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Ambientación

Innumerables son las historias que conocemos, de seres mágicos, mundos lejanos, incluso dimensiones paralelas. ¿Qué pasaría si te digo que todo lo que has oído es real?. Si, todo es real, y está a solo un paso de distancia.

Hace mucho tiempo la gente que dominaba la magia y hechicería tuvo ambiciones destructivas para con si mismos y el mundo, pensaron que al poseer dicho conocimiento serían seres casi omnipotentes, lo que ellos no conocían era que al abusar de ella, las barreras que mantenían a los mundos separados comenzaron a unirse gracias a la oscuridad que crecía en los reinos por estos abusos.

Hoy en día cualquier raza puede encontrarse en cualquier reino, ya que las brechas espacio tiempo creadas por la oscuridad, las cuales todos conocen como Portales, les permiten viajar entre ellos, aunque todo viaje tiene sus consecuencias...

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Tsubasa Hayate. ━ Vampiro.

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Tsubasa Hayate. ━ Vampiro. Empty Tsubasa Hayate. ━ Vampiro.

Mensaje por Hayate Tsubasa Jue Ago 04, 2016 12:47 pm


Edad: Aparenta 20 años.
Ocupación: Modelo.
Nacionalidad: Italiana.
Avatar: Kim Jong In.
Raza: Vampiro.
Habitante de: el Mundo.
Tsubasa Hayate.
I'm nuts, baby... I'm mad. The craziest friend that you've ever had.

Psicología.

Describir a Tsubasa es como intentar atrapar el sol entre las yemas de los dedos. Es como sucumbir a la locura inducida por el terror pero que al mismo tiempo te vuelve tan libre como para ser capaz de volar sin alas. Tsubasa es y no es, como el yin y el yang, como un lienzo desprovisto de pintura o identidad porque puede que en algunas ocasiones parezca la persona más cuerda del mundo con toda su falsa lógica y mirada astuta pero hay otras en las que piensa y se va, en las que se queda mirando un punto en el infinito siendo de repente dos en vez de uno. Tiene esa peculiar manera de mirar dentro del alma, de las entrañas, del corazón y de los huesos de aquellas personas que se quedan más tiempo del debido hipnotizadas por las pupilas afiladas como gato e iris tan rojo como la misma sangre que corre por sus venas. Si tienes la oportunidad de toparte con él lo más seguro es que te trate cual amigo y confidente, que seduzca a tus sentidos con ese timbre grave capaz de derretir hasta el más frío de los polos. Sin embargo ten cuidado también, porque su voracidad lo vuelve ciego, tan insaciable como un niño pequeño, siempre caprichoso. No hay nada que le importe lo suficiente como para querer mantenerlo a salvo y su hermano puede dar completa fe de ello. Tsubasa se ha convertido en una criatura sin escrúpulos o remordimientos pero enfermizamente pendiente de lo que su pariente se encuentra haciendo. Sea donde sea pues lo único que aún conserva valor en esta no vida que le ha sido otorgada es su pequeño muchacho, ese al que defendía hasta casi perder la consciencia, el aliento y la dignidad día sí, noche también.

Historia.

Tsubasa nació en la fascinante Italia del siglo XVIII, pasando parte de su existencia sin pena ni gloria pero con la etiqueta de primogénito siempre colgándole del cuello. Su padre era un reconocido médico japonés apodado Yoshito (hombre de bien) por sus vecinos, quienes conocían a la familia desde hacía varios años porque llevaban casi dos generaciones conviviendo los unos con los otros al ser una ciudad pequeña. El hombre, no obstante, era por completo una farsa de puertas hacia adentro pues por muchas sonrisas recatadas endulzando su gesto nada iba a cambiar al monstruo que habitaba en su interior y al que soltaba las riendas de su furia cada vez que la noche caía. Y con ella el doloroso silencio que tanto prole como esposa (una mujer de corazón noble pero cobardía notable) padecían. Lo que era una verdadera lástima, en realidad, porque a manos de su padre Tsubasa sufrió de horrores inimaginables, hechos que fueron marcándolo poco a poco a lo largo de esos años que permaneció bajo su cruel yugo, por entero indefenso y sin poder contar con la ayuda de aquella que le dio la vida debido a su incapacidad por ir contra las órdenes de su marido. Con los oídos tapados y rostro girado hacia otra dirección dejaba que aquel hombre despreciable, ruin, golpease sin descanso al pobre infante por nimiedades que no merecían más atención que una simple regañina sin importancia.

Ella jamás detuvo estos acontecimientos por muy difícil que pudiera resultarle, tampoco consoló los desgarrados sollozos que envolvían su nombre en un ruego mudo. Eso, cuando Tsubasa permitía a las lágrimas picar en sus ojos y los gritos atorarse en la garganta; pues, complicaba un poco la situación a la hora de soportarla como un hombre, tal y como tanto exigía su padre, el que fueran dos en vez de uno. Porque sí, Tsubasa no dudaba un sólo segundo a la hora de cubrir con su propio cuerpo los errores cometidos por su hermano menor. Eran desmesuradas las veces en las que el precio a pagar se teñía de rojo y cristal, empero, jamás retrocedía en su determinación, no flaqueaba en su lealtad. Su ferocidad no menguó aun cuando ese hombre ─monstruo, sería un mejor calificativo─ amenazaba con romper hasta el más pequeño de sus huesos si no hablaba con la “verdad”. ¿Qué es la verdad, de todas maneras? Ese ser que se alzaba sobre sus cabezas no conocía tal forma de existencia. Era mentiroso, era despiadado e implacable en sus castigos, aquellos que les preparaba para afrontar un futuro incierto y un mundo todavía más desalmado. O eso era lo que tal sujeto repetía sin parar, una y otra y otra vez. Con los nudillos manchados de sangre y mil pecados en el subconsciente.

¡Pero la liberación llegó! ¡El fin a la miseria!
Una mujer con el cabello negro como el carbón y ojos tan rojos como la sangre apareció ante él una noche de crudo invierno. Le sedujo de una manera tan contundente que Tsubasa no dudó un sólo instante de sus palabras, promesas susurradas al oído.

Tenía menos de diecinueve años en ese entonces, ahí en donde las palabras que manaban de esa persuasiva boca causaban estragos en su frágil mente, con las pupilas traspasándole mientras sujeta el cuchillo con una de sus manos delicadas, empujándolo poco a poco contra el pecho del hombre que duda ante la feroz determinación que el demonio posee. Porque eso era para él, un ser destinado a erradicar la poca cordura que quedaba dentro de su mente. Y la mujer sonreía como una madre ante las lágrimas manchando el negro de sus ojos, sin dejar ella de murmurar una y otra y otra vez sin parar que la libertad significaba cambio, que el cambio provenía de la muerte. Mátalos, Tsubasa, vive por y para ti, muere para mí, déjame mostrarte el mundo que a tus pies se arrodillará ante tu grandeza. Susurraba y susurraba, no habiendo día ni noche en la que ese monstruo con apariencia de ángel no se colase por su ventana como si fuera no más que un juego de niños para esas habilidades que ella no dudaba un momento en mostrar orgullosa de lo que podía lograr, sin esfuerzos, sin apenas parpadear. Pero el final era uno y el camino a seguir estaba manchado de ese color que él había aprendido a despreciar. Él no, por favor, no, no, no. Él no. Era lo que Tsubasa musitaba al oído de la mujer con un fervor rayando en la histeria. El filo apoyándose delico justo sobre el corazón de su infame procreador. Y era curioso, una vez más, el hecho de que ella había manipulado cada tramo del viaje de una forma tan minuciosamente inhumana que Tsubasa tembló ante su poder.

Al otro lado de la puerta se escucharon los pasos de su hermano subiendo las escaleras del hogar al mismo tiempo en que musita su nombre en desesperados murmullos. Tiene una pesadilla y necesita el refugio de quien sabe jamás le abandonará. Es una casualidad que se detenga delante de la puerta de sus progenitores.

Ella podía oírlo.
Él no.
Pasó.

Tsubasa empuñó con violencia el cuchillo y la sangre salpicó su rostro en el mismo instante en que su padre abre los ojos y observa con el terror brillándole en las pupilas lo que su hijo mayor ha obrado sobre sí. Ella sonríe tan complacida que sus facciones se endulzan sólo un poco más. Retuerce la hoja, fija tu propio mirar en sus rostros. Tsubasa experimenta una satisfacción que crece y crece sin intenciones de parar. Como el fuego que arde avivado por el carbón, por la hierba seca o la madera que tanto cuesta conseguir en los húmedos días de primavera. El muchacho se siente más vivo que nuca, con la mueca iluminando sus atractivas facciones y los ojos entrecerrados en el éxtasis más crudo porque ya no hay lágrimas deslizándose por sus mejillas. La vocecilla que a su oído sisea lo horrible de sus acciones acallada para siempre. Pero entonces su hermano pronunció su nombre envuelto en incredulidad y terror ante lo que estaba viendo. Tsubasa, ¿qué has hecho?, Tsubasa. Exclamaba y exclamaba y el mayor de ambos muchachos tan sólo dejó caer el arma contra el cadáver sobre la cama sin mostrar verdadero arrepentimiento en sus brunos iris. Lo siento. Susurró el muchacho antes de que la mujer abrazara su cintura y mirase por encima del hombro a ese invitado no deseado que era el hijo más joven de los Hayate.
Porque esa fue la última vez que sus miradas se cruzaron.

Los hermanos fueron enfrentados, sin saberlo, por las consecuencias de sus decisiones.

Amelia resultó ser en la vida de Tsubasa un soplo de aire fresco, locura en el más puro estado, ofreciéndole un mundo que ni siquiera conocía. Lo convirtió en un monstruo como ella el día en que cumplió veinte años, en una noche de primavera donde la torrencial lluvia aporreaba las avenidas y amenazaba con quebrar los cristales de las ventanas, el viento rugiendo bajo, estrellándose inmisericorde contra las ramas de los árboles. Si el moreno tuviera que describir con palabras el suceso lo más probable que pronunciasen sus labios sería apacible, dulce incluso, porque Amelia le sujetó entre los brazos mientras bebía de la fuente de vida que era su sangre directamente de la vena de su cuello como si de una íntima caricia entre dos amantes se tratara. El tiempo pasó tan rápido entre un beso y otro, colándose el metálico sabor entre sus labios cada que ella tomaba un poco del denso, rojizo líquido de entre las azuladas venas palpitando en las delicadas muñecas. Cuando Tsubasa abrió los ojos de nuevo un par de noches después le fue imposible no maravillarse con la sensibilidad sensorial, con los colores, los olores y las texturas que casi parecían absorberlo hasta dejarle sediento de más.

¡Y el hambre!
¡El hambre que desgarró su garganta como un hierro recién salido del horno de una fragua fue la culminación del éxtasis!
Tan despreciable tono se volvió su favorito, avivado el agrado por la insaciable pasión que Amelia sentía por el mismo.

Pocos meses después de tan trágico final ejecutado en la mansión de la que había sido una vez su familia Tsubasa retornó a la ciudad que le había visto nacer tan sólo para encontrarse con que el suceso había llenado las bocas de buena parte de la población italiana debido a las atrocidades cometidas en la oscuridad de esas cuatro paredes. Los pecados ejecutados fueron saliendo uno a uno a la luz. Rumores comenzaron a poblar las aceras, ignorantes comentando, inventando, hasta la más inverosímil de las historias a todo aquel que deseara escuchar cuentos de viejas. Lo más importante fue, sin embargo, el paradero del hijo menor. ¿Qué sucedió con él? ¿Cómo sobrevivió a lo vivido? ¿Seguía respirando siquiera? Eran preguntas que muchos se hicieron y que no dejaron de formular junto a otras tantas, mas, con el tiempo, fueron quedando en el olvido; dejando de tener importancia debido a lo poco que se supo de él hasta que un día desapareció sin más. La mansión quemada hasta los cimientos. La servidumbre echada a la calle sin más consideración que los objetos de valor depositados en sus manos sin arrepentimiento alguno. Tsubasa no dejó de estar al tanto de todos estos acontecimientos, odiándose por el dolor causado a su pequeño hermano. Un pesar que no duró para siempre porque como arena entre sus dedos todo rastro de culpa o congoja quedaron relegada a un profundo rincón de su mente a sabiendas del sufrimiento que esto podía causarle si seguía pendiente de los fantasma de su pasado. ¡Era libre ahora! ¡La eternidad le esperaba de la mano de la mujer que había aceptado sin reservas lo que se ocultaba en lo más profundo de su interior! Ella saboreó la oscuridad en su corazón mucho antes de que Tsubasa pudiera imaginar siquiera lo que le depararía a tan corta edad.

No se podía decir que opusiera sobrada resistencia, tampoco, a dejarse seducir por la parte más depravada de su nueva naturaleza.

Otros.

{♠} Gustos:
━ Los juegos de estrategia o rol. Es un friki de las consolas.
━ Quedarse horas mirando la nieve o la lluvia. Si truena entonces ya se le redondea la noche.
━ Los olores fuertes y dulces. Le encanta el perfume que desprende un bizcocho recién orneado así como el del picante quemando en sus fosas nasales.
━ Levantar pesas.
━ Quedarse tirado en una cama durante al menos las dos primeras horas después del atardecer.
━ Sangre en su boca, en sus manos y derramándose por su cuello después de cenar. Tanto su olor como sabor le provocan un placer indescriptible.
━ Su hermano.
{♠} Disgustos:
━ Los pájaros y los peces, le producen un profundo repelús.
━ Que le corten el rollo en media cacería.
━ Los semáforos y las señales de tránsito.
━ Que le regañen por hacer algo que supuestamente está mal. Por supuesto, la persona que lo hizo no suele seguir respirando.
━ Los cazadores, les tiene una tirria impresionante.
━ Todo eso que le es desconocido le produce una profunda desconfianza.
{♠} Hobbies:
━ Adiestrar cachorritos. Es entrenador de perros en sus ratos libres.
━ La conducción temeraria.
━ Tocar el piano.
━ La escultura. Suele darle forma a personajes de cuentos de hadas o rostros que está a punto de olvidar.
{♠} Fobias:
━ Actualmente no hay nada que le haga padecer un terror extremo.
{♠} Otros:
━ El color de sus ojos nunca dejó de ser rojo y, por otro lado, no es como si trate de ocultar el tono de miradas curiosas o indiscretas. La gente suele pensar que usa lentillas todo el tiempo.
━ Trabaja como modelo para diferentes marcas reconocidas.
━ Es un adicto a las altas velocidades.
━ Aunque su deber sea odiar a los pulgosos lo cierto es que le son por entero indiferentes, incluso ha tenido algún que otro cordial (aunque tenso) con varios de ellos porque sabe que ante una manada bien entrenada lo mejor que puedes hacer es sonreír y mantener los colmillos todo lo retraídos posible.
━ Posee una curiosa peculiaridad y esa es la de hablar solo, a veces respondiéndose, a veces respondiendo a las voces que dice, perturban su mente así como cordura. Tsubasa está bastante estropeado para la edad en la que murió, todo gracias al brutal trato de su padre, la dejadez de su madre y la estrecha convivencia con Amelia.
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Tsubasa Hayate. ━ Vampiro. Empty Re: Tsubasa Hayate. ━ Vampiro.

Mensaje por The Author Jue Ago 04, 2016 12:56 pm

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