Alshan [Vampiro]

{♠} Edad: 25 años aparentes, más de 600 reales
{♠} Ocupación: Empresario/striper
{♠} Nacionalidad: británico
{♠} Avatar: Alex Pettyfer
{♠} Raza: vampiro
{♠} Habitante de: Mundo



Es alguien con una personalidad algo compleja; es práctico, frío y calculador; hará lo que deba para sobrevivir y cumplir sus objetivos sin importarle los problemas que pueda causar a otros, aunque si puede evitar lastimar a alguien sin asumir un riesgo para sí mismo o quienes le importan, lo hará. Con los siglos ha aprendido a “educar” su rostro y los movimientos de su cuerpo, de modo que si no lo desea, no mostrará emoción alguna, logrando ocultar lo que siente para que no pueda ser utilizado en su contra.

Usualmente se muestra como lo que su apariencia denota: un chico agradable y abierto; gusta de la seducción y suele desplazarse con suaves y gráciles movimientos, casi felinos, similares a los de un bailarín, lo que con frecuencia llama la atención hacia su persona aunque la mayor parte del tiempo sea algo inconsciente; esto hace que para él conseguir “presas” de las que alimentarse o disfrutar con ellas de otros placeres, sea relativamente sencillo; sin embargo, y pese a que gusta de la compañía de diversas parejas sexuales (tanto hombres como mujeres), a la hora de forjar una relación más profunda difícilmente se interesará por alguien que cae entre sus brazos con facilidad, bajo la creencia de que “lo que fácil llega, fácil se va”, prefiriendo muchas veces a las personas que representan un reto y se resisten a sus encantos, lo que hace aflorar aquella parte de su ser que adora los desafíos y los juegos; Es seguro de sí mismo, llegando en ocasiones a ser algo arrogante.

Con aquellas pocas personas con las que establece vínculos más estrechos es sumamente protector, cariñoso, algo juguetón y en ocasiones sumamente celoso y posesivo; aquellos que se ganan su amistad siempre podrán contar con él, pues gustoso les tenderá la mano. No suele meterse en peleas, “Soy un amante, no un luchador”, es uno de sus lemas; pero no dudará en hacerlo si es necesario, demostrando que pese a que lo evita, en realidad se desenvuelve bastante bien en el combate, sin tener compasión para sus enemigos, enfrentándolos con los elegantes movimientos que lo caracterizan, frutos de siglos de práctica. Es implacable con aquellos que importan una amenaza para él y sus más cercanos, “Una batalla se debe ganar incluso durante su ejecución”, es una de las consignas que rigen su actuar. Es algo testarudo, cuando se ha propuesto un objetivo difícilmente lo abandonará o cambiará de opinión, dejando entrever su aguda inteligencia cuando es requerido para sus propósitos.

Disfruta de la buena vida, los lujos y la comodidad; apreciándolos ya que sabe de primera mano lo que es padecer hambre y necesidad; está orgulloso de haber conseguido con sus propios medios una posición tan buena como la que le habría “garantizado” el “estatus social” que era suyo por derecho de nacimiento y que le fue negado. Realmente prefiere que las cosas se hayan dado del modo en que se dieron; no olvida su pasado, ni reniega de él, pues aunque algunos puedan pensar que no ha llevado la mejor de las vidas, para él ha sido perfecta; tomó la alegría donde la pudo conseguir y soportó las penas con la esperanza de un mejor futuro y, al haber logrado cumplir todos sus objetivos, no tiene arrepentimientos; al fin y al cabo, es una persona que gusta disfrutar del día a día y de los pequeños placeres de la vida.

El día que nací estaba nublado, como si de un presagio de la tortuosa vida que me tocaría vivir en los años venideros, se tratara; mi madre fue una prostituta que quedó embarazada de un hombre de buena posición, un noble de la época quien, como era habitual, renegó de ella, rehusándose a reconocerme como hijo; en consecuencia, y al morir mi madre durante el parto, yo quedé solo; fui criado por las demás prostitutas, amigas de mi madre; ellas hicieron cuanto pudieron, sin embargo, la mayor parte del tiempo estaban ocupadas. Comencé realizando pequeñas tareas en el hogar cuando tuve la edad suficiente, aunque era pequeño; debía ser útil de alguna manera, para ganarme el pan de cada día, o eso era lo que me decían.
 
Los años fueron pasando, y no en vano; mi cuerpo fue creciendo, madurando lenta pero inexorablemente; cuando aún se lograba vislumbrar en mi rostro la inocencia de la juventud propia de los niños, las miradas de los clientes de las mujeres comenzaron; algunos comenzaron a preguntar sobre mí, solicitando mi “compañía” en sus lechos; porque para mis “cuidadoras” era algo natural, porque para ellas era lo único que conocían; no tardaron en aceptar, entregándome a los brazos de quien quisiera tomarme, despojándome rápidamente de aquella suave inocencia; con el paso del tiempo los rostros se comenzaron a difuminar en una masa informe, demasiado ambigua como para recordar a cada hombre y mujer; no obstante, comencé a encontrar que aquello no era tan malo, incluso a veces lograba disfrutar más de lo que había esperado.

Comencé a ser uno de los más solicitados cuando mi cuerpo maduró aún más, llegando a la adolescencia y la temprana adultez; los clientes comenzaron a ser más “selectos” también; pues las prostitutas vieron la oportunidad de atraer a “peces más gordos”, “entregándome” principalmente a los nobles, uno de cuyos pares habría sido de obtener el reconocimiento de mi padre. No obstante, aquello no duró lo suficiente; cuando me encontraba con uno de los “nobles señores”, su esposa nos descubrió, averiguando en aquel momento que su marido no solo la engañaba, sino que también poseía inclinaciones que consideraba cuestionables; toda la posición y fortuna de aquel hombre no era suya, sino que de su mujer, y ante la posibilidad de perderlo todo, él se volvió sumiso y servicial; rogó por el perdón de su mujer, prometiendo hacer lo que le pidiera para que no lo dejara y para que no revelara al mundo su “oscuro” secreto; ella accedió y ambos urdieron un plan para deshacerse de mí, el único otro que podía “delatarlos”; por supuesto, yo no lo habría hecho, y ellos, o al menos él, lo sabía; pero los celos de la mujer, y el miedo del hombre, fueron más fuertes y, haciendo uso de su posición, dinero, poder y valiéndose de falsos argumentos, me acusaron de cometer crímenes atroces, por los cuales la sentencia de muerte no se hizo esperar. Aquello fue doloroso, él había sido un “cliente frecuente” con el que estúpidamente había formado una suerte de lazo; por ello su traición fue dolorosa, más incluso que la de mi padre ingrato que se negó a reconocer las consecuencias de sus actos al yacer con mi madre.

Pero el destino me sonrió, me tendió la mano; una mano pálida, suave y delicada, la mano de una mujer de inusitada belleza, regio porte y gustos exquisitos; Katerine había sido una de las mujeres que constantemente me llevaban a sus aposentos, no estaba casada y, aunque tenía la edad para ello, no parecía interesada en ninguno de sus múltiples pretendientes; con una voz que resonaba dulcemente, como el tañido de una campana, me ofreció una oportunidad de vivir; usó sus propias influencias para conseguir visitarme a solas en mi celda, donde esperaba ya sin esperanzas la ejecución de aquella injusta sentencia; me lo explicó todo, me habló de los vampiros, de la emoción de la caza y de la plenitud de la vida de los seres que, amparados en la oscuridad se deleitaban de la vida carente de restricciones y ataduras; acepté, por supuesto; de cualquier modo, incluso hasta aquel momento, la noche había sido mi vida.

Ella me liberó, me convirtió y me llevó consigo, lejos de aquella ciudad llena de engaños y traición; me enseñó cuanto ella sabía, desde la forma de alimentarme sin llamar la atención, hasta placeres que me eran desconocidos; viajamos por donde quisimos, cogidos de la mano y disfrutando de la “vida” o, más bien, de la “no-muerte. Por primera vez sentí que era libre; tanto de las ataduras que me había auto impuesto, como de las que otros me habían hecho cargar; jamás volví a “intercambiar” sexo por dinero, decidido a dejar de ser el juguete de otros.

Los años y décadas se sucedieron con rapidez; hasta que las noticias del “nuevo mundo” llegaron a mis oídos; quise ir y conocerlo, ver que tenía para ofrecer; Katerine no compartía mi curiosidad y, por primera vez en años, decidimos tomar caminos separados; ella se quedó en Europa, mientras yo me embarcaba a una nueva aventura. En el trayecto conocí a otro vampiro, provenía de Francia y llevaba por nombre Asher; no tardamos en hacernos buenos amigos y pronto fuimos algo más; decidimos viajar juntos, compartiendo experiencias; él era mucho mayor que yo, y tenía mucho que ofrecer, acepté todo, aprendiendo de él, enseñándole lo que podía y profundizando los lazos; sin embargo, lo que terminó por unirnos aún más fue una mujer, una humana de la que ambos nos enamoramos, Aislin; ella sabía lo que éramos, y pidió que en un futuro cercano la hiciéramos nuestra igual, petición que ambos aceptamos de buen grado, aunque decidimos esperar; viajó con nosotros, alegrando cada una de nuestras noches; pero, como no podía ser de otra manera, la tragedia volvió a golpear en mi puerta. En un momento en que tomamos caminos separados, pues me había reencontrado con Katerine, quien por fin había decidido viajar a América, y solicitó mi ayuda; tanto Asher como Aislin fueron atrapados por fanáticos religiosos; a ella la acusaron de brujería y la quemaron en la hoguera; a él intentaron estacarlo, pero en una de aquellas vueltas de la vida, tan afortunada como cruel; logré salvarlo, a él, y solo a él; el dolor de la pérdida hizo mella en ambos; Asher se alejó de mi, pues hasta cierto punto me culpó por nuestra pérdida, y como le encontré la razón no pude discutir, no pude retenerlo y lo dejé marchar, sumiéndome en la más absoluta soledad.

Decidí intentar comenzar una vida nueva, una vez más; gracias a los diversos viajes que había realizado pude reunir bastante dinero, actuando como comerciante, vendiendo cosas que en un lado no eran frecuentes; vendiendo obras de arte, y similares; hasta que finalmente abrí un club de strip-tease, pues era algo cercano a lo que conocía, y que en realidad disfrutaba; no tardé en comenzar a abrir “locales” en otras partes del mundo, incluso algunos de diversa naturaleza; todo iba bien, los clubes en realidad eran productivos por lo que el dinero no se hizo esperar; yo mismo, cuando estaba de humor, me “presentaba” en el escenario, pues disfrutaba de la atención. La vida nuevamente tenía algo, aparte de sufrimiento y tristeza, que ofrecerme… Y yo lo tomaría… Lo tomaría todo.


{♠} Gustos: el sexo, la sangre (de preferencia ambas cosas juntas), la lectura, las personas interesantes y la buena vida.
{♠} Disgustos: que lo ignoren, la gente que busca hacerse la interesante, las personas que son incapaces de mantener una conversación.
{♠} Otros: es pansexual.
Es sumamente curioso.
Es de los que patean a un enemigo caído solo para asegurarse de que está inconsciente o no “juega a hacerse el muerto”.
Suele pronunciar ciertas palabras en francés de vez en cuando, siendo una costumbre que adquirió tras los años que pasó con Asher.
Tiene arranques ocasionales de cursilería.
No suele abrirse mucho con la gente por temor a que lo lastimen otra vez.