Alexia Branford | Licántropo

{♠} Edad: 21 años.
{♠} Ocupación: Cazadora.
{♠} Nacionalidad: Groenlandesa.
{♠} Avatar: Hinako Sano.
{♠} Raza: Licántropo.
{♠} Habitante de: Mundo.





Buscapleito, egoísta y de malos modales aunque intente ser lo contrario. Tiene un sentido de justicia muy adaptado a sus propósitos, el “ojo por ojo, diente por diente” suele ser recurrente en su manera de actuar. Tiende a ser sobreprotectora con las mujeres y no porque crea que son el género débil, sino que le producen este sentimiento de querer hacerles la vida más relajada, pues le hacen pensar en su madre. Testaruda, siempre busca argumentos para todo, no obstante se controla cuando tiene un grupo bajo su cargo para guiarlos de la mejor forma, cosa que muy pocas veces pasa porque ella siempre tiene la razón y no dejan que lidere nada. Orgullosa, muchas veces prepotente, todo depende de cómo se le aborde a la hora de entablar una conversación.

Explosiva cuando se le provoca de la manera adecuada, una vez se enoja le cuesta mucho volver a relajarse, muy pocas personas pueden calmarla si llegase a ese punto, brusca en cada movimiento que realiza y tiende a dejarse llevar por sus sentimientos de manera constante. Huir es lo que mejor sabe hacer, le es imposible quedarse quieta, nunca se sabe cuándo aparecerá o cuando se irá. Lo único que realmente le importa en la vida son los suyos. Al vivir en el bosque no entiende muy bien las costumbres humanas. Su poca paciencia siempre la mete en problemas, es impulsiva, pero en el fondo es de buenas intenciones con quienes las merezcan.

No le agradan los acercamientos bruscos, reacciona de forma violenta si se le toma por sorpresa. No siente respeto por quienes no se lo han ganado, pero cuando se lo ganan siente una fuerte lealtad atada.




Su cuerpo se encontraba agotado y bañado en sudor, sus huesos aún tronaban a cada movimiento de su anatomía, su respiración era pesada y su cabello enmarañado caía sobre su rostro sorprendido. ¿Acababa de tener su transformación? Le resultaba dolorosa, sus huesos aún quemaban cuando estos bailaban quebrándose y rearmando la estructura. Toda su vida la había pasado como loba, esa era la forma en la que amaba estar y correr por la naturaleza.

Deslizó su lengua sobre sus secos y agrietados labios, aquella sonrisa que su propio reflejo mostraba se le hacía curiosa, ¿por qué estaba feliz? El reflejo en la superficie del tranquilo lago le mostraba algo que jamás en su vida le había mostrado y que tampoco pensó encontrar divertido, dirigió su mirada a sus manos que ahora poseían dedos bastante funcionales, sus uñas eran cortas lo cual encontraba que era una pena, le costaría cazar con esas manos y esa piel para nada resistente. Cambió de posición su cuerpo, tomó asiento en la tierra para poder ver sus pies con más atención, ¿tendría que caminar sólo con dos patas? Necesitaría mucho equilibrio para tal hazaña. Su vista recorrió sus piernas atléticas de ligero color canela, siguió subiendo hasta su abdomen y sus senos, los cuales observó con curiosidad.

Su forma humana no era mala y la verdad, nunca pensó detallarla.

Volvió a avanzar hasta la orilla del lago con ayuda de sus rodillas y sus manos para examinar una vez más su rostro, le parecía bien proporcionado, es decir, mejor que los humanos que había visto… que por cierto no eran muchos en comparación a las grandes cantidades que se juntaban en las ciudades. Su madre siempre le había dicho que algún día tomaría aquella forma y eso demostraría que estaba listo para recorrer el mundo, pero Alexia no podía esperar a que aquello ocurriera y apenas tuvo la oportunidad desapareció, no estaba dispuesta a dejar que eligieran al padre de sus cachorros por medio de la cacería, ella misma podía cazar un animal tres veces más grande que los inútiles de su manada. Nadie la extrañaría, nadie más que su hermano, pues su madre ya había aceptado la idea de que su pequeña cachorra era más rápida que el resto. Observó lo que debían ser sus ojos, los cuales extrañamente habían tomado un color como las hojas en otoño, ¿dónde habían ido sus intimidantes orbes dorados? Quizás ese era el color de su madre transformada en humana, color otoño.

Nunca conoció a su padre, sólo sabía que era un lobo y nada más, no le interesaba, pues su madre era símbolo de esfuerzo y fuerza pura. De cierta forma así lo prefería, desde que tenía memoria sólo le había interesado ser fuerte, pero cada vez que golpeaba a otro cachorro era reprendido, los mayores no entendían que una pelea termina sólo cuando ya no puedes seguir golpeando. ¿Acaso eso no significaba ser fuerte? Ganar todas las batallas.

Se levantó en un buen intento por caminar, pero cayó directo al suelo sin siquiera alcanzar a levantar el pie para avanzar, frunció el ceño al notar que sería una tarea difícil caminar en aquella forma, pues era primera vez que se convertía en humano. Levantó la cabeza para olfatear el aire y los aromas que traía consigo, había entrado a un portal y realmente no sabía dónde se encontraba, todo por huir de lo que el Alfa había decidido para ella. Años escapando del compromiso para que los mayores decidieran que ya no podía seguir así, que estaba en la edad de dar a luz su primera camada. No iba a retroceder, no necesitaba a la manada, pues ella no tenía un lugar entre los machos que habían decidido por ella y estaba dispuesta a buscar su propio lugar en el mundo aunque fuese sola. Quería encontrar una manada, un amor y un sueño que le hiciera vivir por completo los siguientes cien años que aún le quedaban por existir.

Lo lamentaba por su hermano, por aquel que la había tratado siempre bien aunque no compartían sangre, era el único macho que no la despreciaba. No importaba que fuese la mejor cazadora entre los cachorros, no importaba que siempre ganara en los entrenamientos con los demás, siempre resultaba menospreciada por el Alfa. Alexia comenzaba a creer que la veía como un peligro a su cargo y no se equivocaba, lo hubiese retado a una pelea de tener la edad y la experiencia para hacerlo. No era tonta. Ahora tenía otras preocupaciones, buscar una vida nueva, algo que llenara el vacío de la anterior.




{♠} Gustos: La cacería, asechar, los lugares amplios, morder.
{♠} Disgustos: Los lugares pequeños, sentirse menospreciada, que molesten a su hermano.
{♠} Fobias: Terminar su vida sin haber hecho algo de lo cual estar orgullosa.
{♠} Otros: Tiene un hermano mayor con el cual no comparte sangre, pero que ama sin importar nada.