Fuera del plan |Abierto|

Camina a paso firme, con los puños apretados dentro de los bolsillos del pantalón gris que viste. Lleva un largo rato con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, mientras de sus labios salen una repetición interminable de insultos que seguramente nadie entenderá debido a lo bajo y rápido que estos salen expulsados. Falta su libro y estar así no es bueno. No si quiere sobreponerse a ese calor corporal que conoce bien y que tan mal le hace, no solo a él mismo, si no a quienes le rodean.

No sabe porqué, ni cuando ese malestar aparece, aunque leves ideas puede ir haciéndose luego de investigar en el Internet. Últimamente pasa leyendo sobre todo lo que piensa se relaciona. Le obsesiona al punto en que a veces olvida comer debido a ello y lleva medio cuaderno con anotaciones tan rápidas que tal vez solo él comprende.

Últimamente las cosas no salen como quiere, y por si fuera poco, se meten con sus pertenencias. Son suyas, no entiende el porqué de esto, sin embargo esa sensación de invasión de lo personal le asfixia, le enoja y no cree poder contenerse si se entera quién es el responsable de que él no haya ido a clases en ese día, ¡No puede tener más inasistencias! Y allí se encuentra, recorriendo ese vacío pasillo, donde solo la luz externa llega, de forma rítmica debido a la disposición de las columnas que sirven de marco a esos enormes vidrios que permiten la comunicación del interior y el exterior.

Despeina su cabello, el dolor de su cabeza a aumentado y como producto de ello, su visión se torna borrosa en algunos momentos. Y es allí, en donde una partícula que puede ser comparada con el tamaño de la nada misma se expande, de forma circular y bidimensional, haciendo que sus pasos frenen y la curiosidad le gane al miedo, pese a todas esos síntomas que presenta y le advierten que escape si no quiere hacer algo de lo que pueda arrepentirse. Y sin embargo allí está, pensando en todo lo que alguna vez escribió e intentó dibujar, y a su vez con la mente en blanco. No puede reaccionar del todo cuando se siente orgulloso por lo que él considera "ir en buena dirección".

Quizás no ve que hay del otro lado, quizás es peligroso, o tal vez no, sin embargo le preocupa más ser descubierto,  o toparse con alguien saliendo de esa "puerta", como cree que puede suceder. Y aunque no sabe a donde puede terminar, sabe lo que es, ha escrito esa palabra en la mayoría de las hojas y la subrayado un buen par de veces. Lo sabe bien. Él ha emergido de algo similar a esto según los libros que ha leído y sus suposiciones. Nuevamente pasea sus largos dedos por sus oscuras hebras, y afloja la corbata que lleva horas allí, ahorcando su cuello. Sabe que no razonará bien, no cuando su lado impulsivo se encuentra tan a flor de piel, aun cuando no se lo proponga.

Y allí se encuentra, observando a todos lados antes de meter un pie, sintiendo como es "succionado" hacia el interior, y su estómago se revuelve, debido lo "movido" que resulta estar en la nada. Tan solo puede agradecer el no haber tocado ni un bocado de comida en lo que va del día.

Poco a poco la luz vuelve a hacerse. Hay sol, sin embargo la vegetación se observa verde oscura.  Sus pies parecen hundirse, debido al peso de su propio cuerpo y la humedad de su ropa. La mitad de esta se encuentra bajo el agua al igual que su anatomía, sin embargo el movimiento del agua lo relaja, haciendo que su rostro pierda ese aire tensionado, aún si el dolor continúa.

Camina contra la corriente hasta la orilla, allí donde la arena se alza, marcando un límite divisorio entre la pequeña cascada y la vegetación. Sabe que está tibia, debido a los rayos del sol, y sabe que estos últimos pueden salvar su ropa si no quiere volver así, ¿Cómo explicará la humedad de sus prendas?

Una a una va retirando sus vestiduras, dejando estas cuidadosamente tendidas sobre una enorme piedra en donde los rayos llegan sin impedimento alguno. Sabe que está completamente desnudo, algo que lo hace dudar, pues sabe que no se permitiría encontrarse así en otro lado, pero, ¿Quién lo ve? Se encuentra solo, en el medio de la nada y ni si quiera sabe si allí hay animales o qué rayos. Solo sabe una cosa, no hay peligro cerca, o eso supone. Y aunque sus pies tocan nuevamente el agua, decide volver por el boxer, aún conserva ese lado pudoroso y ahora además entiende, que difícilmente pueda dejar ese hábito.

Nuevamente se sumerge en aquel manantial que se le presenta y ofrece, cierra los ojos, y deja que su cuerpo flote, esperando que así, todas las cosas mejoren, al menos unos pequeños instantes, mientras pequeños suspiros se pierden en la cálida brisa que acaricia su húmedo rostro.