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Un ángel en apuros || Abierto
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Un ángel en apuros || Abierto
Alemania – Dresde
Danzarín, Danzarín caminaba el ángel de Dios entre la gente, seguía y seguía como una bailarina de ballet en una presentación, la gente a su alrededor la miraba como quién estuviese en un anfiteatro espectando la puesta en escena de un gran ballet.
Jeliel caminaba sin rumbo aparente, pensando en lo maravilloso que era la creación del Padre Todo poderoso, mientras murmuraba un par de salmos, bendiciendo todo lo que a ella le rodeaba, cuando de repente vio como un pequeño niño lloraba en el rincón de un callejón. Con su sonrisa gigante e inocencia que la caracterizaba se acercó al joven desdichado. Cuando ya estaba frente a él, cuando el niño reaccionó antes de que hiciese alguna pregunta. Su movimiento era limpio y preciso, el niño miró a Jeliel, sin ninguna lágrima en la cara y con una gran sonrisa, como poseído, saltó hacia el ángel y lo apresó como una depredador.
- Que tierno has de ser, quizás solo necesitabas compañía, oh pobre criatura…
Dijo de forma muy cariñosa mientras sentía como el abrazo que le propinaban se hacía cada vez más apretado, casi asfixiante. En ese momento se dio cuenta de que ese “abrazo”, no era de cariño, ni admiración. Snetía el aura maligna salir de ese niño, como la aprisionaba, como la encarcelaba.
- Pater Noster, qui es in caelis,
sanctificétur nomen Tuum,
adveniat Regnum Tuum,
fiat volúntas tua,
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum
da nobis hódie,
et dimitte nobis débita nostra,
sicut et nos dimittímus
debitóribus nostris;
et ne nos indúcas in tentationem,
sed libera nos a malo.
Pronunciaba Jeliel para que desapareciese esa presencia, pero lejos de mejorar las cosas, solo las empeoró. El niño se volvió cada vez mas violento, tan así, que Jeliel se quedó impávida, esperando lo peor, abogando por gracia divina.
- Oh Dios, si estás ahí, ayúdame a enfrentar esta adversidad que me afronta, ayúdame a eliminar esta maldad
- Ángel 1
- Puntos de Vida :30Mensajes :10
Jeliel
Re: Un ángel en apuros || Abierto
La vista de la a infernal estaba por completo en la celestial de rubios cabellos que parecía ser molestada por uno de los peones que había llamado para divertirse. —¡Ah! Pobre criatura, debería de ir allá y ayudarla... A caer por completo en la desesperación. — Exclamó de forma dramática y burlona desde las sombras mientras comenzaba a caminar hacia el ser de luz.
Los pasos de la infernal avanzaban como niebla sobre el suelo, su presencia era fuerte y su aura presente llamaba la atención de muchos mientras avanzaba. Furfur no era alguien que tratara de ocultarse, su "mala espina" era algo que le gustaba que los demás notaran a simple vista. —¡Pobre criatura que ha caído en las manos del mal! — Exclamó parándose frente a ella y juntando sus manos en señal de una "plegaria ". Burlona, como siempre, riéndose de todo lo que la rodeaba, de todo lo que acontecía, una cantarina risa salió de sus labios mientras sus ojos escudriñaban al ángel de rubios cabellos. —¿De verdad? ¿No están ustedes para salvarnos a todos y a nuestras almas? ¡Oh, lo siento! Me excluyo de eso. — Se burló nuevamente. —Yo no tengo alma. — Comentó con total tranquilidad rodeando al ángel.
Los ángeles caían a la tierra muy seguido, era al segundo que veía y eso comenzaba a ser de interés para ella. ¿Tan bien estaban haciendo su trabajo? Mas le valía que sí. —Ya basta, diablillo, si te sigues abrazando a ella, su luz te quemara y no volveré a llamarte a jugar, además, no sabes donde ha estado. — Regañó al pequeño peón haciéndole gestos con su mano para que la dejara libre.
Los pasos de la infernal avanzaban como niebla sobre el suelo, su presencia era fuerte y su aura presente llamaba la atención de muchos mientras avanzaba. Furfur no era alguien que tratara de ocultarse, su "mala espina" era algo que le gustaba que los demás notaran a simple vista. —¡Pobre criatura que ha caído en las manos del mal! — Exclamó parándose frente a ella y juntando sus manos en señal de una "plegaria ". Burlona, como siempre, riéndose de todo lo que la rodeaba, de todo lo que acontecía, una cantarina risa salió de sus labios mientras sus ojos escudriñaban al ángel de rubios cabellos. —¿De verdad? ¿No están ustedes para salvarnos a todos y a nuestras almas? ¡Oh, lo siento! Me excluyo de eso. — Se burló nuevamente. —Yo no tengo alma. — Comentó con total tranquilidad rodeando al ángel.
Los ángeles caían a la tierra muy seguido, era al segundo que veía y eso comenzaba a ser de interés para ella. ¿Tan bien estaban haciendo su trabajo? Mas le valía que sí. —Ya basta, diablillo, si te sigues abrazando a ella, su luz te quemara y no volveré a llamarte a jugar, además, no sabes donde ha estado. — Regañó al pequeño peón haciéndole gestos con su mano para que la dejara libre.
- Demonio 4
- Puntos de Vida :30Mensajes :143Edad :26
Furfur
Re: Un ángel en apuros || Abierto
El creador había perdido la cabeza, al menos eso era lo que las potestades pensaban. Después de todo era un acto más allá de cualquier precedente el estar enviando serafines y querubines a la Tierra, aquellos seres eran sólo luz, sólo bondad y arrojarlos al vientre de la bestia de esa forma era simplemente absurdo, pero nadie había dicho nada, las potestades habían guardado silencio, como siempre.
Uriel debía cuidar a Jeliel, al menos eso le había pedido su hermano Casiel, debía protegerla pues a pesar de ser fuerte era inocente y esa era su mayor debilidad. Desde lejos la observaba como lo venía haciendo desde el día en el que ella se materializó en ese mundo, pero era complicado no intervenir, sobre todo porque la pequeña celestial tenía un don para meterse en problemas, estaba a punto de marcharse cuando una oscuridad creciente se manifestó en el lugar. La oscuridad era tal que no pudo sino bajar desde la azotea en la que estaba. De un salto llegó a un metro de su hermana celestial y de las criaturas oscuras.
Antes de hablar, antes de cualquier cosa se quedó viendo el contenedor del cual salía más oscuridad, era una maldad que ya había visto antes, pero no, debía estar equivocado, al menos eso esperaba.- No contestes, no caigas en provocaciones, no viniste a la tierra a eso ¿o si? -Una sonrisa calmada, amable y llena de amor para su hermana.- Sólo concéntrate el la luz desde tu interior, en lo que el creador te dio, eso es todo lo que necesitas. -Mientras hablaba se acercaba más y más a aquel ángel y cuando estuvo junto a ella extendió una de sus manos, acarició el cabello del pequeño, quién inmediatamente soltó a la celestial.- No tengas miedo hermana, estoy aquí, todo estará bien. -Dijo con una sonrisa amplia.
Uriel debía cuidar a Jeliel, al menos eso le había pedido su hermano Casiel, debía protegerla pues a pesar de ser fuerte era inocente y esa era su mayor debilidad. Desde lejos la observaba como lo venía haciendo desde el día en el que ella se materializó en ese mundo, pero era complicado no intervenir, sobre todo porque la pequeña celestial tenía un don para meterse en problemas, estaba a punto de marcharse cuando una oscuridad creciente se manifestó en el lugar. La oscuridad era tal que no pudo sino bajar desde la azotea en la que estaba. De un salto llegó a un metro de su hermana celestial y de las criaturas oscuras.
Antes de hablar, antes de cualquier cosa se quedó viendo el contenedor del cual salía más oscuridad, era una maldad que ya había visto antes, pero no, debía estar equivocado, al menos eso esperaba.- No contestes, no caigas en provocaciones, no viniste a la tierra a eso ¿o si? -Una sonrisa calmada, amable y llena de amor para su hermana.- Sólo concéntrate el la luz desde tu interior, en lo que el creador te dio, eso es todo lo que necesitas. -Mientras hablaba se acercaba más y más a aquel ángel y cuando estuvo junto a ella extendió una de sus manos, acarició el cabello del pequeño, quién inmediatamente soltó a la celestial.- No tengas miedo hermana, estoy aquí, todo estará bien. -Dijo con una sonrisa amplia.
- Ángel 4
- Puntos de Vida :30Mensajes :8
Uriel
Re: Un ángel en apuros || Abierto
Estaba ocupado tratando de actuar normal entre la gente, pero aquello le costaba trabajo. Caminaba tranquilamente, mirando algunas cosas que llamaban su atención, hasta que de pronto escuchó un llamado. Uno de sus hermanos serafines estaba pidiendo ayuda en latín. Casi de forma automática supo de dónde provenía ese grito de auxilio y de quien se trataba. Su hermana Jeliel nunca había bajado a la tierra y probablemente se hallaba en apuros, aunque sabía que habían designado al arcángel Uriel para mantenerla vigilada, no podía no atender a su llamado, después de todos, ambos eran una parte del Creador.
Sin estar muy acostumbrado a eso de “ser humano” se teletransportó entre la multitud, creando confusión, reapareciendo un el tejado cercano a la ubicación de sus hermanos, de hecho los podía ver a la perfección desde las alturas. Sus ojos rápidamente se posaron en un aura maligna que emanaba de una humana, percatándose que era una persona ya conocida, la cual había visto en una ocasión allá en Nueva York. Su instinto le decía que debía bajar a pelear, pero las fuerzas ya estaban desequilibradas en ese momento y la balanza estaba del lado de los ángeles. Se sentó en el borde del edificio, poniéndose cómodo. –Jeliel, Uriel.- Dijo a modo de saludo, alzando su diestra en el Aire. –Cotton.- Agregó volviendo su mirada a la demonio. Su voz era lo suficientemente fuerte como para ser oída por los tres. Si las cosas se ponían violentas, trataría de intervenir sólo para que Uriel pudiera llevarse a Jeliel lejos de allí, y de no ser así, tendría que llevársela él mismo de vuelta al cielo.
Sin estar muy acostumbrado a eso de “ser humano” se teletransportó entre la multitud, creando confusión, reapareciendo un el tejado cercano a la ubicación de sus hermanos, de hecho los podía ver a la perfección desde las alturas. Sus ojos rápidamente se posaron en un aura maligna que emanaba de una humana, percatándose que era una persona ya conocida, la cual había visto en una ocasión allá en Nueva York. Su instinto le decía que debía bajar a pelear, pero las fuerzas ya estaban desequilibradas en ese momento y la balanza estaba del lado de los ángeles. Se sentó en el borde del edificio, poniéndose cómodo. –Jeliel, Uriel.- Dijo a modo de saludo, alzando su diestra en el Aire. –Cotton.- Agregó volviendo su mirada a la demonio. Su voz era lo suficientemente fuerte como para ser oída por los tres. Si las cosas se ponían violentas, trataría de intervenir sólo para que Uriel pudiera llevarse a Jeliel lejos de allí, y de no ser así, tendría que llevársela él mismo de vuelta al cielo.
- Ángel 3
- Puntos de Vida :30Mensajes :4
Stephen [Sitael]
Re: Un ángel en apuros || Abierto
Extraño era saber que el niño estaba en posesión de un demoniaco, mas extraño era saber que ese demonio estaba ahí, a menos de dos metros de Jeliel, presentándose con el tono burlesco característico. Antes de que el serafín pudiese realizar algún movimiento, una potestad caía desde el cielo, como si sus plegarias hubiesen sido escuchadas
Gracias padre
Susurró la pequeña, observando un poco mas lo que pasaba. El ambiente se volvía cada vez mas tenso, hasta que una voz corrompía la tensión ambiental, saludando a los dos sujetos ya ella al mismo tiempo, como si los conociese. Al escuchar el nombre de la potestad Jeliel se quería morir, era el, el de las alas ensangrentadas, el perro mas sádico de Dios.
- Sitael, hermano, ¿acaso has escuchado mis plegarias al igual que Uriel?
Si, Jeliel habló de Uriel como si lo conociese, así el demonio ahí presente creería que todas las legiones divinas se conocían, o por lo menos conocían de la existencia de los demás.
- Tu, hijo de la oscuridad, di tu nombre, sal de esa mujer a la que tienes aprisionada, muéstrate tal y como es tu verdadera forma, soy yo Jeliel quién te lo ordena.
Mirando a la chica que había aparecido recién, con un tono de voz diferente, mas imponente, como si el mismísimo Padre de todo hablase por ella.
Luego de pronunciar estas palabras, su aura de serafín evocaba un pequeño rezo de protección divina.
Gracias padre
Susurró la pequeña, observando un poco mas lo que pasaba. El ambiente se volvía cada vez mas tenso, hasta que una voz corrompía la tensión ambiental, saludando a los dos sujetos ya ella al mismo tiempo, como si los conociese. Al escuchar el nombre de la potestad Jeliel se quería morir, era el, el de las alas ensangrentadas, el perro mas sádico de Dios.
- Sitael, hermano, ¿acaso has escuchado mis plegarias al igual que Uriel?
Si, Jeliel habló de Uriel como si lo conociese, así el demonio ahí presente creería que todas las legiones divinas se conocían, o por lo menos conocían de la existencia de los demás.
- Tu, hijo de la oscuridad, di tu nombre, sal de esa mujer a la que tienes aprisionada, muéstrate tal y como es tu verdadera forma, soy yo Jeliel quién te lo ordena.
Mirando a la chica que había aparecido recién, con un tono de voz diferente, mas imponente, como si el mismísimo Padre de todo hablase por ella.
Luego de pronunciar estas palabras, su aura de serafín evocaba un pequeño rezo de protección divina.
- Veni, Creator Spiritus, mentes tuorum visita,
imple superna gratia quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus, altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas, et spiritalis unctio.
Tu, septiformis munere, digitus paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris, sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus, infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius, pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem, noscamus atque Filium;
Te utrisque Spiritum credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria, et Filio, qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito, in saeculorum saecula.
Amen
imple superna gratia quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus, altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas, et spiritalis unctio.
Tu, septiformis munere, digitus paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris, sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus, infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius, pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem, noscamus atque Filium;
Te utrisque Spiritum credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria, et Filio, qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito, in saeculorum saecula.
Amen
- Ángel 1
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Jeliel
Re: Un ángel en apuros || Abierto
Dos presencias más se unieron a la de la mocosa de cabellos rubios, ambas fuertes, ambas conocidas para la infernal, porque no importaba cuantas veces cambiara de cuerpo podría diferenciar ambas esencias con facilidad. Una sonrisa de media luna nació en su rostro al escuchar el nombre de uno de los ángeles presentes, el otro, bastaba con su apariencia para ser diferenciado, tan único como lo había visto la primera vez.
La infernal se limitó a escuchar con calma las palabras de cada uno, manteniendo su sonrisa en el rostro y asintiendo ante el saludo de Stephen. —No sabía que los ángeles también hacían de niñera, pero mejor , así podrían explicar a la rubia que el rezo se hace cuando un humano busca la ayuda de ustedes, no cuando los seres de luz no pueden lidiar con un simple diablillo.— La voz de la menor era tranquila, aun divertida, pero cautelosa. — Es bueno verlos a ustedes dos. — Comentó haciendo un gesto con la cabeza ante los celestiales con mayor presencia. Se tomó su tiempo observando a cada uno, dejando de lado a la mocosa, pues no le parecía de importancia, carecía de presencia ante las otros presentes. Miró a Uriel con detenimiento para después mirar a Stephen de igual forma, podría jurar que la única que había cambiado era ella, pues su contenedor había sido destrozado por Asmodeo. Pero la esencia es algo que nunca cambia, y como tal, las cosas seguían iguales para Furfur. —Supongo que la niña tiene poco de haber bajado, sin duda alguna su presencia se ve opacada por la de ustedes. — Dijo fijando su mirada en el diablillo que aún estaba presenta, dándole la orden con un simple gesto de que desapareciera.
Una voz chillona volvió a llamar su atención. — ¿Por qué habría de decirte mi nombre?— Sonrió con una máscara de ternura digna solo de ella. —Jeliel… Alza más la voz y que los coros divinos te escuchen, que te escuche hasta el infierno y al horizonte todas las criaturas. — Le cantó balanceando su peso entre un pie y otro de forma tan ligera que podía parecer que había comenzado a bailar. La voz irritante de la mocosa se dejaba escuchar con un poco más de seguridad, pero claro ¿Quién no se sentiría segura siendo una niña entre dos guaruras? ¿Eso le había dado tanta confianza? Probablemente seguiría llorando si no se hubieran aparecido, así que agradeció en silencio escuchando con un poco más de atención las habladurías de la niña.
Las palabras no surgían efecto en ella, ese cuerpo era ya tan suyo que tendrían que enviarla al infierno junto con el contenedor para acabar con ella. — ¿Qué haces?— Preguntó riendo ante las plegarias inútiles de la rubia, pero al ver que no callaba, optó por mirar a los mayores. — Oigan…ya en serio, ¿Qué hace?— preguntó con curiosidad genuina, pues no quería molestarse en poner demasiada atencion.
La infernal se limitó a escuchar con calma las palabras de cada uno, manteniendo su sonrisa en el rostro y asintiendo ante el saludo de Stephen. —No sabía que los ángeles también hacían de niñera, pero mejor , así podrían explicar a la rubia que el rezo se hace cuando un humano busca la ayuda de ustedes, no cuando los seres de luz no pueden lidiar con un simple diablillo.— La voz de la menor era tranquila, aun divertida, pero cautelosa. — Es bueno verlos a ustedes dos. — Comentó haciendo un gesto con la cabeza ante los celestiales con mayor presencia. Se tomó su tiempo observando a cada uno, dejando de lado a la mocosa, pues no le parecía de importancia, carecía de presencia ante las otros presentes. Miró a Uriel con detenimiento para después mirar a Stephen de igual forma, podría jurar que la única que había cambiado era ella, pues su contenedor había sido destrozado por Asmodeo. Pero la esencia es algo que nunca cambia, y como tal, las cosas seguían iguales para Furfur. —Supongo que la niña tiene poco de haber bajado, sin duda alguna su presencia se ve opacada por la de ustedes. — Dijo fijando su mirada en el diablillo que aún estaba presenta, dándole la orden con un simple gesto de que desapareciera.
Una voz chillona volvió a llamar su atención. — ¿Por qué habría de decirte mi nombre?— Sonrió con una máscara de ternura digna solo de ella. —Jeliel… Alza más la voz y que los coros divinos te escuchen, que te escuche hasta el infierno y al horizonte todas las criaturas. — Le cantó balanceando su peso entre un pie y otro de forma tan ligera que podía parecer que había comenzado a bailar. La voz irritante de la mocosa se dejaba escuchar con un poco más de seguridad, pero claro ¿Quién no se sentiría segura siendo una niña entre dos guaruras? ¿Eso le había dado tanta confianza? Probablemente seguiría llorando si no se hubieran aparecido, así que agradeció en silencio escuchando con un poco más de atención las habladurías de la niña.
Las palabras no surgían efecto en ella, ese cuerpo era ya tan suyo que tendrían que enviarla al infierno junto con el contenedor para acabar con ella. — ¿Qué haces?— Preguntó riendo ante las plegarias inútiles de la rubia, pero al ver que no callaba, optó por mirar a los mayores. — Oigan…ya en serio, ¿Qué hace?— preguntó con curiosidad genuina, pues no quería molestarse en poner demasiada atencion.
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