{Priv; Nathan Petters} Once upon a time

‘’Rhiannon, hada de invierno sobreviviente del horripilante lugar de los cazadores. ’’

Eso se escuchaba en los murmuros del bosque de hielo, de las hadas de otoño, de primavera y de verano. Rhiannon solo escuchaba los murmullos de aquellos, los cuales la tomaban casi por heroína a una situación que para ella fue desastrosa. Rhiannon no se iba a sentir heroína si salvadora hasta que haya acabado con todos los que atentaron contra su raza y las demás. A su causa no estaba sola, sus homólogos y demás criaturas míticas se estaban comenzando a reunir poco a poco para poder combatir aquellos quienes arrebataron la vida de los suyos.

La líder esa noche tendría una cita importante con un hombre de otra raza. No era algo romántico sino más bien estratégico, esa noche sabría donde se encontraba el paradero de aquellos cazadores sobrevivientes al ataque de aquel cuartel central. El mensaje le había llegado a través de un hada de otoño, la cual había arreglado la reunión con aquel hombre. Aunque Rhiannon preguntara quien era de cualquier forma, esa hada no supo decir más, ya que igual había sido contactada por otro, era como un secreto a voces.

Rhiannon esperó paciente en su vestido azul índigo, como siempre creado con la fina escarcha y teñido con el color de la noche.  Su cabello blanco estaba suelto adornado de algunas hermosas joyas de invierno; parecía que fuera a una fiesta, pero sin embargo debía mostrarse elegante y recatada a su manera ante los demás. Sus alas se desplegaron en grande y emprendió viaje hasta el lugar del árbol del ahorcado, un sitió ya abandonado y destruido por las infinitas peleas que se habían dado. Llegó antes de la hora esperada, no quiso cambiar a su aspecto humano, esperaría en su verdadera forma de ser paciente y con templanza, como era conocida en este último tiempo. Solo quería con urgencia y ansiedad conocer el paradero de aquellos para poder planear y atacar de una buena vez.

- Somos lo que nadie se esperaba... -Con aquellas palabras y su mano derecha alzada sujetando una caña de cerveza se encontraba Nathan, el cazador, el traidor, la oveja negra, la vergüenza, la escoria.- ...un conjunto de asesinos que no quieren matar ¡Salud! -Luego de decir eso los tres cazadores que estaban junto a él se empinaron sus cañas de alcohol junto a Nathan Petters, el primer cazador en la historia de Flor de Lis que había organizado una rebelión lo suficientemente grande como para que todo Nunca Jamás se enterara, aunque claro, ellos eran los bastardos sin gloria, todos habían asumido que los ataque a los cazadores se debían a una falla en el sistema de prisión, pero no, la verdad era que él y sus amigos habían desencajado todo cuanto pudieron para "proteger a quienes no podían protegerse por si mismos"- Bueno caballeros, me retiro, el destino me llama. -Dijo entre risas mientras dejaba el vaso en la mesa para luego ponerse de pie, arreglarse los pantalones y salir de aquel lugar.

Caminó por horas, lo suficiente para que la borrachera se fuera de su cuerpo, sabía perfectamente que iba a una reunión peligrosa, precisamente por eso había decidido beber, algo así como una última cena, por si la criatura con la que debía hablar decidía  matarlo.

Cuando por fin llegó la vio, hermosa, despampanante y peligrosa, tal cual la recordaba, aunque ahora estaba despierta, esa era una gran diferencia. La última vez que Nath había puesto sus ojos en ella fue el día del golpe para la asociación, algo había ocurrido y cuando llegó hasta ella se encontraba herida, la sacó, la ayudó y finalmente la dejó cerca de las tierras de las hadas, esperando que alguien la auxiliara y al parecer así había sido, pues el hada se veía mejor que nunca.- Buenas noches. -Dijo quitándose el sombrero para realizar una corta venia, casi un saludo de pirata, hilarante, considerando cuanto odiaba a los de esa clase.- Me dijeron que quería hablar conmigo, así que aquí estoy, listo para escuchar y para responder cualquier pregunta que usted tenga. -Una sonrisa de medio labio mientras los ojos del cazador inspeccionaban al hada de pies a cabeza un par de veces antes de detenerse en esos ojos que lo paralizaban. Era asombroso volver a verla, sobre todo ahora que no había una jaula entre ellos, desventaja, ahora el hada podía arrancarle la cabeza con mucha más facilidad, bueno, eso si es que por casualidad de acordaba de él.

La noche estaba bella, gracias a ese valle destruido tenía una vista de todo el cielo como si no tuviera un fin, si no que seguía su camino hacia abajo, el frío daba una comodidad en ella para mantenerse tranquila y el aroma a tierra, a naturaleza la alejaba de preocupaciones. Con esa poca luz su cuerpo se veía perfilado por su vestido teñido por la noche de color índigo, sin embargo sus cabellos, su piel y alas, demostraban que alguien se encontraba en aquel lugar. Su rostro no podía revelar muchas emociones, aunque siempre fue así, pero e su mente se presentaban miles de pensamientos en ese momento. Esta era una cita importante para Rhiannon, por fin luego de tanto tiempo sabría el paradero de cada uno de los integrantes de esa agrupación, aquella que había arrebatado la vida de los suyos de forma injusta y egoísta; cada vez que se acordaba de eso, sus manos blancas con tocos celestes se torcían, remarcando esas grietas en el hielo de ellas.

En su larga espera, pronto sintió a su espalda unos lentos y firmes pasos, venían a ella, lo sabía, y los nervios se le alborotaron, pero su rostro siempre mostró la templanza que poseía su alma guerrera. Se giró con sumo cuidado y elegancia, mirando pronto a un hombre que a lo lejos se le hacía muy familiar, pero esa voz fue la que gatilló todo. No esperaba una sorpresa de esta magnitud, ese cuerpo, esa voz era la de aquel cazador que conoció en ese odioso lugar, y lo peor que era uno de ellos, ¿por qué tenía que tener esta reunión con uno de ellos? ¡¿Por qué tenía que ser aquel chico de ojos azules?! En su mente pasaban esas preguntas y Rhiannon le costaba un poco reaccionar. Esto no tenía perdón, esto no iba a quedar así – Osas aparecer ante mí con esa presencia, haciendo un venia de burla hacia mi persona luego de que eras parte de ellos ¿Eres una ironía? –Pregunto con prepotencia llegando pronto donde el joven, quedando a solo unos centímetros de separación. Podía ver de esa distancia aquel color de sus ojos, tan fuertes como aquella noche. El hada ante su rabia que había brotado de su interior había comenzado a crear estragos gigantes en el clima. Pronto en aquella zona vacía y tranquila, comenzó aparecer más frío, el cielo nocturno y estrellado se comenzaba a nublar poco a poco, para que en solo unos segundos sonaran a lo lejos los truenos. No esperó mucho cerca de aquel hombre y se separó nuevamente caminando hacia atrás, nunca más le daría la espalda a uno de ellos –Dime ¿Por qué tienes que ser tú? ¿Has venido a capturarme? –Preguntó de golpe y a solo unos 3 kilómetros cayó el primer rayo de su furia, aquella furia que caería en el joven si no elegía bien sus respuestas.

La paciencia era un don que jamás había desarrollado, por lo que recibir tal hostilidad inmerecida no lo dejó indiferente.- ¿Te dañé alguna vez? -Preguntó mirando fijo al hada, mas ni siquiera le dio tiempo de responder.- No, nunca te dañé, es más evité que te dañaran, es más organicé el golpe a la asociación, ese que te liberó, es más te dejé cerca de tu hogar porque no te movías, así que de nada. -El cambio el clima no lo intimidaba en absoluto, incluso si ella llegaba a atacarlo no importaría, la tenacidad del cazador y la certeza de saber que hacía lo correcto, le daba igual si lo apoyaban o no, pero sabía que su meta estaba más cerca si conseguía aliados, buenos aliados.

- Debes creer que eres muy importante como para que yo quiera capturarte, a decir verdad no me interesa, mucho menos ahora. -Sus palabras se mantuvieron secas aún con ese rayo, si eso era lo que el hada crearía para intimidarlo entonces no lo conocía en absoluto.- ¿Quieres atacarme? Eso es precisamente lo que está mal en Nunca Jamás, nos atacamos unos a otros sin provocación, por el estúpido miedo ¿Soy malo porque soy diferente? Vaya estupidez ¿Debo temerte porque eres más fuerte? Por favor. -Ni por un segundo despegó sus ojos de los ojos del hada, pues su objetivo era un Nunca Jamás distinto, uno en el que todos los seres se sintieran protegidos, no eso, no una guerra constante.- ¿Vas a atacarme o vamos a hablar? Rápido, no tengo todo el día para perderlo, demonios, pensé que venía a otra cosa, esto... esto casi no vale la pena. -Dijo sin quiera intentar ocultar la frustración.

El ambiente, el clima, todo alrededor se estaba transformando en un aire hostil que el mismo entorno lo demostraba gracias a los poderes de aquel hada al tener voluntad de él. Los ojos azules de su cita se habían tornado serios con un frío color azul, se notaba las frustraciones, los ideales caídos de una utopía en un lugar que ya estaba casi sumido en guerras, todo por una invasión que había desestabilizado aquel país hace muchos años atrás.

El hada al escuchar esas palabras encontró muchas verdades y también algunas ilusiones, sin embargo una sorpresa. Sabía que gracias a ese joven sus alas habían sido salvadas de ser cortadas, ella las había dado por perdidas, pero que el haya sido quien la haya sacado del lugar en aquel complot era diferente. Rhiannon era una mujer orgullosa pero no mal agradecida. En la lejanía resonó un trueno y la lluvia comenzó a caer solamente, era cálida pero no dejaba de mojar con fuerza, era un indicio que no atacaría, no sería tan desgraciada para hacerlo luego de saber aquello. Sus ojos seguían clavados casi hipnotizados por aquella sorpresa y color, escuchando sus últimas palabras –Hablas como sin tapujos, como si te estuvieran apurando, cuando te enojas –Comentó un poco tranquila mirando el cielo y sentir aquella agua. – Tus palabras suenan como utopía, en un mundo que fue corrompido hace demasiados años atrás cuando los humanos llegaron a este lugar ¿Crees que eres un ser originario de estas tierras? –Consultó, dejando esa inquietud al joven, capaz él ni nacía cuando comenzaron las invasiones corriendo sangre inocente de algunas compañeras que lo único que deseaban era hablar. – Nunca supe quien me salvó, porque no estaba consciente, difícil que sepa que fuiste tú, aunque sé ahora que gracias a ti tengo mis alas y mi vida –Sus ojos se clavaron en los ajenos, sintiendo aún la lluvia caer. El joven había hecho la pregunta si iba atacar, pero ya era obvio que no lo haría. No sería una desgraciada y dañar a quien había hecho algo por ella, por último con ese aguacero tendría un resfriado que soportar por días. – Si vine hasta acá no pensé que tú siendo de ellos te aparecerías, pero por el bien de los míos deseo saber donde se encuentran los sobrevivientes de aquella noche, y saber si hay más –Fue al grano queriendo saber exactamente el paradero. Aunque haya pocos o más, siempre volverían al mismo lugar hasta conseguir el secreto de las hadas, y Rhiannon como la líder ahora, debía proteger a los suyos con todas las armas posibles.

La lluvia llegó a su piel como una llamada de atención, realmente no iba a conseguir un solo aliado si cada vez que las cosas no salían como esperaba hacía esa clase de berrinche y es que por más que quisiera aparentar madurez la juventud de sus años salía a relucir en esa ímpetu, en esa ira desmedida que parecía estar a flor de piel esperando a la más mínima provocación para explotar en mil pedazos.

Las palabras de aquel ser, esa voz... demonios... ella lo ponía nervioso en formas que nunca antes había sentido, era una mezcla extraña entre admiración y miedo, pero no podía dejar de mirarla por más que trataba. Algo frustrado mordió su labio inferior bajando la vista, pero no lo soportó más de dos segundos y sus ojos volvieron a ser presa de los ojos ajenos. Como movido por el instinto esperó a que ella terminara de hablar y luego se acercó eliminando por completo la distancia entre ambos, tan cerca que podía sentir la fría respiración ajena en su rostro.- Soy un cazador, la evolución de los humanos que hace mucho tiempo llegaron a invadir estas tierras, soy hijo de la guerra y la sangre, pero no significa que no ame Nunca Jamás, este es el único hogar que he conocido y quiero protegerlo, incluso si eso significa dar la espalda a mi raza. -Luego de decir aquello su diestra se acercó al rostro ajeno y apartó el cabello del hada, para poder mirar esos ojos sin que nada se lo impidiera.- Soy estúpido, violento y estoy lleno de ira, ayúdame, por favor. -Nathan conocía las historias, sabía que esa hada era una líder entre los mágicos, sabía que si ella le enseñaba lo que sabía Nathan podría ser capaz de proteger a muchas más personas, a muchos más seres mágicos.

Su cuerpo estaba empapado, el frío se colaba por su piel blanca como la nieve pero no le afectaba y nunca lo haría, estaba acostumbrada. Sus ojos blancos completamente no mostraban sentimientos, y su rostro frío tampoco acompañaba a mostrar lo que sentía, a veces se veía tan vacía. Muy pocos sabían de cómo ella se sentía con solo verla, pero ahí estaba él, ese completo joven, desconocido para ella, provocando que su cuerpo reaccionara más de lo común. Sus palabras, cada una de sus sílabas y letras entraron por sus oídos, mirando por completo aquel rostro y como parecía de angustiado. Sus respiraciones chocaban y Rhiannon no estaba acostumbrada a esos toques, ni con los más cercanos entonces ¿Por qué no le propinaba de inmediato una golpiza? Simple, era la culpa de esos ojos. ¿Qué debía hacer ahora con lo último que dijo? Esta reunión estaba tomando un pequeño giro que ella no esperaba.

La lluvia ante los nervios aumentaron y otro trueno resonó en aquellas moradas nubes cargadas de energía. Rhiannon por instinto se alejó del joven sin dejar de mirar sus ojos ¿Qué había que hacer? Se sentía atrapadas por unas lindas palabras acerca de su procedencia pero no podía creer al cien por ciento. – ¿Qué tan evolucionado eres? ¿Eres de aquellos que nacen uno en un millón? –Preguntó como al aire alejando su cuerpo un poco más, pero qué, sus recuerdos le respondían aquellas preguntas, volviendo a esos días donde aquel joven salvó sus alas, y pasaba días en cuidado de que no le dañaran, hasta que se esfumó; sintió un rencor. –Te fuiste, sé que te fuiste cuando estuve en ese lugar, desapareciste y ahora vuelves pidiendo que calme tu ira cuando hasta yo misma me siento llena de ella ¿Qué podemos hacer dos criaturas que odian este momento las circunstancias de nuestras vidas? ¿Cómo nosotros dos podemos desquitarnos de aquello? ¿Cómo podemos sacarnos esto? Porque he llorado y maldecido miles de veces pero no puedo –Terminó de hablar teniendo de pronto su respiración agitada, y sus manos tapando su pecho acongojado.

- No. -contestó a penas vio como la chica se alejaba y es que a decir verdad no se consideraba especial, ni mejor que nadie, simplemente tenía un sueño, uno iluso y lleno de esperanza, un sueño casi imposible, pero era su sueño y nadie podía arrebatárselo. La observaba, la escuchaba y cada paso que la alejaba era casi un imán que poco a poco logró mover su cuerpo cuando la última palabra salió de los labios ajenos. Sin medir las consecuencias de sus actos, sin pensar en las repercusiones ni en el peligro que pudiera significar Nathan simplemente avanzó hasta ella en un arranque de rapidez e instinto, tomó al hada por la cintura y la atrajo hasta su cuerpo, en cuestión de segundos su boca se encontraba derramada en la boca ajena como si algo más fuerte que cualquier impulso lo hubiese obligado a tomar esos labios.

Sus ojos cerrados y sus manos aferradas al cuerpo del hada, sus labios acariciando el labio inferior ajeno hasta que lentamente dio paso a sus dientes los que sin cuidado dejaron allí una mordida que no alcanzaba a ser lo suficientemente fuerte como para doler.- Tal vez la ira nunca se vaya... -Susurró para luego liberar el labio de la mayor.- ...pero eso no significa que no podamos ayudarnos mutuamente. -Poco a poco sus ojos se abrieron para buscar la mirada ajena, sus manos no aflojaban aquel agarre, no deseaba separar su cuerpo del de aquel ser mágico y es que en ese momento nada más importaba, sólo esos ojos que no desaparecían de sus sueños, ese frío que se colaba por su piel y llegaba hasta sus huesos, ese aroma a miel,

Estaba que ese joven comenzara a hablar de esa forma utópica, onírica que tenía sobre esa tierra, que diera una solución ya que ambos parecían estar atrapados en un mismo estado sin embargo por diferentes razones. Eso esperaba dentro de ella, pero en cosa de segundos estaba en un mundo diferente, donde su cuerpo fue poseído con una fuerza que nunca había sentido. No era un agarre brusco y de mala intención, si no que era firme y algo posesivo, pero su sorpresa fue cuando sus labios, los cuales pensaban que siempre serían inmaculados ahora eran manchados por un beso tan repentino. Su cuerpo se removió entre los brazos del joven posando sus manos en su pecho, pero Rhiannon estaba siendo vencida por ese tacto en sus labios. Sus manos tomaron la prenda que tenía en su torso para arrugarla con fuerza mientras sus labios se mantenían algo rígidos, no sabía qué hacer ante esa situación, y sus ojos cerrados por la sorpresa le hacían ver miles de colores.

Ya ante la mordida se creía rendida ¿Qué era esto? ¿Un ataque especializado en hadas? Miró algo atontada los ojos azules tan hermoso de aquel cazador, escuchando sus palabras. Tenía razón la ira no se iría tan fácil de ella, pero debía saber que la ayuda de uno de los enemigos le podía servir bastante. De pronto notó como seguía en los brazos del joven. –¿Qué hiciste con mis labios? –Preguntó de inmediato tratando de zafarse de aquellos. Ese beso había hecho remecer sus icebergs de sentimientos dentro de ella, aunque no podía negar que en el fondo aquello fue demasiado de su gusto, pero no había venido acá a probar placeres extraños.

Cuando notó que el hada intentaba zafarse se aferró más fuerte a ella, después de todo a diferencia de fuerza entre ambos era notable y si ella así lo deseaba pudo haber escapado, pero algo le decía que no se alejara, que siguiera en esa constante cercanía simplemente mirando fijo en esos profundos ojos.- Eso, eso no fue nada comparado a lo que tú puedes hacer. -Murmuró a penas por un segundo desviando su mirada a ambiente, la lluvia, los rayos, la forma en la que el viento parecía reaccionar junto con el cuerpo del hada.- Este poder es justo lo que hace falta para proteger Nunca Jamás, enséñame, tómame como estudiante y no te arrepentirás, haré que tu tiempo valga la pena. -Era un ruego, aunque en un tono de voz rasposo y continuo, aún tan cerca de ella como para sentir esas frías respiraciones, aún con sus manos aferradas al cuerpo ajeno y es que nunca antes había estado tan cerca de algo tan hermoso y tan peligroso, ella era perfecta y lo que producía en el cazador era algo que no podía siquiera describir.

Aún con todo aquello la mente de Nathan no se escapaba ni por un segundo de la verdadera razón que lo tenía allí, buscaba una alianza, una lo suficientemente poderosa como para poder enfrentar lo que fuera. El primer paso de una larga batalla ya había sido dado, en el mismo instante en el que el cazador decidió revelarse contra la asociación había iniciado la guerra y ahora sólo había tiempo de hacerse de un ejercito lo suficientemente fuerte como para no morir sin cumplir su misión.

Su cuerpo de verdad ejerció fuerza entre sus brazos, pero no la suficiente para salir de esos fuertes brazos de aquel hombre, muy dentro en su ser, le agradaba sentir ese calor del joven cerca y esa sensación de derretirse completamente con él; pero era terca y pelearía para o demostrarse tan débil ante ese momento. Las palabras del joven por un momento la dejaron tranquila, pues eran palabras muy serias y volvían a su tema inicial, a lo que había venido a ella, solo que tomando otro giro. Lo que dijo hizo que percatara su ambiente, deteniendo por eso aquellos truenos y relámpagos. El menor tenía razón, era posible que con su fuerza y las de su gente pudieran sacar adelante su hogar, pero aquellos cazadores siempre encontraban una forma de arrebatarles todo con tanta trampa.

Se quedó en silencio un momento, pensando lo último dicho, tomar a ese chico como aprendiz era algo más difícil que solo palabras. Aun tenía un tanto de desconfianza, pues faltaba para ella, una pequeña muestra de confianza. – Me pides aquello como si fuera simple, pero esas cosas van más allá ¿Qué me asegura que algún día no me fallarás? –Preguntó llevando sus manos a los hombros del joven ejerciendo suaves empujes para zafarse mirando sus ojos. – Sé que ya has hecho cosas por mí, y siento que te debo mi vida, pero no quiero sentir que confió en ti y tus ojos, y que de pronto te vayas, lo hiciste una vez sin avisar ¿Me dejaras otra vez si te doy algo de mí? –Terminó con esa pregunta mirando tan fijamente ese azul de sus ojos. Ya estaban empapados, ambos y aunque la tempestad estaba con ellos gracias a ella, parecía que nada pasara entre su cercanía, era algo tranquilo y casi puro.

- No tengo nada, sólo mi palabra. -Dijo manteniendo la mirada del hada como si quisiera que ella pudiera ver en su mente, en sus verdaderas intenciones, pero al final del día era sólo un humano, uno que había evolucionado lo suficiente como para ser fuerte, pero no lo suficiente como para dejar aquellas emociones extrañas que lo ataban a su instinto, pues ahora mismo mientras intentaba concentrarse sabía que su mente se dividía entre las metas y el aroma de aquella hada que poco a poco lo hacía dejar de pensar en cualquier otra cosa.

Aflojó el abrazo y su diestra viajó a sujetar la mejilla izquierda del hada, el frío de esa piel era intenso, pero no lo suficiente como para ser molesto.- Nathan Petters, ese es mi nombre y es lo único que puedo entregarte, eso y la convicción de mis palabras, pero no hay pruebas ¿De verdad no puedes confiar en mi? -Aún no contestaba la pregunta hecha por el hada y es que a decir verdad no sabía como, tenía la idea de lo que debía decir, pero no importaba como lo ordenara, parecía casi una despedida o la promesa de una y aquello era precisamente en lo que no deseaba pensar en ese momento.

Las gotas de lluvia resbalaban por los cuerpos del cazador y el hada, pero incluso el frío y la humedad eran sólo un pequeño precio, uno que estaba dispuesto a pagar para estar cerca de ella, aunque fuese sólo por un instante.- Soy un cazador, eso es algo que no puedo cambiar, eventualmente voy a querer utilizar lo que me enseñes para luchar contra aquellos que se aprovechen de los más débiles y puede que muera, eso es algo que no puedo evitar. -Contestó en apenas un murmullo al tiempo que su vista nuevamente quedaba prendada de los hermosos labios de la mayor.

Aunque su piel era un glaciar de frío y firme parecía estar derritiéndose en los brazos de aquel hombre al frente suyo. Su mirada era tragada por la ajena, siempre manteniendo ese contacto sin titubear. Los labios del cazador se movían con elegancia al hablar, dejando que palabras sinceras salieras de ellos, y al parecer Rhiannon iba entendiendo pues el brillo de esos ojos y su forma no variaban. Rhiannon solo podía escucharlo en sus palabras recordar pequeñas escenas con el joven que la marcaron por supuesto, ya que no fueron buenos tiempos.

Soltó un suspiro notando su mirada cambiar de dirección y un nerviosismo recorrió toda su espina dorsal. Su caricia había quedado grabada en su mejilla y sus ojos se plantaron en el rostro del menor.  –Siento que en el fondo de todo me dices la verdad, Nathan –Lo llamo por su nombre por primera vez teniendo un cosquilleo en su vientre. – Si te cedo lo que sé, solo quiero que no seas capaz de traicionarme, porque lo que te puedo dar puede servirte más de lo que crees – Comentó apretando la ropa del menor entre sus manos sintiendo que ya daba ese paso de confianza con aquel humano, pero con duras pruebas en el pasado aquel chico ya mostraba lo que era capaz de hacer, y en su mirada podía notar su convicción. – Si me traicionas acabaré contigo con mis propias manos, esa es mi última palabra ¿Deseas aquello? –Sentenció soltando poco a poco sus ropas y deslizar sus manos por el pecho de aquel hombre, sintiendo su torso, pues nunca había tocado a un hombre y la forma de su físico era totalmente diferente. Sus ojos seguían fijos en su rostro, su rostro por instinto de curiosidad se acerco más al ajeno, quedando solo a unos escasos centímetros del cazador. ¿Cómo aquella primera confrontación había terminado así? El destino a veces daba giros muy bruscos y agradables.

Había en la mayor una sabiduría que Nathan aún desconocía y es que era evidente que los años que había pasado en Nunca Jamás la habían forjado más allá de lo que el cazador era capaz de comprender, pero aquello no significaba que no tuviese el deseo de hacerlo, en él habían ansias de ser mejor, aunque no había un fin determinado, no aún al menos. Su lema seguía siendo aquel que le habían dado al nacer y de cierta forma sabía que necesitaba evolucionar, tal vez por eso se sentía tan atraído por aquella hada, ella parecía haber encontrado su rumbo sin que alguien se lo enseñara.

- No esperaría menos de ti, además lo entenderé. -Dijo a tiempo que sus manos comenzaban a viajar por la espalda del hada, bajando lentamente hasta quedarse en las caderas ajenas.- Si te traiciono y me matas simplemente habrás restaurado el equilibrio, al menos así lo veo y si, deseo lo que me vas a enseñar, tal vez demasiado. -Por un par de segundos cerró sus ojos, podía sentir la intensidad de ese frío, tanto que se colaba en sus huesos hasta el punto que dolía.

Con un alto grado de dificultad aflojó aquel abrazo, abrió los ojos y se alejó unos pasos, al menos tres. Necesitaba verla, de pies a cabeza en todo ese esplendor. Era difícil pensar que un ser tan poderoso estaba allí, frente a él. Nathan no era tonto, sabía perfectamente que no había hecho mucho para merecer esa oportunidad, simplemente había hecho lo que cualquier persona con un poco de consciencia hubiese hecho, liberar a aquellos que eran enjaulados sin justificación.- Dime que necesito hacer y lo haré, no importa cuanto cueste.

Ya entre ambos seres existía una conexión, algo que lo enlazaba en una historia en este mundo tan mágico. Una promesa de conocimiento para poder liberar los bellos paisajes y su gente de la injusticia, de los abusos de quienes se aprovechaban de su poder. Rhiannon nunca creyó que podría tener ese tipo de promesas con la raza humana, pero a veces, como decían sus maestros caídos, hay ver las cosas con otros ojos y dar oportunidades a quienes se la merecen. El joven había sellado aquel trato incluso con las indicaciones con letra chica, se notaba que tenía un espíritu de lucha en sus ideales, y aquello más llamaba su atención.

Cuando el joven se alejó en ella llegó nuevamente la vergüenza de lo sucedido anterior de la cercanía, pero no lo dejó notar, solo se mantuvo íntegra al frente del joven quien parecía dar una última mirada a su cuerpo. Ante la pregunta que hizo, cerró un momento sus ojos para poder planear algo, poder ambos juntarse  escondidas para enseñar sus dones a quien los ocuparía por razones justas. Desplegó sus alas blancas de su espalda, sacando de una de ellas una pluma. Aquellas parecían estaba cubierta por una fina capa de escarcha que daba un poco de brillo a ésta. – Ten esto te servirá para contactarme – Comentó acercándose al joven nuevamente extendiendo aquella pluma. – Aun arrancada de mis alas, puedo sentir el tacto de mi mano en mi cuerpo –Hablaba con tranquilidad, dejando que la lluvia cesara de golpe en ese momento, para poder cubrir nuevamente aquella pluma con una fina capa de escarcha. –Mantenla oculta, y guárdala bien. Cuando me necesites solo deberás dar un soplo y vendré donde estés, y si voy a ti aquella pluma comenzará a congelarse –Confiaba que aquel chico mantendría aquello muy bien guardado. –No podremos vernos por unos días pero no debemos levantar sospechas de nuestra alianza aún  –Sus ojos se plasmaron en los ajenos, para poder recordar su rostro por aquellos días, aunque de seguro no sería larga la espera de volverse a ver.–

Asombro se quedaba corto para describir lo que sintió a ver esas hermosas alas, el hada parecía un hermoso ángel, al menos así es como él se los imaginaba. Se quedó quieto y en silencio mientras sus ojos observaban cada detalle, sobre todo de esa pluma, escuchó la explicación que venía acompañada y un extraño nudo se formó en su garganta ¿Qué significaba aquello? ¿Acaso ella debía irse? ¿Se estaban despidiendo? Nathan no se encontraba listo para decir adiós, al menos no aún, no tenía una excusa en mente en ese momento pero no deseaba verla partir así como así.

Se acercó a ella y tomó con mucho cuidado aquella pluma, el frío se coló en su piel una vez más y es que tocar aquella pluma era casi como abrazar al hada.- ¿Debes irte en seguida? -Preguntó y luego llevó su mano libre a acariciar la mejilla ajena, si, entendía perfectamente que estaba hablando con un ser sobrenatural, con un hada que tenía a su cargo a muchas otras y que debía velar por portegerlas de la misma forma que él velaba por todos aquellos que lo habían ayudado contra la organización.- ¿qué harías si te dijera que no quiero que te vayas? ¿Me darías a menos unos minutos más? -Poco a poco se acercó sin alejar su mano de la fría piel ajena, se detuvo solo cuando estuvo a uos centrímetros de distancia y se quedó allí mirándola fijamente, esperando algo ¿Qué? No tenía idea, cualquier cosa, lo que fuera.

El clima en ese momento entre ellos estaba tranquilo, la lluvia había cesado y los cuerpos de ambos estaban mojados. Estaba cumpliendo con su parte de volver está en contacto de una forma muy personal con el joven; de ese modo que le había otorgado ambos ni perderían el tacto de tocarse. Sin embargo pronto la calidez de esa mano tocó su mejilla nuevamente, sintiendo un ese nudo de sentimientos en su cuerpo, pero sus facciones no los demostraban, solo se dedicó a observar esos ojos. Las preguntas de los chicos eran certeras y honestas.

Rhiannon no podía negar que deseaba estar en ese momento con el joven, su cuerpo se sentía cómodo, incluso aunque esas sensaciones en su cuerpo eran nuevas, el hada estaba cómoda con ellas y esos nuevos sentimientos, pero ambos en ese momento tenían obligaciones, que claramente ambos adoraban, por lo menos ella, amaba cuidar de sus hadas de invierno, y algunas nuevas en este tiempo se perdían fácilmente.  Ante la cercanía de ambos se acercó al joven y dejó el tacto de la punta de su nariz y el roce de sus labios en su mejilla derecha, quería que recordara su tacto frío. – No son aún los tiempos para estar juntos más que un par de horas ¿no crees? Tenemos gente que cuidar, Nathan – Su voz fue sabe, aun estando con ese roce en su mejilla, para luego alejarse a su posición de antes y ver esos ojos, que de seguro estarían tristes. Rhiannon no quería irse, pero tenía la necesidad de ir a su tierra, estaba sintiendo una intranquilidad en su cuerpo sin ver a sus adoradas hadas. – Te haré llegar pronto una noticia de mi, para reunirnos nuevamente – Aclaró de inmediato para no ver los ojos de Nathan con esa tristeza.