[Privado/Kaori] Zugzwang

Mephisto en esencia es el caminar sin rumbo aunque tenga una meta al final.

Mephisto es el evolucionar, el cambiar sin descanso, el mutar para mejorar, el destruir para recomenzar.

Lo único que consigue con eso son dudas y un cansancio que ya no le deja respirar. De tanto pensar se ha quedado sin ideas y de tanto soñar no ha podido materializar nada. Le hace falta detenerse un momento – uno muy largo – y sentir más e imaginar menos. Vivir más y prever menos.

Ha abandonado la corona, el trabajo, la soberbia y a sí mismo esa tarde. Pretende ver el tiempo pasar sin hacerle la carrera, sin querer atarlo a sus cabellos. Quiere que el viento se le cuele en las hebras y no intentar respirarlo. Hay poesía en los silencios y quiere que los versos se le olviden para poder escribir unos nuevos. No. Quiere permanecer así un momento – uno muy largo – y sonreírle a los que no conoce, no recordar a los de siempre ni esperar a los que nunca van a regresar. Quiere estar suspendido en el presente aunque sepa lo que el futuro le ampara y el pasado le grita que se repetirá.

Hoy tiene fe.

Hoy cree a ciegas en lo que su escepticismo reclama. Hoy no reniega del cielo que le arrebató las alas porque sabe que no las necesita aunque las quiera de vuelta. Hoy se conformará con no volar porque caminar parece el único medio viable. Sale del fondo del pozo y quiere mirar al mundo a los ojos sin tener que ocultar los suyos. Quiere capturar estrellas para que no se le vayan fugaces y pedir los deseos él en vez de ser el que los otorga.

Se siente libre al fin.

No será un villano ni el líder de una secta.



Se merece ser normal, ser uno más del montón que se avista por los rededores del faro. Sentado en esa banca esperando no sabe qué. Esperando nada. El humo del cigarrillo no vuelve, pero no es relevante porque es lo que menos quiere. Quiere permanecer así un momento – uno muy largo – y que el gris se funda con los colores del atardecer para que el sol y la luna consuman su desgano y le revivan desde la médula más allá de las sinapsis. No quiere pensar, quiere sentir lo que ya no sabe siquiera si alguna vez ha sentido o si está bloqueado o lo ha olvidado.

A mi edad las velas cuestan más que el pastel. No tengo miedo de morir. Tengo miedo de que no he estado vivo lo suficiente. Debería estar escrito en cada pizarrón de los salones de clases: La vida es un patio de recreos- o nada.


Mientras apaga las últimas cenizas del cigarrillo que es su única compañía, se permite suspirar como si quisiera quedar completamente vacío, más de lo que ya está, pero ésta vez con la intención de que lo que sea que suceda en ese precioso momento – uno muy largo – se quede dentro suyo y nunca más le abandone. Pero no será porque le abandonen a sabiendas, no será culpando al otro. Gunnie –hace mucho no recuerda su nombre- se encargará de que lo que sea que suceda, se vuelva eterno.