Amôn [Demonio]

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Datos Psicológicos

Historia

Parte 1
“Mi vida es un desorden, ¿por qué debería seguir aquí?”

La vida no solía ser justa para nadie, muchos creían que tener la vida era un gran y hermoso regalo pero para otros no era más que una condena perpetua que no tenía fin.
Este era el caso de Paris (nombrado así por una novicia que tenía un serio problema con la historia de Troya), no tenía apellido ni familiares cercanos o amigos en los que pudiera confiar ya que fue abandonado en las puertas de un orfanato en Corea del Sur. Su destino si tenía suerte era ser adoptado por una familia buena que le brindara cariño y apoyo, o bien todo lo contrario. Desgraciadamente la segunda opción fue su destino.

A los 4 años fue adoptado por una familia japonesa que iba de vacaciones a Corea, la mujer, quien era estéril había escuchado muy buenas por no decir, excelentes referencias del orfanato donde el infante se encontraba así que sin dudarlo hicieron papeleos y papeleos hasta que obtuvieron una entrevista con el director del lugar quien amablemente les invitó a conocer las instalaciones y conocer a los niños que ahí habitaban.
Al principio no estaban conformes con nadie, deseaban un bebé de no más de un año para poder educarlo sin que tuviera recuerdos de haber pertenecido a tan patético lugar. De este modo y al ver que dicha pareja daba un fuerte dote por obtener a su bebé preciado, el dueño del lugar les llevó hasta donde el pequeño e indefenso niño dormía en los brazos de una novicia que parecía estar encantada con él.

- Permítamelo hermana, quizás este pequeño ya tenga una nueva familia –dijo el hombre.
La mujer sin mucho agrado cedió al pequeño a la nueva futura madre, está por su parte sonrió a su esposo, al hombre y por último al bebé –Lo quiero a él, es mi hijo. Puedo sentirlo –dijo con gran emoción, así que sin tardar mucho la señora dejó el recinto con su nuevo vástago, quien por cierto conservó su nombre original: Paris.

De regreso en su natal Japón la familia se asentó en una nueva zona, todo parecía perfecto y nadie hacía preguntas sobre el niño que acompañaba a la familia. Los primeros cuatro años fueron pura felicidad, dicha y alegría que alumbraban hasta la persona más amargada, pero al cumplir el quinto año, la familia se vio en bancarrota por fraudes que el padre de Paris había hecho en la empresa donde laboraba. Perdieron todo, dinero, casa, autos e incluso incluso hasta la fina cuna donde el chico solía dormir plácidamente; de vivir en un lugar fino pasaron a una pocilga, ahí todo comenzó.

Por las noches el hombre llegaba ebrio quizás dominado por la desesperación y solo encontraba regocijo en el alcohol y claro, en propinar golpes a su esposa y al pequeño que no lograba explicar qué sucedía.

El tiempo pasó y la situación no mejoró ni un poco, el menor ahora creció. Era un joven apuesto con rasgos finos y delicadas líneas que le enmarcaban más como una chica que como un hombre, solo su voz hacía la distinción. En varias ocasiones el hombre al llegar en estado de ebriedad confundía a su hijo con una bella joven a la cual deseaba tocar, su madre trataba de hacerle reaccionar hasta que un día a base de golpes e insultos reveló que Paris era adoptado y que “no sabía que le habían dado a una niña”, esto fue un duro golpe para el chico lo cual ocasionó su llanto de decepción, dolor, sorpresa y angustia.

Su padre jamás se arrepintió solo decía que “tarde o temprano” debía saberlo por derecho. Desde ese momento el joven apuesto dejó todo lo que la vida le había dado, sufría, lloraba constantemente y hasta dejaba de comer los pocos alimentos diarios, motivo por el cual solo dormí hasta largas horas en su pequeña habitación.
Un día la madre decidió ir a buscar trabajo como moza en alguna casa donde la aceptaran, el chico no estudiaba ni hacía nada de provecho más que encargarse de la casa y estar pendiente de si llegaban noticias de sus abuelos pero tardaba más en esperar que la noticia en llegar.

La señora aparentemente había conseguido trabajo ya que aún no regresaba. Paris decidió esperarla en el sofá hasta dormirse por las altas horas.
Ya mientras dormía cómodamente en el mueble sintió como algo le acariciaba la pierna, luego subió hasta su hombro y por último le hizo despertar ya que un fuerte agarre le hizo quedar boca abajo mientras algo le sujetaba la cabeza contra la almohada. Peleó, se sofocó, se lastimó queriendo levantarse hasta que algo le hizo gritar tan fuerte que comprendió que estaba siendo atacado. Sintió como algo entró en él, no sabía que pasaba pero el dolor era insoportable pero iba y venía constantemente.

-No puede estar pasando –pensó mientras el ataque iba disminuyendo hasta que cesó.

Sin aliento y el cuerpo lastimado se dio vuelta para quedar horrorizado y ver quien había sido capaz de cometer semejante aberración; sus ojos se abrieron, las lágrimas cayeron y no podía articular más que un simple “papá”. Este estaba alcoholizado y quizás drogado con alguna sustancia, el hombre se acomodó el pantalón sin verse para nada arrepentido –bueno, no eres una nena –comentó de manera tan fría que el menor sin pensarlo dos veces salió huyendo del lugar.
¿Para qué estar en un lugar decrépito como ese? El joven salió huyendo hacia un futuro incierto donde las malas amistades llegaron.

Parte 2
“¿Quieres ver el mundo arder?”

Paris tenía 16 años cuando el terrible suceso ocurrió, aún vivía en Japón pero ya no cerca ni de su antigua casa o de personas conocidas. Encontró refugio con unas personas que se dedicaban a robar a casas habitación, asaltar personas y cometer actos que serían fuertemente castigados por la ley. El joven de ahora 19 años vivía peor que un mendigo, los brazos estaban llenos de agujeros por las inyecciones poco higiénicas y en su rostro podía verse casi casi a la muerte. Estaba perdiendo cabello y ya le quedaba poca cordura.
Un miércoles mientras buscaba algo para comer en los restaurantes que sacaban sobras para las personas con pocos recursos sintió un mareo que le hizo apoyarse en una pared y dejarse caer en el suelo sucio y húmedo, para su mala suerte no tardó en llover y a Paris no le dio más importancia, deseaba morir de la forma que fuese. El diluvio pasó, las personas caminaban enfrente de él y solo se compadecían más no hacían algo al respecto para ayudarle, hasta que una mujer bonita se paró enfrente de él.
El joven le miró los lustrosos zapatos rojos de charol, usaba unas medias de red y un abrigo de leopardo con un gran sombrero rojo y lentes oscuros; sonrió y levantó la mano derecha hacia ella -¿una caridad? –rió sarcástico y le miró fijamente. La mujer por su parte se inclinó hacia él y colocó sus manos en sus rodillas como si de una niña curiosa se tratase, sonrió de oreja y ladeó la cabeza como un cachorro viendo algo de su interés.

-¿Quieres ver el mundo Paris? ¿Quieres dinero, poder y todo lo que puedas anhelar? –mencionó suavemente, su voz era tan melodiosa que podría escucharla por horas.
Asintió con la cabeza –Quiero todo, quiero simplemente todo – respondió sonriendo.

La chica le tomó de las manos y quitó mechones del cabello ajeno para ver su pálido y demacrado rostro –Te lo daré, pero debes prometerme ser mío. En cuerpo y alma mi amado Paris–la mujer continuó con su sonrisa maquiavélica esperando respuesta del contrario. –Seré tuyo, en cuerpo y alma –respondió sin dudarlo.
La mujer soltó una carcajada de gusto y placer que retumbó en los oídos del chico, ella sin inmutarse continuó riendo mientras algo detrás de ella parecido a un polvo luminoso se desprendía y entraba al cuerpo del desvalido, este apenas podía moverse así que fácilmente fue siendo dominado por ella quien como decía “lo estaba haciendo de su propiedad”.

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