Una tarde afortunada. [Privado-Rosie]

“Chenin fermé en travaux” – Aleksandr leyó a lo lejos desde su auto. Hoy tenía que ir a una cita con una señorita que conoció en su bar y estaba a punto de cruzar el túnel cuando vio aquel anuncio. Realmente el lobo estaba muy enojado, pues había planeado todo, aunque eso significaba tener que ir a otro país para cita. Agradeció en esos momentos que Europa fuera tan chica y pudiera hacer en auto y con un par de horas. Su destino era Suiza a pasar un día de campo en el parque Zernez, pero al parecer eso no era la voluntad de Gaia o de cualquiera de los 30,000 dioses existentes en el mundo. Resignado y muy a su pesar, tomó el teléfono para mandar un mensaje a la susodicha, pero ¡Oh, sorpresa! No había señal, así que estaba solo, en medio de la nada, sin señal. Lanzó el teléfono hacia los asientos posteriores enojado, pues estaba consciente que aquella dama nunca más iba a pasar por su vida nuevamente.

Pasaron al menos 5 minutos y estaba hastiado de estar en ese lugar, el espacio se le iba haciendo cada vez más pequeño, así que salió solo para saciar su curiosidad de lo que había pasado. Caminó unos cuantos minutos pasando al lado de los otros vehículos. Algunas personas se le quedaban viendo quizás porque es excesivamente alto y tiene un cuerpo ancho, pero ya estaba acostumbrado a esas miradas. – “Santos autos voladores, Batman”. – Se dijo a sí mismo al ver lo que había pasado. No sabía si catalogarlo como accidente vehicular, pero de inmediato supo que no iba a salir temprano de ahí y tenía que distraerse de algún modo. Se acercó a la patrulla más cercana donde había una hermosa policía en el volante. Alek usó lo mejor de sus encantos y logró lo que se propuso, terminar dentro de la patrulla… arrestado por acoso sexual a un oficial. – “Por favor, no tenía idea de que a usted no le gustaban los hombres, prometo no volverlo hacer”. – Rogó hasta que por fin fue soltado por pena… y unos cuantos billetes.

Enojado, pobre y con mucha abstinencia se dirigió a su auto, sacó la canasta en donde llevaba varias botellas de vino y comida que iba a compartir con la dama suiza, así fue a la paralela del camino, a los bosques para despejar su ira. Buscó un lugar seco para poder sentarse, abrir la primera botella y empezar a beber completamente solo rodeado por musgo, hojas secas, cantos de grillos y una agradable brisa de otoño.

Alek:

Accidente:

Francia era un país hermoso en todos los sentidos, el idioma, los paisajes, la gente, el clima, se sentía como en casa no solo por la temperatura de aquel lugar, sino porque la zona que había elegido para descansar estaba rodeado de bosques, bosques llenos de vegetación y colores azafrán. El olor a bosque era una delicia para ella, la tierra húmeda y el cantar de los pájaros la alegraban, bastante en realidad.
Hacer ejercicio era vital para ella, casi todas las mañanas la primera actividad que hacía era salir a correr o ir al gimnasio, todo dependía del humor con el que amaneciera; y a pesar de que estaba de vacaciones no era una excusa para no hacerlo. Ese día había sido la excepción, prefirió salir a desayunar en bicicleta, cosa que casi nunca hacía, pero por extraña razón las ganas le habían surgido. Hacía años que no se subía a una, desde su llegada a la ciudad eran contadas las veces que paseaba con la bicicleta y no era que le apenaba hacerlo simplemente que prefería hacer algunas otras cosas.

Pedaleaba con lentitud, no tenía prisa de llegar a desayunar además de que no había quedado de verse con nadie; disfrutaba de su entorno, y de sí misma. Ciertos recuerdos llegaron a su mente, aquellos días en los que salía junto a sus hermanos en bicicleta acompañados de su madre, quien en su forma lupina los escoltaba hasta lo alto de las montañas. Tenía bien presente en su memoria una ocasión en especial, cuando ella comenzaba a montar bicicleta y que en un descuido cayó de costado raspándose parte de su brazo y pierna, su madre se había acercado a ella y con mucho cuidado y cariño lamió su herida. Sintió una presión en el pecho al recordar aquella escena, la había hecho sentir melancólico y en cierta forma molesta, aún no lograba comprender cómo es que su madre la había dejado, no solo a ella, pero sin duda alguna era quien había sentido más su ausencia. Podía jurar que su madre los amaba y que siempre estaría cerca de ellos, pero su última acción le había indicado lo contrario.
Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se percató que a pocos metros de ella se encontraba una gran telaraña y no fue hasta que vio cómo la araña descendía desde el hilo que colgaba en su sombrero detuvo sus pies. Si bien los arácnidos eran algo que odiaba con todo su ser no fue para menos que comenzara a gritar del susto y del pavor que le tenía a esas diminutas criaturas; gritó muy fuerte y en un movimiento lanzó su sombrero frente a ella, sentía como si su corazón se fuera a salir, inclusive todo su cuerpo se había estremecido con el solo ver al animal.

casual:

bicicleta:

-“¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?” – Aleksandr dejaba que sus quejas salieran a borbotones de su boca con cada trago que daba a la botella de vino, aún se encontraba muy enojado por lo que había pasado hace un rato. No podía creer que se había esforzado tanto para nada, realmente le gustaba aquella dama, pero aunque se transformara en lobo y corriera a toda velocidad no podría llegar a tiempo. Estaba por terminar su segunda botella de vino cuando le pareció escuchar a lo lejos. Sus sentidos agudizados podían escuchar algo a la distancia. No parecían pisadas, las hojas secas del suelo se rompían mucho más rápido que cuando lo hacen los pies. – “Que no sea la policía lesbiana, por favor”. – Dijo con algo de temor porque no quería tener problemas con la ley y menos algo alcoholizado. Se levantó rápido del tronco caído y trató de esconder las botellas, pero fueron los gritos desesperados que lo alertaron, alguien estaba en peligro, una dama estaba en peligro. Su principal instinto fue de correr al lugar de donde provenían los sonidos desgarradores.

No le fue difícil encontrarla, sus gritos podrían ser escuchados a miles de centímetros de distancia. No sabía qué pasaba, estaba ella sola en su bicicleta gritando a algo. No fue hasta cuando se acercó un poco más cuando notó lo que era. Una theraphosa blondi… una tarántula Goliat o como también es conocida, la tarántula come pájaros. Se le hacía muy raro encontrar una por estos lares, ya que suelen vivir en lugares cálidos de Sudamérica como Brasil, lo cuál le preocupó aún más. – “¡Espera! Tranquila, no te muevas o la vas a asustar”. – Alek salió detrás de unos arbustos con cara de mucha preocupación y pena, estaba muy consternado por lo que ocurría. Caminó lento hacía la escena y con mucho cuidado tomó al arácnido entre sus manos. – “Tranquila, ya estás a salvo, esa loba grande y malosa no te va a hacer algo, yo te cuido”. – Hablaba con la araña como si la entendiera y así la fue a dejar a un árbol cercano ante de acercarse a la aparente menor. – “Listo, ya estamos todos seguros”. – Comentó con una gran y amable sonrisa a la loba, no hacía falta que se lo diga, el aroma que ella tenía era imposible de confundir, era una loba tal y como él. Se inclinó a tomar el sobrero ajeno para llevárselo y entregarlo con las dos manos. Sentía las mejillas calientes y sabía que estaban sonrosadas por el efecto del licor, pero aún así y sin vergüenza fue a ella a presentarse. – “Soy Aleksandr Bozkurt, mucho gusto… y dado que salvé tu día. ¿Podrías recompensarme dándome tu nombre o al menos si me acompañas a comer, hermana”. – Dijo amable con un tono de voz muy suave como de hermano mayor dirigiéndose a su hermana pequeña.

De inmediato observó al joven que había aparecido entre los arbustos escuchándolo con atención, no pensaba moverse siquiera un segundo así que se quedó completamente tiesa sobre su bicicleta. Observó con atención cada una de sus acciones y al ver cómo tomaba la araña entre sus manos todo el cuerpo de la loba se estremeció, incluso su piel se erizo con el solo verlo. Podía ver a los insectos y arácnidos de lejos, pero no soportaba que estuvieran cerca de ella ni mucho menos sobre su cuerpo. En cuanto escuchó sus palabras se quedó desconcertada ¿Le hablaba a la araña? ¿Cómo sabía que ella era una loba? Tragó un poco de saliva mientras colocaba sus manos sobre las manillas de la bicicleta sin despegar su mirada de aquel joven. Su respiración evidentemente estaba agitada por el momento que había pasado y pensaba en que era probable que se agitara más si aquel joven intentaba dañarla.

Observó sus acciones con detalle, estaba confusa y desconcertada a la vez. Escuchó sus palabras al tiempo que se acercaba a ella, un aroma familiar se hizo presente ¿Él también era un lobo? El aroma que tenía era muy parecido al de su Kendrick, su hermano; aunque su hermano no olía a licor como el joven presente. No dijo palabra alguna durante unos segundos, su mirada parecía examinarlo de pies a cabeza. Dio un suspiro suave rascándose su mejilla con levedad sin despegar su mirada del joven, ¿Podía confiar en él? Era un completo extraño para ella, pero el aroma y la manera en que la trataba la tranquilizaba y le daba confianza. –Me llamo Rosie Lee, pero sólo llámame Rosie…ah…gracias por quitar a esa araña de mi camino, si no lo hubieras hecho creo que no me hubiera movido de aquí por un largo tiempo. –una sonrisa amable se formó en sus labios, estaba agradecida de que lo hubiese hecho aunque la hubiese llamado “grande y malosa”. –Mh… ¿A dónde iremos? –cuestionó de tal forma que el contrario se diera cuenta que aceptaba acompañarlo a comer. Se mantuvo sobre su bicicleta, no pretendía bajarse hasta llegar a un lugar “seguro” fuera de arácnidos o insectos. –Por cierto…no creo que me vea como alguien grande o malosa, al menos no como tú. –dijo en broma mientras que sonreía de manera divertida al tiempo que esperaba ser guiada por el más grande.

-"Pues..." -Se acercó ligeramente para colocar el sombrero sobre la cabeza de la más baja, acomodándolo bien. Consideraba que sus rasgos se veían muy hermosos con la fina sombra que aquel objeto le hacía.- "... mi querida Rosie, iremos a un lugar no muy lejano, está como a 200 metros. ¿Puedes ver ese pino caído a la distancia? Ahí tengo unas cuantas botellas de Siraz y mucho queso ahumado, además de panes y jamones, lo suficiente para alimentar a dos lobos hambrientos y sedientos". - Había apuntado hacia un espacio cerca con el índice por unos segundos antes de acercarse a ella para quitar retazos pequeños de tela de araña que habían caído sobre el cuerpo de la loba. No sabía muy bien si era porque estaba ligeramente bajo la influencia del alcohol, no había bebido mucho, pero si muy rápido y quizás eso lo hacía sentir más confianza con las personas, mucho más de la que normalmente tiene.-

-"Tienes razón". -Sus ojos pasaron a lo largo del cuerpo ajeno, le pareció por un momento que aquella personita tenía unos 15 años, podría equivocarse. En realidad estaba rezando para que eso no sea verdad. - "No te ves grande y malosa, no tanto como yo, pero si para la theraphosa blondi… una tarántula Goliat o araña come pájaros y no, no estoy diciendo un eufemismo, así se llama". -Dijo entre risas parándose a un lado para ofrecerle la mano, la estaba invitando a bajarse se la bicicleta.- "Ven cariño, no tengas miedo. Yo cargaré tu bicicleta, no son muy útiles cuando en el camino hay demasiadas raíces, ¿no lo crees?" - Dijo el lobo con una gran sonrisa en los labios, no tenía miedo a la negativa de las personas, además, hoy solo quería pasarla bien con alguien. -

Se encogió un poco de hombros al sentir como le colocaba su sombrero y elevó su rostro para poder verlo a los ojos fijamente mientras que él hablaba, asentía un par de veces cada ciertos segundos para después soltar una pequeña risa, su estómago en ése momento gruñó con levedad provocando que la loba se sonrojara un poco debido a la pena, llevó una de sus manos a su abdomen y dio pequeñas palmadas como si intentara callar aquellos sonidos. –Está bien, solo iré porque has dicho que tienes comida. –cerró uno de sus ojos mientras que reía con suavidad, en seguida parpadeó un par de veces cuando el contrario se acercó más a ella para poder retirar algunos hilos de la telaraña haciendo que Rosie hiciera un gesto de disgusto al ver que tenía en su cuerpo aquellos hilos.

Prestó atención a lo que el lobo decía acerca de araña manteniendo esos gestos de desagrado. Negó con levedad en señal de que no creía que mentía y únicamente colocó unos mechones de cabello detrás de su oreja. –Prefiero no saber nada de esas cosas…no me gustan ni un poquito. –mostró una sonrisa un poco apenada, y al ver cómo le ofrecía su mano sus dientes apresaron sus propios labios sin saber si aceptar o no aquel acto, terminando por hacerlo. Colocó su mano propia sobre la ajena y con ayuda del más alto se bajó de la bicicleta. –Está bien, aunque si veo alguna otra araña o insecto no te asustes si doy un brinco sobre tu espalda. –dijo aquello en forma de broma soltando un par de risillas, y comenzó a caminar a manera lenta al lado del lobo metiendo sus manos en los bolsos del short que traía puesto. –Por cierto Aleksandr, ¿Vives aquí o vienes sólo de visita? –

-Aleksandr reía encantado por la pequeña, en serio le provocaba algo muy paternal en él. Como que desde el primer momento que la vio, tuvo intensas ganas de protegerla, eran de la misma raza, así que era como su hermano mayor, ¿o no?.- "Sipis, tengo comida y bebida muy cerca de aquí". -Repitió la información ya dada entre pequeñas risas porque había escuchado claramente los rugidos del estómago de la más baja. Tomó la mano de la hembra para ayudarla a bajar de la bicicleta antes de tomar el timón de la bicicleta, así de fácil la levantó para acomodársela en el hombro mientras caminaba con dirección a su pequeño campamento forzado.- "Las arañas son cosas hermosas, no voy a negar que hay algunas que si me asustan, como las viudas negras o viudas marrones, pero me encantan las arborícolas. Que son pequeñitas, hermosas y todas tiernosas..." -La mira de reojo y comienza a reír pues no puede evitar compararla con una de ellas.- "Así como tú, solo que tú eres como 100 millones más grande que una de ellas y supongo que no comes mosquitas."

Se acercó más a ella para tomar la mano de la menor, entrelaza sus dedos, ya muy animado por la dulce sensación de la embriaguez, así muy tomado de confianza le sonríe.- "No te preocupes, no me asusta el contacto físico". -Caminaba meciéndose un poco.- "Solo llámame Alek, es muy difícil pronunciar todo completo, ¿te puedo decir Ross?" -Niega con la cabeza ante la pregunta de la menor, Alek suele parecer muy disperso pero si presta atención a lo que le preguntan aunque suele tardarse un poco.- "Nop, no vivo por aquí, vivo más a la izquierda del mundo. En Lyon y a veces en Marvella en verano". -Respiró profundo porque no estaba tan seguro de contar el porqué estaba ahí. No porque lo creyera malo u ofensivo, sino que le daba un poco de vergüenza decirlo.- "Por cierto, ¿qué hacías tan lejos de la civilización y de la autopista, pequeña Ross?"

La primera impresión que había tenido del más grande había sido divertida, suponía que la mayoría de las veces se comportaba así. Hasta el momento, la actitud del más grande le daba confianza a pesar de que estuviese un poco ebrio, pues hasta ahora no había sido irrespetuoso ni grosero con ella. –Entonces apurémonos –dejó que de sus labios saliera una pequeña risa debido a su propio comentario y a la pena que aún tenía debido al ruido de su estómago. Agradeció con una sonrisa el que Alek le ayudar a bajar de la bicicleta y acomodó su short un poco al igual que su bolso; escuchó con atención a sus siguientes palabras haciendo una cara de desagrado al darse cuenta de que le gustaban los arácnidos, pero de inmediato esos gestos fueron reemplazados por un suave puchero acompañado de su ceño fruncido. –Oye…no quiero escuchar egocéntrica, pero creo que soy más bonita que las arañas ¿mh? –entrecerró sus ojos con levedad mirando al lobo fijamente para después soltar de nuevo un par de risas al tiempo que cubría su boca con el dorso de la mano derecha.

No esperaba que la tomara de la mano, y a pesar de que no tenía la suficiente confianza para corresponderle el agarre, no se quejó ni alejó la mano, algo muy dentro de ella le decía que era una buena persona y esperaba que no se equivocara. Lo miró de reojo al tiempo que caminaba a su lado, manteniendo una pequeña sonrisa en su rostro. –Está bien Alek, y no tengo problemas para que me llames así. –llevó una de sus manos para acomodar su sombrero y balancear la mano que tenía libre mirando a su alrededor como si buscara la presencia de algún otro arácnido o insecto, manteniendo su atención en el mayor. –Oh...comprendo, yo vivo en Canadá, exactamente en Vancouver. Y vine de vacaciones a Francia, estaba por ir a desayunar algo y pues…te encontré, me encontraste… -dijo aquello último sin saber quién había encontrado a quién, y comenzó a reír un poco más.

-"Lo siento tienes mucha razón, mon chérie... eres mucho más hermosa que una araña". -Alek sonrió amable a la loba mientras caminaba tranquilo por un pequeño sendero recién abierto por él mismo. Una vez en el lugar, soltó la mano de la pequeña para poder estar libre y bajar la bicicleta. La colocó a un lado, recordó sobre el miedo ajeno sobre los bicho de más de 4 patas, así que dedicó poquito tiempo a revisar en los alrededores cuidadosamente en búsqueda de algún bicho rufián que merodee el espacio. Una vez satisfecho, hizo una reverencia a ella y con extrema educación señaló el lugar donde ella debía sentarse, sobre el mantel al lado de la comida que cuidadosamente había puesto hace un rato.- "Bienvenida a mi mundo, a mi reino, pequeña princesa Ross de Vancuver. Espero que mi hogar sea de su extremo agrado o tendré que cortarme una mano". - Dijo en tono de broma mientras hacía la invitación.

Picnic:

El joven a su lado le recordaba muchísimo a su hermano, no solo por el hecho de que fuera lobo también, sino por la actitud que tenía con ella, un tanto protector y divertido. Ante sus palabras apretó con levedad la mano ajena en el agarre para después soltarla del mismo modo observando cómo bajaba la bicicleta y la acomodaba. Buscó con la mirada, justo como el más grande, si algún arácnido no se encontraba cerca. Ante aquella reverencia y gestos de caballerosidad, Rosie igualmente hizo un suave movimiento con su cabeza en señal de agradecimiento acompañada con una sonrisa sutil pero tierna sonrisa, se acomodó sobre el mantel y colocó a un lado suyo su bolso dándole después palmaditas al mismo mantel indicándole al mayor que se sentara frente a ella. –Ven, siéntate. Para ser sincera he quedado fascinada con tu hogar, todo lo que veo es hermoso así que no tendrás que cortarte una mano. –rió por unos segundos para luego desviar su mirada hacia la comida que se encontraba a su costado, sus mejillas tomaron un ligero color carmín en cuanto sintió y escuchó que su estómago gruñía de nuevo al ver tan exquisita comida, tratando de disimular que nada había pasado. –Todo se ve tan delicioso… Dime ¿Por qué estabas aquí comiendo solo? ¿o acaso había alguien más contigo? –preguntó con suma curiosidad al tiempo que acercaba su rostro un poco hacia la comida disfrutando del aroma único de cada ingrediente de los alimentos, mantuvo sus ojos cerrados por unos segundos para después abrirlos y observar con detalle los mismos. –¿Tú preparaste todo eso?-

-Sonreía amable a lo que le decía la menor a lo que se sentaba al lado con cuidado, sus largas piernas y su gran abdomen necesitaban atención para no destruir nada, especialmente se volvía muy torpe cuando  bebía y ahora tenía cosas demasiado importantes en esa canasta como para echarlas a perder por su torpeza.- "Menos mal que te gusta porque la verdad no me agrada mucho la idea de perder una mano. Permíteme, te sirvo vino". - Sacó la copa de cristal en la cual estaba bebiendo hacía un rato y luego tomó la tapa del termo donde levaba té caliente, ahí sirvió las bebidas.- "Espero que te guste, es un Siraz, lo traje de mi tierra, Lyon". -Puso la copa muy cerca de ella para que la cogiera, pues quería cortar rápidamente pedazos de queso, salame, dátiles, los repartió entre ambos.- "Se ve y sabe rico, yo hice la tarta de espinaca, ricotta y tocino ahumano, además que tiene un pequeño punto de picante de la crema de rocoto. Lo demás lo compré, así que espero que te guste o te castigaré en el nombre de la luna". - Aleksandr es un gran fanático de Sailor Moon, por lo cual hizo aquella pose que acompaña a esa frase después de su transformación. Con una gran sonrisa bebió un gran sorbo de su vino.- "Hice la comida para que maride perfectamente con el vino que traje, es una lástima que no termine a donde fue planificado. Estaba de camino a Suiza para, ya sabes, *socializar* con una humana que conocí, pero... hubo un accidente raro. Felizmente te encontré por aquí porque más adelante hay una policía malhumorada y muy posiblemente te hubiese arrestado... como a mí. Se me arruinaron los planos. Sin embargo...". -Observó a la menor y alzando la taza brindó.- "Hoy es una tarde afortunada porque te encontré, salud, pequeña princesa Ross".

Observó detenidamente al lobo al servir el Siraz, su aroma era un tanto dulce y agradable. De inmediato tomó copa con una de sus manos y la llevó directo a su rostro para poder disfrutar mejor de ese dulce y exquisito aroma. Rosie no bebía mucho en realidad, pero cuando lo hacía, la mayoría de las veces lo hacía con vino tinto debido a su sabor. Acercó la copa a sus labios para probar un poco de éste, una sonrisa se formó en sus labios sintiendo como el sabor del vino invadía todas sus papilas gustativas. –Está exquisito, debo de ir a tu tierra para poder llevarme vino, estoy segura que a mi padre y hermanos les gustará mucho. –una sonrisa cálida se formó en sus labios con el solo pensar en su familia, los extrañaba pero estaba segura de que pronto los volvería a ver. De inmediato su mirada se dirigió hacia las manos del lobo observando cómo cortaba aquellos trocitos de comida, pensando en lo delicioso que se veía todo. Al escuchar que la tarta era de espinaca frunció por unos segundos su ceño, nunca antes había escuchado hablar de ese tipo de tarta por lo que la curiosidad la invadió, deseaba probarla y descubrir su sabor.
Por otro lado, al escuchar sus últimas palabras parpadeó un par de veces seguido de que reía de forma divertida, le había parecido gracioso ver aquella pose en el mayor. –Descuida, no creo que haya necesidad de castigarme. –arrugó leve su nariz a la par de reía, aunque casi de inmediato cambió aquella expresión a una más seria para poner atención a lo que estaba contando. –Entiendo…hay veces que nuestros planes cambian repentinamente, y me alegra que me hayas encontrado tú antes que la policía malhumorada. –Un leve sonrojo se hizo presente sobre sus mejillas al escuchar cómo la había llamado, elevó un poco su copa al escuchar el brindis de Alek, y con una sonrisa bebió nuevamente del vino. –Dime, ¿Por qué te arrestó? ¿Ibas en bicicleta también o …cuál fue la razón? –estiró una de sus manos hacia los cubitos de tocino ahumado y queso ricota. –¿Puedo? –cuestionó antes de que sus dedos tocaran un pedazo de queso ricota.

-"Avísame cuando vayan para allá, puedo conseguirles casa. La mansión de mi padre está vacía, nadie vive ahí. Aunque creo que tienen que mejorar su francés para que no se confundan. Siraz, shiraz, syrah, shyraz, suenan muy parecido, todo son lo mismo pero los habitantes de Lyon son muy quisquillosos con la pronunciación de los nombres de vinos". -Dijo divertido mientras escucha atento a lo que dice la menor, por poco se atora cuando estaba masticando un pedacito de pastel y ella le preguntó el motivo de su arresto pues no sabía cómo contestarle sin que suene grosero, pero no había manera de encubrir lo que había echo, al fin y al cabo, estaban entre lobos y hablar de sexo era normal entre ellos, ¿o no? - "Pues digamos que insinué algo que no debía. Por lo menos no sabía el cómo iba a recibir ella mi propuesta... al parecer a la señorita oficial no le agradamos mucho los machos como compañeros de lecho y pues... tengo que pagar una multa de 1825 euros antes de fin de mes por haber agredido verbalmente a un oficial de la policía". -El rostro se le había puesto muy rojo al decirlo, no era por el efecto del vino, sino de la vergüenza que sentía al contarle. Lo cual se el pasó rápido al ver cuando cogía el pedazo de comida.

-"Puedes, pero te enseñaré algo. Quieres ir a Lyon a beber buen vino y comer buena comida, pero no sabes cómo disfrutarlo. Te enseñaré a enamorarte y a soñar del syrah como yo lo estoy". - Lentamente quitó el pedazo de queso y la copa de la mano de la hembra. Ya le había pasado que al quitar comida, le habían mordido y no quería pasar por eso de nuevo. Las puso a un lado y le sonrió para que se sintiera más cómoda. - "Iré tras de ti, no te asustes, prometo no hacerte nada que te lastime". - Se removió tras de ella estando de rodillas, sacó un pañuelo de seda marrón del bolsillo delantero y vendo los ojos de la loba con cuidado de no apretar mucho. Se inclinó hacia el hombro derecho ajeno para poder alcanzar la copa, así movió el contenido con movimientos circulares y esperó un poco.- "Vas a conocer la verdadera magia, de aquellas donde no se usan dialectos extintos, oraciones antiguas o varitas de árboles ancestrales. Aquí solo necesitas tus sentidos, solo préstame dos minutos tu concentración y llegarás a lugares nunca jamás conocidos". - Aleksandr habló con la voz más calmada y ronca que tenía, quería armonizar el lugar para que ella pudiera tener una buena experiencia.- "El vino es una de las bebidas más antiguas del mundo junto a la cerveza de los egipcios y la chicha de jora de loa antiguos habitantes del Tahuantinsuyo. Ceremonial en muchos lugares, amado como ninguno nos enseñó que puede vivir en completa simbiosis con otros alimentos en el mundo. Cada botella guarda un personalidad y conciencia diferente a la otra. Ahora acercaré la copa a tu nariz y dime qué sientes en ella. Recuerda que cualquier respuesta es válida, cualquier respuesta está permitida, nunca te equivocarás. Descubre los dulces o fuertes aromas que lleva dentro el syrah". - Diciendo eso acercó la copa a la nariz de la loba.- "¿Puedes sentir los frutos del bosque? ¿El cuero? ¿Quizás toques ahumados? Dime qué te provoca, mi pequeña princesa".

Rosie tenía la impresión de que el joven lobo frente a ella era alguien sencillo en cuanto a su manera de ser a pesar de que parecía ser una persona adinerada, eso no le importaba mucho en realidad pues hasta el momento no había conocido personas con las cuales podía sentirse en confianza, y esa sensación de cercanía que le producía el lobo era bastante agradable. –Descuida, no creo que les sea difícil perfeccionar el francés…en Vancouver hay muchos paisanos tuyos que ofrecen clases. –habló al tiempo que jugueteaba un poco con las pequeñas tiras de cuero que estaban en sus zapatillas. –Tú no pareces alguien quisquilloso, o eso es lo que yo creo. Hasta el momento me he encontrado con personas agradables y amables, como tú. –comentó con sinceridad antes de soltar una pequeña risa, para acto después preocuparse un poco por el mayor, ya que este se había atorado con el pedazo de pastel, al ver que estaba bien dejó que de sus labios se escapara un sutil y tranquilo suspiro y así prestar atención al más alto. No pudo evitar reír con levedad debido a la confesión de Alek, después de todo era un hombre pero encima de cualquiera, un lobo. –Espero y te sirva de experiencia ¿Mh? –elevó sus cejas con levedad solo por unos segundos, pero casi de inmediato deshizo aquel divertido gesto.

A las siguientes palabras del mayor se quedó confusa, ¿podía o no comer aquel trocito de queso? Observó la comida que le había sido arrebatada y asintió con sutileza, esperó a que estuviera detrás de ella y parpadeó un par de veces cuando le acercó la venda a los ojos, llevó ambas manos acomodarse el pañuelo y que este no quedara incómodo para ella. Frunció ligeramente su ceño cuando escuchó lo siguiente, ¿Cómo se supone que bebería y comería con los ojos vendados? No era algo agradable para ella, pero sin decir más se quedó esperando a las indicaciones del mayor, en cuanto escuchó aquella voz suave pero ronca logró que diera un pequeño sobresalto. De segundo a otro sintió el aroma típico del vino, sin adentrarse más a él. Tragó saliva, y apretó con sutileza sus ojos comenzando a enfocarse únicamente en aquel aroma, como si todos sus demás sentidos los apagase. En efecto, su piel se erizó por completo cuando sintió esa fragancia agradable, pudo captar los aromas de algunos frutos secos y de flores, incluso también de ¿Zarzamora? –Es…dulce~ -musitó inhalando un poco de aire mordiéndose sus labios con cierta fuerza, intentó ir más allá y solo bastaron algunos segundos más para que una gran cantidad de aromas fueran captadas por el olfato de la loba, como nunca antes. Trufa, vainilla, ciruela, grosella negra, fueron solo algunos aromas que pudo identificar además de los que el mayor ya había mencionado.

Inclinó su rostro un poco más hacia adelante como si buscara más de esos agradables y exquisitos aromas. -¿No estás haciendo trampa verdad?...digo…nunca antes lo había hecho… -inhaló un poco más frunciendo su ceño con cierta notoriedad enfocándose más en la fragancia del vino. –Frutas…flores… Es exquisito~ - hizo su rostro hacia atrás esperando la respuesta ajena, ambas manos fueron directo a tomar la copa para acercarlo más a ella dejando que aún el mayor sostuviera un poco de la copa. La pequeña loba no lo sabía, pero su sentido del olfato se había desarrollado aún más de lo que ya se encontraba. Descubrir todos esos nuevos aromas le era agradable y excitante a la vez.

-"No, no soy nada quisquilloso, mi adorada Ross." -Dijo aún en voz baja y profunda en el lado derecho de la loba. Aleksandr no podía sentirse más feliz y orgulloso de lo que estaba presenciando, sus enseñanzas sobre la cultura vitivinícola estaba funcionando de maravilla con ella. Era genial y súmamente fácil con ella. Las demás personas a las que había enseñado siempre se demoraban en cogerle el ritmo y se hacía muy tedioso hacerlo.- "Muy bien princesa Ross. Lo que acabas de captar se llaman Aromas Primarios. Son los más intensos y fáciles de detectar, ahora vamos por un nivel más difícil." -Con suavidad tomó la copa por el tallo de la mano de la menor e hizo girar el líquido cuidando que no se derramara aquella bebida tan preciada para él y quizás algunos antiguos romanos. Esperó unos segundos antes de cerrar los ojos y acercarse la copa a la nariz, así pudo percibir aquello que estaba buscando.- "Está listo, te juro que no estoy haciendo ninguna trampa con esto. Dejé las esencias en el bar, no tengo formas de estafarte. ¿Estás lista, pequeñita?" -Aleksandr se colocó en su posición cómoda tras ella, la rodeó con los brazos, llevando la siniestra al abdomen ajeno, ahí la colocó y apretó muy ligeramente.- "Toma la copa por el tallo. Cuando aspires de nuevo, solo llena tus pulmoncitos hasta la mitad y exhala muy lento fuera de la copa, así no calentamos el vino, d'accord?" -Dijo en voz baja mientras colocaba la copa en la diestra de la menor, justo a la altura de su nariz.- "Es hora de que me digas qué es lo que sientes y con qué lo comerías. Es hora de que la magia comience, ma princesse". -Alejó la izquierda del cuerpo ajeno para tomar un pedazo de la tarta de queso y tocino ahumado. La había tomado porque creía fielmente que Rosie lo podía lograr.

Escuchó atenta a Aleksandr, tratando de grabarse esas palabras en su memoria. Hizo de igual forma un suave movimiento con la mano para agitar con delicadeza el vino que se encontraba dentro de la copa. Le entró curiosidad ante lo que él decía en cuanto al bar y demás, tratando de no olvidar preguntarle por qué razón decía ello, pues por el momento prefería seguir con aquella enseñanza que el mayor le estaba brindando. Sintió cómo en ésta ocasión la rodeaba con uno de sus brazos y hacía una presión sobre su abdomen, provocando que la loba tragase un poco de saliva; hizo caso a sus indicaciones y de nuevo tomó la copa por el tallo asintiendo con sutileza en señal de que estaba prestando atención. –No exhalar dentro de la copa porque caliento el vino, no se me olvidará. –sonrió con sutileza sintiendo de nuevo esos exquisitas esencias, inhalo tranquilamente, sin llenar sus pulmones tal y como lo había dicho el mayor, tratando de pensar con qué cosas podría acompañar aquel delicioso líquido. No se le antojaba en lo absoluto la comida con sabores picantes, quesos suaves, vinagretas o pescados; pero sí de algún tipo de asado de carne o quesos que tuvieran un equilibrio perfecto con el vino. Al pensar sólo en ello, sus glándulas salivales produjeron más saliva de lo normal, había traído a su mente tocinetas, diversos tipos de queso e incluso algunos cortes de carne. –Lo acompañaría con…carnes rojas…el tocino o quesos de sabores fuertes… -musitó mientras inhalaba una vez más el aroma del vino, deseaba probarlo una vez más ahora que podía oler las fragancias que acompañaban aquel exquisito líquido. Su rostro se inclinó ligeramente a un costado para exhalar, y lentamente fue acomodando la copa para que pudiera beber de ella, quizás se estaba adelantando, pero no podía estar más tiempo sin probar el vino, quería sentir todos esos sabores de los distintos frutos o flores que había logrado captar con su olfato.

-Se colocó en una posición estratégica para poder observar cómo ella bebía. En sus labios estaba dibujada una ladina sonrisa, estaba muy complacido y no podía negar. Ella aprendía muy rápido aunque le había anulado su principal sentido, ella parecía estar cómodo, esto le agrada mucho al lobo, pues todo fluía muy rápido como si de viejos amigos se tratara.

-Se inclinó hacia adelante para tomar dos pedazos pequeños de quesos, colocando uno en cada mano. Así llevó cada uno a los lados de la loba.- "Muy bien, perfecto... tengo dos pedazos de queso en cada una de mis manos. Probarás cada uno de ellos y me dirás con cuál de ellos te provoca más tomar el vino, d'accord?" -Lentamente tomó la mano desocupada ajena para poner ahí un cubito de queso azul. Sabía que el queso era demasiado fuerte y no combinaría muy bien con el agua espirituosa, pero quería que ella llegara a la conclusión.

El día se había tornado interesante y divertido, Gaia había puesto en su camino a un lobo interesante y tranquilo a la vez, sentía que  podía a llegar hablar de cualquier cosa sin temor a nada, no sólo por el hecho de que fueran de la misma raza. Era algo raro, pero sin duda alguna, agradable.

Escuchó nuevamente aquella voz grave que poseía el mayor, y prestando atención asintió un par de veces dándole a entender que lo escuchaba. Tomó con cuidado el cubo de hielo que le había proporcionado el más grande y primeramente lo olió, quizás fue un movimiento raro, incluso para ella que no solía hacerlo. Soltó una suave risa, y abrió sus labios para poder probar el queso. Inmediatamente frunció con sutileza su ceño e incluso hizo hacia atrás su cabeza con levedad. El queso era rico, no lo iba a negar, pero verdaderamente era un tanto fuerte en sabor cómo para acompañar al vino. –No me gusta éste…¿Puedo probar el otro? –cuestionó mientras palmeaba suavemente sus propias piernas a un ritmo suave y divertido. Ladeó un poco su rostro en dirección del ajeno esperando a que le respondiera su pregunta, sin decir más abrió con levedad sus labios cómo si esperara a que le diese el bocado, quizás podía verse cómo alguien infantil, pero Rosie comenzaba a tomar confianza. –Aaah~ aah –

-Con cada minuto que pasaba de la tarde, Aleksandr se convencía cada vez más de que era una tarde muy afortunada. Sus planes habían tomado un rumbo totalmente diferente a lo que había planeado al principio, pero le agradaba la nueva dirección que había tomando. La loba parecía menor a él, lo cual le causaba alguna especie de conexión directa con ella. Tal vez que sean de la misma raza ayudaba mucho, sin embargo, creo que realmente ambos eran muy empáticos entre sí.-

-No dijo palabra alguna, tenía la boca demasiado ocupada para poder pronunciar algo. Evidentemente, Aleksandr no podía dejar de sonreír por la gran sorpresa que se estaba llegando, ¡Había rechazado el queso azul! Seguramente si fuera un cabernet sauvignon o un tannat lo habría aceptado. No obstante, la decisión de rechazarlo era correcta. - "Cuando tengas este queso en la boca, saboréalo un poco antes de tomar un poco de vino. Tienes que dejar que los sabores se mezclen en tu boca." - Dijo despacio mirando los labios ajenos entre abiertos. Una sonrisa de placer se volvió a marcar en su cara antes de colocar el trozo de queso dentro. No sabía cómo ella iba a reaccionar ante el intenso sabor de aquello. No todo el mundo está mentalmente preparado para el queso ahumado de cabra, pero hacía poco más de una hora lo había probado y quedaba maravilloso.- "Dime qué te parece, mi pequeña princesa Roos." - Mencionó antes de alejar la mano y quedarse mirando fijo a su boca.

Escuchó amablemente al mayor ahora que le daba nuevas indicaciones, por su voz podía decir que éste se encontraba aparentemente feliz, cuando ella prestaba atención a la voz de las demás personas podía identificar cuál era su estado de ánimo, claro que no todas las veces acertaba, pero esperaba hacerlo en éste momento. Lo único que hizo fue asentir esperando a tener el queso en la boca, y en cuanto el más grande lo hizo, comenzó a masticar lentamente del mismo elevando una de sus cejas con sutileza, sentía el sabor ahumado del queso además de la consistencia ligera y cremosa que tenía, algo simplemente delicioso. Abultó suavemente sus labios antes de llevar la copa hacia éstos y probar el vino tinto, no sin antes hacerle dado un delicado movimiento circular. Inmediatamente pudo sentir el equilibrio y la mezcla de tan deliciosos manjares. Una sonrisa amplia pudo ser visible en su rostro, y aprovechó para beber un poco más del vino. –Es una combinación perfecta…me encanta, dime ¿Quién te enseñó hacer esto? A mí nunca se me hubiera ocurrido. –dijo manteniendo en su mano derecha el tallo de la copa, luego la dejó con cuidado sobre la manta esperando a que ésta no se fuera a caer. –¿Puedo quitarme ya la venda? –cuestionó mientras llevaba sus manos en dirección al nudo, esperando primero antes la respuesta del más grande, quizás aún quería que probase otra cosa. –Anteriormente solo había bebido de un vino, es mi favorito. Espero que lo hayas probado ya, de no ser así espero ser yo la persona con la que lo pruebes por primera vez. –en la voz de la loba podía notarse aquella emoción y felicidad.

-"¿Quién me enseñó?" -Respiró por un momento tranquilo llevando las manos sobre las ajenas para poder desatar el nudo que había echo hacía un rato. No quería lastimarla, así que lo hizo con mucho cuidado hasta que por fin la pudo sacar.- "Mi padre lo hizo. Además que por cultura la mayoría de franceses sabemos algo. Cuenta mucho que amo la cocina, me encanta. De hecho, soy bartender en un bar de Lyon." - Dijo tranquilo sentándose al lado. Estaba feliz y no podía ocultar la enorme sonrisa que se dibujaba en su rostro. La loba había pasado la prueba pequeña prueba de los sentidos satisfactoriamente y eso era reconfortante porque le hacía sentir como un maestro eficiente.

-"Hay muchos tipos de vino, podríamos ir algún día a comprarlos. Espero que te quedes un buen tiempo en Francia, me agrada estar contigo. ¿Dejarías que te invite a cenar hoy o no sé quizás mañana? Me gustaría pasar todo el tiempo posible contigo." - El lobo le sonrió no queriendo ser coqueto, esa no era su intensión, pero al parecer era su boca la que estaba muy acostumbrarla a hacer esa mueca por inercia.- "No tienes porqué aceptarme, recién nos conocemos. Pero sería una buena idea que todos lobos fuéramos como una verdadera familia, así de unida y amorosa, ¿no lo crees?" -Mencionó llenando ambas copas.-

Al sentir cómo el más grande comenzaba a desatar el nudo de la venda llevó ambas manos a reposar sobre sus piernas manteniendo los ojos cerrados sólo por unos segundos más para así acostumbrarse rápidamente a la luz. Agradeció aquel gesto del más grande con una sonrisa suave, y manteniendo su mirada directo en los ojos ajenos elevó con sutileza ambas cejas en señal de sorpresa. –Seguro que tu padre sabía muchas cosas, ¿o me equivoco? ¿Él también es un lobo? –cuestionó esperando ansiosa la respuesta del más alto, si él era un lobo las ganas de conocerlo se extenderían en demasía, conocer a un lobo más grande y sabio sería una verdadera fortuna, pero más allá de ser un lobo era el padre de Alek, ese joven agradable en todos los sentidos. –Espero un día pueda probar algo de tu comida, además de lo que has traído en éste día contigo. –habló refiriéndose a los alimentos que había preparado para el picnic. Luego de ello tomó un pedazo de tocino ahumado para probarlo, manteniendo su atención en el joven de cabello castaño. Era inevitable no sonreír ante ello, y casi inmediatamente asintió un par de veces. –Claro, acepto gustosa tu invitación. Estaré más días en Francia, así que espero no llegar a ser una molestia para ti. –Rosie se sentía muy feliz en ése día, quitando el momento en que fue atacada por esa enorme y asquerosa araña. Conocerlo había sido una sorpresa grata que Gaia le había dado, y esperaba que no perdiera contacto con el lobo francés.

En cuanto escuchó “familia unida y amorosa”, tensó con ligereza sus hombros desviando rápidamente su rostro, ella no podía verse en otra familia que no fueran sus hermanos y su padre, no era que no deseara conocer a más licántropos pero la idea de que fueran iguales a su madre no le agradaba del todo. Trató de disimular aquellos pensamientos con una sonrisa, que aunque no era fingida se veía forzada. –Unida y amorosa, si… -observó cómo llenaba su copa y la tomó con delicadeza para beber un pequeño sorbo de éste.

-Bebió algo de vino antes de responder. El alcohol le había echo algo de efecto, ahora se sentía liviano como una hoja y relajado como un gato, además, la menor le había dado mucha confianza como para hablar libremente.- "Mi padre era alguien muy adinerado. Era un arquitecto estadounidense Robert Venturi, es muy reconocido en su medio y sobretodo rico. Hace unos años decidió venir a vivir a Europa, fue en una cacería de zorros en donde me encontró." - Hizo una pequeña pausa para comer una tostada con queso crema y tocino ahumado, tras eso bebió del vino nuevamente.- "El sabueso se equivocó, no encontró a un zorro, sino a un cachorro de lobo perdido, casi muerto por el crudo invierno y el hambre absoluta. Fue fácil capturarme, solo me tomaron el pellejito del cuello y me llevaron como una bolsa de basura a su gran mansión. Me bañaron, alimentaron, curaron y pusieron un moño en medio de las orejas, fui el regalo de cumpleaños número 10 de su verdadero hijo." -Rió bajito bebiendo más del licor que de alguna manera le hacía sentir mucho mejor al contar su historia.- "Creo que soy un bonito regalo, ¿no lo crees Ross? ¿Me regalarías a alguien?" - Respiró profundo sonriendo con algo de tristeza.- "Fui el único que estuve en el funeral de mi padre, sus demás hijos, los que si eran de su sangre estaban peleándose por dinero en un tribunal en algún lado del país, procurando de que ni un euro llenen mis bolsillos y cosas así, por eso es que vine a vivir a otro país, en donde me encontraron y suerte que me quedé aquí porque sino no hubiese tenido esta fantástica y maravillosa oportunidad de conocerte. No sabes qué tan afortunado soy ahora mismo. Buda debería frotarme el estómago para llevarse un poco de mi suerte." - Levantó su copa a medio llenar hacia la dama.- "Salud nuevamente, mi pequeña princesa, por nosotros y porque aceptaste mi invitación a cenar. Prometo que te quedarás impactada por lo que haré. Además de eso, luego podríamos ir a mi bar. Hay mucho color y es un lugar muy agradable... a menos que te fastidie verme con ropa más... ligera."

No entendía cómo es que un chico tan agradable hubiese vivido todo ello, la manera en que le contaba la hacía sentir parte de la historia, llegando incluso a sentir una sensación sobre su abdomen y una presión sobre su pecho. Ella se sentía mal por el hecho de que su madre la había abandonado y pensaba en que su vida, al menos en los primeros años sin ella, eran terribles; sin embargo, al escuchar a Alek hablarle sobre su vida la hacía sentir como una tonta. No era que sintiera lástima, no era así, simplemente que le parecía más difícil su vida en ése aspecto.

Mantenía su mentón recargado sobre una de sus manos, ladeando su cabeza con sutileza mientras prestaba atención, soltaba suspiros de vez en cuando imaginándose todo lo que el decía, como si estuviera creando una película de la vida del lobo. No pudo evitar soltar una pequeña risa en cuanto escuchó su pregunta, y con mucha suavidad asintió. –Sí, me gustaría verte con un moño rojo, pero no te regalaría, eso tenlo por seguro. –dijo aquello mientras que se percataba de la tristeza que por un momento fluyó entre ambos, esperando a que su comentario no fuera incómodo para él, desviando su mirada hacia su copa para juguetear con el contenido.

En cuanto lo escucho una sonrisa amplia y sincera sonrisa se formó en sus labios, ella también se sentía feliz y afortunada de haberlo conocido, quizás era muy pronto para considerarlo como alguien cercano, pero parecía como si se conocieran desde hace mucho tiempo por eso es que podía formarse un ambiente de confianza y cariño entre ambos.  Alzó su copa para chocarla con delicadeza con la ajena y provocar un sonido suave y agradable. –Estoy agradecida por tu invitación y mientras no me dejes sola en tu bar todo está bien, aunque creo que eso será imposible. –comento mientras dejaba salir algunas risas y llevaba a sus labios la copa para beber de ésta lentamente. –¿Ropa más ligera? –parpadeó un par de veces quedando curiosa ante lo que decía, ¿Qué acaso había mucho calor en su bar? Eso fue lo primero que cruzó por su mente aunque estaba segura de que se trataba de otra cosa.
De una manera rápida bebió todo lo que quedaba del vino en su copa, y la estiró hacia el más grande para que le hiciera el favor de servirle, comenzaba a sentir un leve cosquilleo en su cabeza pero deseaba ignorarlo, quería disfrutar al máximo de la compañía del castaño. –Lo siento, por lo de tu padre. Estoy segura que fue una excelente persona, o así lo percibo yo. –carraspeó un poco la garganta para poder hablar con mayor claridad, pensando en cuál era el aspecto del hombre que lo adoptó.[/i]

-"Mi padre fue genial mientras vivió y lo sigue siendo mientras está muerto. Él tuvo la paciencia de enseñarme todo en un plazo muy corto. Admiro su paciencia, imagínate lo que es educar al niño Tarzán que aunque tenía manos seguía comiendo con la cara pegada al plato." -Chocó ambas copas (taza) en las que bebían vino y asintió aceptando en servirle más vino. Tomó la botella y con mucho cuidado de no derramar ni una gota, le sirvió hasta la mitad, hizo lo mismo con la propia antes de beber un poco para refrescar su garganta.- "Por su puesto que no te dejaría, ¿por qué lo haría? Es más, yo sería muy envidiado, estoy seguro que serás la muchacha más hermosa del lugar y estarás de mi brazo toda la noche bailando. Gaia me ha sonreído muy amplio al conocerte, eres demasiado bonita, por eso me impresionó un poco que estuvieras sola andando libremente en bicicleta. Si yo fuera tu padre, definitivamente estaría a tu lado a cada momento con un machete en la mano." - Dijo entre sonrisas al llevar la taza a sus labios para beber de nuevo. El alcohol definitivamente lo estaba soltando cada vez más, sintiéndose más cómodo y quizás a hablar de más en ciertas ocasiones.

-"Pues verás, es poca ropa porque trabajo en un bar gay donde hacen show de Dragqueens. Además de ser ingeniebrio, digo ingeniero civil, también soy bartender por las noches en ese bar. Se llama Extravaganza, es genial, pero no siempre tienes que usar tanta ropa. Especialmente cuando eres mesero..." - Respiró profundo tratando de que la poca vergüenza que le quedaba se fuera.- "Las personas que atendemos ahí estamos semi desnudos. No tenemos camisa, solo unos bóxers o pantalones muy cortos que nos tapan hasta un cuarto de muslo. No usamos zapatos, los accesorios es un sombrero blanco y una corbata michi." - Mientras hablaba él iba señalando las prendas como si las usara realmente en ese momento, explicándole cómo eran para que se las imagine un poco.- "Claro, todos los que trabajamos ahí, misteriosamente somos altos y somos musculosos. Eso vale mucho cuando son días de temática, te dejan muy buenas propinas por sonreír de más." - Rió un poco observando de pies a cabeza a la loba a lo que bebía vino. Bajó un poco el recipiente solo para mirarle fijo a los ojos.- "Si no me regalarías, ¿entonces qué me harías?" - Sonrió de costado siendo coqueto sin querer, quizás solo ya era una costumbre que estaba muy arraigada y que no podía evitar hacer.- "No es que sea egocéntrico, pero creo que soy un muy buen regalo como para ser desperdiciado, ¿no lo crees? Prefiero que me des un uso sabio, ma petite princesse."