz alta. Quería mucho a Robbin, la amaba, por lo mismo no pensaba causarle problemas… pero no podía evitar pensar en este “hermano” como un intruso en sus vidas, uno en el que no confiaría hasta que demostrara lo contrario, no podía entregar a su Robbin a alguien que no estaba capacitado para cuidar su espalda en las duras batallas, protegerla incluso de sí misma y amarla como se merecía. Sin darse cuenta ya había terminado de preparar todo, buscó platos para servir el desayuno, pero el abrazo de la mayor detuvo su tarea. Una sonrisa sutil se formó en sus labios al escuchar sus quejas, pero no podía evitarlo, Robbin y Nathan eran dueños de esa casa, que Ran durmiera ahí no significaba que también lo fuera.

-Duermo en tu cama casi todas las noches y no por eso es mía. Es difícil acostumbrarme a una casa humana, es sólo eso, no lo tomes a mal. -Murmuró divertida, no era del todo mentira, esa era una de las razones por las que no podía llamar a ese lugar “hogar”. Giró su cuerpo sin deshacer el abrazo para quedar así frente a frente con la más alta, sin dejar de sonreír, deslizó sus manos por la cintura ajena para envolverla en un abrazo y besar suavemente la mejilla de la aún dormida cazadora.- No te preocupes por Nathan, intentaré llevarme bien con él sin importar lo que pase, lo único que me haría odiarlo sería que te hiciera daño. -Confesó con suma tranquilidad, mataría a quien fuera con tan de mantener a Robbin feliz.- Y no necesito un edificio al cual llamar hogar… tú eres mi hogar y sea donde sea que estés, ahí me sentiré como en casa. -Su risa melodiosa se dejó escuchar en un tono bajo, mientras una de las manos de la sirena acariciaba por sobre la ropa en largos movimientos la espalda de la más alta, de arriba abajo, todo para dejarla tranquila. Volvió a besar la mejilla ajena, de haber estado frente a frente le hubiese besado como correspondía, pero no era la ocasión, así estaba bien.

Los ojos de la cazadora se humedecieron con levedad haciendo que ocultara su rostro en el cuello de la pequeña Siren. La quería tanto, esa pequeña niña se había convertido en su hogar, en su familia, en lo que más le importaba. Amaba a Ran, la amaba de verdad, como una amiga y una hermana. —Deja de decir esas cosas, si no se llevan bien, yo misma lo echaría de casa. — Le dijo riendo, pero era verdad, Nathan la había dejado sola y habia regresado a ella siendo completamente distinto. Robbin no estaba segura de que tan agradable era aquello, a penas se habían visto, no habían hablado mucho tampoco, no estaba segura de qué pensar, solo estaba segura de Ran y era todo lo que necesitaba en ese momento.

La menor se separó un poco de ella y apretujo las mejillas de Ran para hacer que abutlara los labios. —Mi hogar también eres tú, Ran, si no estuvieras aquí me sentiría como una extraña...— Le dijo con una triste sonrisa para terminar acercándose y tallar su nariz con la ajena. —Promete que tu nunca me vas a abandonar. — Le susurró. —Todos me dejan atrás, menos tú. — Le confesó y era verdad,  hasta su hermano había logrado seguir la vida después de ella, la hincar estancada en Nunca Jamás había sido ella, quien se había convertido en Peter, en una niña perdida.

Su risa no demoró en salir de su boca ante la idea de Robbin sacando a patadas a su propio hermano de su propia casa, sabía que esa broma era a medias pues conocía lo que la mayor podía hacer y no ponía en duda que esa fuera una posibilidad. Sobre todo porque sabía que el tal “Nathan” había abandonado a su amiga, no deseaba juzgarlo, nadie se merecía serlo sabiendo sólo un lado de la historia, pero no podía evitar sentir recelo por aquel que volvía después de tanto tiempo. Tantas cosas habían pasado, tantas batallas a su lado le habían dado el conocimiento necesario para ver lo sola que estaba, lo sola y herida que se encontraba. Esperaba que aquel tipo hiciera bien las cosas, en el estado en el que se encontraba la mayor sólo necesitaba afecto para comenzar a sanar sus heridas, pero no proveniente de la Siren, sino más bien de la familia con la que se había criado.

Observó con una ligera pizca de sorpresa a la cazadora mientras se dejaba hacer por ella, sus palabras llenaron de calidez el corazón de la Siren quien se sentía como una consentida, la amaba sólo como se ama a una hermana, era su persona especial. Dejó que hablara, pues parecía estar perdida en un mundo en el cuál ella no podía entrar, un mundo dentro de un castillo con grandes paredes como sólo lo era su mente, esa preciosa mente llena de belleza. Robbin era la pequeña princesa de Nunca Jamás encerrada en la alta torre de su cabeza situada en el pasado, pero Ran no conocía el respeto ni la importancia de las clases, no seguía reyes, no le temía a los dragones. La Siren era una aventurera, una guerrera efímera, no buscaba gloria ni coronas. La sirena buscaba vivir la pelea y desaparecer hasta la siguiente batalla, gozar la gloria de sus cicatrices, conquistar un mundo y cederlo sólo para volver a conquistarlo. Así mismo, Robbin era esa mujer sobre la cual no hablaba con nadie, esa chica que era sólo suya, su motivación a que el mundo fuese mejor, a entrar en guerras y recibir ataques para que Nunca Jamás fuese el mejor hogar para que ella pudiese reinar cuando llegara a tomar asiento en el trono. Sería una heroína por el pueblo que algún día recibiría el amor de su actual princesa.

-Nunca te abandonaría, preciosa… Prometo nunca irme de tu lado, yo te voy a cuidar, siempre estaré para ti y si te vas te esperaría. -Llevó sus manos hacia las mejillas de la chica, quien parecía estar hecha a mano como la más hermosa muñeca llena de vida. No podía prometer ser su caballero, pues hasta ellos abandonaban a sus princesas cuando estas dejaban de portar una corona y, aunque la cazadora dejara de portar un título, Ran permanecería a su lado no sirviendo a una familia ni a una joya sobre su cabeza, sino única y especialmente a la chica frente a ella.- Estoy contigo por gusto, porque te amo mucho, pero eres libre de ir y venir. Tu hogar siempre estará esperándote.

Ante las palabras de Ran sus murallas no aguantaron mucho, cayeron echas pedazos a los pies de la pequeña Siren, de la pequeña guerrera que con la delicadeza de una flor podía eliminar cualquier obstáculo frente a ella, su pequeña amiga que era capaz de desarmar a una flota de piratas con una simple mirada de esos ojos tan claros y bellos como lo era ella. Así era Ran para Robbin, una fina arma forjada con la plata de las minas en las cuevas de nunca jamás y moldeada por las olas del océano, una guerrera que podía atacarla y herirla con facilidad, pero que había decidido pelear a su lado. Así de hermosa era ella a sus ojos.

Las manos de la cazadora la liberaron un poco para acariciar sus mejillas con toda la delicadeza que podía, toda la que sus ásperas manos que habían sido entrenadas para matar a su clase,  a una criatura como ella, aquellas manos que habían sangrado por los entrenamientos y que tantas veces estuvieron solas hasta que llegó Ran para tomarlas y llenarlas de algo hermoso como era todo su ser.

Los ojos de Robbin se abrieron para dejar ver a la Siren todo lo que sentía mientras dejaba caer algunas lágrimas, su sonrisa se hizo presente sólo para ella y la abrazó tan fuerte como pudo sin hacerle daño. —Seré fuerte para ti Ran y para Nunca Jamás, nadie los tocará mientras yo tenga vida, son todo lo que tengo. —Le hizo como un pequeño juramento, por que si podía pelear a lado de Ran, entonces era fuerte y si peleaba frente a ella para protegerla,  entonces sería invensible para que nunca nadie le hiciera daño.

Robbin estaba feliz al lado de Ran, todo lo que necesitaba. La liberó de su abrazo y besó su mejilla con cariño, no esperaría por nadie nunca más, no por alguien que la había dejado atrás, se quedaría y se haría cargo del trabajo de sus padres, iría más lejos y más alto que nadie, pero para eso tenía que cerrar ciclos, asuntos pendientes. Tenía que dejar ir a su hermano.

La menor se alejó de la cocina y se dirigió a la puerta principal, una puerta que había permanecido abierta todo este tiempo para él, por si regresaba a ella, para que tuviera un lugar al cual llegar sin sentirse extraño. Robbin estiró la mano al picaporte y lo empujó para cerrar, no era que no lo dejaría volver, simplemente su regreso tendría que ser con previo aviso, tocando la puerta como alguien que no poseía llave de aquel reino, como alguien que era un extraño. Las manos aun le temblaban cuando regresó a la cocina, se echó al hombro a la Siren y tomó la comida para ir al pequeño estanque.

Las caricias de Robbin siempre eran bienvenidas para la menor, el contacto en sus mejillas se sentía agradable, pues era la cazadora la única bien recibida en su poco espacio personal. Si había algo preciado en su mundo era la sonrisa de su compañera de batallas, ella era su mayor tesoro en todo el mundo, pues la Siren no necesitaba joyas ni posesiones, nada en el mundo se comparaba a pasar tiempo con la menor de los Petters. Correspondió el abrazo sin dudarlo, pues nunca dudaría ni un segundo de la adversa aunque eso significara perder la vida, estaba más que dispuesta a entregarla si eso es lo que deseaba. Sus palabras sólo sacaron una suave y dulce risa de la boca de la hija de Poseidón, no quiso decir algo que entorpeciera su juramento, las palabras sobraban en una ocasión como aquella, donde ambas sabían perfectamente que su espalda estaba cubierta por la otra.

Recibió su beso en la mejilla manteniendo su sonrisa y siguió con la mirada los movimientos que parecían darle fin a algo importante, desde que había llegado a esa casa, esa puerta había sido mantenida abierta por motivos que desconocía, pero ahí estaba la cazadora, cerrándola como si tomara una gran decisión. Una muy personal que no era necesaria explicar. Así la recibió de vuelta, con la misma sonrisa con la que se había ido, con la misma sonrisa que siempre la recibía y la recibiría hasta que su cuerpo se convirtiera en espuma. Lo que no esperaba era ser cargada de esa forma, su aspecto pequeño y poco peso la hacían un blanco fácil de levantar, acción que sacó una vez más su risa, esta vez más sonora y duradera.- ¡Oye! Robbin, no. -Bromeó entre risas, un intento de queja que no convencía a nadie, pero que a fin de cuentas era sólo para sacar una sonrisa de la mayor.

Una vez llegó al pequeño lago y sus pies lograron tocar tierra firme observó fijamente a la cazadora, la cual parecía inmersa en sus propios pensamientos. No quiso molestar, así que sólo tomó la única prenda que la cubría para deslizarla fuera de su cuerpo y no arruinarla, dejándola colgada en la rama del árbol más cercano. Así, corrió por el muelle que unía la casa de los Petters con la pequeña laguna donde vivía la Siren, su largo cabello y sus mejillas eran acariciadas por el viento, el cual la recibía con el mismo cariño de siempre. Al llegar al final del camino de madera se impulsó para caer en un elegante clavado digno de quien estaba acostumbrado a aquello, ahí, bajo el líquido cristalino que parecía amarla, sus piernas se moldearon para dar paso a su hermosa cola dorada, anaranjada como el atardecer y delicada como el mismo momento. Se impulsó con ella hacia la superficie, donde al sacar la cabeza logró ver a Robbin comer lo que la menor había preparado.- Hoy prepararé la comida lo que quieras, te lo prometo.