[Privado con Mephisto] "A black road and two new witches."

Entre los diferentes mundos la existencia de las diversas razas que pueden a voluntad traspasar con naturalidad de un mundo a otro a través de las capas que separan estos es un hecho que es poco conocido, omitiendo de manera obvia a los seres que poseen entre sus capacidad y cualidades naturalezas ese don, como en el caso de los raza heterogénea la cual la los Demonios. Entre la infinidad de demonios existente en el infierno y otros lugares uno de ellos quien recién volvía a despertar, Leviatán de la envidia hacia presencia en la tierra mágica de Oz.


Suprimiendo como fuera posible toda su energía y intentando producir un presencia que resultara de mas agrado para los habitantes de ese mundo, Leviatán proseguía a continuar por el camino amarillo, la existencia de un poderoso mago en ese mundo era un rumor que se conocía desde hace mucho tiempo y si así era de poderoso debido a la actual situación en la que se encontraba la curiosidad del pecado se encontraba presente.

Una tarea relativamente fácil que no debía costar mucho, alejando la leve molestia que le generaba todo el color y la “belleza” de ese mágico mundo, hace mucho tiempo desde la última vez que el demonio piso ese camino amarillo y realmente los recuerdos que presentes del pasado lejano eran muy agradables y podía reflejarse en su pálido rostro que mostraba un parecido al deseo de vomitar. Exhalo con profundidad y recuperando el color del rostro de su cuerpo (así como la compostura) comenzó a marchar sobre aquel colorido camino amarillo en dirección al castillo.

La tierra de Oz era un lugar misterioso. No era la primera vez que visitaba, porque en su calidad de Dark One, en todos los mundos donde la magia estaba presente, él en algún momento era requerido. Alguna vez en el pasado, con otro cuerpo y otras intenciones, había sido invocado por Elphaba y había enseñado uno que otro truco a la malvada hechicera aunque el precio que tuvo que pagar fue que la envidia le consumiera hasta pintarle el rostro de verde.

Mephisto no apreciaba ese pecado. La envidia le complicaba, le escocía, porque en desear lo que los demás tienen se caen barreras que jamás debieran ser desarmadas. Durante mucho tiempo pensó que era avaricia, pero en realidad tenía más de lo que muchos pudieran querer. Era sólo cuando un ser único hacía presencia, que el hambre por saber y poseer le consumía. Envidiaba constantemente y con los años y mucho trabajo estaba aprendiendo a controlarlo.

Regresar a Oz era volver a pisar sobre hielo frágil, tratando de evitar las grietas para no caer en el oscuro lago sin fondo. El Mago le había llamado por ese antiguo alias que era El Oscuro. No conocían su nombre real allí en ese reino y prefería que se mantuviera así, pero mirar tan de golpe a un pasado que le parecía completamente ajeno era incómodo. Además el soberano tenía la mala costumbre de ser impuntual al punto de a veces retrasarse semanas en sus citas. Cuando eso ocurría, como hoy, dejaba la sala del trono vacía, para que cualquiera tomara posesión del poder mientras él regresaba. Mephisto miró a todos lados, suspirando pesado, tomando asiento en al pomposo sitial real, encendiendo un cigarrillo. Huginn, Muninn y Nam jugaban despreocupados por el salón y el demonio en ese instante los envidió, porque sus tres cuervos no temían, no se incomodaban y nada a nadie le debían.

Inspiró profundamente el humo de su vicio y lo dejó ir con aire ausente. Esperaba que nadie llegara a pedir consejo, no porque no pudiera darlos o porque fuera difícil para él reinar. No, cualquier cosa menos eso, él era un Rey y la corona le quedaba natural, pero sólo quería hablar luego con Oscar para cerrar un nuevo trato y volver al Mundo, a la tranquilidad de su hogar y a sus planes mucho más grandes que estar facilitando favores a un Mago que nunca le había simpatizado.

Pensando en eso envió a Huginn a averiguar si Oz estaba en alguna parte y a Muninn a recorrer el camino amarillo, a ver si alguien se acercaba. El pequeño Nam voló a sentarse en su regazo, acomodándose adormilado. Mephisto le sonrió y acariciando la diminuta cabecita se quedó, tratando de no mirar el reloj de pared, aunque los ojos siempre ocultos por el cabello se iban hacia el péndulo que se sentía como una sentencia mortal en el fondo del pozo.

Sabía que ese día sería cualquier cosa menos tranquilo.

Intentando ignorar de todo aquello que resultara ser molesto en su viaje aun así el [Pecado] no se explica cómo termino siendo perseguido por un grupo de tres criaturas molestas, para mayor información aunque no era algo de interés esta los individuos se encontraban en búsqueda del famoso [Mago de Oz]. La primera de estas en toparse en el camino del [Pecado] se trata de una joven mujer perteneciente a la raza de los [Hombres Lobos] de rasgos suaves en su rostro pero un aura que emanaba para intimidad aquellos que resultaran más débil, su rojizo cabello largos y desordenado como una melena en llamas, su nombre Ruby dicho por ella misma y su historia en resume narra el hecho que fue maldecida por una [Bruja] que encontró a su amado teniendo intimidad con  la [Loba], por eso la [Loba] fue maldita de manera humillantes con parásitos mágicos que afectaran la dermis de la [Loba] toda su vida, en otras palabras pulgas.

De segundo se encontraba un [Hombre Árbol] aunque diferente a otros de su especie ya que se observaba muy marchito, su nombre además era desconocido ya que su dialecto no era entendible por ninguno de los presentes, por lo que no existe más nada que se pueda informar. Dejando de ultima pero sin restar importancia  y siendo el personaje que más le resultaba interesante para el [Pecado] se trata de una mujer de las tribus de las amazonas, con dos metros y medios de estatura, una piel color bronce y un cuerpo trabajando características de las mujeres de dicha tribu, la [Amazona] observaba con constante desprecio al [Pecado] que sin importar lo molesto que todos les resultaba aun así actuaba de una mera “agradable” por una razón en particular. La [Amazona] también fue un personaje que no decidió contar la razón de su búsqueda pero estaba claro para el [Pecado] ya que podía sentir el corazón roto de dicha mujer.

El viaje en compañía suelen hacerme muchos más cortos es lo que se dice con popularidad. ¿Qué demonio invento dicha mentira? Leviatán tuvo en efecto contrario, su viaje se hizo mucho más largo con su ya mencionada compañía, sumando el hecho que sus pensamientos no podían ser dicho debido a esa sensación que cargaba encima de ser vigilado por lo que todo el viaje se hacía de agradable y simpático chico humano hasta el punto que dos de los tres presentes ya lo consideraban un amigo. Pero como algo inevitable finalmente se llego al destino un gran castillo que más bien parecía una fortaleza. –¿Alguna idea de cómo entrar? – Pregunto al unísono que el trió parecían realizar una rutina de calentamiento para antes de comenzar a hacer ejercicios.