Nuevas caras — Priv; Rosie

Los cantos del Siren estaban agotados luego de una eterna tarde en aquella laguna. La noche prometía algo agradable, se sentía en el ambiente un delicioso aroma dulce. Kristoff salió de aquellas cristalinas aguas desnudo, caminando a su pequeño y humilde hogar oculto en lo profundo de aquellos bosques. Se vistió de forma casual para poder disfrutar de algo tranquilo, de la vida nocturna en alguna de las ciudades de este mundo.

Unos amigos en su trabajo habían nombrado la libertad que había en algunos pub de una ciudad en Canadá, Kristoff de curioso viajaría hasta ese lugar solo para poder cambiar de ambientes, quien sabe si podía pasar buenos ratos, y nuevos recuerdos en su mente, para que lo acobijaran mucho mas. En su hermosa laguna visualizó una de las hermosas costas de la ciudad. De un piquero se tiró llegando de inmediato a las aguas de aquel lugar. Su cuerpo salió en instante de aquellas aguas, por suerte no siendo visto por nadie. Sus ropas mojadas no le importó, solo se dedicó a caminar por aquella costa tranquilo en su forma humana mirando esas luces y el aire que era diferente, incluso los idiomas se le era algo atractivo.

En su andar iba como un niño curioso, tratado de buscar entre las calles iluminadas algún lugar donde poder pasar la noche, para divertirse y estar tranquilo, o si no terminaría otra vez metido en aquellas aguas, hablando con los peces. Esperaba que por ultimo un milagro llegara pronto al frente de él, sin embargo un accidente fue, cuando en su forma de ser distraído pasó a empujar a una persona al frente de él. El golpe no fue tan brusco pero de seguro la otra persona estaría molesta. — Disculpa no fue mi intención —Dijo de inmediato mirando a la victima de su distracción.

Bochornoso, aburrido, fastidioso ¡Que va! Un día desagradable para la garou, caluroso y un poco insoportable a tal grado que le había producido dolor de cabeza. No le gustaban los días así, ella prefería la nieve, la lluvia o el viento, pero todo menos el calor. Durante la mañana se dedicó hacer el aseo de su departamento, una limpieza en general le hacía falta. Abrió todas las ventanas de su departamento para que el poco viento refrescara el lugar, puso música a todo volumen pues así se divertiría un poco mientras limpiaba. Así pasó casi todo el día y al terminar todo se encontraba completamente limpio y en su lugar. Quizás era un poco tarde para salir pero no le importaba, se merecía un poco de diversión después de un día fastidioso y beber alguna bebida fría no le haría daño.

Rosie se vistió con un vestido de acuerdo a la ocasión, planeaba ir por un frappé de caramelo o de menta, no sabía con exactitud qué pero un café era lo que se le había antojado. Tomó su bolso y salió del departamento ya más tranquila, el día comenzaba a ponerse fresco y eso le agradaba. Caminaba por las calles de Vancouver a un paso tranquilo, hacía mucho que no caminaba a esas horas en la ciudad pues la mayoría de las veces tenía trabajo o simplemente deseaba llegar a su casa para descansar.

Su olfato le indicaba que había un café que se encontraba cerca de ella por lo que se fue guiando por su sentido, y cuando encontró el local una sonrisa amplia se formó en sus labios, sin embargo, ante tal exquisito olor cerró sus ojos y no se dio cuenta de que un joven caminaba hacia ella, cuando menos lo esperó un pequeño choque hubo entre ambos cuerpos provocando que Rosie se tambaleara un poco. De inmediato abrió sus ojos y volteó a ver a la persona con quien había chocado, no estaba molesta con él pues ella de pronto se detuvo y no se fijó a su alrededor, aunque…pudo sentir un poco de humedad en la ropa ajena que le incomodó un poco. Escuchó su disculpa y negó con sutileza mostrando una amable sonrisa. –No te disculpes, yo también he tenido la culpa, perdón. –se colocó un mechón de cabello detrás de su oreja, sacudió un poco su vestido observando que la ropa del joven estaba húmeda en realidad, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal y lo miró directo a los ojos. –¿Estás bien? … -cuestionó con cierta preocupación, no era muy normal encontrarse con personas que tuviesen la ropa húmed

Una dulce voz sonó en el aire, llegando a sus oídos, notando que la víctima había sido una hermosa dama, la cual amablemente también tomaba como responsabilidad lo sucedido. Notó como también había mojado algo de su ropa y eso lo hacía sentir mucho más avergonzado, además que la apariencia que llevaba en ese momento no era la mejor capaz para conocer a alguien. Se arregló un poco, aunque sea sus desordenados y húmedos cabellos blancos, y su ropa además.

Sus ojos azules se toparon con los ajenos ante la pregunta de la joven, y mirando un poco su aspecto y pensando solo unos segundos, volvió a mirarla y asintió con una amable sonrisa. Debía inventar alguna excusa ya que no muchos creerían que alguien estaba bien con esa imagen toda mojada. –Solo que me perdí en el camino, y soy distraído y me caí en el agua por allá –Apunto a cualquier lado, mostrando siempre una sonrisa en sus labios, aunque su hablar era algo nervioso, pero así era aquel Siren en su forma de ser diaria, menos en el trabajo. Estaba en una nueva ciudad solo, con la única motivación de haber escuchado los comentarios de esa hermosa ciudad, y como si fuera un accidente milagroso, usaría a la chica para preguntarle algo. –Sabe, no soy de acá como le dije… ¿Usted sabe dónde puedo ir para comer o pasar un rato agradable en esta ciudad? –Preguntó con algo de vergüenza, mostrando una sonrisa algo complicada, ya que no estaba acostumbrado a tener aquellos encuentros tan espontáneos, ya que su forma de ser era bastante tímida, aunque era un joven bastante algo y a veces con una personalidad algo áspera en su trabajo.-

Se tomó su propia mano pensando en la situación en la que el ajeno estaba envuelto ¿Había sido su pareja quién provocó que se cayera al agua? Quizás una pequeña discusión bastó para que el chico frente a ella acabara mojado. Sus pensamientos fueron interrumpidos por las siguientes palabras del siren y con una sonrisa tierna sobre su rostro, respondió. –Ya veo…no debe de ser muy agradable caminar por la calle con la ropa húmeda. –El chico frente a él parecía alguien bastante agradable, la sonrisa que llevaba en su rostro era muy tierna o al menos así lo percibía la loba; además el color de su cabello era único, hasta el momento no recordaba a alguien que tuviese el cabello tan blanco, sin duda alguna parecía ser alguien singular. Mientras escuchaba al joven hablar, Rosie mantuvo su mirada fija en los ojos ajenos asintiendo suavemente a lo que decía. –En realidad estaba en busca de algún lugar dónde comer, me encontré con este café... –señaló sutilmente el local que estaba a uno de sus costados. –Pero para ser sincera creo que el hambre ya me invadió. –dijo entre algún par de risas. Se preguntaba si el joven frente a él le gustaría acompañarla a comer, sirve que así ninguno de los dos comerían solos, además el siren no se perdería en su bonita ciudad. –Podríamos comer juntos, si no te molesta. –Rosie se encogió un poco de hombros y esperando la respuesta del contrario, mantuvo una sonrisa amable sobre su rostro.