De un cubo de hielo a otro cubo de hielo. {Privado///Sapphire}

Bienvenidos al Nunca Jamás. – Hacía mucho tiempo que no me encontraba en ese lugar tan extraño y lleno de misterios, uno cada más raro que el otro. Tal vez pasaron algo de 2 o 3 años desde que estuve aquí y aún recuerdo el día que dejé morir mi felicidad y me convertí en… esto. – Ra, lárgatea casa. – Ese gato me tenía hastiado, me siguió de algún lugar perdido y por más que lo bote, golpee o insulte, siempre vuelve a mí. Es terriblemente odioso, pero resulta ser una compañía interesante mientras viajo. Sobre todo porque desaparece y solo se hace presente cuando voy a comer o cuando es hora de irse. – Igual no sé porqué hablo con un gato, igual haces lo que se te pega la gana.

Miré hacia los lados y al menos no había caído en un lugar horrible como la vez pasada. El cielo estaba nublado y los truenos rugían como si se preparara para una fuerte tempestad. Había demasiada humedad, literalmente podías sentir como si te golpeara en la cara y no era para menos, me encontraba muy cerca de una inmensa caída de agua que por más que intente buscar el inicio, no podía. Era muy alto y había demasiada vegetación como para notarlo a simple vista. Alcé mi muñeca para ver la temperatura, ya que me pareció ver algunos copos de nieve que se derretían finalmente al tocar con el agua. – 1 grado, las plantas de este lugar deben ser resistentes a todo. – Aunque el clima era agradable, no podía quedarme solo a admirar el paisaje, tenía que retratarlo y así sacar ideas para el trabajo.

Era una vista impresionante por donde quiera se le vea. Era tan hermoso que nada me recordaba a casa. En Egipto solo hay arena ardiente que derriten zapatos, sol sofocante  y momias viejas, o si y los saqueadores de tumbas peleando contra Zahi Hawass. Pero bueno, finalmente después de pasar por una pequeña trocha pegada al furioso río de agua helada, llegué al pie de una escalera de piedra tan inclinada y tan vieja que parecía que el mismo Akenatón la mandó a hacer. Solo de pura suerte llevé el equipo adecuado para escalar. Es más divertido hacer las cosas cuando te cuestan hacerlas como si fueses un humano, sin trampas, sin nada, solo fuerza. – Vaya, si que está alto. – Había tomado una fotografía del lugar antes de decidir mirar hacia abajo. Si, estaba demasiado arriba y aún faltaba más, pero ya podía ver algunas de las cimas de las montañas. El lugar de donde provenían los copos, el blanco brillante del manto de nieve empezaba a cubrir cada vez más y más el paisaje. – Ojalá que estés por aquí y te mueras de hipotermia, gato maldito.

Cze :

Existían muchos lugares en los que las hadas practicaban, pero una vez sus poderes estaban consolidados eran llevadas a diferentes rincones de Neverland a probar que lo que habían aprendido no era en vano y se encontraba al servicio de la madre naturaleza. Sapphire estaba en eso cuando una de las hadas mayores dio aviso de que una criatura desconocida se encontraba cerca y que alguien debía ir a investigar, de inmediato Sapphire se ofreció como voluntaria, mas que nada porque su curiosidad la obligaba a querer saber de que se trataba aquello. Sin perder más tiempo cambió a su forma mágica, sus ojos fueron lo primero que cambió, su iris se volvió gris como los días nublados y su pupila creció considerablemente hasta el punto de hacerla ver como una perla de color negro azabache, su ya pálida piel e volvió incluso más pálida, completamente blanca como la nieve, su cabello se mantuvo negro y sus uñas se volvieron afiladas, desde su espalda nacieron dos alas que parecían ser de cisne, pero de un gran tamaño, proporcional a su cuerpo. Finalmente todo a su al rededor comenzó a inundarse por aquel característico olor a miel que siempre acompañaba a las hadas de invierno transformadas.

Justo antes de descender por aquella cascada utilizó una de sus habilidades para alterar su tamaño y volverse tan pequeña como una bellota de roble. A los minutos de volar pudo ver a lo lejos a un hombre, pero no había nada en él que se viera extraño, es más parecía un humano común y corriente, valiente, pero humano al fin y al cabo.- ¿Qué haces? -Susurró aún demasiado lejos como para que aquel hombre pudiese escucharla.

Ese hombre le parecía extremadamente curioso, tanto que no temió en acercarse, demasiado tal vez, pero cuidando de estar siempre fuera de su rango visual, lo que no era muy difícil para un ser de su tamaño. Cada vez estaba más cerca hasta que logró posicionarse detrás de aquel hombre. u aroma era extraño y tenía mucho cabello por todos lados, pero su voz era agradable, aunque no comprendía porque hablaba tanto si estaba solo, tal vez era como su líder, ella también solía hablar sola.- ¿Por qué quieres que el gato muera? -Preguntó finalmente cuando ya no pudo más con su curiosidad. Se encontraba volando sobre el hombro derecho del hombre, pero esos rubios cabellos amenazaban con dejarla enredada, por lo que poco a poco salió de su escondite y quedó frente a él con mucha tranquilidad, como si aquello fuese algo que hacía todo el tiempo. Su diminuta mano derecha se dirigió a tocar la nariz del hombre, estaba fría lo que la hizo sonreír de inmediato.- Ningún gato puede ser tan malo como para desear que muera ¿O si? -Su tono era mucho más alto del que se esperaría de una criatura así de pequeñita y sus preguntas brotaban de sus labios como agua de una cascada, pero no podía evitarlo, tenía muchas dudas, tenía todas las dudas.- Soy Sapphire ¿Tú quién eres? ¿Eres bueno o malo? ¿Te gusta el frío?  ¿La nieve? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Por qué tienes tanto pelo? -Luego de esa pregunta finalmente se quedó en silencio.

Habilidades:

Estaba tomando fotografías, no sé cuánto tiempo pasó, estaba totalmente asombrado con lo que tenía . Vaya, el paisaje era maravilloso. Cualquier persona quedaría simplemente enamorada de aquellos riscos que cambiaban drásticamente de un frondoso y húmedo manto verde, a uno totalmente árido, reseco por el sol hasta un brillante hasta un elegante y brillante telar de nieve. ¿Aquello que estaba en el fondo y brillaba tanto acaso era un lago? No podría ver muy bien. Los espejos de mis anteojos empezaron a congelarse hacia un rato, los estaba ignorando, pero ya era hora de limpiarlos. Dejé la cámara colgar en mi cuello con el lazo de seguridad, me quité los lentes y los empecé a limpiar con mucha dedicación para no rayarlos, no me iba a arriesgar a dañarlos estando tan lejos de casa.

Listo. -Iba a ponermelos cuando escuché un voz muy... ¿pequeña? Muy aguda pero no pude verla en un primer momento. Solo giré la cabeza hacia la derecha tratando de buscar de dónde provenía. Fue el pequeño toque en mi nariz que me dio una pista de donde ver. Bueno, a dónde girar la cabeza correctamente, pues al hacerlo, solo veía una mancha difuminada delante de mí. Me coloqué las gafas y por fin pude ver con claridad. Era una extraña y hasta cierto punto adorable criatura.

¿Qué? -Solo respondí por inercia al escuchar la gran cantidad de palabras que salían rápidamente de esa ínfima boca, pero en realidad no le presté atención a alguna pregunta. Utilicé ese tiempo valioso para tomar mi cámara nuevamente para retratar aquella hermosa niña que tenía en frente.- Cze Akenatón Dakarai Hawass Vorshevsky. Depende. Si. Si. Blanco humo. Pereza de cortarlo. -Fui apretando el botón de la cámara con cada respuesta que daba. Si, estaba sorprendido porque era la adorable damita.- ¿Crees que puedas darme tu perfil izquierdo y sonreír un poco? La luz de este lugar te hace lucir hermosa. -Reí bajo recordando mis modales, bajé mi máquina para dejar ver mi rostro por completo y sonreírle amablemente. Extendí la mano hacia ella intentanto obtener algún tipo de contacto con ella. No sabía si iba a tener una respuesta y cómo sería, pero tenía la corazonada de que sería una agradable tarde.- Mucho gusto en conocerte Sapphire, mi nombre es Cze, tengo un gato al cual odiar hasta la muerte es muy fácil y si me permites un poquito de tu tiempo, quizás te pueda contar más de él... o de mí.

Aquel hombre parecía amable y su voz era ronca, profunda y agradable, además no se asustó al verla, lo que agradecía. si a eso le sumabas que su piel era relativamente más fría que la de Sapphire entonces era perfecto, pues siempre que intentaba tocar a alguien los seres hacían un escándalo "Qué fría eres, me vas a congelar y bla bla bla" por primera vez alguien no se quejaba. Se alejó un poco cuando vio que el hombre tomaba una caja negra que colgaba de su cuello y la apuntaba hacia ella, se parecía un poco a los catalejos de los piratas y de inmediato hizo lo que hacía cada vez que un pirata la miraba, primero una sonrisa muy amplia, luego lanzó un beso y a continuación hizo varias poses tiernas, mas antes de que pudiera darse cuenta algunos copos de nieve se habían desprendido de sus cabellos.- Claro que si. -Respondió de inmediato y siguió la instrucción de aquel hombre aunque no sabía por qué quería que lo hiciera.- ¿Vas a hacer un retrato de mi? -Preguntó imaginando que aquel ser era un pintor o algo por el estilo, luego notó como el hombre bajaba la caja y sonrió, vio la mano que se extendía hacia ella y voló hasta poder tocarla con su pequeña mano derecha.- Eres helado como yo, por eso no me molesta no saber si eres bueno o malo, Cze. -Dijo para luego volar cerca de la cara de aquel hombre, simplemente para tocar aquellos lentes.- Hoy tengo tiempo y me gustaría saber qué o quién eres y por qué odias al gato. -Dijo entre risas alegres y luego se alejó un metro y descendió hasta que sus pies tocaron el suelo.

El viento sopló violentamente como si supiera lo que estaba por pasar y la verdad es que Sapphire necesitaba hacerlo, las hadas eran en general una raza muy exclusiva y rara vez se mostraban así a un perfecto extraño, es por eso que era mucho mejor que cambiara a su forma "humana" de esa forma si otra hada la llegaba a ver pensaría que estaba investigando y nada más que eso, después de todo las demás conocían sobre su curiosidad y lo poco que podía controlarse.

En segundos el cuerpo del hada comenzó a cambiar, sus ojos, sus manos, sus pies, su rostro, sus alas escondidas en su espalda... todo. En un abrir y cerrar de ojos se había transformado en una mujer de 1.79 metros, 50 kilogramos, un cabello oscuro y largo, ojos del mismo color, piel clara y fría, extremadamente fría. Su cuerpo se encontraba cubierto por un largo vestido hecho de moléculas muy similares a las que componían los blancos copos.- Háblame de ti, Cze. -Dijo la menor con una sonrisa muy amplia y alegre, ojos llenos de brillo y un tono de voz tierno e infantil.- Seguro es una historia interesante y yo amo las historias.

habilidades empleadas:

Vestimenta:

Si, un retrato de ti… - Iba a decir algo, pero definitivamente aquella pequeña criatura tenía los labios muy bien entrenados. Yo sé que hablo pausado y tranquilamente, quizás sea que mi voz sea muy gruesa y no me permita alzar tanto la voz, pero ella… siendo sincero me ganaba por mucho en el arte del habla. Por la inocencia de sus palabras me pareció que estaba hablando con una pequeña niña de unos 12 o 13 años de edad, así que me sentía tranquilo de poder quedarme a conversar con ella por un rato.  Me disgustan terriblemente los niños pequeños, pero ella me caía bien, sobretodo que había posado para mí y eso era suficiente para poder entregar mi confianza.

Mi sorpresa fue muy grande cuando de la nada, tras parpadear una vez. Aquella pequeña damita había cambiado a una muchacha muy alta y delgada. Tenía problemas para fijarme en sus rasgos porque ella era muy pequeña, yo estoy casi ciego, así que no es una buena mezcla, pero pude notar con toda claridad sus rasgos, solo puedo decir algo. Wow, ella era hermosa al extremo. Por todos lados podía augurarle que tendría éxito asegurado si se decidiera ser modelo o actriz. Al menos debía medir 1.80, ¿cómo lo sabía? Mido 1.89 y no hay muchas a las que puedo ver casi de frente.

Como iba diciendo, estaba muy sorprendido en el interior, sin embargo, sé muy bien que eso no se nota en mi rostro, hace mucho tiempo que perdí la facilidad de mostrar mis emociones y sé que es difícil entenderme. Sé que si pido una servilleta o una noche de pasión, va a sonar exactamente igual, así que no me preocupaba asustarla. - Mi piel es tan o más fría que la tuya porque estoy muerto hace mucho tiempo. No soy un zombie, así que no te haré daño. No haré daño a nadie que quiera ser mi amigo. No me gusta pelear. – Caminé tranquilo hasta una de las rocas cercanas al abismo para descansar un poco. Tomé mi bolso del hombro para sacar una cantimplora que tenía agua de manzanilla. - ¿Deseas un poco? Temo que te aburriré si te cuento de mí. Me da mucha más curiosidad saber de ti. ¿Cómo es que te hiciste tan grande? Aunque dices que eres fría, para mi sigues siendo cálida. Claro, no tanto como un humano o un licántropo, pero si más que yo. Yo soy… un cubo de hielo. – Supe que sonreí en ese momento porque de alguna manera pude escuchar cómo el agua congelada de mi barba se había resquebrajado. - ¿Crees que puedas enseñarme algunos trucos? Creo que no somos tan diferentes.

Utilizar un cuerpo que se pareciera al de los humanos era ligeramente incómodo, pero el hada no demoraba mucho en acostumbrarse, sobre todo porque entendía que a veces era necesario. Con sus nuevos ojos observó el rostro ajeno, ahora estaban a una altura extremadamente cercana, estimaba que la diferencia entre ellos era escasa, aunque no sabía con seguridad. Lo escuchó en silencio, sin interrumpir o a menos eso intentó hasta que algo llamó su atención.- ¿Muerto? ¿A qué te refieres con muerto? -Susurró extremadamente bajo al tiempo que se acercaba a aquellas rocas en las que el mayor se había sentado, la verdad es que no quería preguntarle algo que lo hiciera ponerse incómodo y casi el cien por ciento de las veces hacía eso.

La brisa seguía soplando, despeinando sus cabellos, acariciando su piel, era cómodo y hermoso, era claramente consecuencia del trabajo que las hadas estaban realizando en la cima de aquellas montañas, sin lugar a dudas aquellas hadas eran mil veces más talentosas que Sapphire, tal vez porque las habilidades que había desarrollado eran sólo las que de una forma u otra tenían que ver con el hielo de su estación. Un suspiro y luego una sonrisa.- No creas que te vas a zafar tan fácilmente de contarme una historia interesante ¿Te parece si hacemos un trato? Yo te muestro algo que puedo hacer y tu me cuentas un secreto, creo que eso suena más que justo ¿Qué crees tú? -Dijo con una sonrisa muy alegre para luego respirar profundo y llevar su mirada a las alturas.- Para que veas que puedo confiar en un desconocido yo te mostraré un truco primero y luego tú me cuentas qué significa eso de estar muerto, realmente me encantará saber. -Acompañó aquellas palabras con unas risas infantiles y divertidas, luego alzó sus manos a la altura de su rostro y comenzó a moverlas en ondas, casi como si fuese parte de un delicado baile.

Como si de un acto de magia se tratara al rededor de sus manos comenzaron a crearse perfectas bolas de hielo que eran del tamaño de una manzana, una vez hubo creado diez comenzó a hacerlas bailar al rededor de su cuerpo.- Si de verdad eres un cubo de hielo esto es algo que deberías poder hacer, es simple, sólo debes pensar en los momentos en los que de verdad has sentido frío, ese frío que duele, pero no es desagradable, ese frío que hace que las mejillas se vuelvan coloradas. -Luego de decir aquellas palabras aplaudió, sólo una vez y las bolas de hielo se convirtieron en nieve, una espesa nieve que cayó de inmediato al suelo.

Aunque no lo parezca y mi rostro no lo demuestre, realmente estaba sorprendido por la belleza de la alta damita. La fría y ténue combinación del invierno, el cielo nublado y la humedad hacían que sea una escena única. No podía evitar mirarla y no tomar una perpetuar aquel momento en una fotrografía. Mis dedos como si tuvieran consciencia empezaron a disparar. - Estoy encantado con tu propuesta, la vida de un muerto por un truco. Es muy justo.

Crucé las piernas, la pierna derecha sobre la izquierda y entrelacé mis dedos, quería estar totalmente concentrado en lo que iba a hacer ella. Solo tengo algo que decir de lo que hizo... - Es increíble. - Le dije cuando las bolas de nieve cayeron al suelo. Sonreí de costado mirando la nieve, había visto un par de veces aquello de controlar la nieve. Alguna vez lo intenté, pero no funcionó, quizás no era el momento ni la forma adecuada. - ¿La vez que tuve más frío en mi vida? Solo puedo hacer una comparación como esa... - Mi diestra pasaba por encima de los bultos blancos en el suelo, intentaba concentrarme mientras hablaba, depués de todo era mi turno de pagar el acuerdo. - Creo que puedo atreverme a decir que sentí aquel intenso frío dos veces. El primero que fue dolió, el dolor no fue físico, fue un dolor especial... el de la traición. - Cerré la mano con mucho enojo recordando lo que "mi creador" me había echo.- El segundo, fue extraño. Vi cómo mi piel se volvía de morada, sentía como si hubieran esquirlas de hielo creciendo dentro de mis huesos y se expandían cada segundo, pronto mi vista se opacó completamente, tenía los ojos congelados, todos mis sentidos lo estaban. - Tomé aire para continuar, pensé que en algún momento me iba a romper y necesitaba descansar, pero al ver que algo empezaba a moverse en el suelo, no pensé en eso como motivación, sino que era la primera vez que hablaba del tema y eso de alguna manera me reconfortaba. - Sin embargo, me gustaba esa sensación, al fin era libre de aquella carga que nunca pedí llevar y que ya no podía soportar sobre mis hombros. Era como ser liberado de una maldición que era disfrazada de colores para hacerla atractiva... estaba muriendo. El frío abrigo de la muerte estaba abrazando y yo estaba cayendo en su embrujo. - Para ese momento tuve ya una bola de nieve maciza entre mis dedos, al parecer pude ser capaz de imitar aquel truco. Con una media sonrisa triunfante se la enseñé a la menor. - Y bien, ¿ahora me cuestas algo de ti?

Habilidad utilizada:

La mirada de Cze no era como la de los demás seres que había conocido, era como si una enorme melancolía se hubiese alejado en la iris ajena y no quisiera irse por nada del mundo y aunque poco y nada entendía de las palabras que salían de la boca del mayor su pecho comenzaba a apretarse, su garganta dolía un poco ¿Acaso estaba triste? ¿Por qué estaba triste? Lo que el mayor contaba era sobre el frío, sobre el hielo, sobre las cosas que Sapphire más amaba y aún así se sentía tan distinto, tan complejo y difuso. La mirada del hada se fue de inmediato a los dedos ajenos para ver como realizaba aquel truco, mas que nada porque no le daba fuerza para poder seguir mirando los ojos de aquel ser y a penas él logró el truco los labios de la menor se llenaron de alegría y dibujaron una hermosa y brillante sonrisa, mas su vista aún no podía ser alzada, era como si la empatía la hubiese golpeado con fuerza y sus ojos se encontraban completamente cristalizados en lágrimas que se rehusaba a liberar.

- Pensé... pensé que cuando decía morir era en un sentido figurado, creo que no debo asumir cosas. -Dijo entre risas al tiempo que poco a poco alzaba la vista hasta encontrarse con los ojos ajenos, respiró profundamente y luego un suspiro salió de sus labios como dejando que la tristeza esperara un poco más.- Creo que cualquier cosa que te cuente es pequeña ahora que sé que estás ¿no muerto? -Preguntó algo confundida y luego se acercó un poco más al mayor, lo suficiente como para poder ver sus ojos con completa claridad sin ser interrumpida por el brillo de aquellos cristales.- No tengo lo que las criaturas llaman madre y padre, nací directamente desde la naturaleza, como las flores o los árboles, mi cabello debería ser blanco pues fui tocada por el invierno, pero por alguna razón es negro así que soy extraña, igual mi personalidad es más como las hadas de verano, cuando escucho a alguien hablando sobre mi siempre va seguido de la frase "no encaja" porque soy distinta, mucho. -Luego de decir aquello dejó ir una risa y llevó sus manos a cubrir su rostro por unos segundos, era primera vez que hablaba tanto de sí misma y no podía evitar sentirse un poco nerviosa.