Markku Borgia [Licántropo]

Psicología

La personalidad de Markku es más grande que la vida misma. No conoce la vergüenza, ni siquiera la más mínima pizca. Es dueño de una seguridad avasalladora y un sentido del humor rápido que no se doblega con nada. Hacerlo enojar es casi imposible por lo mismo, porque puedes insultarlo, pero él siempre lo tomará como una broma. Esa capacidad de reírse de sí mismo es lo que le da fortaleza, porque conoce sus errores como la palma de su mano y la verdad es que no le importan, porque él es como es y si a alguien no le gusta, pues que se vaya. La honestidad y la fidelidad son monedas de oro, jamás traicionará a quienes se ganen su confianza y protegerá a los que están cerca de su corazón incluso a costo de su vida. Es decidido y determinado, no pensará demasiado antes de actuar, aunque eso no significa que sea tonto porque confía en sus instintos, es más bien certero gracias a su experiencia.

Amante del día a día, planificar no está en su agenda porque prefiere que las sorpresas se encarguen de darle emoción. Conocedor del mundo, ha viajado toda su vida y le encanta aprender idiomas y cosas nuevas, las que le han servido mucho en las pruebas que se han presentado en su camino. Le fascina rodearse de amigos, pero siempre en algún momento volverá a su vida solitaria, simplemente porque los cambios son necesarios para él. La monotonía puede matarle y el aburrimiento es lo único que detesta con el alma. Siempre ha sido un rebelde, aunque sabe cómo comportarse en situaciones que lo ameritan; su anarquismo no es más grande que su sentido de justicia, Markku puede perdonar, pero no olvidar, y cuando traicionas su confianza te puedes ganar un enemigo si no eres capaz de arrepentirte.

En el plano amoroso es sencillo. Si le das, te dará y es fiel a toda prueba aunque muy celoso y posesivo. Territorial más bien. No le preocupa mucho el sexo de la persona si sabe ganárselo. Suele preferir a la gente menor  porque son más alocados y sinceros, además le gusta sentir que puede protegerlos, por eso también es dado a adoptar hijos. Si pilla algún chico desamparado, hará todo lo posible para mejorar su vida. En resumen Markku es un lobo de tomo y lomo, desde el cachorro juguetón hasta el alfa de la manada.  

Historia

Capítulo 1:

La vida sencilla.

“Nunca subestimes el tener una vida sencilla, aprovecha todo lo que puedas de ella, porque aquellos que todo lo tienen, cuando lo pierden, se pierden”

Mi padre solía hablar de eso conmigo, inculcándome el valor de la simpleza. Nací en un campo, perdido en una zona montañosa de Corea, tan pequeña que no recuerdo el nombre. Vivíamos de lo justo, alejados de toda comodidad urbana. Si quería luz, habían velas, si quería cocinar, prendía una fogata, el agua, desde las vertientes de la montaña, la comida de la huerta y los animales.  

Pasé toda mi infancia aprendiendo a sobrevivir, pero era todo un juego. Pescar, cazar con armas y aditamentos rústicos, guiarme por las estrellas, saber la hora gracias al sol. Recordar mis dulces años me saca una sonrisa. Otra gran compañera de ese tiempo fue la lectura. No me enviaron a la escuela, era demasiado lejos y costosa, y la verdad, mis padres no querían que me contaminara con la gente normal, así que mi madre me enseñó a leer, y me trajo todos los libros que pudo, desde algo tan sencillo como una historieta, hasta las más completas enciclopedias. Por alguna razón aún tengo todo ese conocimiento almacenado, aunque demoré un par de años más en darme cuenta para que serviría.
Cuando cumplí los 15, ya corría la fama de mi gran belleza por los poblados cercanos, aunque jamás la di por sentada, ni siquiera la veía. En uno de los viajes que hice con mi madre a la ciudad – ella ya era mayor, necesitaba cuidados médicos que en donde vivíamos no existían- paseábamos por  un centro comercial y de pronto me sentí observado. Un click me sacó de la duda, y luego una tarjeta de presentación confirmó las sospechas. Era un agente, que sorprendido por mi inusual apariencia se acercó para ofrecerme trabajo. Lógicamente mi madre se negó, y la verdad yo tampoco estaba interesado, pero el hombre insistió y terminó por llevarnos a la agencia, donde comprobamos la veracidad de lo que decía. Aprovechó ese mismo día para realizarme unas pruebas, y cuando vi mis propias fotos  y comprobé lo cómodo que me resultaba, le rogué a Mamá que me dejara. Así fue que dejé la vida sencilla y me mudé a Seúl para comenzar mi carrera.

Fue allá donde conocí a la que sería la compañera de gran parte de mi vida, Jin. Una chica dura, que no se iba con rodeos, que siempre estaba para apoyarte. Con ella desarrollé la ironía y el sarcasmo, un grado de autoestima un tanto desmedido y el gusto por los cigarrillos. Siendo ambos modelos, recorrimos el mundo juntos, estudiando idiomas, viviendo como reyes, rodeados de lujos y gente importante. Ella siempre insistía en que debíamos tener algo que nos uniera de por vida, y sugirió los tatuajes. En un principio me pareció descabellado, pero esa misma noche tuve un sueño que no pude evitar seguir. Se había hecho recurrente ese tipo de visiones nocturnas, en donde yo siempre estaba en un bosque y era una especie de animal, pero humano al mismo tiempo. Cada vez la batalla en la que participaba se hacía más clara, y esta vez vi en el reflejo de algo que no supe identificar, un tatuaje de un dragón oriental hermoso, en tonos grises y con algunos toques de rojo. Seguido de eso vi a la que siempre era mi compañera, a la que por alguna razón amaba, como si fuera mi otra mitad, con un tatuaje de un fénix, en los mismos colores del dragón. Esa noche desperté y aún un tanto inconsciente tomé un cuaderno, y dibujé ambos. Al otro día vi a Jin y se los mostré, diciéndole que nos haríamos esos, sin contarle de donde habían salido ni porqué. Como siempre ella sólo accedió, sin mayores preguntas.  Alcanzamos a estar algunos meses más juntos, antes de que la muerte me la arrebatara.
Desde entonces nada fue igual. Me dediqué  a vagar por el globo, a trabajar como enfermo y estar con tanta gente fuera posible, casi olvidando la “vida sencilla”, hasta que en uno de mis viajes llegué a Budapest. La primera noche allí, me trajo los sueños, que había dejado de tener el día que Jin había muerto. Había alguna razón, aunque en ese momento no la supiera, así que decidí quedarme. Me compré un departamento, encontré trabajo de modelo con facilidad, y comencé a crear conexiones.
En Budapest conocí a quién sería mi esposo por 6 meses. Su Hoon. En un principio las cosas fueron de maravillas, la gente nos conocía como la pareja que le haría frente al mundo por estar juntos. Pero el destino se interpondría entre nosotros y nadie es más fuerte que lo que ya estaba escrito. Al poco tiempo me convirtieron en lo que hoy soy, y a la fuerza.

Fue una noche de luna llena en que salí de casa montado en mi fiel Blackbird. A pesar de que siempre me siento a gusto en la ciudad, lo único que quería era respirar un poco de aire fresco. En Hungría los bosques son densos y oscuros, y había un claro que era mi lugar preferido para fumar un par de cigarrillos de vez en cuando, escuchando la música de la naturaleza en su máximo esplendor. Había recuperado lo que mi padre me había enseñado y era eso lo que estaba logrando darle estabilidad a mi vida, pero poco sabía yo de que me habían estado observando, y que no era precisamente alguien normal. Fue tan sorpresivo que no tuve tiempo de reaccionar. La enorme loba se me avalanzó encima y mordió mi hombro, allí donde el tatuaje reposaba. Era como si ese sueño que tuve aquella vez se estuviera materializando frente a mis narices, no alcancé ni a pestañear y ya la sangre corría y yo me desplomaba mientras veía al animal huir entre los árboles.

No supe cómo fui capaz de volver a casa.

Allá SuHoon me encontró al borde del abismo y llamó a sus amigas ángeles que obraron su magia sobre mí. Yo no tuve tiempo de sorprenderme del descubrimiento sobrenatural, aunque nunca fui escéptico, así que simplemente agradecí que salvaran mi vida. Pero ya estaba condenado, no moriría, pero nada volvería a ser lo de antes. Cada día que pasaba era una cuenta regresiva a la siguiente luna llena, ese día en que irremediablemente mudaría mi piel, a menos que algo lo detonara antes. Yo no sabía nada, no tenía a quién preguntarle, así que sería un asunto de mera experimentación, como todo lo que había aprendido en la vida. Finalmente la hora llegó, al mes después, y decidí volver al mismo lugar donde mi destino había cambiado. La noche aún no caía, por lo que disfruté de un último cigarrillo antes de que los rayos dorados se volvieran plateados y la tortura comenzara.
El dolor llegó súbito mientras la fría espectadora reflejaba la luz.  Se transformó en algo insoportable antes de que pudiera procesarlo y controlarlo. Sentía como mis músculos y tendones se cortaban y desgarraban, sonando como latigazos y crepitar de fuego, el mismo fuego que ahora me quemaba  las venas, como cloro puro recorriendo cada célula de mi cuerpo. Me dejé caer de rodillas sosteniendo mi cabeza con ambas manos, iba a explotar. Comencé a jadear  incontrolablemente tratando de recuperar el aire que me abandonaba más rápido de lo que podía traerlo de vuelta. Bajé las manos enterrándolas en el suelo, lastimando mis nudillos en un afán desesperado de aferrarme a algo y no caer hecho trizas. Sentía como mi interior se mudaba encajando las piezas en una nueva arquitectura que superaba con creces el terreno. Un zumbido insistente hizo mella en mis oídos y luego en mi cordura.  Era tan tortuoso que ya pronto mis gritos dejaron de parecerme propios y no me reconocí más dentro de ese cuerpo. Miré una de mis manos y estaba hecha una masa informe de carnes que se apelmazaban y endurecían, las uñas se tornaron negras y firmes como la roca y los vellos comenzaron a crecer cubriéndola rápidamente. Mi largo cabello negro se tornó gris y fue aclarándose cada vez más, hasta llegar a un blanco inmaculado, el mismo albino tono que tomó el resto de las vellosidades excepto el hombro derecho donde me había mordido la loba y donde residía mi tatuaje. Los tres cuartos de esa extremidad quedaron cubiertos por una mancha gris oscuro.
Justo cuando pensaba que el dolor no podía empeorar, mi  esternón crujió como vidrio trisado, y las costillas se expandieron como si estuviera abriendo una ostra. Sentí mis pulmones crecer de golpe, sin aire alguno dentro de ellos, aumentando la asfixia que sentía a niveles claustrofóbicos, estaba bajo el agua, mi mente lo gritaba. Sentí mi corazón desprenderse  y crecer junto con los pulmones, latiendo a una velocidad que me hizo pensar que se fundiría, sentía el olor de la sangre hirviente, metálica, y las náuseas comenzaron. El estómago descendió y expulsó todo lo que tenía dentro en un vómito explosivo que me calcinó el esófago y partió mis labios. Mi vientre se contrajo y las caderas hicieron lo mismo que las costillas, abrirse y rotarse como tornillos desvencijados, la columna se dobló vértebra por vértebra, desnudando los nervios, llevando el dolor desde el fondo hasta la piel, haciendo que hasta la brisa fuera como una lluvia de cuchillos calientes.Mi posición fue mermando, encogiéndose, solidificándose, hasta ya no estaba erguido, sino que fuertemente emplazado en cuartos. Mi ropa yacía largamente perdida, hecha jirones sobre el suelo. Mi tamaño había aumentado hasta probablemente más de 2 metros, pero seguía siendo esbelto. Di un gruñido ronco cuando el coxis se extendió dando paso a la cola que creció como una lanza punzando la fina piel.

Mi rostro fue el último en sufrir los cambios.

Los ojos que antes eran chocolate amargo, ahora se tornaban verdosos, con todos los capilares reventados en la esclera, completamente sangrados. El iris se extendió, volviéndose pronto un mar que iba del verde al azul, revelando turquesas que brillaban con fiereza. La mandíbula se me dislocó con un último y brutal crujido, adoptando la forma afilada del hocico, con los dientes creciendo como dagas mortales en la cavidad, estalactitas en la cueva de hielo. Todo finalizó con un aullido desgarrador y luego un silencio escalofriante. Mi mente volvía de a poco a su lugar, como si hubiera nacido otra vez. Los pulmones por fin se me llenaban de aire y la sangre ya no ardía, recorría mis venas con renovado vigor. Moví la cola y di un pequeño trote para sentir esa fuerza bullente de mi nueva forma.
Había terminado. Finalmente era un lobo, y uno magnífico. Blanco como mi espíritu, enorme como mi valor, y esperaba ser importante. Me negaba a haber soportado semejante tortura para estar en las sombras.

Luego me enteré de que la que me había mordido era la Alfa de aquella manada…Selene. Desarrollé una relación muy cercana con ella, convirtiéndome en uno de sus lobos de confianza, lo que se mantuvo estable luego con Rain y más adelante con Caleb, que se convirtió en prácticamente mi hermano.

Tuve batallas campales con vampiros, con los más poderosos. Conocí muchos demonios, con los que descubrí que tengo una absurda afinidad; de hecho entre ellos están mis mejores amigos. Hice desmanes y jamás estuve tranquilo. La vida era sencillamente demasiado emocionante como para dejarla pasar.

Por supuesto que no lamento todo lo que sucedió, porque ahora entiendo que todas las decisiones que alguna vez tomé en la vida, eran para llegar a esto. Lamentablemente mi marido no lo entendió así, y su poca tolerancia con respecto a mi naturaleza, llevó las cosas a un amargo final. Hoy no sé que es de él, rompimos todo contacto. Pero en medio de los problemas llegó la última pieza del puzzle. Una  de mis hermanas, Khan, abrió interrogantes acerca de mi origen y destino. Volví a vivir la vida sencilla, y estoy seguro que mi padre, donde quiera que esté, estaría orgulloso de saber que por fin había encontrado mi destino, donde todos los años de vida y experiencia convergen a la perfección.

Pero como no todo es para siempre, y en realidad el destino es un arma de doble filo, terminé enamorándome de la Loba, rompiendo la más sagrada regla de los míos, y al final tuve que renunciar a ella y nuestro amor prohibido. Desde ese día que estoy solo, dedicado a  la Luna y aunque allá tenía una familia en la manada y una responsabilidad como Beta, la monotonía empezó a dejar mella y una noticia que no me esperaba llegó a mis oídos como la perfecta excusa para dar un vuelco y comenzar otra vez. Eterno gitano, tomé mis cosas y emprendí el viaje a Nueva York, donde había pasado gran parte de mi adolescencia como modelo, porque al parecer allí vivía un hermano del que jamás me habían contado. Había conocido a Astrid y a Gun, pero éste era especial… Era mi hermano gemelo.  Mi padre era un loco… Lo supe antes de que mi madre muriera, ella me lo contó, aunque jamás me reveló que en realidad ella no era mi progenitora. Ahora tenía demasiadas preguntas sin respuestas, así que la única posibilidad que quedaba, era ir en su caza.

Cuando finalmente conseguí encontrarlo, mi vida cambió. Nuestra vida. Ahora estamos siempre juntos, y si bien sigo con la costumbre de desaparecer cada cierto tiempo, no pasa demasiado antes de que decida volver a su lado.


Capítulo 2:

Hijo de la Luna.

Cuando eres un espíritu libre, no hay noche que no termines perdido. Eso me sucedió, aunque yo sabía muy bien dónde me encontraba.

El Bosque es mi Madre, la única que me queda desde que la vieja de los grises cabellos pasó a mejor vida luego de años de esfuerzo.

Siempre he estado solo, y la vida se ha encargado de arrebatarme los pocos momentos de felicidad en compañía. Primero en mi adolescencia perdí a aquella que era mi amiga, con la que recorrimos el mundo entero tentando al destino, luego vino el de las risas y esos ojos que se colaron hasta mis huesos y me hicieron perder la cabeza, aquél al que di mi voto de eternidad y lo escupió en mi cara en el momento más difícil.

Yo no escogí ser Lycan, no nací de un linaje de guerreros, psíquicos, jueces o cuenta historias. Soy la excepción a todas las reglas, el bandido, el citadino, el que rompe el azar para crear nuevos caminos. Me fue arrebatada la humanidad y eso me costó la envidia del que más amaba y un divorcio prematuro. Mordido sin compasión por la antigua Alfa, a la que casi quité la vida en un ‘juego’. Enfermo de un virus sin cura alguna, o al menos eso era lo que creía.

Ahora sigo mis pasos, en la espesura del único que no me abandona con sus altas copas y silenciosos manantiales. Allá arriba me observa, brillante, la que es brújula de todos los hijos de Gaia y la dejo guiarme sin cuestionar si voy por buen sendero. Hoy no es distinto a otros ayeres, pero no puedo asegurar si será lo mismo que muchos mañanas, porque no vivo pensando en porqués, no es vida si no la sientes desde las entrañas. ¿Y qué si cada vez que existo dejo de existir un poco más? Al final todos mueren, de una forma u otra.

Un haz de luz fuerte, reflejado en la faz del lago, me atrapó en ese instante y la canción que se repetía constantemente en mi cabeza volvió a sonar, pero lo que no me esperaba, era que ésta vez no sería igual a las otras.

Tonto el que no entienda
Cuenta una leyenda
Que una hembra gitana
Invocó a la Luna hasta el amanecer.

Era una mujer vieja
Seca la vida como un higo
Enamorada de un hombre fuerte
De piel canela, llena de brillo
‘Tú no me das descendencia
Eres un desperdicio’
Muchas veces dijo el macho
Enfurecido y cabrío.
La dama dolida
Vio en errantes su destino
Hablado con largas faldas
Y cabellos de trigo.
En sus ojos había pasado, futuro y desvarío
Y le recetó un conjuro
Que más parecía maleficio.

‘Por la noche de plata
Clama a la Luna con tus entrañas
Ella dará vida
A lo que ahora te desampara
Pero nada es gratis, vieja
Ten eso muy en cuenta
Porque el fruto de tu vientre
El primero que engendres
Será de la egoísta del cielo
Y volverá a las estrellas.’

Caso omiso a las advertencias
La mujer sonrió eufórica
Tendré el hijo que me exigen
Y el amor de sus manos morenas
El cielo no tomará ofrenda
Porque jamás sabrá de su existencia
El niño será mío
Sólo mío y de la Tierra.

La bóveda celeste escuchó sus alaridos
El día que paría
Ni un suspiro del astro y su brillo
En Luna Nueva lloró la madre
Oscura la noche del parturiento satélite
Que penaba con la vasija
Clamores compartidos
Del iniciar de una vida
Entonces hubo un niño
Que de llantos no sabía
Sólo de aullidos
A pesar de ser hombre
Dentro residía el sacrificio
El Hijo de Gaia sería
Un Lobo solitario y sombrío.

De padre canela nació un niño
Blanco como el lomo de un armiño
Con ojos turquesa, también aceituna
Albino, un niño de Luna.

Frente a mis ojos apareció mi reflejo, sin su piel morena, de cabellos blancos y ojos de hielo, sin la tinta que adornaba mi hombro, traslúcido como un espíritu y antes de que pudiera decir algo, me habló. – Tú no quieres conocer las verdades y te regocijas en tu ignorancia.- Le miré perplejo, y al intentar tocarle, mi mano sólo agitó el vacío. – ¿Verdades? De qué sirven si son dolorosas.- Respondí sin saber muy bien porqué accedí a ese truco de mi mente. – Claro que lo son, por eso todos actúan en irremediable hipocresía. Jin… ¿A qué le temes?- No quise responder, porque no lo tenía claro, pero mi otro yo insistió, sin dejar de helarme con su penetrante mirada. Era como si conociera cosas que yo jamás entendería.

¿A qué le temes tanto?- Volvió  a inquirir, causándome escalofríos que nacieron en mi alma, aunque en ese momento era ella la que hablaba y yo caía en cuenta de la respuesta. La vociferé, para que me dejara en paz. – A morir solo- Y un nudo se formó en mi garganta. – Pues naciste solo y así has de morir… No deberías temerle al destino, si no abrazarlo.- No lo haría, no quería, mejor encerrado que dejado a la deriva, mejor eso que un corazón desahuciado.

“Luna quiere ser madre y no encuentra querer que le haga mujer. Dime Luna de plata, qué pretendes hacer con un niño de piel”- Cantó mi fantasmagórico gemelo, en esa melodía que yo tan bien conocía y atesoraba. -¡¿Qué tienes que hacer en mis recuerdos?!- Increpé dejando la rabia fluir, opacando mis sentidos. – No transformes la única imagen que tengo de mi Madre en una pesadilla- Concluí dándome la media vuelta para regresar a casa.

¿Te gustaba mucho que ella te cantara, cierto?- Preguntó cortándome el paso, evanescente a mis espaldas, vaporoso en frente otra vez. No respondí, apretando los puños con dolor, uno que no comprendía o atribuía a su reciente deceso.- Siempre supiste que esa canción no era sólo una dulce nana, no me lo niegues- Continuó haciendo que el fuego hirviera en mis venas.- ¡¿Y qué si quiero creer eso?! Déjame en paz- No iba a discutir de cosas que sabía era mejor que quedaran en el desconocimiento. – Pero no lo crees, te estás engañando vilmente- Volvió a atacar, como si mi propia cabeza estuviera respondiendo esas dudas que muchas veces se cruzaron, a las que espanté como moscas. Bufé, aunque más parecía un suspiro, derrotado, porque sabía que mi otro yo descorrería el velo aunque yo no quisiera.

No estaba equivocado, pues el espectral Markku no calló, clavándome dagas tan profundas que jamás me dejarían ser el mismo. Relajé mi cuerpo y me senté en el húmedo suelo al tiempo que mi reflejo igual lo hacía. – Tú eres el Hijo de la Luna, Lobo- Musitó como si fuera la revelación más grande en la historia de la humanidad. Abrí los ojos que me escocían y le observé con pavor, comprendiendo que no era sólo un sobrenombre que mi Madre me había dado.

Ese día que la fuiste a ver por última vez, antes de que falleciera, te dejó una carta, con la leyenda que se acaba de reproducir en tu memoria, ¿O me equivoco?[i] – Negué al escucharlo, puesto que era cierto. Me la había dado justo antes de su último suspiro, porque la vejez le había robado la voz. Cuando lo hizo vi en sus ojos que no era algo trivial, pero tuve miedo de averiguarlo, y ahora me lo estaba haciendo saber como un balde de agua fría, o de ácido.- Tú sabes de qué trata- Comenté más como una afirmación que como pregunta, consciente de que la aparición tenía todas las respuestas. Mi gemelo albino asintió y su mirada se volvió aún más clara, como si pudiera ver mi vida entera a través de esos cristales.- [i]Tu madre, y sí, digo la tuya porque la mía la conoces aún mejor, era mayor cuando te tuvo. Y ya sabes lo difícil que es concebir a esa edad- Se detuvo un segundo, como si ordenara sus ideas.- Tu padre, el mismo de Gun, el mismo de Meisa- Los nombró y yo sólo reconocí el del Caído, no el de la chica.- Era un hombre orgulloso y avasallador. Se casó con tu madre por arreglo y las cosas no eran tan bonitas como tú las recuerdas. No sé si alguna vez notaste la cicatriz que ella tenía en el vientre.- Ahí recordé que muchas veces me dijo que era de mi cesárea, y en ese instante sentí que todo me daba vueltas. Asentí atemorizado, sin ser capaz de articular palabra.- Pues no fue por tu nacimiento, o quizás, de una retorcida manera, sí.- A la ilusión se le agitaban los cabellos con el viento, pero yo no sentía ni una brisa. No sabía se dimensiones alternas, pero de seguro él estaba en una de ellas- ¿A qué te refieres?- Pregunté con el estómago hecho un revoltijo.- A que tu padre la atacó con un cuchillo por no darle un hijo. Y en su machismo era todo culpa de ella. Pero eso no es lo importante, es sólo un detalle.- Sonrió como si fuera muy gracioso lo que me contaba, y fue ahí que mi propio sentido del humor se desvaneció. Me iba a parar para intentar arrancar una segunda vez, pero mi cuerpo no respondió y le dediqué una mirada de crudo desconcierto. – No irás a ninguna parte Jin, lo que ahora sucede estaba escrito, y no hay escapatoria.[i]- Murmuró casi amenazante, aunque su rostro se mantenía sereno. Entonces retomó la historia, sin que yo pudiera dejar de escucharle.

[i]La mujer se encontró con una gitana un día, y la rubia bruja se le acercó, de entre los cientos que rondaban la feria, y le leyó la fortuna, sin que tu madre lo pidiera. Ella quiso huir, como tú mismo ahora, pero cuando la nómada le mencionó que podía ayudarla a concebir, ella se desarmó, y rompiendo en llanto le imploró que le dijera cómo.- Mi cara ya no podía deformarse más en incredulidad, pero muy en lo hondo sabía que todo era verdad, inexorablemente. El espíritu hizo caso omiso de mis reacciones y prosiguió el relato como si nada. –La gitana le dijo que en noche de Luna Llena rezara un conjuro que ahora se encuentra extraviado, y que con toda su Fe pidiera ese hijo tan anhelado. Pero le advirtió que toda magia viene con un precio, lo que tu madre desestimó, demasiado ilusionada con la idea de tenerte.- A cada frase sentía más ganas de vomitar, pero mi anatomía seguía congelada, sin permitirme liberar la desagradable sensación.- Como puedes notar, el conjuro funcionó, y naciste tú, el primero. Esa noche del parto era Luna Nueva, porque el astro se encontraba  dándote a luz  por medio del cuerpo de tu madre. Por eso los de tu auspicio son los rebeldes, porque la Luna misma rompió todas las reglas con tal de tenerte, privó de su brillo al mundo entero para materializar su eterno deseo. Y no era primera vez que lo hacía, pero eso lo entenderás más adelante en el cuento. - Recién ahí posó sus frías manos en las mías y sonrió dulce, como un niño, porque era el mejor regalo que podía tener Gaia. Yo sólo quería morir. – Lo que nadie sabía era que no había sido tu madre la bendecida, si no tu padre, que más tarde engendró otros de tu raza.- Ahí le detuve y dije intrigado- Gun no es Lycan- Y él rió y se encogió de hombros, como yo mismo solía hacer cuando algo no me interesaba- Esa es una historia que sólo a él le incumbe. Tu hermana Meisa sí lo es…- Hizo tronar sus dedos, sin sonido alguno y rechazando mi curiosidad, continuó.- En un principio todo fue feliz, pero ese desafortunado día que Selene te mordió, la maldición se vio completa, y la Luna supo que había llegado el momento de reclamar lo que era suyo. Ese fue el evento traumático que despertó al Lobo en ti, el que yacía dormido desde tu nacimiento.- Hizo otra pausa y se relamió mirándome a los ojos.- Y es aquí donde te preguntas, qué es lo que tengo diferente, ¿o no?- Asentí, ya mucho más allá del miedo, movido por la necesidad de conocer la respuesta- Tú eres el hijo legítimo del astro, y cada vez que te conviertes en Lobo, pierdes humanidad… No, más que eso, pierdes existencia, porque estás hecho de su Luz, y ya sabes que es robada del Sol, ¿no?, pues lo mismo pasa contigo. Eventualmente desaparecerás, porque se te agotarán las baterías.- Culminó con una burda metáfora, muy en el espíritu bromista que tan bien reconocía.- Vas a volver donde mi Madre, J… y no puedes hacer nada para impedirlo-

El silencio que cayó sobre ambos fue tan denso que me dolió la espalda y el corazón, lográndome hacer llorar por primera vez en años. –No llores Jin… aún no es tiempo, pero ten en cuenta que mientras más acudas a la Bestia, la carrera será más rápida y corta- Yo no podía detenerme. Sabía que era cierto, si no, ¿Por qué razón me estaba volviendo transparente en mis transformaciones? ¿Y por qué mi pelaje era blanco si mi piel era morena? Mi enorme cuerpo convulsionaba como el de un bebé, con un llanto estremecedor, como si la muerte acabara de enterrarme la hoz en la garganta, la misma que era el símbolo de mis creencias. ¿Ironías del destino? La mejor de todas. Pero lo que más me comía por dentro era pensar que esa mujer guerrera, esa que me había salvado, la que me amaba sin condiciones, quedaría abandonada sin que yo pudiera hacer nada. Mi reflejo entonces se paró y acarició mis cabellos consolándome.- El alma que los une no es la tuya, Markku- Canturreó con empatía-Son historias pasadas en las que tú no tomaste parte, es un espíritu que te vio vulnerable y se coló a mi lado cuando yo aún dormía.- Primera vez que se refería a sí mismo como parte de él, como lo que sospechaba, era su propia esencia, ni más ni menos.- Nosotros nos debemos libertad. Yo no quiero regresar al cielo aún, quiero que vivas por mí grandes cosas, pero para eso, debes estar solo, debes rendirte a lo que estaba escrito y aceptarlo como un regalo y no una maldición. Ya verás que el mundo te recordará cuando ya no estemos y ambos seguiremos viviendo en las historias que los Galliard contarán a los Lobatos. Vive por tu propia ley, que es lo que Gaia espera de su más preciado hijo- Dicho esto besó mis cabellos y de golpe retorné a la realidad, en una oscuridad absoluta, adornada solamente por la que ahora podía llamar Madre más que amada.

Me incorporé de un salto y corrí enajenado, gritando, dejando que el bosque conociera mi nueva libertad, y que me acompañara a romper la última y más dolorosa cadena… La del amor.

Otros y/o Exclusivos Quimeras

{♠} Gustos: Fumar, comer y beber, salir de fiesta, la gente aventurera, las grandes ciudades y los bosques profundos. Pasearse desnudo. Gusta de la libertad, vivir espontáneamente y  la velocidad. Su mayor gusto son los Borgia.

{♠} Disgustos: La gente falsa, los engaños, los lugares pequeños y hacinados, los vampiros. Odia los celos, la gente cerrada y las reglas.

{♠} Fobias: Claustrofobia

{♠} Otros: Sufre de Síndrome de Ehler-Danlos. Hermano mayor del clan Borgia compuesto por Sébastien, Astrid, Mephisto y Malia.