Aleksandr Bozkurt. [Licántropo]

{♠} Edad: 29.
{♠} Ocupación: De día empresario, de noche salva al mundo… es bartender en un bar gay.
{♠} Nacionalidad: Francés.
{♠} Avatar: Julien Kang.
{♠} Raza: Licántropo.
{♠} Habitante de: Mundo.




Comencemos diciendo que no le gusta su nombre ya que suena a viejo, suele presentarse siempre como Alek. Se podría decir que las personas a su alrededor podrían mantener una larga charla con él, pues es de las personas que nunca se cansa de hablar y siempre tiene cosas que decir. Se toma las cosas a la ligera en todo momento, se puede decir que es muy intenso y por demás que es muy atrevido en cuanto enamorar se refiere. Es muy amable pero se llega a enojar con facilidad con la gente que le parezca no ser inteligente. Le agrada mucho los juegos de video, las películas, los cómics y cosas que se podrían considerar nerds y lo es, pero trata de no hacerlo mucho con las personas. Divertido, tonto, pervertido, coqueto, loco, obsesionado, raro, tranquilo, dócil, amoroso, tiene muchas definiciones diferentes que la gente suele darle. En realidad es un poco difícil definirlo bien, incluso para su creadora. Incluso hay ciertos rumores que dicen que Gaia estaba un poco ebria cuando lo hizo.



Quizás sea un ser de los más distintos en “su manada”, pues nunca estuvo en una o por lo menos que él lo recuerde. Con apenas dos años de edad, siendo apenas un cachorro fue capturado en una cacería, no porque haya sido lento, sino que fue golpeado por una liana que cayó debido al impacto de una bala de escopeta de uno de los cazadores. Lo buscaban por su hermoso pelaje, sin embargo, el amo de la cacería decidió no hacerlo y lo llevó más bien como un presente a su pequeño hijo Edward Bozkurt por su cumpleaños número 10. Al despertar, estaba desorientado, no sabía lo que estaba pasando ni porqué usaba un listón en su cuello o porqué dormía en un almohadón de plumas de ganso en una gran habitación llena de lujo. No entendía nada y por un momento quería huir pero los cálidos brazos de Edward Bozkurt lo calmaron, no sabía quién era(o lo que era), tampoco el cómo era antes de ese momento, pero decidió quedarse junto a ellos, había olvidado por completo su procedencia, simplemente borró de su memoria que su verdadero hogar estaba en los bosques.
Quizás ya no sea tiempo para recordar viejas cosas y tan solo debería tirarlas a la basura como todo el montón de cosas de navidad... -Decía aquel buenmozo caballero de cabellos castaños al tomar un viejo álbum de fotografías en sus manos. Era el único recuerdo que tenía de su pasado y por más que quisiera, no podía separarse de él, después de todo había pasado por muchos problemas y travesías para tenerlo en sus manos.- Creo que será otro día... -Caminó con aquel objeto tan querido a la primera planta de su nueva casa, un lugar modestamente lujoso al decir verdad. Su padre le había dejado una gran cantidad de dinero que ahora administraba en acciones de empresas entre otras cosas que le habían permitido amasar una cantidad respetable, sin embargo, ya harto de una vida de ocio, decidió mudarse de aquel lugar y tener un negocio que le agrade y pueda distraerse, demasiados recuerdos tan dolorosos llevan gran tiempo en borrarse.-

Señor Bozkurt, tenga un buen día. -Las yemas de sus dedos pasaban suavemente por la fotografía de aquel anciano hombre que es tan importante para él. Era quién la había cuidado desde siempre y al primero que mostró lo que era realmente, algo que ella misma no sabía que era. Le enseñó todo lo que sabe, a “sobrevivir en el mundo de los humanos”.- Debería seguir alistando mis cosas... –El macho dejó el libro en la mesa, bostezó muy amplio, estirando su musculoso cuerpo y siguió con sus asuntos. No obstante, el constante recuerdo de su pasado lo acosaba. Simuló que hacía sus labores de empaque, pero la verdad era que meditaba sobre cada escena que había vivido, basando todas sus teorías en la recopilación de las historias que indagó durante años.-
Flashback
Transcurría el invierno de 1987 en las frías montañas los Alpes franceses muy cerca del límite con Italia. El día era muy gris por la cantidad de neblina y viento frío que arrasaba con los copos de nieve acumulados a lo largo del día. El sol solamente era una fantasía en aquel entonces, ya que hacía mucho que no salía. El hambre obligaba que muchos animales salieran mucho más lejos de lo habitual a cazar, oportunidad perfecta para algunos seres humanos en cazar animales como zorros o pequeños animales que serían vendidos como muñecos para los pequeños niños de las comunidades cercanas.

En aquel día tan gélido, el pequeño Aleksandr ya llevaba una semana perdido, se había alejado de su madre a quien acompañaba en una salida de cacería. Se había alejado demasiado, apenas empezaba a descubrir sus habilidades olfativas y ubicación. Solamente era un pequeño cachorro escondido en una raíz de un sauce muerto. No le iba muy bien pues solo se había dedicado a comer algunos bichos congelados y bebía de unos pequeños charcos que hacía cavando en la tierra y calentaba un poco de nieve con su cuerpo. En todos esos días se había pasado llorando, aullando lo más fuerte que podía para que su madre la escuchara, empero, lo único que atrajo fueron unos cazadores que la tomaron del cuello. Él mordió la mano de su captor y escapó con todas sus energías, pero era en vano, su pelaje gris resplandecía sobre la nieve como si llevara fuegos artificiales encima y se podía observar a muchos kilómetros de distancia, sumando su falta de energía por no haber comido bien, solo pudo recorrer unos metros. Los cazadores ni tontos ni perezosos empezaron a dispararle a diestra y siniestra como si fuese una competencia, finalmente uno de los perdigones, rompió una gruesa rama que cayó directamente a él. Aquella cosa pudo matarlo, pero no lo hizo, solo se quedó inconsciente en medio de un gran hoyo de nieve hecho por el peso de la rama. Uno de los hombres tomó un palo y golpeó con fuerza su pierna para que ya no volviera a correr, ya iba por el segundo golpe cuando un mano forrada en un carísimo guante de cuero de foca lo detuvo.

Si lo vuelves a hacer, te meteré ese palo por donde no te da el sol... no es necesario traducir eso, ¿cierto? -Dijo el hombre de mediana edad que se sacaba los guantes para darle a otro sujeto quien era al parecer era su subordinado. Se inclinó hacia el lobezno y con cuidado lo abrigó entre sus brazos para darle vida con su calor. Miró nuevamente a su acompañante y sonrió gentil.- Ya tengo un regalo de navidad para Jimmy.

Él solo despertó una mañana con un collar de plata en el cuello no sabía qué decía, estaba recostado en una superficie muy suave como el lomo de su madre y estaba en frente de unos tentáculos rojos que se movían y emanaban calor, por puro instinto, no se acercó a eso y caminó al otro lado de la habitación donde un humano considerablemente pequeño a los demás la llamaba o al menos eso parecía.- "Cáan." -Cáan estúpido nombre para un licántropo, pensaría cualquiera, ella simplemente no entendía el idioma humano ni que querían que haga, pero aprendió que haciendo algunas acciones, le darían comida en abundantes cantidades que nunca había visto. Así pasó el tiempo, el mundo le había hecho creer que ella era una mascota, creció como un cachorro de un perro muy grande.

Así transcurrió por mucho tiempo, sirviendo como una mascota común y corriente, pero amado como un miembro más de la familia. Cuando cumplió los quince años, pasó algo horrible, la esposa de Robert estaba muriendo lenta y dolorosamente por una larga temporada solamente era sufrimiento. La noche de su muerte, ella se quedó a su lado deseando poder ser humano para poder abrazarlo y poder al menos apaciguar algo de su pesar. Tal vez fue tanta la pena que perdió su transformación, el humano se alertó y asustó inmensamente por los gritos de dolor que tenía su entonces mascota, vio cómo todo el hermoso pelaje se estaba cayendo de por montones dejando ver su piel blanca y con apariencia delicada a un morena y tersa. Escuchó sus vertebras y huesos empezaron a romperse uno a uno, a crujir como su los rompieran con martillos que los golpeaban constante mente hasta acomodarlos hasta formar la fisionomía de un humano. Entonces el hermoso animal que yacía un rato se arrimaba junto a él ahora era una adolescentes que se sacudía ferozmente contra el suelo por el dolor que sentía, sus colmillos salieron volando por la habitación cayéndole algunos a Robert, pues eran cambiados por molares, canino e incisivos humanos. Aún estaba por el suelo la piel muerta de su antiguo cuerpo en cual se movía lentamente tratando de acostumbrarse a su nueva respiración, latidos del corazón y hasta sus sentidos tan simples como el de la visión y sobretodo el tacto. ¿Qué era eso tan suave que pasaba entre sus dedos? Hasta un simple y leve viento parecía dolerle, pero se fue acostumbrando de a pocos.

Cáan... -Pronunció el hombre con mucho miedo, no sabía qué era lo que había pasado. Por primera vez el arquitecto se había quedado sin teorías de lo que había sucedido ese momento, su instinto de supervivencia le decía que huya lo más lejos posibles, pero los ojos del niño le decían que no la dejara solo y eso fue lo que hizo. Dejó guardado el dolor de su pérdida por unos instantes, caminó a él y lo abrazó protegiéndolo como en un principio hacía muchos años.-

Cáan... no, no, no, definitivamente ese no puede ser tu nombre... ¿qué tal Rómulo... o Remo? No, tampoco... -Se sentó frente a él y sonrió amablemente. Esa sonrisa significó una nueva promesa de cuidarlo y hacerlo entender qué era aquel extraño ser que hace un tiempo era un adorable lobito y ahora es un humano de un metro noventa de estatura. Así fue como su nombre cambió de Cáan a Aleksandr Théodore Bozkurt y se convirtió en el hijo predilecto del arquitecto haciendo que la furia y los celos de Edward, el único hijo de Robert, creciera desmedidamente hacia el lobo, ya que demostraba que era mejor que él en todo, tanto en conocimientos como en actividades físicas. Robert había decidido que sería mejor que la administración serían llevadas por la dama y no por sus hijos, ya que sabía que esto armaría una pelea. Una sobrina fue quién diera la cara y esto hizo que Edward se enojara mucho, tanto como para planear la muerte de ambos.

Esto no fue necesario, pues cuando Alek se sintió listo, huyó lejos de casa. Ahora que sabía a ciencia cierta qué era lo que había en su pasado, tenía la necesidad de buscar quién realmente era, pues no se podía basar solo en mitos y leyendas que se leen o dicen por ahí. Fue a lugares tan inhóspitos como a los más poblados y siempre encontró lo mismo... nada. Parecía que encontrar a uno de los suyos era tan imposible como afilar un hacha con un alfiler.

Fin de flashback.

Bueno es todo... -Se dijo así mismo mirando todas las cajas con sus cosas dentro de un camión de mudanzas, firmó algunos papeles de los hombres que habían cargado sus pertenencias con tanto esmero. Los despidió con una amable y dulce sonrisa, moviendo la diestra suavemente. Totty alé alé, despídete de Lyon, de los buenos vinos y empieza a practicar tu inglés, chino, español y cualquier idioma que se nos cruce, nos iremos a buscar fortuna por el mundo. -Mencionó irradiando felicidad mientras cargaba a su Beagle dentro del auto. No sabía qué le esperaba en aquel lugar nuevo, pero por algún motivo, su corazón deseaba ir ahí, quizás finalmente Gaia decidió ayudar a encontrar a su familia, a su verdadera familia.





{♠} Gustos: Naranjas y frutas deshidratadas, hacer yoga, caminar, Universo DC, mujeres, deportes extremos, tecnología y las damas.
{♠} Disgustos: Chocolate, café, fresas, películas de terror, Universo Marvel, ropa y gente callada.
{♠} Fobias: Los globos, los cocodrilos, la profundidad del mar, una mujer mestruando y/o engañada por él mismo.
{♠} Otros: Es muy confianzudo, comodón y no le molesta incomodar a los demás.