Todos somos importantes [Privado con Rosie]

El bosque encantado era diferente de como lo hubiese imaginado, ya llevaba bastantes días en ese lugar y con la ayuda de algunos amigos que había hecho había llegado a un pueblo bastante tranquilo. Era aproximadamente unas 20 casas, no más, pero en ese lugar habían muchos seres de razas que nunca antes había visto, a menos no caminando tan libremente, era como si a nadie le interesara lo que eres sino cómo eres. Para un Steam acostumbrado a apodos como "Hombre de hojalata" era extraño ser tratado con tanta normalidad, como si la discriminación no fuese más que un termino inútil en ese reino.

Era temprano, casi las diez de la mañana o al menos eso estimaba, estaba ayudando en una de las 3 cocinas de una cabaña llena de seres que corrían de un lado a otro. Esa noche se celebraría la boda de un príncipe de un pueblo cercano y todos tenían ganas de hacer los mejores platillos pues sabían que el rey pasaría por ahí para comprar y que cuando estaba feliz siempre pagaba mucho.- Vamos, Roman, vamos. -Le dijo una viejecita que se había convertido en una de sus mejores amigas. El Steam se encontraba cargando sacos de harina y cuando hubo llevado siete a una de las cocinas pidió un leve descanso y se dirigió a la huerta con una caja de madera, pues sabía que mientras estaba allí podía elegir algunos ingredientes que hicieran falta.

La huerta era como ninguna que hubiese visto en Oz, era hermosa, estaba llena de verduras y hortalizas, tenía un aroma delicioso. Dejó la caja de madera en el suelo y comenzó a caminar entre las plantas teniendo mucho cuidado de no pisar nada, estaba seguro de que allí encontraría algún ingrediente que sirviera para crear algo hermoso.

Era la segunda vez que se encontraba con un portal, la primera ocasión había llegado a Nunca Jamás ¿Ahora a qué lugar la llevarían? La vegetación y el aire tan fresco y limpio que aspiraba le indicaban que no podía ser alguna parte del mundo, definitivamente se trataba de un lugar nuevo, un mundo que estaba segura de que no conocía pero que estaba ansiosa por hacerlo.

No sabía cuánto había caminado pues su atención estaba centrada en el hermoso lugar, los árboles eran distintos, grandes y sumamente frondosos, aunque algunos otros no tenían muchas hojas. No duro mucho en encontrar un puente que estaba encima de un pequeño arroyo y que la llevaba a un valle con un aroma bastante atractivo, o al menos eso creía Rosie. Sus pies aceleraron la caminata hasta toparse con una huerta, de inmediato sintió un ligero dolor de estómago que le indicaba que era hora de comer pero, ¿Qué se supone que comería? No podía tomar las hortalizas así como si nada, no había tomado dinero consigo luego de salir al bosque que se encontraba un par de kilómetros de su casa, por lo que era imposible comprar algo que calmara su apetito.

Rosie comenzó a caminar entre las verduras disfrutando del aroma que desprendían estas, un aroma fresco y lleno de vida. Sus ojos de inmediato captaron la presencia de alguien más que se encontraba buscando algo; se quedó estática observando detalladamente cada movimiento que hacía el joven frente a ella, parecía ser tranquilo y alguien que no parecía una amenaza para ella, sin embargo, eso no significaba que no era peligroso. Lentamente se fue acercando procurando que sus pasos no fueran ruidosos, al estar cerca de él colocó una mano sobre el hombro ajeno para dar pequeñas palmadas. –Disculpa, ¿Este huerto es tuyo? –preguntó con curiosidad alejando casi de inmediato la mano esperando que el contrario pudiera entender a la perfección su idioma y que no fuera alguien brusco. En ese preciso momento, el estómago de la garou hizo un gruñido, indicándole a ambos que tenía hambre.

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