Cato || Imaginario.

Psicología

Cato es sin duda el ser más calmo que te puedes cruzar por el camino. En extremo perezoso, vive todo el tiempo aburrido, por ende, ello lo lleva a investigar, además de su curiosidad que aparece de vez en cuando. Eso sí, cuando se trata de proteger, su lado tranquilo y amable, aquel a lo que tanta gente se acostumbra, desaparece. Se vuelve un ser violento, sádico y para nada compasivo con los horrores; los detesta, el considera que no sirven para nada más que destruir. Y el no permitiría eso nunca. Su hiperactividad es casi nula, pero sin embargo suele ser muy divertido, contando anécdotas, o tal vez chistes, de esos que podrían sacarte buenas carcajadas. Pese a su fachada de distraído, el está observando todo lo que sucede, por lo que sus enemigos no deberían confiar en ello. Es astuto, y muy precavido, a veces demasiado.

Historia

Hace ya bastante tiempo, mientras que Cato vagaba por el mundo de la Imaginación, escuchó su nombre. ¿Alguien lo estaba llamando? Y el nombre se escuchó una y otra vez, como si lo estuviera cantando. Se trataba de lo mismo que los demás allí estaban dialogando. Algún día llamarían su nombre, y se verían en un sitio completamente diferente, según otros decían. Hablaban de "humanos", "niños", "familia".... Pero... ¿Le había llegado su turno de descubrir todo aquello, del cual le daba curiosidad dicho tema? Agitó su cola con cierto aire de inquietud, y se acercó hacia la puerta en un andar discreto. Aquella puerta se estaba abriendo para él, una puerta de color celeste, al igual que su pelaje y sus alas. Y cuando cruzó, se vió frente a una criatura increíble. Tenía ojos rasgados y de color oscuro, labios ligeramente rosados, piel clara, y cabello corto. Sin duda, muy distinto a él, y a los seres que acostumbraba a conocer. "Hola, Cato" saludó. "¿Tú serás mi amigo, verdad? ¿Jugaremos mucho juntos?"
¿Jugar? ¿Qué era eso? Iba a decir algo, pero sintió algo que lo tocaba. ¿Aquel ser lo estaba acariciando? Fue una sensación que nunca experimentó, sentir caricias en sus orejas felinas y en su cabeza. Se sentía muy bien, bastante bien. Fue en ese entonces que la aventura para Cato había iniciado. Tras una serie de juegos, supo el nombre del humano: "Nate", así como también supo acerca de lo que hacía, por qué lo hacía, y demás cosas que los seres del mundo de la imaginación no podían explicar. Claramente, no todo era felicidad con aquel niño. No era muy fuerte, no estaba para nada protegido, y tenía que defenderlo de varios horrores, quienes querían dañarlo hasta el punto de matarlo. El no lo permitiría, lo protegería con todo lo que podía dar, dando arañazos y despedazando a cada maldita criatura que osaba irrumpir en la tranquilidad del niño. Pero cada vez, se fortalecían más, y el felino con alas comenzaba a sentirse cansado, incluso más, pero no se rendiría. Claro que no lo haría. Nadie sería capaz de lastimar al humano, nadie mientras él estuviera allí. Hasta que un día, lamentablemente sucedió. Fue herido de una forma horrible, arrebatándole casi el aliento. Allí fue en ese momento, en que el enfado se apoderó de Cato, y acabó gracias a su ira con todos los horrores que querían apoderarse del cuerpo de aquel chico, el cual lo llamaba. "Cato, ven..." Llamó por última vez, y el se acercó, mirándole a los ojos con tristeza. No quería que se fuera, que le dejara, No quería que aquellos malditos se salieran con lo suyo... ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser así? "Sabes lo que tienes que hacer... Si no lo haces tú, lo harán ellos". Quiso no haber escuchado esas palabras, pero era su deber, tampoco dejaría que aquellos se llevaran lo poco que quedaba de su humano, de aquel amigo de verdad que había tenido, de aquel pequeño que había crecido con él a su lado, a pesar de todo... Y lo hizo. Acabó con el sufrimiento ajeno. Y todo se tornó oscuro.
Despertó luego de varias horas, sin reconocer aquel sitio hasta que completamente estuvo lúcido. Frente a él, un espejo le mostraba la cruda realidad. Se acarició los cabellos, el rostro, mientras que podía sentir las mejillas mojadas a causa de sus propias lágrimas. No podía creer que aquello había pasado, no quería creerlo. No.

Pero la realidad era esa.

Otros y/o Exclusivos Quimeras

{♠} Gustos: El color blanco. Los gatos. El aroma de las flores. La música.
{♠} Disgustos: El ruido. Que lo molesten. Los horrores.
{♠} Fobias: Le tiene terror, terror al agua.
{♠} Otros: --.