Azul. {Privado///Rossie}

El buceo siempre ha sido una de mis actividades favoritas desde niño. Solía hacerlo con mi madre, mi abuelo fue pescador y ambos pasaron mucho tiempo dentro del mar, me enseñaron a amar y cuidar aquel ambiente. Me acostumbré a estar dentro de él todo el tiempo que pudiera, así pasé mi niñez la mitad del año en el pacífico en las costas Rusas y la otra mitad en las ardientes arenas del Cairo en Egipto. Cambios muy bruscos de temperatura durante mucho tiempo hicieron que me acostumbrara. Claro, esto antes de que… muriera y me convirtiera en un cubo de hielo.

Ahora mismo estaba en plena sesión fotográfica como modelo en las costas de Mykonos, en Grecia. El clima era caluroso, claro estamos en verano, pero ya no me afecta como al principio de mi cambio. Terminamos rápido debido a la eficiencia del fotógrafo y pude tomar mi descanso muy temprano. Ya estaba en ropa de baño, así que solo tomé mis anteojos, mi cámara fotográfica y me metí al mar, lejos de los demás modelos y personal del estudio. Quería estar totalmente solo, merecía relajarme después de tanto trabajo. Fui al otro lado de la isla, hice algunos ejercicios antes de zambullirme con mi cámara aprueba de agua, era nueva y tenía que probarla de algún modo.

Todo era tan azul adentro, tan claro, tan lleno de vida alrededor de mí con los peces coloridos escondidos en los enormes pedazos de coral. Estaba en lo profundo del mar mirando al sol refractado por las olas que las corrientes del agua hacían. Cerré los ojos por unos segundos para disfrutar el suave masaje que me ofrecía el mar, pero algo me hizo abrirlos de pronto. El cálido sol y el azul se habían ido para darme una visión de un agua oscura y pigmentos amarillos, pero eso no fue lo que me despertó, sino que fue el rápido movimiento entre las olas lo que me advirtió de la presencia de alguien, sin embargo, la escena era demasiado hermosa y mis dedos fueron más rápidos al retratar el momento. Aquella hermosa figura se fue y mis pulmones ya no daban más, de inmediato salí con ansias de buscar quién era. No tuve alguna respuesta al salir, más solo me senté sobre una roca esperando a encontrarla. – Vaya, esos portales son impredecibles del mar de Grecia a... algún lago extraño de un mundo paralelo.

Fotografía:

Vestimenta:

Un nuevo día, lleno de luz y tranquilidad, un lugar completamente distinto en el que suele despertar todos los días la garou. Frente al balcón del hotel disfrutaba del bello contraste que hacía el cielo con el mar, además de las construcciones antiguas que le fascinaban, sin duda alguna Grecia era bellísima.
Dejaba que el viento chocara con cuerpo, moviendo sus cabellos a un ritmo vibrante y desesperado; le encantaba, le encantaba a pesar del calor que hubiera en la playa porque el agua lo recompensaba todo. Tener su cuerpo empapado le agradaba en demasía, era relajante y pacífica la sensación que se quedaba en ella luego de estar en el mar por algunas horas, perfecto como para caer rendida sobre la cama hasta el día siguiente.
El día anterior había estado casi todo el día en el hotel, disfrutando de los lujos que éste le ofrecía; pero ese día no sería igual, quería salir, disfrutar de la naturaleza que la isla le brindaba.
Decidió levantarse un poco tarde, no tenía prisa en gozar toda aquella belleza. Al medio día la loba ya se encontraba en las playas de aquella tranquila isla pretendiendo nadar hasta que se cansara, no era una nadadora perfecta pero le gustaba nadar simplemente por gusto y por ejercicio.

Luego de haber estado en el agua por casi una hora decidió acercarse a la orilla de la playa para poder descansar pero…se quedó sorprendida al momento de quedar flotando en el agua solo un par de segundos, ¿dónde estaba el hotel? ¿Había nadado tanto? No sabía exactamente en qué parte de la isla estaba pero suponía que no debía de estar tan lejos de la ciudad. Logró ver a lo lejos algunas rocas y se propuso a nadar hasta ese lugar para poder descansar un poco. Se sumergió de nuevo en el agua y emprendió su camino, sin darse cuenta de que justo cuando ella se había metido al agua un joven salia y se sentaba en las rocas.
Lentamente se fue acercando a la playa hasta salir por completo del agua, exprimió un poco sus cabellos y caminó en dirección a las rocas, pero al observar al joven que se encontraba en éstas, Rosie se quedó completamente quieta, ¿Cómo no lo había visto?

ROSIE:

Miraba a todos lados buscando a alguien, pero solo veía las gotas congelas de agua en los vidrios de mis anteojos. A veces es muy fastidioso tener el cuerpo tan frío, gélido, cuando vas a nadar o vas a un lugar con mucha agua. Al menos en el Cairo, las dunas y el reflejo del sol hacían balance a mi temperatura corporal. Odio estar en ese lugar, el calor me fastidia, pero no me mata.

Me levanté del lugar con ganas de buscar algo con qué limpiar mis gafas, así que solo caminé sobre las rocas resbalosas como un equilibrista del circo chino. Agradecí que no haya nadie en ese momento porque hubiese sido engorroso que me vean así. En una de esas casi patinadas, los anteojos se me cayeron. Si, lo sé, mis padres son licántropos, por lo general ellos y su descendencia tienen una visión magnífica, incluso se dice que pueden ver en completa oscuridad, pero yo no heredé esa habilidad ni ninguna otra, más que correr ligeramente rápido. Al menos sé que puedo dejar varios kilómetros atrás a Usain Bolt con una amable sonrisa como él suele hacer con los perdedores.

Y ahí estaba yo arrodillado sobre la arena, tratando de encontrar las gafas rebeldes con las manos desnudas, no sé cuánto tiempo estuve en eso pero por el rabillo de mis dañados ojos, pude ver la silueta de alguien, no estaba seguro si era la misma que vi en el agua, pero ahí estaba mirándome. ¿Era una dama? ¿Un muchacho? Estaba demasiado lejos para poder distinguir desde este lugar, así que solo erguí mi espalda y miré serio a aquel ser. – Si quieres puedes burlarte de mí, no tengo problema con eso, pero ayúdame a encontrar mis anteojos.

No entendía cómo no lo había visto desde el agua, pero bueno, ahora no importaba mucho, ni siquiera le prestaría atención y se dedicaría a descansar pero… ¿Qué era lo que estaba haciendo él? Estaba arrodillado mientras sus manos tocaban con cierto desespero la arena, se acercó solo un poco para ver qué hacía, tenía curiosidad y esperaba que aún no notara su presencia, pero cuando reaccionó estaba a solo unos metros de él. De pronto observó cómo elevaba su rostro y clavaba su mirada en ella, sin embargo, Rosie se quedó estática, no iba a mentir, era un joven atractivo pero que no le daba cierta confianza. Escuchó sus primeras palabras y ladeó con levedad su cabeza sin entender porque decía eso. –No pretendo burlarme de usted, solo que… -se quedó callada unos segundos y negó con levedad para acercarse cautelosamente a él, no sabía quién era ni mucho menos sabía si era verdad lo que decía, pero su amabilidad le decía que le ayudara. Se acercó a él observando a su alrededor logrando encontrar sus anteojos casi de inmediato, las tomó y notó que éstas tenían… ¿Gotas congeladas? Se quedó observándolas fijamente, ¿Hielo? ¿En verdad había hielo en sus anteojos? En su rostro podía notarse tal confusión debido a los gestos que hacía. Lo volteó a ver con más curiosidad aún y suspiro profundo y prolongado tratando de entender tal cosa. –Disculpa… ¿Por qué sus anteojos tienen hielo? –cuestionó con una voz suave y muy lenta, su mano fue directo acomodar sus cabellos húmedos para después acercarse a él e inclinarse para regresarle éstos. Muchas preguntas se vinieron a su mente, pero prefería que se quedaran así o al menos hasta que el hombre frente a él le respondiera.

En serio estaba muy enojado, odio estar sin anteojos porque pasaba rápidamente a estar indefenso ante cualquier cosa que me atacara. No me gusta pelear y no busco pelea, pero la sensación de estar indefenso no es una de mis favoritas, creo que no es la de nadie. Así que apenas pude notar que la figura difuminada ante mi retina dañada se acercaba, di un pequeño salto hacia atrás, no me alejé mucho, pero lo hice, no obstante, regresé a mi posición original para tomarlos entre mis manos. Al hacerlo, accidentalmente mis gélidos dedos tocaron por un pequeño momento la mano ajena. Fue algo muy corto, duro una nada pero sirvió para darme al menos un dato: no es humana, su temperatura es muy alta. ¿Cómo lo sé? Tengo mucha práctica en temperaturas.

Les di un par de golpes en la palma derecha para sacudir el agua congelada antes de poderlas usar. El cambio fue de inmediato, me puse de pie para agradecerle, de alguna manera, ella me devolvió la seguridad de la cual había sido distanciado. Usé mis dedos como rastrillos para peinar un poco mi cabello, a la par que rompía el hielo que se había formado entre cada hebra. En seguida hice lo mismo con mi barba, juro que hice mi mejor esfuerzo para sonreír pero temo que eso no se vio reflejado en mi rostro. No soy el mejor demostrando emociones. – En primer lugar, creo que me debo disculpar con usted. No debí hablarle de una manera tan grosera, considerando que usted es una dama, pido me dispense. – Hice una leve inclinación de cabeza mostrando mi respeto. – En segundo lugar, creo que debo presentarme. Mi nombre es Cze Akenatón Dakarai Hawass Vorshevsky, sé que algunos son muy largos y difíciles de pronunciar, pero sírvase a llamarme como guste, no me ofenderé.  – Nuevamente tomé todas mis ganas y creo haber esbozado una pequeña sonrisa en mis labios como saludo. Pronto mis ojos se posaron preocupados por la mano ajena, aquella que había tocado. - ¿Estás bien? ¿Te lastimé cuando te toqué? Sé que soy un poco frío y a veces a los seres que son de piel muy caliente puedo dañarlos. ¿Puedo hacer o darte algo para recompensar tu ayuda? - Sentí la necesidad de acercarme a ella para revisarla, pero mi cuerpo se detuvo a dos pasos de ella. Tenía muchas ganas de preguntarle sobre su procedencia solo para confirmar mis sospechas, pero debía ser cauteloso, aunque realmente al verla a los ojos, solo podía sentir algo muy parecido a la ternura.

No pretendía haber asustado al más alto, pero al parecer había sido así debido al pequeño sobresalto que tuvo, trató de no darle mucha importancia y únicamente mantuvo su mano estirada hacia él para que tomara sus gafas, sin embargo, ante el roce de sus dedos sobre la piel de la loba, esta hizo un movimiento algo brusco al tiempo que una queja de dolor se escapaba de sus labios, su rostro demostraba que había sido un poco doloroso pero trató de fingir únicamente con acariciar esa zona con la otra mano. ¿Qué había sido eso? No tenía explicación lógica para tal situación, así que decidió mejor dejarlo pasar, aunque obviamente no era normal y en definitiva no era de su agrado pues había dejado cierto ardor en la zona.

Observó cada acción del hombre así como el hielo que se encontraba sobre sus cabellos y barba quedándose asombrada, ¿Cómo era posible eso? Rosie mantuvo una de sus cejas elevada transmitiendo confusión, pero de inmediato borró ese gesto al notar el intento de sonrisa del hombre, era sin duda alguien extraño pero interesante. Escuchó sus disculpas así como su presentación y sus preguntas, y solo se limitó a sonreír de manera amable al tiempo que con su cabeza hacía un movimiento de negación. –No te preocupes, creo entender el porqué de tu actitud, así que con gusto acepto tus disculpas. –sus ojos se hicieron un poco chiquitos al sonreír, y trató de pronunciar su nombre completo un par de veces, las cuales fueron un total desastre. –Creo que mejor te llamaré Cze, no me complicaré la vida. –sus labios nuevamente formaron una sonrisa, solo que en esta ocasión fue una más suave. Elevó su mano a la altura del pecho ajeno para que observara la pequeña marca morada que había aparecido . –Descuida, pronto sanará… -la bajó lenvtamente para cubrirla de nuevo con la mano que se encontraba bien, y asintió de forma suave ante la última pregunta que le había hecho. –Al parecer tu tampoco eres una persona…normal. ¿Qué eres? No es normal que alguien tenga hielo sobre su cuerpo. –preguntó con curiosidad al tiempo movía los dedos de sus pies sobre la arena disfrutando de aquella extraña sensación, así como el viento fresco que chocaba con el cuerpo de ambos seres, provocando en ella ciertos escalofríos notándose en su piel erizada.

El hombre frente a ella no parecía alguien peligroso, al contrario, a pesar de que al principio no había sido muy cómodo para la loba, podía decir que le transmitía cierta confianza en esos momentos.

Abrí mucho los ojos cuando vi aquella marca. Sabía desde antes que mi contacto podía hacer mucho daño a las criaturas de una temperatura elevada como los licántropos... licántropos. - Espero lo mismo, sino me sentiría muy mal, no es de mi intensión lastimarla o lastimar a alguien. Yo solo estoy... - Miré alrededor tratando de orientarme, quería reconocer el lugar. Muy de lo contrario, no lo pude hacer al principio. Al menos no estabamos en Oz y eso me alegraba mucho, puede respirar profundo y solo sonreí muy ligero, tratando de disimular mi desorientación empecé a quitarme la fina película de hielo formada en mis brazos y abdomen.- No tengo ni la más infima idea de dónde estoy, pero es bueno estar acompañado, ¿no lo cree, señorita...? Perdone, temo que no escuché su nombre. - Por alguna razón inexplicable, obviamente, sentí que mi comisura derecha se deformó de tal manera haciendo una agradable y quizás coqueta sonrisa. También pude sentir que mi cuerpo se relajó al escuchar su voz, me agradaba estar en su compañía, sentía de alguna forma que estaba con alguien que conocía y que podía tener confianza con ella.

Cze es un buen nombre, aunque cuando fui a España me llamaban "César". - Me senté tranquilo en una de las grandes piedras y con la diestra hice una amable invitación a que lo hiciera conmigo. Está bien, lo acepto. Sabía cómo volver, pero hacía mucho tiempo que no me encontraba con una persona que me agradara tanto. - Pues hagamos algo, como ya sabes mi nombre, creo que merezco que me cuentes tu historia primero. Tengo la impresión de que tienes muchas más cosas interesantes que contar que yo. - Miré con sobriedad la mano lastimada de la joven.- Los humanos no se lastiman tan rápido a menos que su tempreratura corporal sea muy elevada. He escuchado sobre algunos seres con esas caracterízticas, pero sería interesante adivinar qué somos, ¿no lo crees?

Se quedó callada y pensativa tratando de terminar la frase que el joven había dejado sin terminar, obviamente dentro de ella. Sin embargo, su atención fue dirigida hacia las manos grandes del ajeno que ahora quitaban una pequeña capa de hielo sobre sus brazos y abdomen, su mirada se mantenía fijamente en aquella zona teniendo esos gestos de confusión pero de sorpresa a la vez. No lo iba a negar, tenía buen cuerpo, pero ese pensamiento no era el centro su atención, sino que aún trataba de encontrar alguna explicación lógica a tal situación. Repentinamente su mirada se desvió hacia los ojos del ajeno, haciendo un cambio de gestos por consecuencia, asintió con sutileza y sus labios formaron una cálida sonrisa. –Por supuesto, en ocasiones es mejor estar acompañado, sobre todo cuando se tiene tan hermosa vista. –sus últimas palabras hacían referencia al mar y a la vegetación que se encontraba a su alrededor. –Disculpa, soy un poco distraída. Me llamo Rosie Lee, es corto y fácil de pronunciar. –soltó un par de risas al tiempo que cubría sus labios con el dorso de la mano, la cual, tenía la marca morada que poco a poco se iba borrando debido a la regeneración. –Quizás lo llamaron así debido a que suena como un diminutivo de César, o eso creo yo. –

Se quedó solo unos instantes más de pie pues aceptó la invitación del más grande segundos después, tomó asiento a su lado manteniendo una distancia prudente percatándose de una sensación fresca del lado del hombre a su lado. Ladeó su rostro en dirección al icebreaker para poder mirarlo directo a los ojos en cuanto comenzó hablar, desvió su mirada hacia su mano en cuanto el más alto hizo mención a ella observando como ahora casi desaparecía la marca, posó la otra mano encima de esta y desvió su mirada mordiéndose sus labios de manera suave. –Bueno…no creo que adivines lo que soy, o no lo sé. –comentó aquello al tiempo que ambas manos se posaban sobre la roca en la cual los dos estaban sentados, dirigió su mirada hacia el mar dejando que de sus labios se escapara un suspiro y así comenzar hablar. –Como se dio cuenta no soy un humano, aunque nací como uno. Pienso que usted tampoco lo es, aunque estoy segura de que su naturaleza tiene una relación muy estrecha con el hielo ¿O me equivoco? –cuestionó con curiosidad al tiempo que veía directamente aquellos ojos claros que el mayor tenía, sin duda alguna, hermosos.

En todo el tiempo que ella hablaba, no la dejé de mirar ni por un poqueño momento. No puedo negar que era muy atractiva, así que mientras ella desviaba la mirada hacia el mar. Saqué mi cámara para tomar algunas fotografías. Se veía muy bien, porque la luz solar anaranjada, el reflejo que tenía con el agua azul y la fina arena blanca hacían un marco perfecto para su belleza.- Eres licántropo, Rosie Lee y eres muy guapa. - Dije mientras seguía tomándole fotos. Me puse de pie para ir frente a ella y colocar una rodilla en la arena. Tendría otro ángulo de ella, aunque en realidad todos eran sus ángulos perfectos. Después de una tres fotos, bajé la cámara y la miré con una sonrisa tenue.- Lo sé porque te lastimaste muy rápido al tocarme, eso significa que tienes la temperatura muy alta. Además, he vivido con licántropos, sé cómo son, cómo se sienten cuando estás cerca. Aquel extraño magnetismo que te atrae a no parar de verlos, el querer tocarlo o al menos estar cerca de ellos. Los conozco muy bien porque mis padres lo son bueno. Yo sería algo a lo que llaman "metis", pero mi vida es muy extraña... ¿crees que posarías un poco para mí, Rosie Lee? -No podía evitar sonreír con algo de picardía, de pronto y muy derrepente salía eso que había heredado de mi madre.- Prometo que después de las fotos puedes tocar mi cuerpo lo que quieras. -Esa fue una broma, aunque quizás mi tono de voz y mi semblante serio no lo hicieran parecer. Como fotógrafo profesional sabía cómo leer los rostros, las intensiones y distracciones o atracciones. En primer momento vi que mi abdomen le llamó la atención, pero sería un secreto guardado solo para mí.- Tienes bonitas expresiones... Me gusta mucho tu rostro, sobretodo cuando me miras. Y si, tiene que ver con el hielo, sobretodo con la muerte.

Al escuchar que sabía perfectamente cuál era su naturaleza, la joven volteó de inmediato percatándose de que le tomaba fotos con su cámara. Rosie se quedó confundida durante algunos segundos, fue ahí, que en esos momentos, Cze se levantó y se colocó en una posición nueva para tomarle algunas fotos más, aceptaba que le gustaba que le tomaran fotos, y no se negaría a posar frente a él, aunque aquella situación era un poco extraña no le era incómoda.

La razón de porqué sabía que era una loba le parecía coherente y sincera, aunque había algo que no le parecía del todo lógico, ya que era claro que no era un licántropo, ni siquiera tenía el olor a uno. Luego de su pregunta, los gestos de confusión los intentó cambiar por una sonrisa y una pose como las que normalmente usaba para las sesiones fotográficas. –Tienes suerte de que sea modelo, de otra forma me habría negado a que me tomes fotos. –soltó un par de risas mientras que su mirada se fijaba en la ajena, luego de sus palabras negó con sutileza sin dejar de reír con cierta ternura. –Si te vuelvo a tocar me temo que me saldrán de nuevo marcas ¿mh? –las risas de nuevo salieron de los labios de la pequeña loba, y cambiando a otra pose más natural escuchó al mayor, una de sus manos fue directo a recoger unos mechones de cabello detrás de su oreja y únicamente se limitó a sonreír ante sus halagos, dedicándole esa sonrisa a manera de agradecimiento. Desvió su mirada casi de inmediato hacia las rocas en las que anteriormente había encontrado al mayor, pensativa dejó salir un pequeño suspiro y así regresar a tener ese contacto visual con el más alto. –Hielo y muerte, la verdad no se me ocurre nada. Nunca antes me había topado con una persona como tú, no de tu raza. Aunque no entiendo cómo es que tus padres pueden ser licántropos, y no tú. –habló con tranquilidad mientras se acercaba un poco a él. –Dime, ¿Eres fotógrafo? Las posiciones que usaste antes para tomar fotos no son de una persona… eh ¿normal?... Por así decirlo… -sus ojos se entrecerraron un poco al decir aquello, y con una suave sonrisa esperó su respuesta. –Aunque bien podía pensar que eres un modelo, tus facciones son agradables a la vista de cualquier persona, y lo digo en serio. -

No dije nada en todo lo que la loba decía, me gustaba escucharla, tenía una voz agrable. Tomaba las fotografías mientras ella me hablaba, quería aprovechar el momento para grabar sus facciones en instantáneas. No sabía muy bien si se las iba a dar, al fin y al cabo le pertenecían, eran de su rostro, pero... no, son mías. - Lo supe desde el primer momento que te vi, eres perfecta. Hermosa como la suave neblina que cubre la selva virgen al amanecer, además te sabes mover frente a la cámara y si, soy fotógrafo y también modelo, pero solo en mis tiempos libres. Cuando no hay personas o momias a las cuales fotografíar, aunque no soy muy bueno tomándome fotos a mí mismo. - Terminé de tomar las fotos, pues era hora de ver cómo habían quedado. Acercó la cámara a la menor pasando las tomas lentamente tratando de que ella las pueda ver.-

Seguro te preguntarás del porque no huelo a licántropo si es que mis padre lo son, ¿cierto? Es una historia extraña y áspera en ciertos momentos. - Su mirada bajó encerrando tristeza en sus ojos.- Al parecer Gaia y el Dios de la mayoría de los humanos tuvieron un conflicto conmigo que por supuesto el que tiene más fans ganó. Se supone que sería una maldición entre los lobos, algo que estaba prohibido, un metis. Pero no fue así. Dios decidió elegir mi cuerpo como un recipiente para uno de sus ángeles, el más inútil a mi parecer. El arcángel Anael, ese era mi nombre. Sin embargo, no desarrollé ninguna de las habilidades ni de licántropo ni de ángel, solo era bueno para correr o al menos eso creía yo. -Era extraño contar esto, sobretodo a una desconocida, pero sentía que debería hacerlo, quizás mientras más lo contaba a las personas, menos me pesaría, si quiera tenía esa esperanza.- Siendo el "ángel del amor", mi misión era juntar a mis "hermanos" en la tierra, nunca supe para qué, simplemente lo hice tal como mi señor lo quería. Logré hacerlo, junté a un grupo pequeño, pero nos traicionaron. Asesinaron a todos... incluyéndome. - Cerré los ojos rememorando aquellos incómodos momentos.- Lo que más me dañó no fue haber muerto, sino que en los últimos instantes de morir. El Señor al cual yo había servido con fervor... me abandonó. Sacó mi esencia y solo dejó mi cuerpo. Cuando al fin esa lanza atravesó mi cuerpo pasó algo extraño. Un hombre se paró frente a mí y me convitió en algo que no podía ser posible. Me rescató de la muerte y me convitió en un Icebreaker. ¿Haz oído de las aves fénix? Soy algo parecido, pero de hielo. - Respiré profundo ligeramente más aliviado y una sonrisa repentina se dibujó en mi rostro, era algo... ¿mágico? - Si, si hay maneras de tocarme. Una es bajar tu temperatura corporal para que no te lastime y la otra es tocarme con guantes o algo que cubra tu piel. ¿Quieres intentarlo? - Señalé hacia el lago, era la manera más efectiva de bajar la temperatura de un ser tan cálido.-

Rosie mantuvo sus cejas un poco elevadas al escuchar las palabras del icebreacker, con anterioridad no le habían dicho ese tipo de cosas por lo que provocaban un ligero sonrojo sobre sus mejillas, intentaba disimular con una sonrisa suave sobre sus labios y no habló hasta que el más alto guardó silencio, no sin antes colocar su cabellera castaña hacia un lado. –Gracias por eso, aunque no creo que sea tan perfecta como lo dice. –habló con sinceridad, la loba a pesar de ser bonita no tenía un ego grande por lo que prefería ser alguien sencilla, aunque claro a veces le era de utilidad la belleza que tenía. Su vista se dirigió hasta la cámara observando así las fotografías mientras él seguía hablando. De vez en cuando desviaba su mirada hacia el mar, la arena y muy pocas veces a los ojos del mayor, no era que su atención ya no estuviera con él, más bien que pensaba que así él podría ser más sincero sin tener una mirada fija incomodándolo. Cze parecía ser alguien sincero, cada frase que decía lo llevaba a su imaginación, de ésta forma podía guardar la historia del más alto en su memoria.

Cuando el más alto terminó de hablar mantuvo silencio quedándose pensativa. –Eso es algo nuevo para mí, no sabía que ese tipo de fénix existieran. Ahora comprendo porque el hielo sobre su cuerpo. Pero… ¿Entonces estuvo a punto de morir, pero no lo hzo, cierto? –frunció con ligereza su ceño, y por sus demás palabras soltó una sutil y pequeña risilla. –Vale, vayamos a nadar que estoy sintiendo un poco de frío. –comentó con tranquilidad mientras daba pasos esperando que el más alto la siguiera, su cabellera y traje aún se encontraban húmedas, y con la ayuda del viento provocaba que su piel se erizara un poco, ante esto llevó ambas manos acariciar sus propios brazos. Al estar a la orilla del mar se inclinó un poco para observar a un pequeño cangrejo que caminaba hacia el agua, no pudo evitar mostrar una sonrisa y volverse a levantar para estirarse un poco. – ¿Qué pasó con su familia, Cze? Si no desea responder yo entiendo… después de todo hablar de la familia a veces es incómodo. –dijo aquello último con una sonrisa un tanto forzada caminando de nuevo hacia el mar, dejó que el agua poco a poco cubriera su cuerpo y no se detuvo hasta que el nivel del agua llegara por debajo de sus hombros, volteó a ver al icebreacker y con una sonrisa jugueteó un poco con el agua. –Así que… fuiste un metis, un ángel y ahora un ice… ¿Ice…? –su mirada se perdió por unos segundos intentando recordar la palabra que había dicho el más alto, sonrió un poco apenada y desvió su mirada hacia el agua.