[Abierto] Before the Dawn

Before the Dawn

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►Estado: Abierto ||    ►En: A orillas del mar   ||    ►Tiempo: 04/08 02:09 A.M

Nunca jamás era su hogar, ahí había nacido, ahí había crecido, pero no importaba hacia donde llevara sus ojos, siempre se encontraba con los más espeluznantes recuerdos, era como si la vida se empeñara en negarle cualquier tipo de felicidad, antes no le importaba en absoluto, antes no la esperaba, pero ahora ya casi parecía una deuda pendiente y no tenía tiempo para seguir perdiendo, ya no confiaba en nadie, ya no podía confiar, pero aquello no significaba que tuviese ganas de convertirse en un ermitaño, es más, quería experimentar, sentir tanto como le fuera posible y borrar por completo el amargo sabor que había quedado en su boca al ser abandonado por la única familia que le quedaba.

Esa noche se encontraba mirando el mar, en el exacto lugar en el que la vida de sus padrastros había sido arrebatada, no era justo, pero la justicia no existía, no en nunca jamás. Las blancas arenas no ofrecían ninguna clase de estabilidad y a lo lejos podía escuchar los cantos de las criaturas marinas, seres pacíficos... en el pasado, pero que ahora habían sido alterados por intrusos que constantemente intentaban robarles sus tesoros. Si cerraba los ojos el salino viento acariciaba su cabello, respiraba profundo y dejaba que los aromas se apoderaran de su cuerpo. A su espalda una densa selva que escondía hermosos seres que antes caminaban libres y que ahora vivían con miedo, quería protegerlos a todos, pero aún no era lo suficientemente fuerte.

Abrió sus ojos y alzó la vista para encontrarse con el cielo, las estrellas que adornaban la noche, era extraño pensar que habían cientos de cielos diferentes, sobre todo ahora que muchos viajaban a otros reinos ¿Sería que su hermana se encontraba en uno de esos reinos? Eso era algo que debía averiguar.

Había sido un largo día, paseando de aquí a allá sólo por el gusto de hacerlo, de mover esas piernas que la hacían ver tan humana como no lo era. Era de noche, el manto de estrellas se vislumbraba en todo su esplendor por sobre el agua que se había alzado gracias a la presencia de la luna, gran astro, reina del firmamento nocturno. Se encontraba de espalda acostada sobre unas enormes rocas, amaba escalar las rocas y cantar sobre ellas, quizás así sus hermanas podrían escucharla si la ocasión le regalaba la presencia de alguna de ellas, pero nuevamente no había sido la ocasión. Una sonrisa en su rostro, se removía gustosa observando las estrellas, meneando su cola anaranjada y sus delicadas aletas doradas, sus dedos se deslizaban entre sus propios cabellos mientras ronroneaba muy suavemente una canción que había escuchado en alguna parte. Probablemente en la casa de los Petters, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Las rocas masajeaban su espalda, mitad humana, mitad pez dorado, así le decía Robbin a veces.

Las olas del mar rompiendo a la orilla eran todo un deleite para sus oídos, le recordaba los viejos tiempos, esos que sabía perfectamente que no volverían. Suspiró contenta, pues ya era hora de volver a casa, a su pequeño lago que más bien parecía un estanque y es que esa noche no pretendía dormir con su amiga, pues deseaba quedarse en aquella forma un poco más y no podía entrar en su cama así. Giró sobre su propio eje para utilizar las palmas de sus manos y levantar su cuerpo, de un buen salto alcanzaría a llegar al agua y utilizar sus poderes, pero algo más llamó su atención. Su asomarse por sobre el límite de las enormes piedras vio al otro lado un humano que parecía perdido, estaba lo suficientemente cerca para hablarle y lo suficientemente lejos como para tocarla… si es que era un humano realmente. Sonrió tranquila, se veía lleno de problemas, más perdido en su cabeza que en la playa. Rio suave mordiendo su labio inferior de forma traviesa, ¿sería una buena idea hablarle? Podía causarle problemas y de cierta forma eso le gustaba, la idea de lo desconocido era realmente atrayente.

-¿Estás perdido o sólo vienes a ver las estrellas? -Alzó la voz por sobre las olas, el mar se encontraba más tranquilo que de costumbre, por ello no necesitó mucho esfuerzo para hacerse escuchar. Apoyó sus codos en el límite de las altas rocas para observarlo cómodamente. Tomó un mechón de su propio cabello y comenzó a juguetear con él sin dejar de mirar al humano, quién se veía con cara de no tener muchos amigos.- Hola, linda noche, ¿te parece?

Una melódica voz lo sacó de su mente y de inmediato siguió con la mirada aquella canción, en seguida sus ojos se maravillaron en lo increíble, pues no importaba cuantas veces pasara, ver a otro, hacer contacto, hablar con alguien fuera de Flor de Lis siempre era una bendición.- ¿Me creerías si te dijera que ambas cosas son correctas? -Preguntó al tiempo que daba sólo un par de pasos para acercarse más a ese rostro amable.- Siempre que estoy perdido corro en dirección al mar, debido a la forma en la que el agua cubre todo se convierte en el mejor espejo de estrellas. -No tenía por qué mentir e incluso si decía la verdad lo más probable es que no lo comprendiera y a esas aturas tampoco importaba demasiado, ni él lograba comprenderse.

El viento salino seguía soplando con una fuerza moderada, las arenas se alzaban sólo un poco y alcanzaban a danzar antes de volver a descansar, el cazador volvió a avanzar un par de pasos más hasta que sus zapatos tocaron el agua y quedó allí, mirando aquellas rocas en las que descasaba esa imagen femenina.- Todas las noches me parecen lindas, la oscuridad tiene una forma casi romántica de esconder los defectos de todo a su al rededor, si el sol alumbrara desde lo alto tal vez podríamos ver que muchos de los árboles de estos sectores están quemados, que muchos refugios de hadas y otras criaturas han sido destruidos, si miramos con más atención podemos llegar a encontrar huesos de un ser que solía ser libre. -Respiró profundo luego de decir aquello y alzó su mano derecha apuntando a lo lejos un barco en el horizonte.- Piratas, lo suficientemente lejos como para no importar, pero ahí están, como una amenaza constante, aún así linda noche. -Dijo mirando a la desconocida, dedicándole una sonrisa.

Lo escuchó en completo silencio, mantuvo la mirada fija en el que parecía divagar entre sus pensamientos en voz alta, entre versos y canciones ahogadas saltaba a simple vista que el hombre frente a ella era un romántico, probablemente un aventurero en búsqueda de su amante y la había encontrado. La luna era un amor inalcanzable, mientras el mar jugueteaba a tocarte los pies y huir de inmediato, ambos eran amores fortuitos. Continuó jugando con su cabello mientras movía su cola, él no podía verla, no podía ver nada que no fuese la mitad de su torso hacia arriba y quizás así era mejor, si bien se encontraban en aquel mundo lleno de criaturas, ¿qué cara pondría al ver una sirena? Esa noche prefería no presentarse, él no moriría por no saber su nombre ni ella dejaría de dormir por lo mismo.- ¿Odias a los piratas? Yo también.

Giró su rostro hacia el barco que podía verse en el horizonte, sólo iluminado por el reflejo platino del astro que los cobijaba, había sido un comentario casi automático, ellos le habían arrebatado a las suyas y le habían entregado a Robbin. No sabía decir si era un cambio justo, pero había pasado y quería pensar que era parte del destino, que la chica con la que compartía era parte de la nueva vida que Poseidón había decidido darle.- Por lo que entendí te gusta la justicia, ¿eh? -Risas suaves se colaron entre su voz infantil y juguetona volviendo a mirar al joven frente a ella, desde las rocas se veía tan pequeño…- ¿Pero sabes? El que mucho abarca, poco aprieta. No puedes salvarlos a todos, deberías partir por salvarte a ti mismo, pues quien se preocupa tanto por el resto sin pensar en sí mismo termina siendo el más infeliz de todos. -Entrecerró sus ojos intentando decifrar la expresión ajena, no existía la luz suficiente como para vislumbrar el cuerpo completo, pero sí podía ver el rostro gracias al reflejo de la luna.

-¿Tienes a alguien especial? Si quieres pensar en ti podrías dedicarle tus triunfos a esa persona, de seguro si esta persona es feliz tú también lo eres… -Comentó visualizando a Robbin en su mente, pues ella era su persona especial.- Nadie quiere ser salvado por un héroe que no puede sostenerse a sí mismo. -Era una metáfora, pero hablar de héroes se le hacía algo curioso e interesante, era un tema que había rondado en su cabeza mucho tiempo, pues la menor de los Petters siempre hablaba sobre la justicia y esas cosas que Ran pensaba más como cuentos de hadas.- En Nunca Jamás las noches son hermosas, ojalá su vista y sus canciones puedan despejar tu mente, pequeño héroe.

Para la mayoría la palabra odio podía sonar un poco fuerte, pero no para Nathan, la desconocida había hecho una buena pregunta. Él odiaba a los piratas, los despreciaba y con las últimas fuerzas que quedaran en su cuerpo se encargaría de cazarlos, así como ellos habían cazado muchos seres de Nunca Jamás.- Los odio. -Dijo mirando ese barco a lo lejos, como si tuviese que obligar a su cuerpo a no gritar, empuñó ambas manos mientras sus brazos parecían descansar en posición vertical.

Como si la extraña leyera sus pensamientos, lo siguiente que dijo le sacó una sonrisa al cazador y lo hizo asentir con la cabeza mientras una vez más devolvía la mirada a ella, pero ese gesto era casi una mentira, Nathan no quería justicia, quería venganza, quería que los piratas y los cazadores de la asociación pagaran hasta la última gota de sangre que habían derramado.- ¿Un héroe? -Preguntó mirando a la chica y luego desvió la vista pensando en esos dos rostros que se turnaban apareciendo en su mente.- No soy un héroe, no puedo salvar a nadie, además ¿Qué te hace pensar que no soy un villano? -Luego de decir aquello avanzó unos pasos más, acercándose lo suficiente como para poder ver el rostro ajeno, sus pies quedaron cubiertos de agua, pero no importaba, la curiosidad de detallar el rostro de la desconocida era más grande que el frío.- Dos opciones... -Dijo finalmente luego de unos segundos de silencio.- ...mi naturaleza solo me da dos opciones, una morir como un héroe o dos vivir lo suficiente como para verme convertido en el villano, lo sé y lo acepto. -Su voz áspera, mas no molesta, seca y aún así cuidando su tono, lo que menos quería hacer era asustar a esa extraña, por alguna razón creía que hacían falta más que palabras para asustar a alguien que nadaba con tanto relajo en aquellas aguas.

Apoyó sus codos en las rocas y a su vez dejó reposar su cabeza en sus manos mientras observaba al pequeño humano desde la altura, sonrió gustosa de escucharlo, observando fijamente cómo se acercaba y dejando así una oportunidad para detallar su rostro. Era curioso, confuso y a la vez divertido. Había partido hablando como un héroe, pero ahora se presentaba como un posible villano perteneciente a una historia que desconocía y que le gustaría leer.- Un héroe que no puede salvar a nadie... -Murmuró fijando sus orbes color chocolate en los de color, se encontraba cerca, estaba segura que si ambos estiraban sus brazos sus manos serían capaces de tocarse, la distancia era ciertamente poca y un ataque sería inoportuno. El peligro sólo hizo que el cuerpo de la Siren se estremeciera, era una sensación que hacía mucho no sentía y que sólo alguien lograba provocar en ella con sólo su presencia. ¿Estaría intentando intimidarla? Pocas eran las cosas que causaban miedo en la menor y la verdad esa era una posibilidad mínima, pues el ser frente a ella no parecía intentar verse como una amenaza, más bien parecía tener curiosidad en la habitante del mar. Debía admitir que ella también sentía curiosidad por él, por ese rostro cansado, por esas manos ásperas y el cuerpo bien formado. Parecía tener muchas historias por contar y Ran amaba escucharlas, ¿tendrían algo de acción? ¿Se suspenso? ¿De amor? Las infinitas posibilidades hicieron que la sirena suspirara de manera ensoñadora.

-Pareces conocer tu naturaleza muy bien, pero… -Pensó unos segundos mientras volvía a llevar su diestra hacia un mechón de cabello, sin dejar de apoyar su cabeza en su siniestra.- ¿Qué te hace pensar que soy inofensiva? ¿Qué te hace pensar que esta desconocida no es alguien que quiere llevarte por el mal camino? -Planteó la duda y una sonrisa se formó en su boca, una que dejaba ver sus dientes perlados, reflejando toda la diversión que el momento le provocaba.- ¿Y si soy un demonio que intenta seducirte? Podría ser, tal vez, un ángel que quiere mostrarte el camino del héroe. También podría ser un Vampiro intentando cazarte… o un Licántropo observando al invasor de su territorio. -Continuó planteando preguntas, era un hombre curioso, uno que parecía intentar impresionarla, no podía saberlo, pero sí estaba causando buena impresión en la menor.

-A lo que voy es… ¿por qué confías en esta desconocida para hablar de opciones? ¿Para acercarte sin parecer asustado? -Deslizó la punta de su lengua por su labio superior, tenía preguntas, muchas de ellas dirigidas para el joven que valientemente había entrado al agua sin conocer la naturaleza de la sirena, no sabía si era muy confiado o muy ingenuo, pues se acercaba a una fémina que bien podría intentar tenderle una trampa. Quizás el humano sólo se tenía mucha confianza.

¿Qué era esa persona? El brillo de esa aura era algo que ya había vito, pero que nunca había aprendido, tal vez su decisión de abandonar la asociación había sido apresurada. Irse antes de aprender todo era una mala idea, pero no se arrepentía, sólo era en momentos en lo que se sentía ignorante, tantas habilidades que ahora debía desarrollar por si mismo, pero la ventaja es que al menos no estaba en un lugar en el que tuviese que olvidar sus principios, su ética.- ¿Inofensiva? -Preguntó sin poder evitar que una sonrisa divertida se plasmara en sus labios.- Me pareces muchas cosas, de hecho a penas te vi un montón de adjetivos calificativos hicieron fila en mi mente, pero ¿Sabes? Inofensiva no estaba en la lista. -Escucharla era interesante ¿Qué clase de ser podía hablar con tanta calma en un mar tan frío? ¿Acaso su cuerpo estaba acostumbrado a esas temperaturas? ¿Sería su piel diferente? Quería saber más, pero no deseaba preguntar tan invasivamente, paradojas de la vida ¿Cómo haces para descubrir sin incomodar? Tal vez algún día daría respuesta a esa pregunta.

Se quedó en silencio, perplejo ante las preguntas de la extraña, hasta que finalmente ella dijo una que si le hacía sentido.- Eso si puedo contestarlo. -Dijo al tiempo que daba otro paso acercándose, luego se agacho un poco, más no lo suficiente como para poder tropezar.- No puedo parecer asustado, porque no estoy asustado. -Un tono serio, pero amable. Nathan era un cazador y había sido entrenado toda su vida para matar, pero días fuera de la asociación le habían enseñado lo débil que era, lo insignificante que era y lo mucho que le faltaba por aprender.- No tengo nada, no me queda nadie, incluso si me matas nadie lloraría mi muerte ¿Qué miedo puede haber en mi? Ya no tengo nada que perder. -Sus palabras se interrumpieron mientras sus ojos memorizaban, por costumbre, cada rasgo en el rostro ajeno, era complicado concentrarse, la extraña era hermosa, su rostro le hacía pensar en todas las veces que sus maestros le advertían de las criaturas mágicas, de cómo podían vencerte aún sin atacar.

Las estrellas brillaban con tanta fuerza que irrumpían en la oscuridad de la noche, era un escenario perfecto que sólo ese barco pirata dañaba, pero ni siquiera le quedaba tiempo para pensar en eso, su mente estaba absorta en esa mágica criatura.- Me acerco porque me causas una curiosidad casi natural ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Es tu belleza un arma o es simplemente la forma en la que la naturaleza te bendijo? -Muchas criaturas eran mil veces mas fuertes que él y algo le decía que estaba frente a una, pero ella no se sentía amenazada, lo sabía por la confianza de sus palabras, era increíble y por un pequeño segundo se planteó la idea de que ella lo matara, pero y si eso pasaba ¿importaba realmente?

Decir que estaba sorprendida era poco para describir la reacción de la Siren, era un humano muy curioso pero si sus palabras llegaban a ser ciertas, entonces sonaba bastante lógico que no temiera a un posible ataque. Que no le temiera a una desconocida. Al mismo tiempo, le hacía pensar que la vida del chico debía ser muy triste para no tener a nadie, para encontrarse lo suficientemente solo como para sentir que su vida no valía nada, ni siquiera para sí mismo. Lo observó fijo, buscando alguna pisca de duda en sus palabras, ¿de verdad pensaba que nadie lloraría su muerte? ¿Nadie en todo el mundo?- No puedo creer que nadie en el mundo llore por tu muerte, todos tienen a alguien a quien esperar. ¿No hay nadie esperando tu regreso a casa? -Quizás exageraba, pues eso se escuchaba como alguien que no mantenía ningún tipo de relación con nadie… y eso era extraño. Quizás la palabra "casa" no era la que buscaba, pero de seguro tendría a alguien que lo estuviese esperando, recordando o incluso queriendo.

Las palabras que le siguieron la sacaron de sus cavilaciones e hicieron que una sonrisa se formara en sus labiales, ¿estaba intentando coquetear o algo así? Ladeó la cabeza levemente sin dejar de observarlo, parecía absorto en su rostro, quizás, intentando detallar las facciones infantiles que este poseía. Había escuchado a sus hermanas hablar sobre el poder de seducción de las sirenas, de lo bellas que podían ser para otras criaturas y de lo mucho que podían aprovechar esa cualidad, pero nunca se había sentido parte de esa característica.- ¿Para qué quieres saber quién soy? ¿No es más divertido no saber nada el uno del otro? Si te portas como un niño bueno podría darte mi nombre al final de nuestra velada, ¿lo quieres? -Su voz sonaba incluso más melodiosa que en otras ocasiones, aquello le divertía y no necesitaba esconderlo. Dejó de acariciar su propio cabello para realizar una seña con su dedo índice pidiendo que se acercara, le permitiría caminar hasta ella como premio a su valor, como premio por ser un humano tan interesante.- Si quieres saber algo más sobre mí, ven. Sube hasta aquí y ve con tus propios ojos si mi belleza es un arma o una bendición.

La invitación sonaba más coqueta de lo que quería que sonara, pero eso no le importaba, la idea era tentarlo. ¿Se atrevería a escalar las rocas para ver su cola? Su risa era una canción que no se hizo esperar, escuchándose perfectamente aún con las olas rompiendo en la orilla, golpeando las rocas y el suelo con violencia. Ese humano estaba demente, entrar al agua sin pensarlo dos veces con ese frío no podía ser normal. Le gustaba su osadía, pero no le agradaba que sus pensamientos fueran tan pesimistas, le provocaban ganas de cobijarlo, de contarle sobre un mundo mejor. Por ello intentaría que esa noche fuese divertida, así tendría un buen recuerdo que contar.

Una simple negación con la cabeza para esa primera pregunta, en el pasado hubiese dicho que su hermana lo esperaba, ahora ya ni siquiera sabía si tenía una hermana.- Intentaré comportarme entonces, aunque si quisieras podrías mentirme, después de todo un nombre es sólo una etiqueta que se usa para diferenciar, no tiene mucha importancia a no ser que seas un demonio. -Comentó con tranquilidad, pero la idea de que ella fuese un demonio le parecía completamente absurda y casi irrisible. Peligrosa si, malvada no, por alguna razón su cerebro había llegado a esa conclusión tal vez por la percepción que observarla le producía.

Con una invitación entregada a él de forma tan natural el cazador observó el ambiente, aquella roca en la que la chica se apoyaba, las traicioneras aguas que esa noche parecían aún más molestas que de costumbre, incluso evaluó la potencia del viento y si bien el riesgo era menor aún estaba la posibilidad de ser atacado, pero ¿De qué sirve la vida si temes vivirla? Después de unos segundos dejó que su cuerpo avanzara para llegar hasta ella, sus pasos eran firmes aunque el agua amenazaba constantemente, incluso una ola que rompió cerca de la roca lo obligó a cerrar los ojos por apenas una fracción de segundo ¿Por qué ella estaba allí? ¿Qué era? Eso era todo cuanto podía pensar y su curiosidad era tal vez su impulso más primitivo, necesitaba saberlo o no estaría satisfecho.

Cuando finalmente llegó a escalar la roca y posicionarse junto a ella se quedó en silencio, incluso su rostro perdió cualquier clase de expresión, pues su inherente ansiedad lo llevó a mirar antes de decir cualquier cosa y entonces la vio y como si por primera vez en esa noche la hubiese conocido su mirada se apresuró a los ojos ajenos, como un niño que corre hacia un lugar seguro.- Por eso estabas tan tranquila... -Dijo para luego dejar ir una risa alegre y algo entusiasta.- ...este es tu ambiente natural, por eso no tenías miedo. -Era extraño que alguien que había sido entrenado toda su vida para matar a esa clase de criatura se quedara allí fascinado ante la idea de conocer a una siren o a alguna criatura que pudiese imitar ese aspecto, pero es que así lo habían criado sus padres adoptivos, con la idea de que todas las criaturas, incluso las oscuras, merecían ser conocidas primero y luego juzgadas, incluso los mismos cazadores.- Ahora mi pequeña e insignificante pregunta no tienen ningún significado ¿Un arma, una bendición? Nada, tu belleza de seguro debe ser parte de tu naturaleza. -Incluso su tono de voz parecía ser más animado, de seguro esa sería una experiencia que compartiría con otros cazadores que se encontraran alejados de Flor de Lis, claro, si es que los encontraba.- ¿Por qué me dejas verte? -Preguntó de repente en un murmullo, como si temiera decirlo en voz alta.- Lo agradezco, pero no lo entiendo, pudiste haber desaparecido sin que yo supiera lo que eres o lo que pareces, entonces ¿Por qué un regalo como este?

Muchas ideas pasaron por su mente mientras el mayor hablaba sobre nombres, definitivamente él no parecía tener apego alguno a la vida o lo que ella pudiese entregar, era curioso, pues se veía como un humano perdido en sí mismo, uno que había sufrido horrores que no podía imaginar. Pero intentar entregarle una historia a base de suposiciones era indagar en un pasado que no le incumbía, esa noche no era para ello, no era para contar historias ni suponerlas, quizás sólo era para conversar de la vida mientras veían las abundantes estrellas que colgaban en el firmamento del precioso Nunca Jamás.- Eres un humano gracioso, no te mentiría, ¿para qué? Pienso que los nombres son algo preciado, es lo primero que te regalan y es tan vacío que sólo tú puedes llenarlo de algo. Es decir, quienes te conozcan, pensarán en ti con esa palabra y le darán el significado que tú quieras darles, ya sea enemigo, aliado, amigo o amante, el amor o el miedo con que pronuncien tu nombre es algo que sólo tú puedes forjar. Es tu identidad. -Habló mientras movía suavemente su cuerpo de un lado a otro, como si se tratase de un baile al ritmo de una canción que sólo existía en su cabeza, su anatomía bailaba gustosa mientras observaba si el mayor tomaría la decisión de subir aquellas rocas o no.

Al verlo subir su risa volvió a escucharse y utilizó sus manos para retroceder lo que la superficie plana de ese lugar le permitiese, así le daría espacio para verla en el caso que no se matara con la subida, de todas formas, si caía, ella bajaría a buscarlo… pero ese no fue el caso. Vio su cabeza, vio sus ojos recorrerla y fijarse en su rostro sonriente, lo vio notar el pequeño detalle de su cola y entender por qué estaba tan confiada, aunque no le diría que lo estaba porque no lo veía como una amenaza, pues ella se asustaba con facilidad, detalle que no necesitaba saber. Parecía un niño descubriendo un mundo nuevo y aquello le agradó, levantó su preciosa cola para que pudiese verla con claridad, la cual se asemejaba a los peces dorados y estaba orgullosa de ella, ojalá todos pudiesen admirar la bendición que había recibido al nacer con ella.- Es bueno saber que respondí a tu pregunta, ¿habías visto a una Siren antes o soy la primera? -Se atrevió a indagar, parecía demasiado fascinado como para haber visto una en el pasado. Su pregunta le llegó de sorpresa, sinceramente no esperaba tener que responder a sus actos infantiles y despreocupados, pero era una duda totalmente válida. Giró su cuerpo para quedar recostada sobre su espalda y mirar las estrellas, dejando espacio suficiente para que el humano pudiese acompañarla en lo que estaba haciendo, para asegurarse de que entendiera la nueva invitación palmeó el lugar libre sin mirarlo.

-Ven. -Dijo en un tono que bailaba entre una orden y una sugerencia, pero imaginó que no querría quedarse ahí, colgando con el viento que había y que producía el oleaje algo intranquilo.- ¿Nunca recibiste un premio en tu vida? Eres valiente y eso hay que premiarlo, quisiste ver algo con tus propios ojos y lo buscaste, ¿no es tu propia recompensa? Tú querías verme, tú subiste las peligrosas rocas aún sin saber qué tipo de sobrenatural podría ser y las venciste para saciar tu curiosidad. -Dirigió la vista hacia el humano que la acompañaba y sonrió antes de continuar con sus palabras.- No deberías cuestionar más de lo que necesites, existimos criaturas simples que no tenemos intención de complicar un simple acto como dejarse ver. Estamos solos, ¿no te parece divertido haber llegado hasta aquí? Sé que no vas a atacarme y yo tampoco tengo razones para hacerlo, sólo somos dos extraños conversando.

No importaba cuantas veces hubiera escuchado historias sobre las siren, definitivamente no estaba preparado para conocer a una y es que ese entusiasmo casi infantil que se había apoderado de él era como su defensa contra el mundo, contra la ira y la oscuridad que tenía en su interior, era como si por esa noche, por ese preciso momento pudiese dejar de lado el odio, aunque no demasiado lejos como para no acceder a él si llegaba a necesitarlo y es que para alguien como Nathan el odio era como respirar, lo necesitaba para vivir, le daba energía a su vida y había suplido el vacío que le quedaba en esa existencia sin sentido en la que había sido arrojado por azares de un destino mezquino y asqueroso.- Eres la primera que veo, eres... no sé que decir. -Respondió de forma torpe y con una sonrisa al tiempo que dejaba que un suspiro escapara de sus labios, ya quedaba más que claro que todo eso le sorprendía, pero su mente ya comenzaba a pensar las mil formas en las que aquello podía salir mal si llegaba a caer.

A penas la Siren palmeó las rocas Nathan se recostó allí junto a ella, rogando a la naturaleza que no lo dejara caer, pues estaba algo resbaladizo y a pesar de que morir no le importaba no quería hacerlo en ese preciso instante, no ahora, no cuando estaba dejando a la oscuridad descansar.- ¿Todas las siren piensan como tú? -Preguntó casi aturdido por las palabras de la chica.- Desde que llegué a este mundo escuché de odio, guerras, sangre, muertes, pero nunca nadie me contó la historia de dos extraños conversando bajo las estrellas... ajenos a cualquier disputa, ajenos a cualquier batalla, gracias a ti ahora podré contar esa historia. -Luego de decir aquello se acercó a la extraña y dejó un beso en su mejilla. Atarantado, algo estúpido y sin respeto por el espacio ajeno, pero era la única forma en la que pensó en exteriorizar aquel agradecimiento. Era extraño, por mucho tiempo el contacto físico era algo que sólo había usado para atacar, para maltratar, para manipular, pero esa acción no era para ninguna de esas cosas, así que sin importar lo que ocurriera luego de esa noche había aprendido algo.- Soy un cazador, esa es mi raza... -Dijo al tiempo que sus ojos se pegaban en las estrellas del cielo.- ...por mucho tiempo entrené para luchas contra sobrenaturales, pero luego algo despertó dentro de mi ¿Rabia? ¿Dolor? ¿Empatía? finalmente enloquecí y ataqué a aquellos con los que había pasado toda mi vida, liberé a quienes habían sido mis enemigos y ahora mis manos están manchadas, quemé todos los puentes que podían devolverme a los míos. -Nathan sabía perfectamente que la noticia del golpe en Flor de Lis se había esparcido por algunos lugares de Nunca Jamás y es que a pesar de haber sido criado pro cazadores no había podido soportar verlos maltratar a aquellos a los que debían defender, algo se había apoderado de él una noche y junto con otros rebeldes había liberado a todos los sobrenaturales que la asociación había capturado, Nathan era hombre muerto a penas lo encontraran, pero daba igual, estaba satisfecho y de morir lo haría peleando.

Alzó una ceja al no entender las palabras del mayor, ¿era tan… qué? ¿Debía tomar eso como algo bueno o algo malo? No se atrevió a preguntar, era difícil saber en qué estaba pensando, aunque suponía que se trataba de algo bueno por la sonrisa que se había dibujado en el rostro ajeno. Observó las estrellas mientras escuchaba sus palabras, las cuales sólo le daban argumentos para sostener su idea de que el joven a su lado no vivía tranquilamente, ¿tan extrañas habían sido sus palabras? Eran simples, directas, nada de qué extrañarse. Sus ojos se abrieron de par en par cuando sintió los labios ajenos sobre su mejilla, no lo esperaba, pues era una acción que, hasta el momento, estaba restringida para las pocas personas que habían ganado un espacio importante en su corazón. Giró su cabeza para mirarlo, pero antes de poder decir algo él continuó hablando, por lo que sólo siguió observando su rostro sin poder borrar la sorpresa de sus facciones.

Su corazón se ablandó por la historia que compartía el cazador, era muy parecida a la de Robbin, por lo que no quiso darle importancia a algo tan pequeño, ¿todos los cazadores sufrirían algo parecido? Parecían lavarles el cerebro.- Decir que todas las Sirens piensan como yo sería parecido a decir que todos los humanos piensan como tú. -Y estaba muy convencida que no era verdad.- Porque aunque me digas que eres un cazador… sigues siendo un humano, uno con capacidades distintas, pero un humano al fin y al cabo. Con los mismos miedos, las mismas preocupaciones… los humanos son frágiles. -Comentó más para sí misma, pues conocía un montón de historias de sobrenaturales, historias horribles, historias preciosas, pero nunca tan tallada en los huesos como los humanos se permitían. Levantó la vista al firmamento que parecía más oscuro que de costumbre, o quizás eran las estrellas brillando con más fuerza de la normal.- ¿No te sientes cansado de vivir en el odio? Todos tenemos las manos manchadas, este mundo es demasiado cruel para dejar que alguna criatura se salve de ello. Unos por protegerse… -murmuró pensando en su caso.- Y otros por atacar, las circunstancias son lo de menos, quizás lo que importa es el por qué lo hiciste. Todos libramos guerras, incluso yo, pero la mía es por una causa diferente. Mi princesa, mi mejor amiga, fue abandonada… y mantiene guerras constantemente, yo peleo por ella, para que algún día pueda vivir en paz consigo misma y con el resto del mundo.

Pensó bien en cómo continuar, no quería inmiscuirse en asuntos que no eran de su incumbencia y la herida del humano parecía estar constantemente sangrando, pero le resultaba difícil no hacerlo, no dedicarle alguna palabra que pudiese hacerlo pensar, alivianar su carga. Ran no tenía una intención más allá de hacerlo sentir bien porque podía, se veía herido de alguna forma y quizás estaba en su naturaleza intentar curarlo... si quiera un poco.- Dejar todo fue tu decisión, deberías estar orgulloso de tomar tu destino entre tus manos y hacer algo por él. ¿No estabas de acuerdo? Que bueno que hiciste algo, porque el mundo está lleno de personas que no están de acuerdo, pero que se sientan a esperar a que un héroe llegue a salvarlos. ¿No crees que con eso te salvaste a ti mismo? -Rió despacio, quizás eran las olas o las estrellas, pero estaba hablando más de lo debido.- Cierra esa herida en tu pecho, cazador, hacer lo correcto no debería herirte y la sangre que brota no te dejará avanzar.

Escucharla era como mirar las estrellas, llenas de sabiduría y tan distintas a su realidad, pero no por eso dejaba de tener razón, era como si aquella extraña supiera como decir cada una de esas frases hilando una manta de argumentos lo suficientemente cohesionados como para no poder romperlos y aún así allí estaba su mente, esa que había sido entrenada y condicionada para permanecer en estado de batalla, intentando buscar la forma de decirle que la vida, esa vida que otros parecían disfrutar era algo que estaba fuera del alcance de aquellos que habían nacido simplemente para morir o matar, porque independiente de las mil formas en las que pudiese decir aquella frase la verdad seguía siendo la misma, Nathan era simplemente aquello que le habían criado para ser, un cazador, un asesino y aunque ahora las presas fueran diferentes él no lo era, era exactamente el mismo eslabón de una cadena rota y oxidada.

La escuchó sin interrumpir, con el respeto que aquellas palabras se merecían y estaba seguro de que esa sería la única noche en su vida que alguien intentaría hacerle entender que había más que sólo odio, más que sólo rabia, más que existir, el único problema es que Nathan no tenía interés por ese más, era un ser que sólo entendía de Caos, esa era su ley... la única que podía ser compatible con su vida.

- ¿La verdad? No, el odio es todo lo que conozco y a pesar de que haya hecho algo pro cambiar mi rumbo lo único que conseguí fue deshacerme de viejos odios y adoptar nuevos. -Contestó con tanta honestidad como le fue posible y es que estaban aquellos que eran capaces de deshacerse de lo malo y rescatar de la vida sólo aquello que les servía, pero Nathan no era de es clase de gente, él se aferraba a sus heridas con tanta fuerza como le era posible, pues si dejaba que cicatrizaran esas heridas ya no serían heridas, si dejaba que cada daño sanara significaba que podría avanzar y él no quería avanzar, no estaba listo. Porque el dolor es extremo, pero necesario, para él, el dolor era lo único que le quedaba para probar que lo que vivió fue real, que lo que vivió tuvo consecuencias, él era la consecuencia.

Sin pensar mucho en lo que hacía volvió a ponerse de pie, la roca estaba resbaladiza y las olas seguían rompiendo con algo de fuerza y cualquiera podría haber visto que eso era innecesariamente peligroso, pero ¿y qué? El viento por unos segundos se alzó con furia como si quisiera votar a aquel cuerpo, como si deseara enseñarle sobre humildad, pero de aquello nada, Nathan simplemente miró a la siren con los ojos llenos de agradecimiento y sonrió mientras asentía un par de veces con la cabeza.- Estás llena de una extraña luz, siren, espero que algún día algo de esa luz llegue a mi vida... aunque creo que tal vez para mi ya es muy tarde, demasiado. -Luego de decir aquello observó las rocas imaginando la ruta más segura y sin más dio un salto completamente desinteresado por el peligro que aquello representaba, sus pies a penas alcanzaron a tocar la superficie cuando de nuevo dio otro salto y otro y otro hasta llegar a un sector donde sus pies pudiesen tomar alguna clase de estabilidad. Luego de eso volteó a ver a la siren y alzó su mano derecha despidiéndose.- ¿Sabes? Me alegro de que a pesar de esta conversación sigamos siendo completos desconocidos, eso hace que esta historia sea mil veces más memorable. -Luego de decir aquello se dio media vuelta y comenzó a correr, alejarse cada vez más de aquel lugar, no porque estuviera escapando, sino porque una nueva meta se había cruzado en su mente gracias a las palabras de aquella chica, una meta que necesitaba alcanzar cuanto antes, una meta a contra reloj y a pesar de saber que no estaba preparado no podía dejar de emocionarse, un objetivo inalcanzable era casi una droga para ese cazador.

Era… triste, muy triste ver al humano sumido en viejas heridas, aceptando que las reabría porque no conocía nada mejor. Pensó que no quería que aquello le ocurriera a su Robbin, no podía dejar que se viera sumergida en aquel mundo y sinceramente esperaba que el chico a su lado tuviese a alguien que lo hiciera sentir diferente, pues todos necesitaban a alguien a quien aferrarse, a quién abrazar. Lo vio levantarse decidido a bajar de las rocas, por unos momentos sus ojos se encontraron y los de Ran sólo reflejaron la profunda preocupación que existía en su interior, sabía que era tonto preocuparse tanto por un extraño, pero sus pensamientos no paraban de llegar a la misma pregunta, ¿qué debió pasar el humano para vivir así? Sus palabras llamaron la atención de la Siren, ¿una luz? ¿A qué se refería? No lo comprendía, ella siempre pensaba que era sólo una niña.- Si esta luz no te ayuda, no sirve de mucho. Nunca es tarde para nada, pero sería bueno que lo notaras pronto. -Comentó mientras el mayor bajaba por las rocas.

Quizás se tomaba muchas libertades al decir ello, pero no podía evitar sentir que a ese chico le hacían falta palabras sinceras. Ran creía con fuerza que nunca era tarde para arrepentirse, ni siquiera aún después de la muerte, pues había llevado almas arrepentidas hacia el lugar donde debían estar, por lo que creía que el desconocido debía notar la oportunidad que aún tenía… aunque se viera con miedo de ser feliz. Una vez más sus ojos se encontraron una vez estuvo a salvo en la arena, levantó su mano y la agitó en señal de despedida, no supo qué decir a las últimas palabras del extraño, pero supuso que no era necesario decir nada más y sólo se limitó a sonreír para luego observar cómo se alejaba como si huyera de algo. Aquel encuentro le había dejado un extraño sabor en la boca.

Tema finalizado.