Bonne année, mes loups. [Privado-Astrid]

La fiesta de año nuevo en Extravaganza era muy popular, no solo entre personas homosexuales, sino de toda índole. Todos querían estar en una de las fiestas más exclusivas de toda Francia, pues cantantes, actores y artistas estaban ahí, ¿se imaginan el lujo de estar bebiendo champagne junto a Keanu Reevs mientras Jhonny Depp te da masajes en los hombros. Eso mismo estaba haciendo Aleksandr en una box VIP en esa noche, ese día para su fortuna no tenía que trabajar, bueno, se resistía a hacerlo, aunque le gustaba sus quehaceres en ese momento. Ru le había mandado simplemente a embriagar a los asistentes más rápido para que se fueran temprano. Así que el lobo iba de mesa en mesa armado con un botella de whisky y un shot, invitando a todos a probar del licor.- "Vamos Amy, te ayudará con tus monólogos, lo prometo". - Dijo entre risas a la rubia comediante antes de darle un beso en la mejilla y beber su shot correspondiente.

Así que más o menos para las 2 de la mañana, Aleksandr estaba completamente ebrio. Era lógico, estaba bebiendo desde la tarde. Lo malo de beber tanto era que se volvía ligeramente MUY violento ante cualquier provocación menor. Aunque a quién encontraron con los pequeños pantalones abajo en el baño con la ex esposa de Brad Pitt de rodillas fue a él. La pelea no duró mucho, en realidad solo bastó la presencia del jefe de Alek para que se fuera del lugar de inmediato.

Tomó dos botellas de vodka de una mesa antes de irse y se fue sin chistar. Ahora caminaba solo, semidesnudo, ebrio, bajo narcóticos y posiblemente desempleado por las desoladas calles de Lyon que de a pocos comenzaba a llenarse de pequeños copos. - "Que bien... va a nevar". - Dijo recostando la espalda en un semáforo, había comenzado a caminar, pero nunca vio a donde iba. - "¿En dónde estoy?" - Miraba hacia los lados queriendo reconocer el lugar pero no podía y al parecer no había nadie cerca. Estaba comenzando a tener frío, pero tenía dos botellas de vodka para calentar que en cualquier momento se iban a acabar. - "Angelina Voight, no vales todo esto. Ya sé porqué te dejó, tienes la lengua tiesa." - Mencionó dando el último sorbo a la botella antes de tirarla a un lado de la calle haciéndola rodas por mucho rato.

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Algunas veces los viajes podían volverse eventos tan inesperados que no te percatas de ellos hasta que estás a miles de kilómetros de tu hogar. Por lo general Astrid no era la clase de lobo que no se podía mantener quieto en un sólo lugar, pero desde que su travesía en búsqueda de su familia había iniciado había visitado ya diferentes puntos del globo, uno más distante que otro. Llevaba varios días en Francia pese a su voluntad, casi amarrada a la ciudad de Lyon una antigua compañera de carrera que se había mudado allí la había obligado a pasar hasta año nuevo, al parecer para los humanos era importante pasar esa clase de días en compañía, aunque para la loba sólo fuera un día más, tan común y corriente como cualquiera.

Después de las 12 de la noche, y de toda la cantidad de gritos, abrazos y buenos deseos, Astrid comenzaba a sentirse ahogada. Siempre le había molestado el ruido innecesario, las risotadas y la música a todo volumen. Amaba a los humanos pero detestaba el momento en que se volvían tan escandalosos, sin pensarlo dos veces no le fue difícil escabullirse de la mirada de su amiga e ir por su abrigo y su bolso para huir, aparentemente por un rato, de la fiesta. Tanta gente que no conocía la volvía sumamente cerrada, al punto de no disfrutar de lo que podía ser un buen evento.

Abandonó la casa en la que se encontraba y salió a caminar por las calles de Lyon, el ruido continuaba pero no en el exceso desagrado cómo hacía varios minutos atrás. El clima parecía frío aunque tan sensación no pasaba por su cuerpo, incluso se atrevería a decir que pronto nevaría con ganas, aunque en ese minuto tan sólo fueran pequeños copos de nieve quienes distraían su tranquila mirada. Sus pies tan sólo caminaban sin un rumbo fijo, no conocía destinos, sólo las ganas de andar y no mirar atrás. No debió pasar mucho tiempo hasta que sintió un peculiar aroma, esa clase de aroma con el que había crecido y hacía mucho no sentía. Su cuerpo se vio atraído naturalmente al aroma que llamó su atención, visualizando varios metros más allá a un cuerpo que parecía semi desnudo apoyado sobre un semáforo. ¿Realmente el aroma venía de él? A lo mejor era un lobo viajero que había llegado a Lyon y ni siquiera tenía que vestir, y para una loba como ella, todo lobo era parte de su manada.

Supongo que no tienes temor a enfermarte. -Se acercó al lobo con las manos refugiadas en los bolsillos de su abrigo, notando una vez que estuvo más cerca de él el notorio aroma a alcohol. No era de extrañarse, hasta ella solía pasarse de copas una que otra vez... de manera seguida y continua.- Espero que la fiesta haya valido la pena, ¿no tienes frío? -Lo miró con cierta curiosidad, sin evitar que la situación le arrancara una sonrisa bastante divertida.

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Aleksandr aún mantenía la cabeza baja tratando de no dormirse, pero aquella voz lo tomó por sorpresa. Era encantadora, suave y hasta tenía un toque tierno. Era un sonido que le gustaba escuchar y que quizás recordaría al día siguiente. Si es que lograba sobrevivir esa noche o al menos no terminar en un coma etílico en un hospital perdido de la ciudad. Ya tenía experiencia con despertar en lugares distintos a los cuales recordaba haber tomado la última copa de vino, pero en esas ocasiones llevaba un poquito más de ropa y al menos en esas veces lograba recordar su nombre completo. -"No, no tengo frío... ahora que te veo, me calenté de inmediato. ¿Te han dicho alguna vez que eres tan bella como una flor hecha con las llamas del más ardientes fuego?" -Levantó la cabeza, queriendo dar su mejor sonrisa a la persona que le hablaba y aunque no era la mejor, aún se podía notar su coqueteo al máximo de su expresión, aunque claro, bastante entorpecido por la presencia del exceso de alcohol en su sangre.

En aquel momento, ya sus muy adormecidos instintos primarios aunque se esforzaban al máximo no podían distinguir el aroma o al menos reconocer bien el rostro que lo miraba entre risas. Solo supo que era muy atractiva por alguna razón no conocida. Así sin temor hizo una pequeña reverencia muy accidentada al presentarse, pues no pudo mantener el equilibrio. Sin embargo, justo antes de caer al suelo puedo sostenerse de los hombros de la loba, soportando todo su peso sobre ella.- "Mi nombre es Ales... Alex... Alek... ¿Espera, tú no sabes cómo me llamo?"-Preguntó entre risas tontas mientras se aferraba más al cuerpo ajeno, quería calentarse y ella estaba tan calentita. Ya los copos de nieve caían furiosos sobre ellos, haciendo que el desnudo cuerpo del lobo estaba empezando a congelarse de a pocos muy a pesar de su elevada temperatura. Ahora comenzaba a temblar y tiritar.- "Dime por favor que eres una hermosa visión que Gaia ha mandado para mí como regalo de cumpleaños..."

Habían pasado unos segundos, pero sus labios ya estaban poniéndose morados a los bordes con breves coloraciones verdes y pálido color rosa. Trató de resguardar su rostro en el hueco del cuello ajeno dejando ver que en la correa de su corbata había un pequeño papel donde se podía leer con letra clara: *Aleksandr Bozkurt. Hotel La Reine Astrid, habitación 812*. Lugar cual estaba muy cerca, pues al parecer el lobo iba a casa, pero no se había dado cuenta.- "Shaky shaky shaky terremoto..." -Cantaba muy suavemente una fina pieza musical que se le había quedado pegada mientras estaba en la fiesta en el oído de la loba dando algunas señales de vida.-

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